Reforma Laboral

Xavier Sala i Martín.



Ayer, el gobierno aprobó el Real Decreto Ley de la reforma Laboral.
Los principales aspectos de la reforma son los siguientes

Nuevas indemnizaciones por despido
  • Si el despido es improcedente y el trabajador es fijo, la empresa le pagará 33 días por año trabajado (hasta ahora era 45) con un máximo de 24 meses (antes era 42).
  • Se respetan los derechos adquiridos de los que ya están trabajando con un contrato. Estos contratos antiguos tendrán derecho a 45 días por año trabajado HASTA la aprobación de la ley. Los años trabajados a partir de la aprobación se pagarán a 33 y el máximo sera de 42 meses.
  • El despido objetivo permite a los empresarios despedir a trabajadores por causas económicas, organizativas, técnicas o de producción. Hasta ahora, la indemnización por motivos objetivos era de 20 días por año trabajado con un máximo de 12 mensualidades. Esa cifra se mantiene pero aumentan los supuestos de despido objetivo: pérdidas actuales o previstas i disminución persistente (persistente quiere decir tres trimestres consecutivos- de las ventas).
  • Se abre la posibilidad de que los organismos y entidades públicas también puedan despedir por causas económicas, organizativas, técnicas o de producción para redimensionar sus plantillas.

Comentario:
La idea de unas indemnizaciones menores es que los empresarios no contrataban a nuevos trabajadores por miedo a los costes de tener que despedirlos. La reducción del coste de despido puede incentivar a los empresarios a arriesgarse a contratar nuevos trabajadores porque el riesgo de equivocarse es ahora menor. La reducción de la indemnización de 33 a 22 días por año trabajado y la reducción del tope de 42 mensualidades es una reducción de los costes de despido aunque espero que eso no fuera a lo que se refería De Guindos cuando dijo a micrófono cerrado que la reforma sería "extraordinariamente agresiva"!
Me parece particularmente buena la idea de reducir la indemnización en caso de que la empresa vaya mal. Miles de empresas han tenido que cerrar en los últimos años porque era más barato quebrar (o hacer concurso de acreedores) que despedir a trabajadores, cosa que ha agravado la crisis.
Dicho esto, creo que se tendría que legislar con mucha mayor precisión la definición de " la empresa va mal". La magia de la contabilidad creativa y la fungibilidad de los pagos hará que cuando una empresa quiera despedir a gente y pagar solo 20 días, simplemente "fabrique" una reducción contable de ventas o unas pérdidas contables con una total indefensión por parte de los trabajadores. Por otro lado, si no está clara la definición y estimación del concepto, los despidos acabarán en los tribunales y éstos siempre han sido el gran problema del empresario a la hora de ajustar plantillas. Es muy importante que este punto se haga bien porque si no, los empresarios nunca van a poder ajustar plantillas en momento de crisis y este punto será una buena declaración de intenciones que acaba siendo completamente inútil porque nunca se utiliza (los empresarios preferirán, como ha pasado hasta hoy, el despido improcedente que es más caro pero que no comporta ni gastos ni dolores de cabeza judiciales).
Un aspecto que me parece interesante es el de los INCENTIVOS que genera el cambio en el coste de despido cuando la empresa pasas de  no estar en crisis a estar en crisis. Para un trabajador de 15 años de antigüedad que cobra unos 50.000 euros, por ejemplo, el despido improcedente seria de unos 100.000 euros mientras que el despido en caso de que la compañía esté en crisis sería de menos de 45.000 euros. Es decir, que el hecho de entrar en crisis reduciría el importe de la indemnización. Por un lado, los trabajadores tienen incentivos a hacer que la empresa no entre en crisis porque si lo hace, tienen más números a ser despedidos (porque en caso de crisis se necesitan menos trabajadores y porque el coste será inferior). Es decir, alinea un poco más los incentivos de empresarios y trabajadores en la misma dirección. Por otro lado, el coste para el empresario baja radicalmente en caso de crisis, sobre todo el coste de la gente con salarios superiores y de mayor antigüedad. Por lo tanto, el empresario puede llegar a tener incentivos a reducir sus ventas (sobre todo si eso se puede hacer contablemente) durante 3 trimestres para poder despedir a la gente de mayor salario y mayor antigüedad de manera menos costosa. Es decir, la existencia de diferentes tipos de indemnización puede dar lugar a juegos y estrategias que no necesariamente vayan en la dirección de crear empleo y riqueza que es de lo que se trata.
Finalmente, el aspecto de que las empresas públicas también tengan la posibilidad de hacer ajustes de plantillas por motivos técnicos me parece muy positivo: en estos momentos en los que las plantillas del sector público están sobredimensionadas y los presupuestos públicos encorsetados por la crisis, es bueno que las empresas y entidades públicas tengan más flexibilidad.


