Mi admirado Sebastián Puig escribió una entrada de obligada lectura, Falacias lógicas y distorsiones cognitivas, que me hace reflexionar sobre algunos de los temas que él trata.
"Olvidamos que el primer requisito para un intercambio de ideas es escuchar e informarse". ¿Por qué hablamos sin informarnos sobre los temas o sin escuchar al otro? ¿De qué sirve discutir así? No es fácil ni informarse, ya que requiere tiempo y esfuerzo intelectual, ni escuchar. No me refiero a escuchar de manera mecánica sino una escucha atenta e inteligente, tratando de entender lo que explica nuestro interlocutor y tratar de entender por qué lo dice.
¿Por qué fijarse en lo negativo? Ese famoso dicho periodístico: "No news is good news" (Si no hay noticias es que son buenas noticias), se cumple a rajatabla porque la gente se fija en lo malo de manera sistemática. Escribe Sebastián: "[t]ener la mente abierta a las facetas positivas de una propuesta que no nos gusta resulta difícil pero imprescindible".
Etiquetar implica no pensar, elimina todo matiz y beneficia la confrontación basada en ideas preconcebidas. Los llamados efecto aureola (halo effect) y efecto diablo (devil effect) en función de que la percepción de todos los rasgos de un individuo, basada en su característica más notoria, sea positiva o negativa. Ver todo blanco o negro es un error común, hay una infinita gama de grises intermedios.
En twitter leí a Benito Arruñada que "todo líder mediocre prefiere creer que comunica mal a que decide peor". No reconocer que nos equivocamos es grave, atribuirlo casi siempre a problemas de comunicación es penoso. Podemos estar equivocados y debemos estar preparados para reconocerlo y asumir las consecuencias.
Acaba Sebastián proporcionando unas herramientas para evitar esas distorsiones cognitivas: autocrítica, humildad, curiosidad e imaginación. Darnos cuenta de que no somos perfectos y que vamos a fallar. De hecho, cuanto más se actúe más se fallará.