Huerta de Soto explica la crisis en 30 minutos

Algunas ideas de Huerta de Soto:

La expansión crediticia lleva siempre a la recesión.

Si la inversión no está respaldada por el ahorro se produce un desajuste que lleva a la crisis.

La recesión es el comienzo de la recuperación.

Sólo un 10% de la masa monetaria está materializado en dinero, el resto son balances contables, es decir, depósitos creados de la nada. Los bancos no son meros intermediarios.

Que los bancos presten lo que tienen.

Mejor que no hagan nada los gobiernos.

Se dice prácticamente lo mismo en los dos vídeos. En el segundo se comparan las medidas tomadas en Europa y en Estados Unidos.



El Gobierno de EEUU cree que el Kindle viola los derechos civiles por Daniel Rodríguez Herrera‏

Siempre con buenas ideas los gobiernos. ¡¡¡Liberales!!!



Es un clásico del Gobierno metomentodo. Cuando algunas universidades pensaron que podían ahorrar costes y ser más ecológicos empleando libros electrónicos, el Gobierno de Obama amenazó con denunciarles por violar los derechos civiles de los ciegos.

En mayo de 2009 Amazon anunció un programa piloto con varias universidades para emplear el Kindle DX en sustitución de los libros de texto de papel. Pese a que el aparato es capaz de leer en voz alta los textos, no hace lo mismo con el menú, lo que lo hace difícil de operar para un ciego. No obstante, parece difícil pensar que pese a esa carencia es peor para los ciegos que un libro normal en papel que no esté en Braille. De hecho, la capacidad de aumentar el tamaño de letra puede facilitar las cosas a quienes tengan problemas de visión pero aún vean algo. El Gobierno de EEUU, sin embargo, no es de la misma opinión.

En junio de 2009, la National Federation of the Blind denunció ante el Departamento de Justicia a la Universidad del Estado de Arizona por violar la ley que "protege" a las personas con alguna discapacidad física, pese a que ninguno de los cursos contaba con ninguna persona con problemas de visión, algo nada extraño dado el pequeño tamaño del experimento: Princeton, por ejemplo, lo probó con tres asignaturas y un total de 51 estudiantes.

La sección 504 de la American with Disabilities Act (ADA) establece que "ningún individuo cualificado con una discapacidad en los Estados Unidos puede ser excluido de, negado los beneficios de o quedar sujeto a discriminación en" ningún programa o actividad del Gobierno o sus organismos o de cualquier entidad que reciba dinero del Gobierno nacional de EEUU.

La denuncia fue atendida por el Gobierno de Obama, en concreto por el director de la División de Derechos Civiles, Thomas Perez. Sí, de derechos civiles. El organismo procedió a enviar cartas amenazantes a las universidades que se habían apuntado al programa conminándoles a dejar de usar el Kindle: si no podían emplearlo los estudiantes ciegos, entonces que nadie lo hiciera.

"Debemos estar vigilantes para asegurarnos de que todos los nuevos dispositivos no dejen atrás a las personas con discapacidad", aseguró Perez. Para él, impedir que los estudiantes sin problemas de visión no puedan usar el Kindle refleja "la importancia de dar oportunidades educativas completas e iguales para todos".

El caso es que el nuevo Kindle ya lee los menús. Quizá así el Gobierno de EEUU permita el uso de un aparato que podría ahorrar cantidades ingentes de dinero a los estudiantes y que resulta más "ecológico" al reducir el número de árboles que deben morir para que un alumno se gradúe. O no.

Los papeles WikiLeaks por Pablo Mediavilla Costa

Mediavilla sobre wikileaks y las filtraciones de documentos de la guerra de Afganistán.

Destaco:

La minuciosidad de los informes es escalofriante. Civiles asesinados en puestos de control, aviones Drone no tripulados que fallan más de lo que la propaganda vende y deben ser rescatados en mitad de la nada, bases abandonadas y bombardeadas para que la munición no caiga en manos enemigas, alteración de pruebas en casos de matanzas de civiles, corrupción y tráfico de armas en la administración Karzai, los servicios secretos afganos como tapadera de la CIA -que se mueve a su antojo-, operaciones encubiertas de Irán en el país vecino…

La fuerza de WikiLeaks se basa en dos pilares antiguos del periodismo, abandonados hace tiempo por los medios tradicionales que han preferido vender vajillas, teletipos o candidatos presidenciales: proteger a las fuentes y fiscalizar al poder.

¿Por qué se fueron a Islandia? La isla, literalmente esquilmada por los especuladores financieros, acaba de aprobar la ley de prensa más garantista del mundo. Uno de los asesores de esa ley fue el propio Julian Paul Assange, que en su día ayudó a destapar los escándalos de los bancos islandeses a través de WikiLeaks.



Esto no es una novela negra escrita en sueco, es la realidad que su gobierno o el banco donde tiene sus ahorros le han ocultado toda la vida. Es muy sucia, como bien intuía, pero ahora tiene algunas pruebas de ella aquí. El arma del pueblo se llama WikiLeaks, una organización dedicada a publicar documentos secretos de interés público -una expresión resucitada-, y sus creadores, con la determinación de un piloto japonés sobre Pearl Harbor, han abierto un boquete de consecuencias impredecibles en el entramado de poder, casi siempre criminal y hermético, que maneja nuestras vidas y acaba con otras muchas. WikiLeaks es la guerrilla perfecta: busca la verdad sin pegar un solo tiro.

El artilugio fue fundado en 2007 por “disidentes chinos, periodistas, matemáticos y expertos informáticos de Estados Unidos, Taiwan, Europa, Australia y Sudáfrica”, como reza en su página web. Subsiste gracias a donaciones privadas y voluntarios que ofrecen su tiempo, sus servidores o su casa para que el núcleo duro -del que poco se sabe- pueda desarrollar los proyectos fuera del alcance de la censura. No tienen sede, ni apartado de correos. Muchas de las donaciones provienen de medios tradicionales como Los Angeles Times, The Associated Press o The Guardian y otras asociaciones de prensa. Su presupuesto anual es de aproximadamente 300.000 dólares y el doble si se incluyen los salarios de los que se dedican a tiempo completo. A principios de este año, cerraron la página durante un tiempo para protestar por la falta de financiación y dejaron este mensaje: “Usted puede cambiar esto y si lo hace, también el mundo. Sólo 10 dólares nos permitirán poner estos documentos en otras 10.000 manos; y con 1.000 dólares, en un millón de manos”.

Se autodefinen como “un servicio público multijurisdiccional diseñado para proteger a chivatos, periodistas y activistas que tienen material sensible que comunicar al público”. En su manifiesto utilizan el ejemplo de la malaria para explicar por qué en Estados Unidos no sufren la epidemia y en África mueren 100 personas a la hora: el buen gobierno es la diferencia. “Un gobierno transparente tiende a ser un gobierno justo”. “Abrimos gobiernos”, reza el eslógan en su cuenta de Twitter con más de 90.000 seguidores.

La cara visible de WikiLeaks es Julian Paul Assange, un australiano de pelo blanco y hacker precoz, lector de Kafka, Koestler y Solzhenitsyn, que habla muy bien y tranquilo ante las cámaras y que, a estas alturas, figura en demasiadas agendas de demasiadas personas con muy buenas y muy malas intenciones. “Me gusta ayudar a la gente que es vulnerable. Me gusta aplastar a los bastardos”, dijo esta semana en una entrevista a la revista alemana Der Spiegel. Uno ya no sabe si la transparencia radical que Assange propone le convierte en un loco o en uno de los pocos cuerdos que quedan en el negocio.

Su último golpe es el Diario de la guerra afgana, la filtración de documentos militares secretos más grande de la Historia. 92.201 informes desde el terreno de la ocupación norteamericana de Afganistán que, no sólo contradicen la versión oficial dada por la Casa Blanca sobre la situación del conflicto, sino que prueban crímenes de guerra y presentan a una resistencia talibán armada hasta los dientes, mucho más fuerte que en 2001 y apoyada por los servicios secretos de Pakistán, el “gran aliado” de Estados Unidos en la región, al que concede 1.000 millones de dólares anuales en ayuda militar. La guerra sin literatura. El sufrido contribuyente norteamericano y sus 300.000 millones ya gastados en un nuevo e inmenso desastre.

"Aunque estoy preocupado por la aparición de información delicada del frente de combate que potencialmente podría poner en riesgo operaciones y personas, el hecho es que ninguno de estos documentos revela nada de lo que no se haya informado y que no haya sido debatido en público". El Nobel de la Paz, Barack Obama, miente. Nada se sabía de la Task Force 373, un comando de operaciones especiales con una lista de 70 dirigentes talibán a eliminar -al parecer son muy efectivos- o de que el número de muertes civiles sea muy superior a las declaradas hasta el momento -muchas de ellas constitutivas de crímenes de guerra-. También se había ocultado que los talibán utilizan los misiles tierra-aire con sensores de calor Stinger que, en su día, Estados Unidos les suministró para luchar contra la ocupación soviética (1979-1989). La lista de novedades e infamias es larga, pero es curioso que la administración Obama haya desplazado el debate hacia la filtración y no hacia los gravísimos hechos que ésta describe. El pasado martes, el Congreso de los Estados Unidos aprobó un nuevo presupuesto de 59.000 millones de dólares al esfuerzo de guerra. ¿Quería WikiLeaks influir en esa votación destapando la liebre el pasado domingo? En esta historia no suena la música del azar.