Auschwitz y las metáforas

Arcadi Espada:



"Cuando alguien utiliza Auschwitz para compararlo con la matanza de los toritos lo fundamental no es que esté degradando a los taurinos, como pareció creer el ministro Wert. La ofensa profunda es a las víctimas de Auschwitz. Yo no dudo que el tosco diputado Yuste esté profundamente conmovido con los toros que mueren cada verano en las plazas de España. Del mismo modo que no dudo que su conmoción por las víctimas de Auschwitz es nula. Más precisamente: que las víctimas de Auschwitz no le conciernen. No sólo porque no tenga nadie cercano entre ellas, sino porque ni los libros ni cualquier otro material intelectual o emocional han suplido la distancia. El diputado Yuste no ha recorrido el imprescindible kilómetro sentimental. El diputado Yuste no sabe, en puridad, lo que es Auschwitz. La comparación es la base del conocimiento, pero también una señal irrefutable de la ignorancia.
El caso encierra, sin embargo, una lección más desolada. Algo así como ungap moral. La destrucción de los judíos fue declarada en Nuremberg, en 1945, sobre las ruinas de Europa, crimen contra la humanidad. Es el crimen contra la humanidad por excelencia. Pero eso es una bienintencionada categoría jurídica. El uso, tan liberal, de Auschwitz demuestra que el holocausto sólo es un crimen contra la humanidad judía. Nunca conviene exagerar."

Víctima, 11 de febrero: Patxi Arratibel Fuentes

Libertad Digital.



El 11 de febrero de 1997, durante la celebración de los carnavales de Tolosa (Guipúzcoa), es asesinado de un tiro en la nuca el empresario FRANCISCO ARRATIBEL FUENTES. 
Patxi paseaba en compañía de su hijo Borja, de 12 años, y un cuñado. El empresario y los miembros de la comparsa Kabila, que dirigía desde hacía casi cuatro lustros, habían almorzado, como cada año, en el bar Beti Alai, ubicado en la parte vieja de esta localidad. Poco antes de las doce del mediodía dos individuos disfrazados con chilaba negra, peluca y gorro árabe se acercaron por detrás y uno de ellos le descerrajó un tiro en la cabeza. Aprovecharon el tumulto para escapar, mientras que el cuerpo de Arratibel quedó tendido en el suelo, en medio de un gran charco de sangre y ante el espanto de los testigos presenciales.
El Ayuntamiento de Tolosa recomendó suspender las fiestas, pero los representantes de las comparsas, reunidos en la Plaza del Triángulo, decidieron continuar con los actos en homenaje a Patxi. Algunas comparsas se trasladaron hasta la sede de HB, Arrano Beltza (Aguila Negra), para homenajear al miembro de la Mesa Nacional, Eugenio Aramburu, que se había ahorcado hacía unos días en el domicilio de sus padres, en la localidad vizcaína de Mallabia. Las calles de Tolosa estaban llenas de carteles en los que se afirmaba que Aramburu y el preso etarra José María Aranzamendi, también ahorcado, habían sido asesinados.
Todavía con vida, Arratibel fue trasladado por una unidad de DYA al hospital Nuestra Señora de la Asunción de Tolosa, pero no pudo hacerse nada por salvarle la vida. Apenas media hora después llegó su hermano pequeño, Juantxo. Entró en el lugar en el que se encontraba el fallecido y, conmocionado por la situación, gritó: "Me lo vais a pagar, me lo vais a pagar". Poco después eraPilar Fuentes, madre de ambos, quien llegaba al hospital. Hacía un mes que había perdido a su esposo. Entre sollozos, se le escuchaba decir: "Hijos de mala madre. No tenéis derecho a vivir en Euskadi".
En 1978, el empresario había recibido un tiro en una pierna mientras forcejeaba con uno de los dos etarras que pretendía secuestrar a su padre en la empresa de productos cárnicos de su propiedad. El padre de Patxi se negaba a ceder al chantaje económico de la banda y a pagar el llamado impuesto revolucionario. Tras ese atentado, el empresario pasó a Francia y entró en contacto con el entonces dirigente de ETA Domingo Iturbe Abasolo, Txomin. Después de varias horas de conversación, el histórico jefe etarra le llegó a decir que no hacía falta que pagase nada. Pese a ello, Arratibel, que había llevado consigo el dinero oculto en un bote de Cola Cao, se lo entregó a Txomin para que éste lo destinase a las ikastolas en Francia.
Más adelante, intermedió en el pago del rescate de Emiliano Revilla, secuestrado por ETA en 1988. La banda terrorista acusaba a Patxi de haberse quedado con 60 millones del rescate, y por ello le había amenazado en diversas ocasiones. Esta acusación siempre fue negada por Arratibel quien mantuvo a lo largo de estos años que los 75 millones que se quedó fueron destinados a pagar a los contrabandistas encargados de pasar clandestinamente el dinero a Francia. El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco condenó al empresario en 1994 a dos años de cárcel "por haber efectuado esa labor con ánimo de lucro". Patxi ya había sufrido por ese motivo un atentado de ETA el 29 de mayo de 1996, meses antes de su asesinato. La banda colocó una bolsa con un kilo de explosivo en la puerta de su empresa en el barrio de Martutene, con un letrero adosado al artefacto, que fue desactivado por la Policía Autonómica vasca. Fue el último aviso. Él mismo llegó a decir en el juicio por su intermediación en el secuestro de Revilla: "No puedo no hacer caso porque en el año 78 mi padre se negó a pagar el impuesto revolucionario y a mí ETA me dio dos tiros. No puedo no hacer caso porque sé que ETA cumple sus amenazas".
Algunos amigos comentaron tras el asesinato que Patxi barajaba la posibilidad de irse del País Vasco, aunque no se mostraba muy comunicativo en relación a las amenazas de ETA: "Aparte de repetir que él no se había quedado con dinero del rescate de Emiliano Revilla no contaba gran cosa".
Patxi Arratibel Fuentes tenía 44 años y estaba casado con Susana Ezkurra. Tenía dos hijos de 12 y 15 años. El empresario era propietario de Master Catering, empresa de suministros de comida.

