A las 19:30 horas del 13 de diciembre de 1978 la banda terrorista ETA asesinaba en Vitoria al comerciante SATURNINO SOTA ARGAIZ. Hacia las 19:30 horas tres individuos enmascarados con unas capuchas rojas estacionaron su vehículo Simca 1200 frente al número 33 de la calle Cuchillería de la capital alavesa. En la planta baja Sota Argaiz tenía su panadería, y en la superior su vivienda. En el local se encontraban en ese momento la víctima y una empleada, a la que intimidaron con sus armas para que se apartase. A continuación, empujaron a Saturnino contra la pared de un rincón de la panadería y le dispararon cuatro veces, alcanzándole en la cabeza, el pecho y el cuello. Saturnino Sota falleció en el acto. En el lugar de los hechos la Policía recogió cuatro casquillos de bala del calibre 9 milímetros parabellum, marca Geco.
Al día siguiente, 14 de diciembre, ETA reivindicaba, a través de un comunicado remitido a diversos medios informativos vascos, el atentado que costó la vida a Saturnino Sota, en el que lo acusaba de ser "confidente a sueldo" de la Policía española. Saturnino Sota había recibido amenazas de la banda por haber vendido pan durante una huelga del sector y su tienda había sido atacada con cócteles molotov. Saturnino, por otra parte, tenía muchos amigos policías y era conocido por chiquitear en los bares de los alrededores de su tienda de pan.
La información para cometer el asesinato de Saturnino Sota la dio, presuntamente, José Luis Gómez San Pedro, detenido en Vizcaya en febrero de 1979. Por otra parte, la Audiencia Nacional abrió a finales de 2002 un sumario contra Félix Alberto López de Lacalle Gauna, alias Mobutu, en relación con el asesinato de Saturnino Sota Argaiz. Este histórico asesino de la banda fue detenido por última vez el 3 de abril de 2004 en Francia en una operación conjunta de la Guardia Civil y la Policía Judicial gala. Mobutu ya había sido detenido y condenado anteriormente en Francia, estando en prisión desde 1994 a 2000 por pertenencia a banda armada. En enero de 2010, el etarra, junto a su compañera Mercedes Chivite, fue juzgado ante el Tribunal de lo Criminal de París. En su comparecencia ante el tribunal, Mobutu declaró que ambos reivindicaban su pertenencia a ETA, de la que decían sentirse "muy orgullosos".
Saturnino Sota Argaiz tenía 49 años. Era natural de Aldeanueva de Ebro (La Rioja).
Hora y media después de ese mismo 13 de diciembre de 1978 dos integrantes de los Comandos Autónomos Anticapitalistas asesinaban en Pasajes (Guipúzcoa) al ex guardia civil y jefe de la Policía Municipal JUAN JIMÉNEZ GÓMEZ. Ocho días antes, el 5 de diciembre, miembros del grupo Donosti de ETA habían asesinado en San Sebastián a un subordinado suyo, el policía municipal Ángel Cruz Salcines, además de a sus amigos el comisario de PolicíaJosé María Sarrais y el subcomisario Gabriel Alonso Perejil. Juan Jiménez escribió entonces una carta a El Diario Vasco y otros periódicos negando que su subordinado fuese un "conocido chivato de Pasajes", indignado por que la banda hiciese falsas acusaciones contra él. La respuesta, como recuerda la viuda de Salcines en Contra el olvido (Cristina Cuesta, Temas de Hoy, 2000) fue asesinarlo. Desmentir a ETA era algo que muy pocos se atrevían a hacer y Juan Jiménez lo pagó con su vida.
Hacia las 20:50 horas de ese día dos miembros de los CAA penetraron a cara descubierta en las dependencias de la Policía Municipal en la plaza de Viteri de Pasajes. Al agente que se encontraba de guardia, Vicente Quintana, le dijeron que uno de ellos había perdido el carné de identidad y, cuando se dio la vuelta para buscar el formulario de denuncia, lo encañonaron y le obligaron a que les condujese al despacho de Juan Jiménez. Tras preguntarle si era el jefe de la Policía Municipal y responder éste afirmativamente, le dispararon en la cabeza y el pecho, pese a los ruegos de Quintana. El cuerpo sin vida de la víctima quedó reclinado en el sillón del despacho, con las gafas en la mano.