La minuciosidad de los informes es escalofriante. Civiles asesinados en puestos de control, aviones Drone no tripulados que fallan más de lo que la propaganda vende y deben ser rescatados en mitad de la nada, bases abandonadas y bombardeadas para que la munición no caiga en manos enemigas, alteración de pruebas en casos de matanzas de civiles, corrupción y tráfico de armas en la administración Karzai, los servicios secretos afganos como tapadera de la CIA -que se mueve a su antojo-, operaciones encubiertas de Irán en el país vecino…

La fuerza de WikiLeaks se basa en dos pilares antiguos del periodismo, abandonados hace tiempo por los medios tradicionales que han preferido vender vajillas, teletipos o candidatos presidenciales: proteger a las fuentes y fiscalizar al poder. Y hacer, las dos cosas, sin cuartel. Con esa bandera, una página web y un entramado tecnológico tan atomizado como indestructible; han reunido 1,2 millones de documentos que incriminan a Estados y empresas en conductas delictivas de todo tipo o en algo tan simple como mentir al personal. ¿Quién les hace llegar esa información? Chivatos. Funcionarios de Gobiernos y organizaciones de todo el mundo que odian a sus jefes o su propia vida, trabajadores de compañías privadas con un gran sentimiento de culpa, algunos héroes y mucha gente honrada. La lista de escándalos publicados es apabullante y la hemorragia del poder en la sombra, imparable: violencia postelectoral en Kenia, contratos en Irak, protocolos de Microsoft o Lockheed Martin, uso de psicólogos en la prisión de Guantánamo, informes internos de Naciones Unidas en Darfur o Somalia… El mundo que hay detrás de las vallas publicitarias, de los discursos, de los manifiestos, de las Alianzas de Civilizaciones a un solo click. Una mina de documentos en crudo.

El plan de actuación del primer terremoto WikiLeaks fue narrado en un magnífico reportaje del New Yorker del 7 de junio de este año. Un grupo de periodistas alquilan una casa en Reykjavik, la capital de Islandia, para cubrir la erupción del volcán Eyjafjallajökull. Es mentira. En realidad, se trata de un grupo de trabajo ultrasecreto de WikiLeaks -Assange como jefe- y en sus ordenadores llevan un vídeo encriptado de 38 minutos recién enviado por un chivato desde Irak. En el vídeo se puede ver una matanza de 18 civiles en Bagdad, entre ellos dos periodistas de Reuters, desde la cámara del helicóptero de los Estados Unidos que los va a acribillar. Se escuchan las conversaciones de los implicados. Es un videojuego real. Una semana enclaustrados en la casa de Reykjavik y el Proyecto B -nombre en clave- se ha convertido en el vídeo Homicidio colateral, hackeado, editado y colgado en la red ante el asombro y la atención de la prensa mundial.

¿Por qué se fueron a Islandia? La isla, literalmente esquilmada por los especuladores financieros, acaba de aprobar la ley de prensa más garantista del mundo. Uno de los asesores de esa ley fue el propio Julian Paul Assange, que en su día ayudó a destapar los escándalos de los bancos islandeses a través de WikiLeaks. Pero no todo ha ido sobre ruedas. El responsable de filtrar el vídeo, el soldado norteamericano de 22 años Bradley Manning, fue traicionado por un hacker californiano, Adrian Lamo, al que había confesado tener acceso a miles de documentos secretos. Lamo se puso en contacto con el FBI y Manning está detenido en una cárcel militar de Kuwait a la espera de juicio. Ahora también es el principal sospechoso de la filtración de los documentos sobre Afganistán, aunque Manning siempre estuvo destacado en Irak.

El antecedente histórico inmediato de lo que ha conseguido WikiLeaks hasta ahora con Homicidio colateral, pero especialmente con su Diario de la guerra afgana son los llamados Papeles del Pentágono, un informe elaborado entre 1967 y 1968 por el think tank gubernamental RAND Corporation para el Pentágono, en el que quedaban al descubierto las mentiras que cuatro presidentes -Eisenhower, Kennedy, Johnson y Nixon- dijeron públicamente sobre la escalada militar norteamericana en Indochina y la posterior guerra de Vietnam, así como multitud de atrocidades cometidas contra civiles, casos de corrupción, etc. Un experto de RAND Corporation llamado Daniel Ellsberg se pasó meses sacando, carpeta a carpeta, todas las hojas del informe, fotocopiándolas de noche y devolviéndolas al día siguiente a los archivos.

Entonces, Henry Kissinger, otro Nobel de la Paz más en esta historia, calificó a Ellsberg como “el hombre más peligroso en América” y le dijo al presidente Richard Nixon que la filtración de Ellsberg suponía “un ataque a la integridad del gobierno. Si todos estos archivos pueden ser robados y luego facilitados a la prensa, no podrá mantener las riendas del Gobierno nunca más”. La charla aparece en el documental El hombre más peligroso de América y Ellsberg ha vuelto a la palestra para aconsejar a Assange que no pise Estados Unidos y denunciar que la vida del australiano de pelo blanco puede estar en riesgo.

Ellsberg está presente en la declaración de intenciones de WikiLeaks. Assange anunció la próxima publicación de un nuevo diario de la guerra todavía más duro que éste. El periodismo no acabará siendo una pestaña de búsqueda en Google. Queremos más.

Nueva York. 28 de julio, 2010

* Pablo Mediavilla Costa es periodista.

revoluciondelosgladiolos.wordpress.com Blog sobre la represión en Cuba

El blog:

Este blog está dedicado a dar a conocer las caras del movimiento cívico de las Damas de Blanco.


Intentaremos ir colocando aquí la historia que ha padecido cada una de ellas. Cuanto más se conozcan, más protegidas van a estar.

Por supuesto que necesitamos de todas las contribuciones que puedas aportar, fotos, videos, entrevistas, etc… así que anímate y envianoslas. Las publicaremos con el nombre del que la envía (si así lo desea) y la fuente de donde ha salido.

Apoyémoslas y ayudémoslas


Para muestra un botón:



Bajo la apariencia dulce y bonachona de Caridad, se esconde un verdadero baluarte de la lucha por los Derechos Humanos. Debemos estar muy pendientes de lo que le pase, ayudémosla a resistir la brutalidad a la que la está sometiendo la policía castrista.



Caridad Caballero Batista (foto de cihpress.com)Caridad Caballero es activista de los Círculos Democráticos Municipales de Cuba, periodista independiente y Dama de Apoyo a las Damas de Blanco.

Como periodista lleva narrando, ya desde hace años, al mundo la salvaje represión que la policía cubana viene sometiendo a los disidentes en la localidad de Holguin. De Caridad son muchos de los artículos e informaciones por los que nos enteramos de la brutal e inhumana represión contra Reyna Luisa Tamayo. Ha sufrido arrestos domiciliarios arbitrarios, y palizas como la que nos comentaba que había sufrido el pasado 22 de julio.

Ya desde al menos febrero de 2008, Caridad es víctima de la brutalidad policial castrista. Es sistemáticamente detenida y golpeada cada vez que pretende asistir a un acto de la disidencia, o incluso en su propia casa.

El Pasado 3 de Agosto oficiales de la policía política golpearon a la activista por los derechos humanos, Caridad Caballero Batista, a su esposo, Esteban Sanders y a uno de sus hijos cuando Marta Díaz Rondón y Gertrudis Ojeda Suárez, intentaban ingresar a su domicilio.

“Alrededor de 15 oficiales nos golpearon dentro de mi domicilio. Marta Díaz Rondón y Gertrudis Ojeda, fueron arrestadas y levantadas en peso desde la puerta de entrada. Se desconoce su paradero”, afirmó Caridad en la noche del martes, en comunicación telefónica con Hablemos Press.

En una entrevista realizada por Magaly Norvis Otero, no cuenta Caridad lo siguiente

“Fuimos golpeadas salvajemente por hombre. Tengo hematomas y golpes por todo el cuerpo. Me golpearon muchos. Nos encerraron en un carro y nos llevaron a un lugar oscuro hasta alrededor de las 9:30 de la noche. Un lugar apartado de la ciudad. Allí encerrada en el vehículo me volvieron a dar golpes para quitarme el teléfono móvil. Nos dejaron encerrada con un calor que casi nos asfixiamos y una música a todo volumen tormentosa.

De allí nuevamente nos arrastraron y montaron en otro auto para llevarnos para Holguín. Nos trasladaron a la unidad policial del Anillo. Y a Mari Blanca la transportaron para Velazco. Ha Mari Blanca me la quitaron de los brazos porque nos entrelazamos para que no se la llevaran a esa hora. A ella la habían amenazado. Le dijeron que la iban a reventar. El domingo antes pasado la habían esposado y golpeado también.

Todos los que participaron en este hecho eran oficiales de la Seguridad del Estado y de la policía.”

En este video, en el minuto 5:10 aparece Caridad explicando su posición política. Recomendamos no saltarse lo anterior, lo que dice Marta Díaz Rondón, que es muy interesante y describe lo que cada domingo pasa alrededor de la casa de Reina Luisa Tamayo.

Looks Can Deceive: Why Perception and Reality Don't Always Match Up by Christof Koch‏

Christof Koch sobre la percepción humana.



When you are facing a tricky task, your view of the world may not be as accurate as you think.

