La mayoría de las personas somos adversas al riesgo por lo que solemos elegir, a igualdad de condiciones, situaciones que nos den un resultado inmediato y sin grandes cambios. No nos gusta salir de nuestra zona de confort.
Eso explica por qué nos sentimos cómodos con Estados grandes, capaces de proveernos de múltiples servicios a cambio de nuestros impuestos. La sanidad, la educación, las pensiones, la seguridad, la justicia y otros temas son manejados por los Estados en su totalidad o de manera parcial.
Toda persona debería tender a su independencia financiera. De esta manera los Estados perderían peso dentro de la economía y permitirían que los ciudadanos eligieran qué hacer con su dinero. Responsabilizándose a la vez de sus decisiones.
Los más populistas pretenden controlar a la gente con más subsidios y controlando la totalidad de la economía. Fíjense en Podemos.
Si tenemos un país donde los ciudadanos son independientes en el tema financiero no se les podrá presionar ni chantajear con subsidios, ayudas o privilegios. Tendremos un Estado que deberá preocuparse de ayudar a los más necesitados para que se integren de manera rápida al sistema y no de enfrentar a unos ciudadanos contra otros en la búsqueda de privilegios
La falsa seguridad del Estado protector crea desilusiones en la gente. Pasará probablemente con las pensiones en Europa en unas cuantas décadas. No seremos capaces de mantener las retribuciones actuales porque el número de trabajadores disminuirá según la población vaya envejeciendo y no haya tantos nacimientos. Veremos si la inmigración de los países pobres subsana lo anterior.
Una población bien educada y sin necesidad de que el Estado tenga que hacer una redistribución del dinero que recauda vía impuestos sería un gran paso para un mayor progreso de la sociedad, quitando poder a los políticos que tantas veces acaba en corrupción.