Tras dispararle, se apropiaron de su arma reglamentaria y su cartera y emprendieron la huida en un coche que habían robado previamente, donde esperaba un tercer terrorista. El vehículo, un Renault 12, había sido robado a su propietario a punta de pistola a la puerta de su domicilio en Pasajes Ancho. Poco después del atentado, la Guardia Civil localizó al dueño del coche esposado junto a una vieja fábrica de harina en la carretera Nacional I, entre Pasajes y Rentería.
Este asesinato es una muestra más de que ETA y su marca B, los CAA, son la misma banda terrorista. Primero, porque el asesinato de Ángel Salcines fue cometido por ETA, mientras que el de Juan Jiménez es obra de los CAA, existiendo una clara relación entre ambos atentados que, a fin de cuentas, persiguen el mismo objetivo. Y, segundo, porque pese a que la autoría material fue de los CAA, el asesinato de Jiménez Gómez fue reivindicado, curiosamente, por ETA militaren un comunicado enviado a los medios de comunicación vascos. En el mismo, la banda aseguraba que Juan Jiménez ejercía una "destacada función al servicio a las fuerzas represivas que invaden el territorio vasco" y que había participado en "tareas represivas contra el movimiento obrero y popular de la zona de Pasajes". En el comunicado se añadía: "Queremos insistir en que, como ya hemos hecho en anteriores ocasiones en que hemos ejecutado a miembros de la Policía Municipal, este tipo de acciones armadas no van dirigidas contra esta institución como tal, sino solamente contra aquellos elementos que desde dentro de ella muestran un grado de infiltración y colaboración con las fuerzas policiales españolas".
En julio de 1980 se detiene a varios miembros de los CAA, entre ellos a Jesús María Larzabal Bastarrika, alias Mikel y Lagun. Larzabal Bastarrika fue acusado y condenado por la Audiencia Nacional como autor del asesinato de Juan Jiménez a 25 años de reclusión mayor. En la misma sentencia fue condenado a 16 años de prisión menor Luis María Damián Expósito Arza como cómplice del asesinato. También participaron, presuntamente, como autores materiales del asesinato los miembros de los CAA Francisco Javier Larrañaga Juaristi, alias Peru (muerto en mayo de 1979 en Hendaya), y Francisco Aldanondo Badiola, alias Ondarru (fallecido en octubre de 1979 cuando intentaba huir tras ser localizado por la Guardia Civil en un caserío de Izaskun, cerca de Tolosa).
En 1984 Larzabal Bastarrika se desvinculó, supuestamente, de la banda, tras enviar una carta al Defensor del Pueblo en la que rechazaba el uso de la violencia. Desde ese momento la Audiencia Nacional empezó a tramitar su indulto individual y, a principios de los noventa, gozaba del tercer grado penitenciario pese a que había sido condenado a penas que sumaban un total de 233 años de prisión por varios asesinatos.
Juan Jiménez Gómez tenía 58 años. Casado y con un hijo, era natural de la localidad malagueña de Benaoján. Fue miembro de la Guardia Civil hasta que se retiró y se hizo cargo de la Jefatura de la Policía Municipal de Pasajes. Treinta años después de su asesinato, el 13 de diciembre de 2008, el Ayuntamiento de Benaoján, a instancias de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), homenajeó al brigada asesinado, en un acto al que asistieron un hermano y un sobrino de la víctima.
Poco después de la una y media de la madrugada del 13 de diciembre de 1990la banda terrorista ETA asesinaba en San Sebastián al vendedor de prensaVICENTE LÓPEZ JIMÉNEZ. Vicente se disponía a aparcar su moto frente a su domicilio en la calle Cemoriya de la capital donostiarra, cuando dos miembros de la banda lo tirotearon a bocajarro. López Jiménez falleció en el acto al recibir el impacto de tres disparos, uno en la sien derecha, otro en la mejilla izquierda y otro en el estómago.