All of us, even postmodern philosophers, are naive realists at heart. We assume that the external world maps perfectly onto our internal view of it—an expectation that is reinforced by daily experience. I see a coffee mug on the table, reach for a sip and, lo and behold, the vessel’s handle is soon in my grasp as I gingerly imbibe the hot liquid. Or I see a chartreuse-yellow tennis ball on the lawn, pick it up and throw it. Reassuringly, my dog appears to share my veridical view of reality: she chases the ball and triumphantly catches it between her jaws.

That there should be a match between perception and reality is not surprising, because evolution ruthlessly eliminates the unfit. If you routinely misperceive or even hallucinate and act on those misapprehensions, you won’t survive long in a world filled with dangers whose avoidance requires accurate distance and speed assessments and rapid reactions. Whether you are diving into rocky waters or driving on a narrow, two-lane road with cars whizzing by in the opposite direction, small mistakes can be lethal.

You probably believe that your eyes register high-fidelity information about the absolute size, speed and distance of visible objects and that you respond based on these impartial data. But although we build robots in this manner—equipping them with sensors and computers to plumb the metric properties of their environments—evolution has taken a more complex route.

As psychologists and neuroscientists have discovered over the past several decades, our consciousness provides a stable interface to a dizzyingly rich sensory world. Underneath this interface lurk two vision systems that work in parallel. Both are fed by the same two sensors, the eyeballs, yet they serve different functions. One system is responsible for visual perception and is necessary for identifying objects—such as approaching cars and potential mates—independent of their apparent size or location in our visual field. The other is responsible for action: it transforms visual input into the movements of our eyes, hands and legs. We consciously experience only the former, but we depend for our survival on both.

When driving in the mountains, have you ever noticed a discrepancy between the slope described on the yellow road sign and your sense that the incline is actually much steeper? Psychologist Dennis R. Proffitt of the University of Virginia and his then graduate student Jessica Witt did. Being scientists and not philosophers, they designed an experiment to find out why. Proffitt and Witt stood at the base of hills on campus and asked passing students to estimate their steepness in two ways. Subjects had to align the diameter line on a flat disk to the slant of the hill. They also were asked to place the palm of one hand on a movable board that was mounted on a tripod and then, without looking at that hand, to adjust the board’s slant until they felt it matched that of the hill.

In the first part of the test, which relied on visual cues alone, subjects badly overestimated, interpreting a 31-degree slant as a much steeper, 50-degree one. But when people’s eyes were guiding their hands, subjects judged accurately, tilting the board an appropriate amount. Perhaps even more striking was the finding that people’s tendency to overestimate on the strictly visual part of the test increased by more than a third when they had just run an exhausting race—but the hand estimates were unaffected. The same discrepancy occurred when subjects wore a heavy backpack, were elderly, or were in poor physical condition or declining health.

In another variant of the experiment, Proffitt had subjects stand on top of a hill on either a skateboard or a wooden box the same height as the skateboard. Participants were instructed to look down the hill and judge, both visually and manually, its grade. They were also asked how afraid they felt to descend the hill. Fearful participants standing on the skateboard judged the hill to be steeper than did the braver souls standing on the box. Yet the visually guided action measurement was unaffected by fear.

Proffitt argues that perception is not fixed: it is flexible, reflecting a person’s physiological state. Your conscious perception of slant depends on your current ability to walk up or down hills—hard work that should not be undertaken lightly. If you are tired, frail, scared or carrying a load, your assessment of the hill—the one that guides your actions—will differ from what you see. Not by choice, but by design. It is the way you are wired.

The Witt-Proffitt team published another report on the observation, well known in sports lore, that baseball players perceive the ball to be larger when they are hitting well and smaller when they are on a losing streak. Since then, Witt, now a professor at Purdue University, along with her student Travis Dorsch, has pursued this intriguing link between how success (or lack of it) in a task affects one’s perception of the world.

In their experiment, 23 volunteers had to kick an American football through the field goal from the 10-yard line. After a warm-up, participants were asked to judge the height and width of the goal by adjusting a handheld, scaled-down model of the goal made out of PVC pipes. They then each performed 10 kicks. Immediately after the final kick, participants repeated the perceptual measurement.

The result was striking. Before kicking, both groups had the same perception of the size of the goal (incidentally, an inaccurate one: everybody underestimated its actual width-to-height ratio). But after 10 kicks, the poor performers (those who scored two or fewer successful kicks) saw the goal as about 10 percent narrower than they had before, whereas the good kickers (those who scored three or more) perceived the goal to be about 10 percent wider. How well you have performed over the past few minutes influences the way you see the world! Not just metaphorically, but on a physiological level—it changes your actual perceptions.

After more data mining, the two psychologists discovered that the people who missed the goal because they tended to kick the ball too short perceived the crossbar as being higher than did their more successful peers, whereas those who missed because they kicked wide judged the upright field posts to be narrower.

So by now you may be thinking: How convenient! The perceptual system offers us self-serving justifications for bad performance. But there is likely some value here, evolutionarily speaking: if people perceive the goal as higher or smaller than it actually is, they will aim more precisely the next time. What happens in football also holds for softball and golf, Witt and her colleagues have found—and, most likely, for life in general.

Our conscious perception of the world, though relatively stable, is not static. We are incapable of being fully objective, even in our most mundane observations and impressions. Our awareness of the objects around us is informed and fine-tuned by any number of transient factors—our strength and energy levels, our sense of confidence, our fears and desires. Being human means seeing the world through your own, constantly shifting, lens.


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Odio la realidad, pero es en el único sitio donde se puede comer un buen filete. Woody Allen.

Todos nosotros, incluso los filósofos posmodernos, somos realistas ingenuos de corazón. Suponemos que el mundo exterior se mapea perfectamente con nuestra visión interna de este - una expectativa que se ve reforzada por la experiencia cotidiana. Veo una taza de café sobre la mesa, la tomo para beber un sorbo y, he aquí, de pronto llega el líquido caliente a mi boca. O veo una amarillenta pelota de tenis sobre el césped, la recojo y la lanzo. En forma tranquilizadora, mi perro parece compartir mi verídico punto de vista sobre la realidad: persigue a la pelota y triunfante la atrapa entre sus mandíbulas.

No es sorprendente que deba haber una coincidencia entre la percepción y la realidad, porque la evolución elimina sin piedad a los no aptos. Si habitualmente no se percibe correctamente o incluso se alucina y se actúa sobre malentendidos, no se sobrevive mucho tiempo en un mundo lleno de peligros cuya prevención requiere de la estimación exacta de distancias y de evaluaciones de velocidad y de la reacción rápida. Si te sumerges en aguas rocosas o conduces por una carretera estrecha, de dos carriles con autos que pasan zumbando en la dirección opuesta, los pequeños errores pueden ser letales.

Probablemente piensas que tus ojos registran con alta fidelidad la información sobre el tamaño absoluto, la velocidad y la distancia de los objetos visibles y que respondes con base en datos imparciales. Pero a pesar de que construimos robots de este modo, dotándolos de sensores y computadoras para sondear las propiedades métricas de su entorno, la evolución ha tomado un camino más complejo.

Como han descubierto los psicólogos y neurólogos a lo largo de las últimas décadas, nuestra conciencia proporciona una interfaz estable a un vertiginoso y rico mundo sensorial. Por debajo de esta interfaz están al acecho dos sistemas de visión que trabajan en paralelo. Ambos son alimentados por los mismos sensores, los globos oculares; sin embargo, tienen funciones diferentes. Un sistema es responsable de la percepción visual y es necesaria para la identificación de objetos, como autos que se aproximan y potenciales compañeros, con independencia de su tamaño aparente o la ubicación en nuestro campo visual. El otro es el responsable de la acción: transforma la información visual en los movimientos de nuestros ojos, manos y piernas. Conscientemente sólo experimentamos el primero, pero dependemos de ambos para nuestra supervivencia.

Cuando conduces por las montañas, ¿has notado una discrepancia entre la pendiente descrita en la señal amarilla de tráfico y la sensación de que la pendiente es en realidad mucho más pronunciada? El psicólogo Dennis R. Proffitt de la Universidad de Virginia y su entonces estudiante graduada Jessica Witt lo notaron. Siendo científicos y no filósofos, diseñaron un experimento para averiguar por qué. Proffitt y Witt se situaron en la base de las colinas del campus y pidieron a los estudiantes pasar a estimar su pendiente de dos maneras. Los sujetos tenían que alinear la raya diámetral en un disco plano con la inclinación de la colina. También se les pidió que colocaran la palma de su mano en un tablero móvil montado en un trípode y luego, sin mirar a su mano, ajustar el sesgo de la junta hasta que sintieran que coincidía con la inclinación del cerro.

En la primera parte de la prueba, que se basó únicamente en las señales visuales, los sujetos sobreestimaron la inclinación, interpretando una de 31 grados como una mucho más pronunciada, de 50 grados. Pero cuando los ojos de la gente guiaban sus manos, los sujetos juzgaron con más precisión, inclinando la junta a un ángulo adecuado. Quizás aún más sorprendente fue el hallazgo de la tendencia de las personas a sobreestimar la parte estrictamente visual de la prueba aumentando en más de un tercio su estimación cuando acababan de trotar una carrera agotadora, y sin embargo las estimaciones de la mano no se vieron afectadas. La misma discrepancia se produjo cuando los sujetos usaron una mochila pesada, eran ancianos o estaban en mal estado físico o con deterioro de la salud.