Visual 8

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An economist's lament

Donald Boudreaux‏.



Economics -- unlike chemistry, electrical engineering and almost any other subject matter you can name -- is a discipline that people routinely opine on even if they have zero formal exposure to it. No taxi driver or movie star offers, for example, his opinion on the molecular structure of radium or the process by which the magnetron led to the development of microwave ovens. On such matters, that person defers to trained chemists and engineers.
But that same cabbie or movie star is often eager to give his opinion on matters such as the causes and consequences of expanded international trade, the effect of minimum-wage legislation and the appropriateness or inappropriateness of the salaries of professional sports stars.
I'm embarrassed to confess that I often get annoyed at non-economists making pronouncements on economics. After all, I've devoted my entire adult life -- 35 years so far -- to studying, pondering and researching economics. Most economics is, I admit, "common sense applied consistently" (as I like to describe it). But some of it is actually pretty complex, requiring for its mastery deep reflection, extensive reading and intellectual discipline.
And handling even that large portion of economics that is "common sense applied consistently" requires practice. To apply common sense consistently to economics demands more than listening to your favorite TV pundits and reading more than just newspaper columns. (Yes, that goes even for my column.)
Please don't mistake me as saying that someone must have a degree in economics to offer worthwhile opinions on economics. I don't believe for a second that that task requires formal training in economics.
What is necessary is at least some exposure to serious, formal economics -- for example, taking a good course in principles of economics or reading at least two or three of the many good books on the market today that aim to introduce non-economists to the economic way of thinking. (Superb examples of such books include my colleague Russell Roberts' "The Invisible Heart" and James Gwartney's, Richard Stroup's and Dwight Lee's "Common Sense Economics.")
One of the lovely facts about economics is that its basics can be grasped quickly (and enjoyably).
Nevertheless, as easy as basic economics is to grasp, it's even easier to fail to grasp.
For better or worse (I think worse), there's something about living in a modern economy that fools most people into thinking they understand the logic of that economy simply because they live and work in it. Unless you're blessed with unusual natural insight, however, you're far more likely than not to misunderstand the economy if your only guide is your own experience as a business person, worker or consumer.
Here's a pop quiz: Do "middlemen" cause you to pay more or less for items you buy at retail?
If you're like most people with no exposure to economics, you answer "more." The reason is that you know (correctly!) from experience that no one will work as a middleman without being paid to do so. Therefore, you conclude, the amount paid to the middleman for his services raises the price of the final product.
That answer, though, is wrong. It doesn't take much economics to see why. (I'll explain in my next column.) But to see why it's wrong typically requires exposure by a competent economist to the economic way of thinking.
If more Americans had such exposure, the quality of our political discourse and public policy would be much better.

La jicotea ya llegó, ya llegó, ya llegó

Julio Cesar Álvarez.



LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -Así contaba Fernando Ortiz que le decían las jicoteas al ingenuo venado, en uno de los cuentos que recoge la tradición afrocubana. Y así también parecen decir en Cuba los administradores y gerentes de los almacenes, tiendas y empresas gastronómicas, a los auditores y policías económicos, que casi nunca encuentran faltantes, ni delitos, a pesar de que ya el funcionario compró casa, carro, y en algunos casos hasta pasaporte español.
Como en el cuento de Ambeko y Aguatí (el venado y la jicotea), donde esta última se vale de dos de sus amigas para consumar el engaño, haciéndole creer al venado de que ya había llegado antes que él a los lugares acordados, así también nuestros administradores se valen de sus amistades -y siempre de su mejor amigo, don dinero- para chulear a su antojo el capital de Liborio y desviar casi cualquier investigación que amenace con poner fin a ese bayú de Lola que es la nuestra administración estatal.
Me contaba un ex administrador de un almacén de medicamentos, en un hospital de poca  monta, que en sus 10 años al frente del almacén, ningún inventario arrojó faltantes, a pesar de que él sustraía medicamentos de primera necesidad para su familia y para hacer alguna que otra venta con vistas a reunir el “diario”, sin más ambiciones que comprar las viandas en el agro y mantener el vicio de fumar.
Él pagaba en especies (con medicamentos) al departamento económico que llevaba las cuentas y a la encargada de la farmacia que hacía los pedidos al almacén. Esta última, a su vez, tenía compradas a las enfermeras de las salas del hospital, que era el único lugar adonde el medicamento arribaba, sin que se le diera entrada ni salida documental.
De esa forma, en el vale de salida que hacía la farmacéutica para las salas, se anotaban los medicamentos de todos los que se beneficiaban de esta cadena. A los efectos legales, todo estaba en orden, y unos enfermos que nunca existieron eran los que supuestamente consumían los medicamentos sustraídos.
Si esto es así con productos que la gramática española llama sustantivos contables, porque podemos decir “una tableta”, “dos tabletas”… lo cual facilita su control, entonces es fácil imaginar cómo serán, en manos de los mafiosos de la gastronomía criolla, los sustantivos incontables, como la harina, el azúcar y el aceite, por citar sólo algunos productos. No hay que ser genios para darse cuenta del porqué las pizzas, los panes y los refrescos adolecen de una pésima calidad en los establecimientos estatales.
Y de la misma forma que en el cuento de marras era imposible que la jicotea corriera más que el venado, así que sólo mediante engaño podía hacer creer lo contrario, así también es imposible que los funcionarios encargados de la administración de bienes estatales vivan como zares, en medio de esta revolución bolchevique, sin robar y malversar.
Lo que importa no es quién le va a poner el cascabel al gato, sino cómo se le va a poner sin que el despelote que ocasionaría afecte la tan llevada y traída imagen de la revolución.
Pero mientras los jerarcas se ponen de acuerdo en cuanto a quién cae y quién no, sus funcionarios y cómplices siguen apostando a que la ladina jicotea gana la carrera, y, al compás de una conga que parece no tener fin, siguen todos arrollando y repitiendo el estribillo de Fernando Ortiz: “la jicotea ya llegó, ya llegó, ya llegó”.

Comer o no comer, esa es la cuestión

Manuel Collado.