Poco después del asesinato, la central de la asociación de ayuda en carretera Detente y Ayuda (DYA) en San Sebastián recibió una llamada telefónica de un comunicante anónimo que, en nombre de ETA dijo: "Hemos matado a un chivato de la Policía".
Esta acusación fue negada tanto por el Gobierno Civil de Guipúzcoa, como por familiares de la víctima. José María López Jiménez, hermano de la víctima, aseguró que Vicente tenía ideas próximas a Herri Batasuna: "Niego de forma rotunda que fuese chivato, porque mi hermano estaba muy metido en los estamentos de HB, militaba en HB y estaba muy metido en asuntos de HB. Pondría la mano en el fuego porque mi hermano no era confidente". También era ésta la opinión de vecinos de Vicente, que lo consideraban próximo a la coalición proetarra. Vicente era muy popular y querido en el barrio de Amara por "sus actividades para recaudar dinero para los presos (...) así como por sus manifestaciones siempre en la línea abertzale radical" (El Diario Vasco, 15/12/1990).
Sin embargo, la banda terrorista reiteró la acusación de confidente en un comunicado enviado el 23 de diciembre al diario Egin. Por otra parte, desde HB negaron que Vicente López fuese militante de la coalición, aunque sí reconocieron que la víctima solía participar en manifestaciones convocadas por Herri Batasuna y que, con frecuencia, acudía a la Herriko Taberna de su barrio, pero que en esos ambientes se le consideraba "un chivato y se tenía cuidado al hablar cerca de él". Fuentes policiales sostuvieron que la banda terrorista ETA había asesinado a Vicente López porconsiderarlo el responsable de la caída del grupo Madrid en enero de 1987.
Por el asesinato de Vicente López Jiménez sólo ha sido condenado el etarra que hizo las labores de vigilancia que posibilitaron el asesinato. En 1993 la Audiencia Nacional condenó por este motivo a Francisco Javier Balerdi Ibarguren a 30 años de reclusión mayor.
Vicente López Jiménez tenía 52 años y era natural de San Sebastián. Estaba soltero y se dedicaba a la venta de prensa en un quiosco de la calle Amezketa del barrio de Amara de San Sebastián.
El 13 de diciembre de 1991 la banda terrorista ETA asesinaba en Barcelona a los policías nacionalesFRANCISCO JAVIER DELGADO GONZÁLEZ-NAVARRO y JOSÉ ANTONIO GARRIDO MARTÍNEZ. Ambos habían ido a un comercio en una céntrica calle barcelonesa para realizar unas gestiones relacionadas con su profesión. Los etarras José Luis Urrusulo Sistiaga y Juan Jesús Narváez Goñi entraron en el local y tirotearon por la espalda y a bocajarro a ambos agentes. Francisco Javier Delgado falleció en el acto, mientras que José Antonio Garrido fue trasladado gravemente herido al Hospital Clínico, donde fallecería dos horas y media después. Una semana antes del doble asesinato, la banda terrorista ETA había planteado una tregua de dos meses al Gobierno si éste aceptaba reanudar el diálogo.
Los asesinos actuaron con mucha rapidez y huyeron en un vehículo que habían dejado abandonado en la confluencia de las calles de Valencia y Llançá. El coche, robado el día antes, llevaba las placas de matrícula de otro vehículo que habían robado en noviembre de ese mismo año.