En otra variante del experimento, Proffitt ponía a los sujetos de pie en la cima de una colina, ya fuese sobre una patineta o sobre una caja de madera del mismo tamaño que el monopatín. Los participantes fueron instruidos para mirar hacia abajo de la colina y juzgar, tanto en forma visual como de forma manual, su inclinación. También se les preguntó si sentían miedo a descender la colina. Los participantes temerosos de pie sobre el monopatín juzgaron la colina más pronunciada que las almas valientes de pie en la caja. Sin embargo, la medición manual de la pendiente guiada visualmente no se vio afectada por el miedo.

Proffitt sostiene que la percepción no es fija: es flexible, reflejando el estado fisiológico de una persona. Tu percepción consciente de la inclinación depende de tu capacidad actual para subir o bajar colinas, un trabajo duro que no debe tomarse a la ligera. Si estás cansado, débil, asustado o llevando una carga, tu evaluación de la colina, la que guía tus acciones, será diferente de lo que ves. No por gusto, sino por diseño. Es la forma en que estamos cableados.

El equipo de Witt-Proffitt publicó otro informe sobre la observación, bien conocido en la tradición deportiva, de que los jugadores de béisbol perciben la pelota más grande cuando están bateando bien y más pequeña cuando están en una racha perdedora. Desde entonces, Witt, ahora profesora en la Universidad de Purdue, junto con su estudiante Travis Dorsch, ha abordado este enlace interesante entre cómo el éxito (o falta de él) en una tarea afecta la percepción de las personas acerca del mundo.

En su experimento, 23 voluntarios tenían que patear una pelota de fútbol americano a través de la portería desde la línea de 10 yardas. Después de un calentamiento, se les pidió a los participantes que juzgasen la altura y la anchura de la portería mediante el ajuste manual de un modelo a escala reducida de la portería hecho de tubos de PVC. Entonces cada uno realizó 10 patadas. Inmediatamente después de la patada final, los participantes repitieron la medición de la percepción.

El resultado fue sorprendente. Antes de patear, el grupo tenía la misma percepción de la magnitud de la portería (por cierto, una inexacta: todo el mundo subestimó la relación real entre la anchura y la altura). Pero después de 10 tiros, los pateadores pobres (los que anotaron dos o menos goles de campo) vieron la portería con un 10 por ciento más estrecha del que tenían antes, mientras que los pateadores buenos (los que anotaron tres o más) percibieron el objetivo alrededor de 10 por ciento más amplio. Qué tan bien te has desempeñado durante los últimos minutos ¡influye en tu forma de ver el mundo! No sólo metafóricamente, sino en su nivel fisiológico, el que cambia las percepciones reales.

Después de hacer más minería de datos, los dos psicólogos descubrieron que las personas que no lograron el gol de campo porque tienden a patear el balón demasiado corto perciben que el travesaño es más alto que sus compañeros con más éxito, mientras que aquellos que se perdieron debido a que fallaron hacia los lados juzgaron que los postes laterales estaban más estrechos.

Así que ahora puedes estar pensando: ¡Qué conveniente! El sistema perceptivo nos ofrece justificaciones egoístas por nuestro mal desempeño. Pero es posible que haya algún valor aquí, evolutivamente hablando: si la gente percibe la portería como más o menos alta de lo que realmente es, apuntarán con mayor precisión la próxima vez. Witt y sus colegas han encontrado que lo que sucede en el fútbol también es válido para el softbol y el golf, y, lo más probable, para la vida en general.

Nuestra percepción consciente del mundo, aunque relativamente estable, no es estática. Somos incapaces de ser completamente objetivos, incluso en nuestras observaciones e impresiones más mundanas. Nuestra conciencia de los objetos que nos rodean es informada y ajustada por cualquier número de factores transitorios; nuestra resistencia y los niveles de energía, nuestro sentido de confianza, nuestros miedos y deseos. Ser humano significa ver el mundo a través de nuestros propios lentes, siempre en constante cambio.

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Comentario:

Una de las ocupaciones de este espacio de promoción al escepticismo es tratar de analizar la realidad de manera objetiva. Ya desde sus inicios, Ahuramazdah tenía entre sus publicaciones algunos intentos por clasificar los niveles de realidad. En ese entonces se proponía el tercer nivel, que es el de la percepción de la realidad, que también es real pero afectable, como lo muestra este artículo.

Resulta esclarecedor aprender que un claro sesgo de nuestra percepción se debe a situaciones fisiológicas (salud, condición física, cansancio, etc.) pero también a situaciones emocionales como el miedo, o el sentimiento de logro y éxito. Por esta relación me surgen varias dudas:

¿Que pasa con la percepción que tiene la gente que no presenta mucha aptitud para las ciencias?

¿Es como el caso de los pateadores fallidos o el de los corredores cansados o de los patinadores temerosos?

¿Acaso influye para percibir a la ciencia misma como algo inalcanzable, malévolo, indeseable, o incluso oficial?

¿Será por eso que algunas personas prefieren las pseudociencias?

Seamos realistas (por una ocasión al menos), las pseudociencias ofrecen soluciones fáciles "al alcance" de cualquiera, incluyendo a aquellos que tengan un sentimiento de frustración ante la pendiente elevada que significa seguir los métodos de la ciencia.

Pero también, siendo realistas, la ciencia ofrece soluciones al alcance de cualquiera; claro, de cualquiera que decida abandonar sus miedos y temores, hacer a un lado su cansancio mental y seguir los métodos (a veces arduos y frustrantes) que la ciencia ofrece a todos los que deseen seguirla. Sus resultados son invaluables y no se comparan en éxito con los de otras formas chapuceras e irracionales de comprender el universo.

La Ecuación de Flake: ¿Porqué hay avistamientos? por Ahuramazdah

Avistamientos de OVNI con humor.



Quien nos hace reír es un cómico. Quien nos hace pensar y luego reír es un humorista. George Burns

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En la entrada sobre la Paradoja de Fermi, que se publicó hace unos días en este espacio, una imagen curiosa acompañó al texto. La imagen proviene de un blog de humor llamado XKCD, que de acuerdo a su propia descripción, aborda temas de romance, sarcasmo, matemáticas e idioma.

Bien, la imagen referida es un intento humorístico, con similitud al intento serio de Frank Drake, para describir el posible número de avistamientos de OVNI's (o de alguna otra manifestación de origen supuestamente alienígena, como los círculos de los cultivos) que estarían siendo difundidos por los medios masivos (prensa, internet, radio, etc.).

No se trata de un esfuerzo serio, o científico; más bien se trata de un ejercicio lógico - matemático con una enorme dosis de humor. Revisemos la Ecuación de Flake:

Objetivo: Estimar el posible número de avistamiento de OVNI's, alienígenas (al estilo del "chupacabras"), encuentros cercanos (de cualquier tipo), incluyendo los relatos de posesiones, revelaciones, canalizaciones y abducciones cuyo origen es (de acuerdo con sus proponentes) extraterrestre, que están disponibles para cualquier persona dispuesta a creerlos. Ea pues, abogados del delirio escéptico, muestren sus ojos misericordiosos ante esta imagen de fino humor:


Sea P el número de avistamientos del tipo antes descrito. Partimos de la población mundial, con lo cual se deslinda cualquier tipo de consideración racial, geográfica, política, religiosa and the like. Representemos la población mundial con el símbolo Wp. Se estima que en la actualidad ese número es de alrededor de 7 mil millones.

De esa población total tomemos la fracción de gente que imagina un avistamiento ya sea porque padece de sus facultades mentales o bien porque desea sentirse alguien iluminado, privilegiado, escogido o bien, de alguna forma, especial. Sea esa fracción denominada como CR. Igualmente, otra fracción que podría contribuir al resultado, es la parte de la población que, sin estar enferma ni desear ser el centro de atracción, confunde algunos fenómenos naturales o situaciones psicológicas temporalmente perturbadoras como posibles contactos extraterrestres. Sea esta fracción MI. Ambas fracciones podrían tomar el valor de uno en cada diez mil habitantes.

Después tenemos la probabilidad de que alguno de los catalogados en el párrafo anterior decida contar su "experiencia" a alguien más. Esa probabilidad se estima en uno por cada diez, lo que implicaría que uno de cada diez de los anteriores decide contar su "experiencia" a otros. Esa probabilidad se designa como Tk.

De ese resultado, tomemos el número promedio de gente a quienes esos individuos deciden contar su "experiencia". Sea este número representado por Fo. Se estima que este número podría ser 10, contabilizando familiares, amigos, conocidos, etc.

Luego tenemos el número promedio de personas que dirán que este relato es de "primera mano", quienes no dudarán de su veracidad (o inexactitud). Sea este número representado por F1 y su valor estimado en 10.

Posteriormente tendríamos la probabilidad de que algunos detalles que no cuadren con la "hipótesis extratestre" pudieran ser adaptados, eliminados, o de alguna forma "olvidados" cada vez que se vuelve a narrar la historia. Sea esta probabilidad representada por DT, y su valor tomado como nueve décimos (9/10), o 90%.

Por último se considera la fracción de personas con los recursos para publicar estas historias en medios masivos como internet, periódicos y noticieros. Sea esta fracción representada por AU, y su valor estimado en uno por cada cien (1/100).

El resultado es que, de manera conservadora, se tendrían unos 100,000 casos de relatos de OVNI's, contactos extraterrestres, abducciones, Crop Circles, mensajes canalizados y otras historias del tipo. La conclusión del sitio referido es:

Aún con estimaciones conservadoras para los valores de las variables antes descritas, el resultado sugiere que un enorme número de avistemientos de seres (o naves) extraterrestres, que suenan creíbles, se encuentran disponibles para cualquiera que "está dispuesto a creer".

