Capítulo 041. Una lápida para Aly Herscovitz.
En marzo de 1942 se creó en el campo Auschwitz I la primera sección especial para mujeres. Estaba separada del resto del campo por un muro de unos dos metros de altura. En agosto del mismo año las mujeres fueron trasladadas al campo Auschwitz II (Birkenau), a unos tres kilómetros del campo base. Además existía un complejo llamado Auschwitz III y más de cuarenta subcampos en los alrededores que funcionaban como plantas industriales.
Auschwitz II se empezó a construir en octubre de 1941 y fue pensado como un centro de exterminio dentro de los planes de la llamada «solución final». Allí se empezó a experimentar con el gas Zyklon B. Dos granjas se habilitaron como cámaras de gas. La primera cámara comenzó a funcionar en enero de 1942. Posteriormente, y tras el desmantelamiento de la primera, se habilitó una segunda cámara que funcionó desde junio de 1942 hasta otoño de 1944. En 1943 se construyeron cuatro crematorios que disponían de una zona donde se desnudaban los prisioneros, una gran cámara de gas con duchas disfrazadas y los hornos crematorios. Según los cálculos de las autoridades del campo, morían más de mil cuatrocientas personas al día en esa cámara.
Sesenta y nueve mil judíos fueron deportados desde Francia. Los prisioneros eran seleccionados en el campo. Aquellos que no eran aptos para hacer trabajos forzados eran enviados directamente a las cámaras de gas. Los objetos personales de los asesinados se clasificaban y se mandaban a un edificio conocido como «Kanada» para ser enviados a Alemania.
Las mujeres de Auschwitz desfallecían antes que los hombres. Así, se convertían antes en un «muselmann» (musulmán). Los «musulmanes» eran aquellas personas que iban muriendo poco a poco de inanición, entre convulsiones. Las raciones de comida del campo eran insuficientes y los trabajos muy pesados. Había colas para recibir comida y a veces los últimos no conseguían nada. Había que procurar conseguir más por otros medios, generalmente «ascendiendo» en el orden jerárquico de los presos establecido por los dirigentes del campo.
A mediados de enero de 1945 las SS comenzaron la evacuación de Auschwitz, ante la llegada inminente de los rusos. Los prisioneros fueron obligados a caminar 55 kilómetros con rumbo oeste, o 63 con rumbo este. Aquellos que no podían seguir la marcha eran fusilados. Unas quince mil personas murieron en estas «marchas de la muerte». También hubo marchas desde los distintos subcampos.
El 27 de enero de 1945 el ejército soviético liberó Auschwitz. En él había siete mil personas, la mayoría enfermas o moribundas. Se estima que en Auschwitz murieron aproximadamente un millón cien mil personas del millón trescientas mil que fueron deportadas.
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Capítulo 042. Leipzig, 1914.
«Más odiosa aún que esa barbarie infantil, era el antisemitismo generalizado. Viniendo de España, donde casi no había, y de Inglaterra, donde los judíos eran ministros y pares del Reino, la impresión que me llevé fue muy desagradable.»
«Esa propaganda se ejercía con una pedantería de lo más germánica, que exaltaba el antisemitismo convirtiéndolo en una teoría y una ciencia. Con ese objetivo, reclutaron igualmente un periodismo difamatorio que no perseguía otra cosa que ganar dinero, prefiguración, veinte años antes, del Stürmer del periodo hitleriano. Revistas como el Hammer, publicado por un tal Fritsch, agitadores antisemitas profesionales, preconizaban abiertamente en su programa el exterminio de los judíos. En conjunto, sin embargo, el antisemitismo permanecía latente, sin ser todavía franco y brutal; la mayor parte de la burguesía y del proletariado se mantenía relativamente intacta. Los actores judíos eran apreciados y gozaban de una gran popularidad; de hecho, los judíos estaban excluidos de los grados superiores del ejército y de ciertos medios aristocráticos que rechazaban asimismo a la burguesía rica.»
Julio Álvarez del Vayo. (Traducido de Les batailles de la liberté. Paris: François Maspéro, 1963, pp. 47-48.)
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Capítulo 043. Periódicos.
El periódico Aufbau (Reconstrucción), publicado por la comunidad de judíos alemanes de Nueva York desde 1934 y que aún hoy sigue editándose, puede consultarse digitalizado y de forma gratuita desde la página web de la Deutsche Bibliothek junto a otros periódicos de exiliados judíos y alemanes. Hay varias noticias referidas a la suerte de los judíos en Francia y especialmente a las deportaciones que sufrieron. He aquí algunas de ellas.
23 de mayo de 1941. Deportación de 5.000 judíos no franceses residentes en París. Fueron requeridos a través de unos anuncios publicados en la prensa de la ciudad y se les pidió que fueran acompañados por sus mujeres. Una vez en las dependencias policiales, los judíos fueron detenidos y se ordenó a sus mujeres que fueran a sus casas a recoger ropa y comida para subsistir durante un día. Se les pidió que regresaran en menos de una hora. Según Aufbau, el periódico Paris Midi informaba de las escenas de histeria que se produjeron durante las detenciones. Al parecer, los judíos iban a ser deportados a un campo de concentración cerca de Orleans. La deportación se enmarcaba dentro de las leyes sobre el «nuevo orden social de la nueva Francia».
