El Efecto Ricardo y la Teoría Austriaca del Ciclo Económico. Enrique García Sáez
Por un lado, las industrias cercanas al consumo desean contratar más factores de producción como consecuencia del aumento de los beneficios, y por el otro, las rentas del trabajo caen en términos reales como consecuencia de la subida de los precios al consumo. Entonces, las industrias de consumo contratan más factores de producción, pero con el nuevo efecto de los precios relativos, tienen una mayor preferencia por contratar trabajadores que bienes de equipo o capital.
"Ahorrar, ahorrar...". Agustín Edwards del Río
Para todos es difícil ahorrar, porque implica postergar consumo. Por eso es tan increíble lo que se hizo en Chile en 1981. Ese año los chilenos partieron ahorrando el 10% de su sueldo para su propia jubilación. Una suerte de cuenta de ahorro personal para la vejez. En ese momento el Estado también se hizo cargo del pago mensual de toda la población ya jubilada y de los bonos de reconocimiento para quienes ingresaron al nuevo sistema con fondos generales de la nación. Es difícil para nosotros dimensionar la magnitud y lo difícil que debe haber sido tal decisión en el Chile de entonces. Son muchos los países que hoy quisieran dar ese paso, pero no lo hacen por la dificultad de hacerse cargo de sus jubilados actuales. Sé que es políticamente incorrecto hablar bien de algo hecho durante el gobierno militar, pero seamos honestos: la formación en 1981 del sistema de pensiones chileno, las AFP, fue algo increíble, de una audacia y una modernidad que sorprende aún 34 años después.
La batalla de un hombre solo. Mario Vargas Llosa
Los ataques que recibió Simon Leys por atreverse a ir contra la corriente y desafiar la moda ideológica imperante en buena parte de Occidente, que Pierre Boncenne documenta en su fascinante libro, dan vergüenza ajena. Escritores de derecha y de izquierda y las páginas de publicaciones tan respetables como Le Nouvel Observateur y Le Monde lo bañaron de improperios —entre los cuales, por cierto, no faltó el de ser un agente y trabajar para los americanos—, y lo que más debió dolerle a él siendo católico fue que revistas franciscanas y lazaristas se negaran a publicar sus cartas y sus artículos explicando por qué era una ignominia que conservadores como Valéry Giscard d’Estaing y Jean d’Ormesson y progresistas como Jean-Luc Godard, Alain Badiou y Maria Antonietta Macciocchi consideraran a Mao “genio indiscutible del siglo XX” y “el nuevo Prometeo”. Nunca tan cierta como en aquellos años, la frase de Orwell: “El ataque consciente y deliberado contra la honestidad intelectual viene sobre todo de los propios intelectuales”. Pocos fueron los intelectuales franceses de aquellos años que, como un Jean-François Rével, guardaron la cabeza fría, defendieron a Simon Leys y se negaron a participar en aquella farsa que veía la salvación de la humanidad en el aquelarre genocida de la revolución cultural china.
Beware the Rise of the Pseudo-Intellectual: Tom Wolfe’s Boston University Commencement Address. Maria Popova
One of the things that I find really makes it worth watching all the Academy Awards, all the Emmys, all those awards ceremonies, is to see how today’s actors and television performers have discovered the formula. If you become indignant, this elevates you to the plane of “intellectual.” No mental activity is required. It is a rule, to which there has never been an exception, that when an actor or a television performer rises up to the microphone at one of these awards ceremonies and expresses moral indignation over something, he illustrates Marshall McLuhan’s dictum that “moral indignation is a standard strategy for endowing the idiot with dignity.”
The Education Myth. Ricardo Hausmann
When presented with these facts, education enthusiasts often argue that education is a necessary but not a sufficient condition for growth. But in that case, investment in education is unlikely to deliver much if the other conditions are missing. After all, though the typical country with ten years of schooling had a per capita income of $30,000 in 2010, per capita income in Albania, Armenia, and Sri Lanka, which have achieved that level of schooling, was less than $5,000. Whatever is preventing these countries from becoming richer, it is not lack of education.