Saque el lector sus propias conclusiones.

El fruto del matrimonio de IBM y Microsoft: el PC por Daniel Rodríguez Herrera

Daniel Rodríguez Herrera sobre IBM y Microsoft.

Esas decisiones que cambian muchas vidas. Qué fácil se ve todo a posteriori.



William Henry Gates III era un programador muy bueno y un empresario con olfato y pocos escrúpulos. Pero sólo con esas cualidades, imprescindibles por otra parte para su éxito, no se hubiera convertido en el hombre más rico sobre la faz de la tierra. Hizo falta otra: la suerte.

Microsoft, la empresa fundada por Bill Gates y Paul Allen, había prosperado bastante desde que le vendieran su intérprete de Basic a Ed Roberts, el creador del primer ordenador personal. Durante la segunda mitad de los años 70 un montón de empresas se dedicaron a lanzar sus propios ordenadores personales basados en el procesador Intel 8080 y casi todos tenían instalados dos productos de software: el Basic de Microsoft y un sistema operativo creado por Digital Research y llamado CP/M, cuya ubicuidad provocó que fuera conocido como el "Unix de los microordenadores".

Así, en 1981 las dos empresas tenían una situación similar. Ambas contaban con unos 100 empleados y facturaban 15 millones de dólares. Sin embargo, unos meses antes Digital Research le había dejado a Microsoft en bandeja la llave de un casi inagotable baúl de dinero. Eso sí, ni uno ni otro lo sabían.

El Proyecto Ajedrez

IBM había dejado pasar la revolución del ordenador personal, más que nada porque comenzó como un fenómeno de frikis que tenían el ordenador como hobby. Pero estos pequeños aparatos empezaron a colarse dentro de las empresas, y el gigante azul reaccionó con una velocidad sorprendente y un enfoque revolucionario para una compañía acostumbrada a hacerlo todo en casa. En julio de 1980, el directivo William Lowe propuso al consejo de IBM crear un ordenador personal a base de juntar piezas producidas por otras compañías, de modo que pudieran tenerlo listo lo antes posible, ya que la velocidad parecía fundamental en este nuevo mercado. La propuesta fue aceptada dos semanas después, con la obligación de tenerlo listo en un solo año.

El equipo de IBM encargado del "proyecto Ajedrez", nombre en clave del futuro PC, no sólo tenía que construir una máquina sino también equiparla con software. Así que se puso en contacto con Microsoft para incluir su Basic e interesarse por alguno de los otros lenguajes de la compañía, Fortran y Cobol. Como no estaban muy puestos en el mercado, preguntaron quién podía proporcionarles un sistema operativo. La respuesta era obvia, pero a Gates no le hacía mucha gracia decirla, porque sus relaciones con Digital Research se habían enfriado bastante desde que se llegaran a plantear una fusión año y medio antes. Tenían entonces un pacto tácito de no agresión según el cual Microsoft no hacía sistemas operativos y Digital Research se abstenía de vender lenguajes de programación. Pero en 1979 la empresa dirigida por Gary Kindall lo violó vendiendo un Basic propio.

Sin embargo, Gates hizo de tripas corazón y llamó a Kindall para decirle que le pasaba unos clientes, que volarían desde Seattle a California al día siguiente por la mañana y que por favor los tratara bien. No lo hizo. Lo que pasó aquel día nunca quedó demasiado claro. Sí sabemos que Kindall estuvo volando con su avión privado, según él en viaje de negocios. Aun así, asegura que llegó a tiempo para la reunión, ya por la tarde. La gente de IBM, en cambio, afirma que nunca le vieron la cara. En cualquier caso, pese al fiasco de aquel primer acercamiento, siguieron intentando llegar a un acuerdo, pero Kindall no estaba seguro de poder cumplir con los estrictos plazos del gigante azul: debía adaptar su CP/M para los nuevos procesadores de 16 bits de Intel y tener una primera versión preliminar para enero y no quiso comprometerse a ello, de modo que finalmente IBM volvió a llamar a la puerta de Bill Gates preguntándole si podía ofrecerles algo.

Bill Gates respondió que sí, que por supuesto, que cuándo firmaban. Su regla era siempre vender primero, aunque luego se incumplieran los plazos pactados y tuvieran que hacer una rebaja. La apuesta era muy arriesgada, porque el único contacto de Microsoft con los sistemas operativos era una adaptación de Unix para microordenadores llamada Xenix que vendían pero no habían desarrollado ellos: una operación producto de la rabieta que les entró cuando supieron que Digital Research vendía un Basic. Gates estimó que el sistema que necesitaba IBM no era tan complicado y lo podrían tener a tiempo. Se equivocaba. Pero le vino Dios a ver en la forma del QDOS.

Seattle Computer Products era una de las decenas de empresas que intentaban vender ordenadores personales en aquella época. Pero dos características la hicieron destacar sobre las demás: que estaba a veinte minutos en coche desde la sede de Microsoft y que, hartos de esperar a que Digital Research sacara una versión de CP/M para los nuevos y más rápidos procesadores de Intel, los 8086, decidieron crear un clon ellos mismos, el "rápido y sucio sistema operativo" o QDOS por sus siglas en inglés. En cuanto se enteró, Gates compró primero una licencia y luego el sistema completo y fichó a su programador Tim Patterson, que lo adaptó a las necesidades de IBM. Ah, también le cambiaron el nombre. Se llamaría MS-DOS.

El IBM PC salió a la venta en agosto de 1981 y sólo con la fuerza de la marca logró convertir al ordenador personal en algo respetable que las empresas podían y hasta debían comprar. Pronto se agotaron y tuvo que cuadruplicar su producción para atender a la demanda. Tanto la máquina como el sistema operativo se convirtieron en el estándar, y sus herederos aún continúan con nosotros, en nuestras casas y nuestras oficinas. Ningún fabricante salvo Apple logró sobrevivir a la estandarización.

El divorcio

IBM y Microsoft vivieron este proceso de formas bien distintas. La única pieza del PC realmente propia de IBM era la BIOS, un pequeño chip que reconoce las distintas partes del ordenador, cada una de su padre y su madre, y las pone en marcha y coordina antes de cargar el sistema operativo. Pronto fue copiado y, como las distintas piezas se podían comprar a sus respectivos fabricantes, pronto aparecieron los llamados clónicos, ordenadores capaces de ejecutar MS-DOS y que hacían las mismas funciones que los de IBM. Pero mucho más barato.

Microsoft, por su parte, se puso a vender su sistema operativo a todos estos fabricantes y creció como la espuma gracias a las ganancias. IBM nunca mostró ninguna intención de comprar ni el sistema operativo ni el Basic que la empresa de Seattle había desarrollado para el gigante azul por temor a las demandas: había perdido varios juicios por encargar programas a terceros, venderlos con su nombre y encontrarse después que el contratista había copiado parte del código de otros. Así que Bill Gates y Paul Allen se forraron vendiendo el MS-DOS tanto a IBM como a sus competidores: era la única pieza imprescindible para poder llamar PC a un PC.

Pero seguían teniendo dos problemas: que el sistema operativo era realmente cutre y que carecían de un entorno gráfico tan atractivo y fácil de usar como el del Macintosh de Apple. Todos nuestros amigos desarrollaron uno: Digital Research hizo el GEM, Microsoft lanzó Windows e IBM uno que llamó TopView. Fracasaron estrepitosamente, porque el PC era aún demasiado poco potente para poder ejecutarlos. Pero sólo Microsoft perseveró, pese a una infructuosa demanda de Apple por copiarles tan descaradamente como los de Steve Jobs le habían hecho a Xerox, hasta que la versión 3.0 alcanzó el éxito.

Sin embargo, Windows 3.0 seguía funcionando bajo el mismo y cutre MS-DOS de siempre. A partir de 1985, IBM y Microsoft empezaron a desarrollar conjuntamente un sucesor, al que llamarían OS/2. Pese a ser muy superior, fracasó por la misma razón por la que Microsoft estaba nadando en una montaña de dinero: porque por más cutre que fuera, MS-DOS era el estándar, y OS/2 era incompatible con él, es decir, no podía ejecutar los miles de aplicaciones que se habían desarrollado durante estos años para el PC.

El éxito de Windows 3.0 y el fracaso de OS/2 llevaron a Microsoft a divorciarse de IBM a comienzos de los 90. El gigante azul empezó a tener pérdidas poco después y tuvo que reinventarse a sí mismo como empresa de servicios para lograr sobrevivir; con el tiempo dejó incluso de fabricar los PC que había inventado. Microsoft, en cambio, gracias a las distintas versiones de Windows, convertido ya en sistema operativo en detrimento del MS-DOS con el que guardó la compatibilidad mucho tiempo, y a sus aplicaciones de ofimática, pasó a ser la primera empresa de informática del mundo.

El tercero en discordia, Digital Research, fue vendido a Novell en 1991 después de que lanzara varias versiones de DR-DOS, un sistema compatible con MS-DOS y, la verdad sea dicha, bastante mejor; tanto que Microsoft pensó en introducir falsos errores en Windows para que no funcionara con él. Kindall se pasó años teniendo que escuchar a todo el mundo que, de no haberse ido en avión aquella mañana, bien podría haber sido el hombre más rico el mundo. Murió en 1994 en una pelea en un bar de motoristas.