El dueño de la tienda donde fueron asesinados los policías había requerido su presencia porque un vehículo mal aparcado cerca del establecimiento había levantado sus sospechas. El dueño del comercio, Autorradios Barcelona, era amigo de uno de los policías y al verlos por la calle les comentó lo del vehículo mal aparcado:
Ellos fueron a revisar el coche y después vinieron al taller. Cuando llevaban unos cinco minutos hablando conmigo y con mi ayudante, me dirigí a la mesa del fondo para coger el paquete de tabaco que tenía en la americana y en ese mismo momento, por el espejo retrovisor que tengo para controlar la entrada de clientes, vi cómo entraban dos personas deprisa y, con gestos seguros, sacaban dos pistolas y comenzaban a disparar a bocajarro. Cuando me volví, apenas tuve tiempo de ver a uno de ellos disparando las últimas balas (...) Vinieron a por los policías, eso estaba claro, porque no abrieron la boca, dispararon sin vacilar y no les dieron tiempo ni a intentar defenderse. Salí corriendo detrás de ellos, vi que subían a un coche aparcado en doble fila a unos 20 metros y se iban (El País, 14/12/1991).
El funeral por los dos agentes asesinados fue oficiado por Ricard María Carles, arzobispo de Barcelona, en el Gobierno Civil. En su homilía señaló que con esos dos asesinatos ETA había "dejado dos esposas hundidas por el dolor: una de ellas hacía solo diecisiete días que se había casado" (La Vanguardia, 15/12/1991).
Esta vez los asesinos de ETA no contaron con las cámaras de seguridad de una sucursal bancaria próxima al comercio que grabaron su llegada y su huida del lugar. Tras ver la película con la grabación, los testigos presenciales reconocieron sin ninguna duda a Urrusolo Sistiaga y Narváez Goñi.
En 2004 la Audiencia Nacional condenó a José Luis Urrusolo Sistiaga a 30 años de reclusión mayor como autor responsable de dos delitos de asesinato. Urrusolo Sistiaga, junto a Idoia López Riaño, Fernando Díaz Torres y Juan Jesús Narváez Goñi, formaron parte del llamado "comando itinerante" de ETA que cometió numerosos atentados y asesinatos entre octubre de 1991 y marzo de 1992 en Zaragoza, Barcelona, Tarragona, Valencia, Alicante y Murcia.
Narváez Goñi, alias Pajas, figuraba en 2002 en el listado de terroristas del Departamento del Tesoro de los EEUU, que lo situaba al mismo nivel que los terroristas de Al Qaeda en el sentido de poder bloquearle las cuentas bancarias e impedirle hacer cualquier transacción financiera. En octubre de 2011 Narváez Goñi figuraba en el listado de terroristas de la Unión Europea, junto a otros 32 miembros de la banda.
Francisco Javier Delgado González-Navarro, de 27 años, era natural de Fregenal de la Sierra (Badajoz) y estaba casado con una funcionaria valenciana de la Brigada de Policía Judicial. Residía en Barcelona, su primer destino, en la misma calle donde fue asesinado. Fue enterrado en el cementerio general de Valencia.
José Antonio Garrido Martínez, de 28 años, era natural de Valencia, donde fue enterrado, igual que su compañero Francisco Javier Delgado. Los restos mortales de ambos agentes fueron trasladados desde Barcelona hasta Valencia en una misma comitiva fúnebre tras finalizar el funeral en el Gobierno Civil. Se había casado diecisiete días antes de ser asesinado. José Antonio estaba realizando las prácticas en el Cuerpo Nacional de Policía tras haber superado, meses antes, las últimas pruebas en la Escuela de Policía de Ávila. Había sido enviado a Barcelona para reforzar el dispositivo de seguridad con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992.
José Ángel Garrido y Francisco Javier Delgado fueron las dos últimas víctimas mortales de ETA en 1991, en un año que terminó con casi cincuenta asesinados.
Cuarenta y cinco personas –ocho policías, nueve guardias civiles, tres militares, un ertzaina, dos policías municipales y veintidós ciudadanos ajenos a las Fuerzas de Seguridad– fueron asesinadas en 1991, en un año en el que también se registró la muerte de siete etarras en enfrentamientos con las Fuerzas de Seguridad o víctimas de sus propias bombas (Florencio Domínguez Iribarren, La historia de ETA, Temas de Hoy, 2006).