8 de mayo de 1942. La venganza de Laval, titula Aufbau un reportaje sobre el campo de concentración de Drancy, llamado por el hebdomadario «el Dachau francés». Pierre Laval, pronazi, fue varias veces primer ministro del gobierno francés en los años 30 y 40. Las redadas del Velódromo de Invierno se hicieron bajo su mandato. Según el reportaje, en el campo no había camas y había que repartir diariamente 1.700 gramos de pan entre siete personas.
24 de julio de 1942. Se informa de las prohibiciones a los judíos de Francia de regentar cafés, restaurantes, bibliotecas, etc., y se denuncian las deportaciones masivas de judíos a Polonia. Se informa que las ha llevado a cabo la Gestapo y que el número de judíos deportados es de veinte mil. Aufbau recoge la información del corresponsal del diario Tdningen, de Estocolmo y ha sido confirmada por una emisora que emite desde la Alemania nazi.
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Ese mismo día el periódico Die Zeitung, editado por los exiliados alemanes en Londres, publica esta viñeta titulada «Éste es el camino» (o «Ésta es la solución»): fusilar a los dirigentes fascistas, como Laval o Hitler.
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Capítulo 045. Auschwitz, Laurence Rees.
Laurence Rees, en su libro Auschwitz: «Las primeras detenciones de judíos extranjeros por parte de la policía gala tuvieron lugar en París la noche del 16 de julio de 1942. En el apartamento familiar del distrito número 10 se encontraban Annette Muller, su hermano menor Michel, sus dos hermanos mayores y su madre. Tras oír ciertos rumores, su padre, que era de origen polaco, había ido a ocultarse en las cercanías, en tanto que los suyos habían permanecido en la vivienda, ya que les resultaba inconcebible que toda la familia pudiese estar en peligro.
Annette, que a la sazón contaba nueve años, no ha olvidado ningún detalle de lo sucedido aquella noche. «Nos despertamos al oír llamar a la puerta con violencia. Entonces entró la policía, y mi madre rogó a los agentes que no nos hiciesen marchar. El inspector le propinó un empujón y le gritó: "¡Vamos, date prisa! ¡No nos hagas perder el tiempo!". Aquello me dejó impresionada. Durante muchos años tuve pesadillas al ver de pronto a mi madre, a la que tenía en un pedestal, [comportarse de ese modo]. No lograba entender por qué se humilló ante ellos. Su progenitora se apresuró a extender una sábana en el suelo y comenzó a llenarla de ropa y alimentos no perecederos.
Minutos después se encontraban todos bajando las escaleras en dirección a la calle. Annette recordó de pronto que había olvidado su peine, y los agentes le dejaron volver por él siempre que «regresase enseguida». Al entrar en el apartamento, descubrió que aún había en él miembros de la policía. «Todo estaba patas arriba. Yo quise llevar [también] mi muñeca conmigo (...) y ellos me la arrebataron de los brazos y la lanzaron con violencia sobre la cama deshecha. Entonces entendí que lo que iba a ocurrirnos no era nada bueno.»
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Capítulo 048. Manuel Chaves Nogales, París, 1940.
«A Francia habían acudido en los últimos tiempos grandes masas de hombres que buscaban en ella amparo frente a la nueva barbarie que se desencadenaba en Europa a cambio de ofrendarles sus vidas, su trabajo y sus hijos. Francia tenía a orgullo el ser tierra de asilo y se vanagloriaba de que todo hombre civilizado tuviese dos patrias, la suya y Francia. La vitalidad francesa, en decadencia, se mantenía gracias a estas intenciones [sic] constantes de sangre nueva. Cerca de un millón de italianos, medio millón de españoles, cientos de miles de checos, austriacos, polacos, rumanos, rusos, alemanes y judíos de todas las nacionalidades servían sumisos y humildes a la grandeza de Francia, sólo por devoción al mito de la Democracia. La monstruosa elaboración de los Estados totalitarios y su expansión triunfal llevaba a Francia a unas masas de humanidad que representaban una selección espiritual, una élite de todos los pueblos de Europa. A quienes los Estados totalitarios eliminaban eran los mejores, los más fuertes, los más dignos, los que habían sabido resistir, los que no se habían doblegado ante la barbarie triunfante. Francia, que hubiera podido edificar contando con ellos un Estado de una fortaleza indestructible, se dejó ganar poco a poco por las sugestiones del adversario, renegó de sí misma y de cuanto había representado en el mundo, se rindió a la coacción de la propaganda enemiga y trató como adversarios y delincuentes a quienes acudían a ella en calidad de servidores fieles del ideal que Francia había simbolizado siempre.
Yo he visto y he sentido hondamente la amarga decepción de esos cientos de miles de hombres que, perdida su patria por la expansión triunfante de la barbarie totalitaria, llegaban a Francia creyendo encontrar en ella el baluarte de la democracia y la civilización y se encontraban con un nazismo vergonzante, larvado, con el cadáver maquillado de una República Democrática en cuyas entrañas podridas germinaba la gusanera del totalitarismo.