Allen se retiró a comienzos de los 80 tras morir su padre y enfrentarse a un cáncer linfático. Pero siguió siendo amigo de Gates y permaneció en la junta directiva de Microsoft. Bill, el soltero más codiciado de su tiempo, se casó con una empleada en 1994 y se retiró en 2006 para dirigir junto a ella una fundación. Aun sin él, Microsoft sigue siendo la principal empresa de informática del mundo. Y eso sí que no es cuestión de suerte.

El tiempo es oro por Juan Ramón Rallo

Rallo sobre Eugen von Böhm Bawerk y su producción teórica.



Decía Hayek que había dos tipos de mentes: las mentes rompecabezas y las mentes maestras. Las primeras, de las que el propio Hayek se consideraba un caso extremo, sufrían de una inherente incapacidad para memorizar un gran número de teorías y de datos, pero a cambio tenían la habilidad de establecer de manera intuitiva conexiones entre multitud de disciplinas que nadie más podía ver (podríamos llamarlas para mayor simplicidad mentes creativas).

Las segundas podían memorizar al detalle todas las teorías y los hechos que giraban alrededor de un asunto concreto y gracias a ello formulaban, tras un dilatado proceso de reflexión y maduración, una síntesis que hacía progresar su estrecho campo de conocimiento.

Hayek creía que Eugen von Böhm Bawerk, el discípulo más conocido y exitoso de Carl Menger, era un caso extremo de mente maestra. Y no le faltaban desde razones para pensarlo: la empresa intelectual de Böhm Bawerk fue de tal profundidad que se le puede considerar en justicia como el padre de la teoría moderna del capital y del interés. No en vano, el gran economista sueco Knut Wicksell calificó su obra de "uno de los mayores logros de la teoría económica".

Carl Menger había revolucionado nuestra ciencia al unificar y perfeccionar las aportaciones que diversos economistas alemanes habían venido realizando en la primera mitad del s. XIX. Sin embargo, la formidable teoría económica mengeriana, que si por algo podía vanagloriarse era por haber dejado claro que los bienes económicos lo eran en tanto instrumentos empleados a lo largo del tiempo para satisfacer fines individuales, adolecía de una llamativa carencia: no tenía una teoría sobre cómo se valoraban esos bienes en distintos momentos del tiempo. Es decir, ¿acaso los individuos valorarán igual el disfrute de, por ejemplo, una vivienda hoy que el disfrute de una vivienda dentro de 10 años? Este fue el punto de partida que adoptó Böhm Bawerk.

A buen seguro su interés en la cuestión no se había desarrollado de manera casual. En los años en los que Böhm se formó como economista (60-70 del s. XIX), demagogos socialistas como Lassalle, Rodbertus o Marx estaban espoleando contra el sistema capitalista a esos ejércitos de proletarios que, como ya apuntara Hayek, habían sobrevivido y crecido gracias a la prosperidad creada por el propio capitalismo.

A comienzos de los 70, la publicación al alemán del Manifiesto Comunista y la Comuna de París terminaron por preocupar al acomodado funcionariado germano, que reaccionó de inmediato tratando de contentar a las masas obreras ofreciéndoles un embrionario estado de bienestar. Diversos economistas alemanes favorables al intervencionismo gubernamental –el llamado "socialismo de cátedra", que agrupaba a gente tan variopinta como Knies, Hildebrand, Roscher, Schmoller o Brentano– buscaron resolver la llamada "cuestión social" instaurando un "Estado social" a favor de los proletarios y en perjuicio de los capitalistas. De hecho, en 1872 se creó la Verein Für Sozialpolitik, un grupo de presión intervencionista que agrupaba a los socialistas de cátedra y a otros intelectuales y cuyas propuestas cristalizarían en 1881 en la Sozialpolitik de Bismark, deriva catastrófica que perdió a Alemania para más de medio siglo.

Böhm-Bawerk creció en este clima cada vez menos favorable al liberalismo. No es que Böhm fuera, ni mucho menos, un liberal clásico como probablemente lo fue Menger y desde luego Mises, ya que entre sus deméritos se encontraban el haber defendido las obras públicas contracíclicas, el proteccionismo estratégico o la redistribución de la renta (si bien dentro de un marco de equilibrio presupuestario y patrón oro), pero aún así, desde su mentalidad conservadora-funcionarial con algún elemento liberal, se dio cuenta de que la demagogia socialista no podía ser combatida con medidas políticas (o al menos no sólo con medidas políticas, pues Böhm formó parte de la Verein) y que hacía falta una refutación intelectual solvente que desmontara la milonga de que los capitalistas explotan a los proletarios (Böhm fue de los pocos en detectar la amenaza para la sensatez y la prosperidad que suponían las teorías económicas de Marx y, años más tarde, sería el primero en ofrecer una refutación sistemática del marxismo, metiendo el dedo en la llaga de su "gran contradicción").

La cuestión que debía resolver Böhm no era ya la de si el trabajo era fuente de valor y por tanto si el capitalista se apropiaba del producto de los trabajadores (al fin y al cabo la teoría del valor-trabajo carecía de predicamento en los ambientes académicos alemanes y austriacos, incluso antes de la llegada de Menger), sino qué explicación y justificación tenía, aun admitiendo la subjetividad del valor, que los capitalistas percibieran una rentabilidad dentro del proceso productivo sin estar haciendo aparentemente nada.

La respuesta que ofreció Böhm-Bawerk partiendo de las intuiciones de Turgot y de Menger le sirvió para articular toda la producción teórica de su vida: el pago de salarios por parte del capitalista constituye un intercambio entre producción presente (los salarios) y producción futura (las ventas de la mercancía que fabrican los trabajadores) y, como es razonable suponer que los bienes presentes son más valiosos que los bienes futuros, por necesidad los salarios pagados hoy habrán de ser menores que las ventas recibidas mañana.

Böhm simplemente reflejaba que los capitalistas, al pagar los salarios, adelantaban a los trabajadores la renta para adquirir bienes de consumo antes de haber vendido y producido sus mercancías; a efectos prácticos, era como si los capitalistas les concedieran un préstamo a los trabajadores.

En otras palabras, Böhm-Bawerk trató de extender la teoría subjetivista de Menger al campo de los intercambios intertemporales: si los bienes futuros eran menos valiosos que los bienes presentes, entonces por necesidad una unidad de cualquier bien presente se intercambiaría por más de una unidad de bienes futuros, y esa diferencia constituiría el "interés" o el "rendimiento" propio de los capitalistas.

Esta fue la tesis que Böhm fue desarrollando a lo largo de su gran obra: Capital e Interés. El primer libro de esta antología, publicado en 1884 mientras era profesor en la Universidad de Innsbruck, llevaba por título Historia y Crítica de las Teorías del Interés y su objeto era el de refutar una a una las grandes explicaciones que hasta el momento se habían ofrecido sobre el interés. Es algo así como, en palabras de Edgeworth, una "teoría negativa del interés", una explicación detallada de qué no es el interés. Bajo su pluma, van cayendo una a una todas las teorías que justificaban el interés en motivos como la productividad física de los bienes de capital, la abstinencia del consumo, la renta de la tierra o la explotación del trabajo. Böhm es implacable y no deja títere con cabeza, pues su intención no era la de hacer una historia del pensamiento en torno al interés, sino utilizar a egregios economistas como representantes de teorías erradas que convenía descartar.

Cinco años después de esta teoría negativa del interés, vino por fin su auténtica contribución económica, el segundo libro titulado La teoría positiva del interés. Böhm-Bawerk tuvo que publicarlo en 1889, probablemente sin todas las revisiones necesarias, porque ese mismo año abandonó Innsbruck para iniciar su andadura política como director del departamento de la imposición directa (años más tarde sería nombrado ministro de Hacienda en tres ocasiones).

Böhm comienza este segundo libro recordando la teoría del intercambio atemporal de Menger, clarificando y elaborando algunos de sus aspectos, como el proceso exacto por el cual los costes empresariales dependen de las utilidades marginales de los consumidores. Una vez hecho esto, el austriaco pasa a centrarse por fin en explicar la existencia del interés como la subestimación de los fines futuros frente a los presentes.

Böhm daba tres razones esenciales por los que era razonable suponer que los bienes futuros resultaban menos valiosos que los presentes (sus famosas Drei Gründe); las dos primeras afectaban a los consumidores y la tercera al productor.

La primera es que la mayoría de personas disponen de mayor renta en el futuro que en el presente, de modo que valorarán más la renta escasa presente que la renta abundante futura (en realidad, simplemente se trata de una aplicación del principio de la utilidad marginal decreciente a la renta). Böhm admitía la posibilidad de que hubiera sujetos cuya renta futura fuera menor que la presente, pero aún así, decía, el valor futuro será como mucho igual al presente, pues todos los agentes tienen la opción de atesorar dinero si es quieren trasladar poder adquisitivo al futuro (hoy esta posibilidad se ve muy limitada por la inflación inherente al dinero fiduciario). La segunda razón se basa en una subestimación de las necesidades futuras frente a las presentes, ya sea por imprevisión, codicia o incertidumbre en tono a la fugacidad de la vida.

La tercera causa fue la más polémica pero a la vez la más fructífera. Böhm-Bawerk partió de que en las economías capitalistas modernas los bienes de consumo no se producen directamente, sino de manera indirecta: con la tierra y el trabajo producimos bienes de capital, que a su vez, en conjunción con otra tierra y trabajo, producen otros bienes de capital que, tras otras etapas del mismo estilo, terminan madurando en bienes de consumo. Böhm asumió que cuanto más largo fuera este proceso indirecto de producción, más eficiente y productivo sería, de modo que los capitalistas sólo estarían dispuestos a renunciar a sus muy productivos bienes de capital presentes a cambio de sumas mayores de bienes de consumo futuros (y de ahí el interés).