La única intervención demostrablemente efectiva para retrasar el envejecimiento, de manera reproducible y extensible a muy distintos (y distantes evolutivamente) organismos, es la conocida como restricción calórica. Esta práctica consiste en reducir la ingesta de calorías en la dieta sin caer en la malnutrición. Ya en los años 30 del siglo pasado, pioneros como Clive McCay, de la Universidad de Cornell, demostraron que ratas alimentadas con una dieta baja en calorías vivían hasta el doble que el grupo de ratas alimentadas ad libitum (es decir, sin restricciones hasta saciarse). Además existía una clara correlación inversa entre cantidad de calorías consumidas y supervivencia media alcanzada, que podía ser forzada hasta alcanzar un límite en el que, obviamente, la escasa aportación de calorías era insuficiente para permitir la vida. A lo largo de muchos años, la misma observación se ha podido confirmar en levaduras, gusanos, moscas, ratones, …, e incluso recientemente, aunque aún no concluido en su totalidad, se han dado a conocer los resultados preliminares positivos obtenidos en un estudio con restricción calórica en monos (ver abajo la referencia concreta 1).
Todo esto ha hecho que la investigación científica en este campo y su efecto sobre la longevidad haya alcanzado cotas de enorme popularidad. Y como lógica derivación, las primeras comunidades de fanáticos ayunantes convencidos de estar arañando horas o días en cada comida que se saltan han empezado a surgir (florecer no sería un adjetivo muy acorde con el aspecto externo de estas personas), principalmente en Estados Unidos, por supuesto, sin esperar a datos y pruebas científicas claras. Sin embargo, mi recomendación y la de muchos otros más autorizados sin duda que yo, es la de “¡no intenten esto en casa!”. Incluso en esta área que lleva décadas de experimentación animal y en la que parece existir un amplio consenso, también existen voces discrepantes no carentes de cierta base bien fundamentada. Según los críticos, reducir la ingesta de alimento sitúa a los animales en una contexto más próximo a la realidad que encuentran en la naturaleza, en donde la comida no les cae en cantidades masivas cual operación humanitaria a escala descomunal, si no que la búsqueda de alimento es una lucha constante en la que emplean gran energía y que no resulta exitosa en muchas ocasiones. Realmente, argumentan, lo que estos experimentos demuestran es que la alimentación que los animales reciben en los laboratorios de investigación no es sana y por ello su reducción es beneficiosa. Los que hayan comido en cafeterías de institutos de investigación muy probablemente estén totalmente de acuerdo con esta hipótesis. Más aún, según algunos trabajos, la restricción calórica no es beneficiosa en todas las cepas de ratones (lo que podríamos equiparar a los distintos grupos étnicos de seres humanos), y cuando se realiza un estudio exhaustivo con un elevado número de ratones de diversas cepas, lo que se observa es que no se produce un beneficio generalizado, e incluso se puede observar un perjuicio para la salud provocado por dicha restricción calórica (para la referencia especializada ver 2).


Todo por la verdad y para la verdad pero sin la verdad

Arcadi Espada.


Mi opinión es que el periodista puede hacerlo todo para descubrir la verdad. Y él sabrá cómo lidia luego ese propósito con su moral y con las leyes. Esto incluye, por supuesto, mirar por el ojo de la cerradura o pegar la oreja a una puerta detrás de la cual se está produciendo una conversación importante. Lo que hoy llaman, más o menos, filmar con una cámara oculta o fisgonear en la pantalla del móvil de Rubalcaba. La única precaución que hay que tener siempre presente en estos últimos casos es que no por estar oculto algo es más verdad. Noticia no es aquello que alguien quiere ocultar, sino algo que alguien quiere ocultar y es verdadero. Los fragmentos de la realidad obtenidos subrepticiamente deben pasar el mismo chequeo que los que se obtienen de modo convencional.

Lo que me parece mucho más problemático es que el periodista construya una escena, la filme y ofrezca luego su narración sobre un hecho que no existiría sin él. O sea lo que parece ser el caso de esta sentencia del Tribunal Constitucional sobre la que no he sido capaz de encontrar más información de la que se ofrece, parva, en la sentencia. El periodista se ocupa de los hechos que suceden o han sucedido; y el hecho que describe un periodista camuflado (se trate de Günter Wallraff o de Lidia González Hermida) cuya participación es imprescindible para que la secuencia exista es siempre una ficción, de la cual sólo pueden extraerse las acostumbradas consecuencias verosímiles. Sí, es posible que la esteticién haga con sus clientes lo que le está contando al periodista disfrazado; pero de momento lo único que sabemos es que está haciendo esto con alguien que no es su cliente; con alguien que mediante engaño le induce a comportarse de un modo determinado. Todo por la verdad y para la verdad, pero sin la verdad. Un factoide. Un posado. ¡Un autoposado! Un periodista no debe nunca dar cuenta de un hecho que no se habría producido sin estar él activamente involucrado. En realidad, buena parte del éxito de cualquier narración periodística consiste en descontar (o en subrayar) todo los párrafos de un suceso que se originan a partir de la súbita llegada de la prensa. El ideal periodístico es el de la invisibilidad y esto, pardójicamente, sólo se consigue o saliendo de la escena o subrayando en qué medida la presencia del periodista es «creadora»: caso canónico del llamado género de la entrevista. Es decir todo lo contrario de esos textos periodísticos que, siendo imprescindible para la comprensión de su significado recto, no aclaran que las palabras de alguien se produjeron a consecuencia de la intervención de un periodista. Esos textos, en suma, que hurtan las preguntas y las inducciones consiguientes.


A Replacement Bridge Rises on the Bay

New York Times.

The new eastern span of the San Francisco-Oakland Bay Bridge has several elements to help it withstand a major earthquake. The central feature of the span is a 2,047-foot-long single-tower self-anchored suspension bridge of a asymmetrical design.