Francia se ha suicidado, pero al suicidarse ha cometido además un crimen inexpiable con esas masas humanas que habían acudido a ella porque en ella habían depositado su fe y su esperanza. Entre las cláusulas del deshonroso armisticio aceptado por el mariscal Pétain hay una que basta y sobra para deshonrar a un Estado; la cláusula en que el gobierno francés se compromete a entregar a Hitler, atados de pies y manos, a los refugiados alemanes anti-hitlerianos que habían buscado su salvación en Francia y a quienes el Estado francés había utilizado sin escrúpulo en el simulacro de lucha contra el hitlerismo. La entrega al verdugo alemán de esos hombres que habían tenido fe en Francia será una de las mayores vergüenzas de la historia.»
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Capítulo 049. Los judíos de Iasi antes de la guerra.
Marcel says...
La página web de Yad Vashem en rumano ofrece una propuesta didáctica sobre el Holocausto en Rumanía para los alumnos de liceo rumanos, víctimas constantes de la desinformación histórica nacionalista. Esta es la lección titulada «La vida de los judíos de Iasi antes de la guerra», por ser ésta la que más nos puede acercar al ambiente que vivió Hermann Herscovici antes de emigrar:
«En Iasi, localidad de la provincia rumana de Moldavia, los judíos empezaron a establecerse a finales del siglo XV. La mayoría de ellos vivían del comercio local y de diferentes oficios de artesanos. Iasi pasó a ser un centro importante de la vida judía, donde existían cerca de 90 sinagogas. Era asimismo conocida por la publicación de diarios y libros judíos, en especial gracias a la familia Saraga. Al final del siglo XIX, cerca de la mitad de la población de Iasi era judía. Este período vivió el florecimiento de las actividades culturales judías, sobre todo de aquellas organizadas en grupos sionistas. En 1878 Naftali Herz Imber (1856-1909) compuso en Iasi una poesía en lengua hebrea titulada Hatikvah, que posteriormente se convirtió en el himno nacional del Estado de Israel —la melodía tiene influencias de la música popular rumana—. También en Iasi, Avram Goldfaden (1840-1908) puso las bases del primer teatro profesional en lengua yiddish. Al lado del renacimiento cultural judío se intensificó el antisemitismo local y las acciones violentas contra los judíos, sobre todo en el marco de las universidades locales. En 1930 los judíos constituían el 30% de la población de la ciudad, sumando 35.465 personas. Lazar Rozin, un superviviente del Holocausto nacido en Iasi en 1927, dice: "Tuvimos una infancia despreocupada, en la que jugaba en el patio con mis seis hermanos. Mi padre tenía una tienda en la ciudad, y mi hermano mayor estudiaba medicina. No éramos demasiado religiosos, pero manteníamos un modo de vida tradicional. Íbamos a la escuela local de la ciudad, también los sábados". Rozin recuerda que hasta el inicio de la guerra no sintió nunca un ambiente antisemita. "Con todo, en 1940 se me prohibió ir a la escuela. Los profesores judíos de Iasi, a los que a su vez se les prohibió enseñar en las escuelas del Estado, comenzaron a trabajar en una escuela para alumnos judíos, uno de los cuales era yo."»
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Capítulo 050. Sebastian Haffner, Londres, 1939.
«Hoy ya a nadie le cabrá la menor duda de que, en realidad, el antisemitismo nazi no tiene prácticamente nada que ver con los judíos, ni con sus méritos ni con sus deméritos. Lo verdaderamente interesante del propósito nazi, cada vez menos velado, de amaestrar a los alemanes para que persigan a los judíos a lo largo y ancho del mundo y a ser posible los exterminen, no es ya su justificación —un disparate tan absurdo que el mero hecho de argumentar en su contra ya implica una degradación—, sino el propósito en sí mismo. Éste constituye en efecto algo novedoso dentro de la historia de la humanidad: el intento de anular, en el caso del género humano, esa solidaridad primigenia que comparten todos los miembros de una especie animal y que es lo único que los capacita para sobrevivir en la lucha por la existencia; la pretensión de dirigir los instintos depredadores del hombre, que normalmente sólo apuntan contra el mundo animal, contra miembros de su propia especie y de “azuzar” a toda una nación contra determinadas personas, como si fuera una manada de perros. Una vez despierto el instinto básico y perpetuo para asesinar al prójimo y transformado incluso en obligación, el hecho de cambiar de objeto se reduce a un detalle sin importancia. Ya hoy resulta bastante evidente que donde dice “judíos” se puede poner “checos”, “polacos” o cualquier otra cosa. De lo que se trata aquí es de la vacunación sistemática de todo un pueblo —el alemán— con un bacilo cuyo efecto consiste en que todos los portadores actúan contra el prójimo con ferocidad, o dicho de otro modo: se trata de liberar y cultivar aquellos instintos sádicos cuya represión y destrucción ha sido obra de un proceso civilizador de muchos miles de años de duración.»