Esta intuición le sirvió de base para construir toda una rica teoría del capital que aún hoy es el armazón básico de la teoría austriaca del ciclo económico: las reducciones de los tipos de interés irán de la mano de una ampliación del período productivo de la economía, es decir, del tiempo que media entre el momento en que empezamos a producir bienes de capital y el momento en que obtenemos los bienes de consumo. A su vez, dentro de la teoría de Böhm, los precios y los salarios quedaban determinados en función del período de producción óptimo, lo que le permitía alcanzar lo que los neoclásicos llamarían hoy un "equilibrio general" del sistema económico.

Pero, como decía, la tercera razón justificativa del interés fue la que más críticas recibió; en ocasiones merecidamente, pero en otras por simple incomprensión. Por un lado, algunos economistas como Fisher la tildaron de redundante con respecto a las dos primeras razones, pues, a su juicio, si los productores valoraban menos los bienes futuros que los presentes era sólo porque así lo hacía los consumidores (en este caso la crítica es errónea, porque durante cortos períodos de tiempo la tercera razón forzaría que el tipo de interés fuera positivo aun cuando no concurrieran las dos primeras). Por otro, muchos atacaron los simples cálculos, medidas y supuestos que había adoptado Böhm para justificar la mayor productividad de los métodos indirectos de producción (en este caso, algunas críticas están justificadas, pues Böhm-Bawerk buscaba demostrar la existencia de una mayor productividad en términos físicos, y no monetarios, lo que si bien podía parecer la única alternativa en un patrón monetario fijo, emponzoñaba gran parte de su análisis).

Por consiguiente, la obra de Böhm no está exenta de errores teóricos y formales. Algunos economistas austriacos más recientes, como Ludwig Lachmann, incluso han llegado a defender –de manera bastante exagerada, a mi entender– que Böhm no debería ser considerado un miembro de la Escuela Austriaca, pues sus libros tienen más que ver con el estudio ricardiano de la distribución de las rentas que con el análisis del proceso empresarial de mercado característico de los austriacos.

Además, Böhm-Bawerk, si bien era un pensador sistemático, no podía considerarse ni mucho menos un escritor brillante y claro (el idioma alemán en este caso no ayudó; su facilidad sintáctica para encadenar subordinadas permitió a Böhm a escribir frases superiores a una página); de hecho, para mayor desgracia de sus lectores, su estilo fue volviéndose más farragoso conforme fue ampliando sus libros a partir de su abandono de la política activa en 1904. Su fuerte sentido del deber le movía a responder a todas las críticas que recibía para no convertirse, según sus propias palabras, en un "camorrista literario".

Sin embargo, lo cierto es que ninguna obra económica es perfecta, tampoco la de la "mente maestra" de Böhm-Bawerk. Lo cual, dicho sea de paso, tampoco supone ningún drama cuando se cuenta con una cantera de excelentes discípulos. En este caso, sus errores e imprecisiones fueron más tarde enmendados y corregidos por economistas de la talla de Mises, Hayek, Wicksell, Fisher o el propio Lachmann, dando como resultado una riquísima y solidísima teoría del interés y del capital.

Pero nada de lo anterior habría sido posible sin Böhm. A él le corresponde casi en exclusiva el mérito de haber dado el gigantesco paso adelante que supuso ampliar el esquema teórico mengeriano a los intercambios de bienes en el tiempo. De esa simple intuición vino el resto: definir el interés como la prima de valor de los bienes presentes sobre los bienes futuros y relacionarlo con la dimensión temporal del capital, dos rasgos que desde entonces han constituido parte esencial del núcleo teórico de la Escuela Austriaca y de que cualquier teoría económica que no esté podrida de base.

Contra los creyentes por Fernado Savater

Vuelve Savater sobre las prohibiciones e imposiciones.

Destaco:

A diferencia de lo que pretenden los creyentes, el Estado laico no debe entrar en ningún tipo de polémicas religiosas. Ninguna fe puede convertirse en un eximente para incumplir las leyes civiles, pero tampoco en motivo para penalizar conductas que no se vetan explícitamente en los usos profanos. Si un conductor de autobús musulmán (el caso ha ocurrido en Reino Unido) no permite subir en su vehículo a un invidente acompañado de su perro guía, no es cosa de comenzar a discutir si realmente la saliva del animal esimpura o no según no sé qué ortodoxia: la ley de ayuda a las minusvalías debe cumplirse y punto.

La indudable superioridad de las democracias laicas sobre las teocracias es que en las primeras las mujeres pueden ponerse el velo que quieran y en las otras en cambio no se lo pueden quitar. En cuanto a las disquisiciones teológicas, quedan para los ámbitos académicos y las fiestas de guardar.

Practican lo que Michael Oakeshott llamó en un ensayo memorable la "política de la fe", es decir, tratan de imponer gubernamentalmente la perfección social según la guía de quienes ya vieron la luz de la verdad. O sea, siguen confundiendo política y religión... aunque se crean laicos.



También acerca de la Ilustración dieciochesca, ese pronunciamiento cultural antisupersticioso por excelencia, se han fraguado supersticiones. Una de ellas asegura que los grandes ilustrados, cuyo epítome es Voltaire, persiguieron a los creyentes. No es cierto o, al menos, no lo es salvo que precisemos bien y de forma contraintuitiva los creyentes a quienes nos referimos. Porque en el sentido más acogedor del término, todos somos creyentes... en el siglo XVIII y hoy en día.

Los conocimientos bien fundados fueron y son demasiado escasos para lo que requieren nuestros anhelos de comprender la vida y actuar en la urgencia del momento presente. Como dijo Wittgenstein, incluso cuando tengamos todas las respuestas científicas aún no habremos comenzado a responder las preguntas que más nos importan. De modo que siempre necesitaremos creer además de saber para poder organizar racionalmente nuestra existencia humana.

Esta obviedad paradójica nunca se le escapó a Voltaire, Diderot ni al resto de los más esclarecidos miembros de la cruzada enciclopedista. Cuando ellos denunciaron y combatieron a los "creyentes", nunca pretendieron acabar con quienes conjeturan más allá de lo que pueden comprobar -ellos mismos lo hacían constantemente- sino con los que en nombre de su inverificable certidumbre persiguen y coaccionan a quienes viven según convicciones diferentes. Porque el creyente peligroso no es quien reivindica su fe como un derecho personal, sino quien pretende convertirla en un deber "para todas y todos", como dicen ahora. Voltaire les caracterizaba con el lema "piensa como yo o muere", todavía vigente hoy de forma literal en algunas siniestras teocracias aunque en nuestras sociedades democráticas haya sido sustituido por una fórmula menos sanguinaria: "Piensa como yo o muere... socialmente".

El laicismo del Estado, que es uno de los pilares -amenazados, ay- de la democracia contemporánea, no pretende erradicar creencias personales sino a aquellos que intentan prescribirlas o proscribirlas. Es decir, el Estado se mantiene laico para que los ciudadanos puedan serlo o no serlo según su criterio.

Y las convicciones de cada cual así amparadas no se refieren solamente a cuestiones religiosas o metafísicas, sino también a estilos de vida. Son estos últimos los más difíciles de soportar para los creyentes actuales, que solo se encuentran a gusto en la unanimidad de comportamiento y están dispuestos a exigirla de acuerdo con elevados principios morales... que dejan de serlo, claro, en cuanto se les impone por decreto. La institucionalización democrática no debe pretender instaurar el cielo en la tierra -lo óptimo en dignidad humana, decencia y costumbres edificantes- sino permitir el marco político en el que, dentro de una regulada convivencia, cada cual pueda ir al cielo o al infierno por el camino que prefiera, según postuló Voltaire. Lo contrario es volver a los usos teocráticos... aunque sea nominalmente para desautorizarlos y prohibirlos.

A diferencia de lo que pretenden los creyentes, el Estado laico no debe entrar en ningún tipo de polémicas religiosas. Ninguna fe puede convertirse en un eximente para incumplir las leyes civiles, pero tampoco en motivo para penalizar conductas que no se vetan explícitamente en los usos profanos. Si un conductor de autobús musulmán (el caso ha ocurrido en Reino Unido) no permite subir en su vehículo a un invidente acompañado de su perro guía, no es cosa de comenzar a discutir si realmente la saliva del animal esimpura o no según no sé qué ortodoxia: la ley de ayuda a las minusvalías debe cumplirse y punto.

De igual modo, una joven de la edad legalmente determinada debe poder comprar la píldora poscoital en la farmacia sin trabas, tenga la persona que regenta el establecimiento la opinión moral que fuere sobre esa transacción.

Pero tampoco hay derecho a prohibir velos o tocados a nadie porque se les suponga significados religiosos indeseables según el creyente persecutorio de turno (algunos muy eruditos, eso sí), cuando no despertarían recelo si se los justificase en nombre de la moda o de la extravagancia.

La indudable superioridad de las democracias laicas sobre las teocracias es que en las primeras las mujeres pueden ponerse el velo que quieran y en las otras en cambio no se lo pueden quitar. En cuanto a las disquisiciones teológicas, quedan para los ámbitos académicos y las fiestas de guardar.

