Al hilo de la idea del libro que critiqué en su momento, leo este artículo y me reafirmo en lo que es evidente. Si naces sin cualidades para desarrollar una actividad de manera brillante, nunca serás de los más destacados, y mucho menos el más destacado, el genio.
Con las actividades deportivas se ve muy claramente, casi todos los niños pequeños juegan a los mismos deportes, pero los que destacan no lo hacen porque trabajan mucho más, sino porque ya traen consigo unas cualidades naturales, en sus genes, que les hacen ser los mejores. El entrenamiento les ayudará, y les hará alcanzar el tope de sus posibilidades. Pero ese tope es muy diferente de una persona a otra.
Intelectualmente sucede lo mismo, hay gente con una capacidad de análisis, de comprensión, de escritura, de concentración, que no son alcanzadas por cualquiera. Hay gente que estudia, se prepara, le dedica horas y horas, pero nunca llegan a destacar de la misma manera que lo hicieron Galileo, Newton o Einstein.
Es una pena, pero es mejor mentalizarse, tenemos un tope, marcado por nuestra genética, que no puede ser superado. Aunque cuanto más trabajemos más cerca estaremos del máximo.
Definitivamente no fui Michel Jordan jugando al baloncesto ni seré Mario Vargas Llosa escribiendo, los genes me apartaron de mis sueños. Aunque seguiré practicando lo segundo.