Como los creyentes ejercen su santa coacción en beneficio de las almas de los demás, su presa favorita suelen ser las mujeres, cuyas almas tradicionalmente han sido consideradas más vulnerables que el espíritu de los varones.

Sea que se tapen demasiado o que se ofrezcan desnudas al mejor postor, siempre deben ser reprimidas y encauzadas porque solo llegarán a ser libres cuando se las convenza de lo dañino que es hacer lo que les dé la gana.

Antes, cuando la hembra era siempre revival de Eva tentadora, tras cada desvarío masculino alguien advertía: ¡cherchez la femme!; ahora, como ya solo están autorizadas a ser víctimas, en cuanto se recatan o se descocan demasiado los creyentes claman: ¡cherchez l'homme!

Porque se da por hecho que es un hombre siempre el que las desvía del recto sendero de la razón y la decencia. Desgraciadamente es muy frecuente que sean varones quienes las intimidan y mangonean, pero entonces será contra esos tiranuelos contra quienes habrá que actuar sin dejar de reconocer que ellas tienen también voluntad propia.

¿Que no se puede permitir la esclavitud, ni siquiera voluntaria? No hay esclavos ni esclavas felices salvo en la ópera de Arriaga y sin embargo todos nos esclavizamos gustosos de mil maneras por devoción o por ambición. Cuidado con los moralistas que sin escuchar nuestra opinión se sienten legitimados para emanciparnos a fuerza de decretos...

A lo largo de su biografía, los creyentes a veces mejoran de dogmas y pasan del comunismo a la socialdemocracia o el liberalismo, de la ortodoxia teológica al cientifismo y la evolución, de las adicciones juveniles a la salud pública, incluso hay ex caníbales que acaban vegetarianos o antitaurinos.

Pero lo que nunca pierden es el celo persecutorio que les asegura el subidón de adrenalina política. Los demás son cavernícolas oscurantistas, ellos siempre paladines ilustrados inasequibles al desaliento.

Practican lo que Michael Oakeshott llamó en un ensayo memorable la "política de la fe", es decir, tratan de imponer gubernamentalmente la perfección social según la guía de quienes ya vieron la luz de la verdad. O sea, siguen confundiendo política y religión... aunque se crean laicos.

Fernando Savater es escritor.

Immersion por Arcadi Espada


Destaco:

No hay ejemplos significativos de estudiantes que abandonen las aulas sin conocer bien el castellano o el catalán. Los alumnos salen desconociendo los dos idiomas por igual.

Porque el gobierno norteamericano, que observa con la objetividad que suele procurar la lejanía, lo que ve es un entramado sorprendente de leyes que impiden que un ciudadano de un estado europeo pueda escoger como lengua de la enseñanza de sus hijos la única lengua oficial (¡y koiné!) de todo ese Estado. El entramado, además, no es el resultado de una decisión política circunstancial, fácilmente revisable: el Tribunal Supremo y el Constitucional han dictaminado repetidamente, y mucho antes del nuevo Estatuto, la legalidad del modelo lingüístico catalán.

Lo único que en realidad puede hacer el presidente ante el Departamento de Estado es reconocer que el nacionalismo supone una merma de calidad de la democracia española. Una opacidad y una corrupción. Un poder fáctico.



El presidente Zapatero dice que la convivencia lingüística funciona razonablemente bien en España y que así va a comunicárselo al Departamento de Estado norteamericano. Yo estoy de acuerdo. La convivencia funciona bien porque el catalán apenas es un acento del castellano (y viceversa) y la inmersión lingüística tiene poca importancia técnica. No hay ejemplos significativos de estudiantes que abandonen las aulas sin conocer bien el castellano o el catalán. Los alumnos salen desconociendo los dos idiomas por igual. Y lo mismo pasaría (y es algo que los nacionalistas olvidan con frecuencia) si no hubiera inmersión lingüística, pero se exigiera académicamente el conocimiento de las dos lenguas. La inmersión lingüística, en el caso concreto catalán, no influye sobre el conocimiento lingüístico y mucho menos sobre el aprendizaje. Sólo es la forma en que los nacionalistas marcan territorio, política y fisiológicamente hablando. Esto se ve con nitidez cuando se recuerda que los nacionalistas catalanes consideran la lengua un signo de identidad. Siguiendo su lógica deberían aceptar que para muchos españoles que viven en Cataluña la lengua es también eso mismo. Y que, en consecuencia, no quieren ver su identidad arrebatada en el aula o en sus comercios. Pero, naturalmente, no hay aquí el menor correlato lógico: lo que pretenden los nacionalistas es que su signo de identidad prevalezca sobre el de los otros, desde su convencimiento de que tienen más derechos que los otros. La defensa de los derechos lingüisticos del castellano en Cataluña se ha decantado ingenuamente por las cuestiones sentimentales o técnicas, cuando la reivindicación debía haber sido política. De perro a perro para decirlo con un ladrido.

El problema del presidente Zapatero es que no puede replicar al gobierno norteamericano diciendo que no se preocupe nadie, que al fin y al cabo se trata de dos dialectos muy pegadizos. Porque el gobierno norteamericano, que observa con la objetividad que suele procurar la lejanía, lo que ve es un entramado sorprendente de leyes que impiden que un ciudadano de un estado europeo pueda escoger como lengua de la enseñanza de sus hijos la única lengua oficial (¡y koiné!) de todo ese Estado. El entramado, además, no es el resultado de una decisión política circunstancial, fácilmente revisable: el Tribunal Supremo y el Constitucional han dictaminado repetidamente, y mucho antes del nuevo Estatuto, la legalidad del modelo lingüístico catalán.

Lo único que en realidad puede hacer el presidente ante el Departamento de Estado es reconocer que el nacionalismo supone una merma de calidad de la democracia española. Una opacidad y una corrupción. Un poder fáctico.

Legalizar drogas no erradica la violencia: CCSP por Ana Francisca Vega

Vega sobre el debate en Méjico en torno a la legalización de las drogas.



Regresa al debate público el tema de legalizar o no las drogas. Comparto aquí algunas ideas muy básicas que me parecen esenciales como punto de partida para la discusión.

1. Debatir es sano, pero hay que hacerlo con argumentos, no desde la moral ni desde el desconocimiento. Con respecto al debate sobre qué hacer con las drogas ilícitas en México, el “creo que…” debe ser sustituido por “la evidencia dice que…”.

2. Abrir el debate no quiere decir nada más que abrir el debate.

3. La discusión sobre despenalización, legalización y otras formas de lidiar jurídicamente con las drogas en una sociedad es una discusión compleja. Desde los medios de comunicación debemos tener cuidado de no reducirla a titulares sensacionalistas que en nada ayudan a la comprensión del tema.

4. Como en cualquier sociedad que se ha debatido el tema, hay que comenzar por reconocer que legalización no significa descontrol, lo que parece ser el miedo de muchos. Por el contrario, al legalizar el Estado tiene la posibilidad de retomar el control de al menos dos aspectos fundamentales para su existencia: territorio y recursos.

En este sentido, legalizar la producción, posesión y comercio de ciertas drogas -principalmente la marihuana- es tomar el control de un mercado en el que ahora poco tenemos que decir y del que sólo recibimos externalidades negativas.

5. Despenalizar las drogas sirve para reducir los costos del Estado (lo que gastan en prisiones o en su sistema de justicia, por ejemplo); legalizar ayuda a reducir los costos que hasta ahora ha pagado la sociedad, principalmente aquellos relacionados con la violencia y las extorsiones.

6. Legalizar liberaría recursos para prevenir los constantes aumentos en el consumo de las drogas. Hasta ahora los presupuestos para prevención y tratamiento son ínfimos.

7. Hay cientos de estudios científicos que validan la idea de que invertir en reducción del consumo, tratamiento y prevención es una política pública sensata y eficiente.

Por otro lado, no existe evidencia alguna de que continuar invirtiendo en prohibir la producción, transporte y consumo de drogas vaya a tener algún resultado positivo... simplemente no hay datos que respalden esta opción.

8. A pesar de que México no está en condiciones de legalizar unilateralmente sin que Estados Unidos se suba al carro, es importante debatir y combatir los mitos que acompañan la discusión internamente.

Además, debemos entender que aunque la legalización no está en la agenda de Estados Unidos a nivel federal, los estados están haciendo mucho para liberalizar sus políticas. El problema fiscal al que los enfrenta la prohibición es enorme. El estado de las cosas está comenzando a cambiar.

9. La legalización no es una decisión de “todo o nada”. Los mercados de las drogas son distintos y debemos distinguir y valorar el daño que le causan a nuestra sociedad de forma individual.

Parte del debate será entrarle a los específicos: qué drogas, bajo qué normas, con qué esquemas, con qué restricciones. ¿Queremos un ejemplo?

Sigamos el debate sobre la propuesta 19 que, de aceptarse en las elecciones de noviembre próximo, hará de California el primer estado en legalizar el uso, la posesión y la venta de marihuana.

En este caso, la legalización de la marihuana iría acompañada de un código civil y criminal consecuente con el objetivo: desmantelar un dañino mercado ilegal.

Black Hawk Down

Black Hawk derrivado es otro peliculón de Ridley Scott.

En esta revísión he comprobado que la película gana con el tiempo, que la acción es trepidante, te crees lo que ves y que realmente así es la guerra, disparos, heridos, caos, sangre, crueldad, compañerismo, valentía, cobardía, miedo, etc.

Aunque la película se centra en la visión de los soldados refleja muy bien toda la violencia generada por un conflicto armado.

Para verla más veces.