Víctimas, 6 de diciembre: Ignacio Lasa de Rezola y Mario Manuel Leal Baquero

A las ocho y media de la noche del sábado 6 de diciembre de 1980 los Comandos Autónomos Anticapitalistas asesinaban en la localidad guipuzcoana de Azpeitia a IGNACIO LASA DE REZOLA. Ignacio se encontraba en el bar de su propiedad leyendo el periódico aprovechando que, en esos momentos, no había clientes que atender. Aparte del propio Ignacio, la única persona que estaba en el establecimiento era una tía del hostelero.
Dos individuos armados entraron en el bar y obligaron a la tía de Ignacio a introducirse en un salón-comedor contiguo. Tras hacerle algunas preguntas a Lasa de Rezola y arrancar los cables del teléfono, uno de ellos le disparó en la cabeza. Ignacio murió en el acto mientras los terroristas huían en un vehículo Renault 12 robado unas horas antes a punta de pistola. Al propietario del vehículo lo obligaron a meterse en el maletero, en el que permaneció durante la comisión del atentado. El vehículo fue abandonado por los terroristas en el barrio de Juan XXIII de Azpeitia, dando aviso al diario Egin de su localización.
A las doce de la noche el juez ordenó el levantamiento del cadáver, que fue trasladado al domicilio de la víctima, en el mismo edificio que el bar. Al día siguiente, 7 de diciembre, se celebró su funeral en Azpeitia.
En noviembre de 1990 la Audiencia Nacional condenó a Juan Carlos Arruti Azpitarte, alias Paterra, a 29 años de prisión mayor por el asesinato de Ignacio Lasa. Arruti Azpitarte fue detenido en Irún el 16 de septiembre de 1989, tras un enfrentamiento con agentes de la Guardia Civil en la autopista Bilbao-Behovia, en el transcurso del cual murieron los etarras Juan Oyarbide Aramburu, aliasTxiribita, y Manuel Urionabarrenechea Betanzos, alias Manu. Con condenas que suman más de 400 años de cárcel, Paterra, uno de los "duros" de ETA, no saldrá de prisión hasta 2019, gracias a que, en febrero de 2010, la Audiencia Nacional decidió aplicarle la doctrina Parot.
Ignacio Lasa de Rezola, tenía 39 años y estaba soltero. El Bar Lasa donde fue asesinado estaba en el barrio de Lasao de Cestona, pero dentro del término municipal de Azpeitia. El 7 de diciembre catorce sacerdotes concelebraron el funeral por el alma de Ignacio Lasa en la Iglesia de San Sebastián de Soreasu.
A la una y cuarto de la madrugada del viernes 6 de diciembre de 1985 la banda terrorista ETA asesinaba en Mondragón (Guipúzcoa) al guardia civil MARIO MANUEL LEAL BAQUERO. El agente se encontraba en el interior de su vehículo, vestido de paisano, en el aparcamiento de la vieja estación de ferrocarril de Mondragón, cuando tres miembros del grupo Txantxagorri de ETA lo vieron y decidieron, sobre la marcha, asesinarlo. Los pistoleros, que iban encapuchados, acribillaron a Mario a muy corta distancia con armas automáticas, según agentes de la Ertzaintza, cuyo puesto local estaba a escasos doscientos metros del lugar del atentado. El guardia civil recibió media docena de impactos de bala y falleció en el acto. En el lugar de los hechos se recogieron siete casquillos de bala del calibre 9 milímetros parabellum, marca FN del año 1979.
Los dos pistoleros de la banda huyeron en dirección a Vitoria en un Renault 5 de color verde en el que les esperaba un tercer terrorista. Nada más conocerse la noticia, efectivos de la Guardia Civil montaron controles en los alrededores de Mondragón.
A las dos de la madrugada el cuerpo del guardia civil continuaba todavía en el interior del vehículo en el que fue ametrallado, a la espera de que el juez procediera al levantamiento del cadáver. A primera hora de la mañana del 6 de diciembre quedó instalada la capilla ardiente en el cuartel de la Guardia Civil de Arechavaleta. A las cinco de la tarde el féretro con los restos mortales de Mario cubierto con la bandera de España fue llevado a la Iglesia de la Asunción de la localidad guipuzcoana, donde se celebró el funeral. Al mismo asistieron el director general de la Guardia Civil, general Sáenz de Santamaría, y el delegado del Gobierno, Ramón Jáuregui, además de otras autoridades civiles y militares, mandos de la Policía y representantes de partidos políticos.
La indiferencia y el desprecio con el que los vecinos de Arechavaleta presenciaron las honras fúnebres por el guardia civil asesinado escasas horas antes fueron descritos por Ramón Jáuregui en su libro El país que yo quiero. Memoria y ambición de Euskadi (Planeta, 1994):
Entramos en la iglesia y estamos solos. Delante, los guardias compañeros, las autoridades, el alcalde y la familia; los bancos, detrás, virtualmente vacíos. Al salir y ver el cuadro se me pasó por la cabeza una escena de la película La muerte de Mikel. Todo el pueblo de Aretxabaleta asistía al espectáculo desde la plaza, impasibles, como si con ellos no fuera la cosa; incapaces de sentir sencillamente pena por el dolor que desfilaba delante, que expresaban los familiares (...). Arriba, en un balcón sobre la plaza, algunas risas, enchirigota hacia el ceremonial, mientras la procesión se ponía en marcha (citado por Alonso, R., Florencio Domínguez, F., y García Rey, M. Vidas Rotas, Espasa 2010, pág. 549).
Los autores del asesinato de Mario Leal fueron los mismos que mantuvieron secuestrado a José Antonio Ortega Lara en Mondragón durante 532 días. Una de las pistolas que se incautó en el zulo donde mantuvieron al funcionario de prisiones fue utilizada en el asesinato del guardia civil. En marzo de 2000 la Audiencia Nacional condenó como autores del asesinato de Leal Baquero a José Miguel Gaztelu Ochandorena, José Luis Erostegui Bidaguren y Jesús María Uribetxeberria Bolinaga a sendas penas de 33 años de cárcel por el asesinato del guardia civil.
Mario Manuel Leal Baquero tenía 29 años. Era natural de Avilés (Asturias), estaba destinado en el cuartel de Arechavaleta desde dos años antes de ser asesinado, y estaba pendiente de ser trasladado a Asturias. Estaba casado y tenía una niña, Beatriz. En julio de 2008 el Ayuntamiento de Avilés acordó dedicar una calle en memoria del agente asesinado. Su hermano, Rubén Leal, ha participado en actos de la Rebelión Cívica liderada por Francisco José Alcaraz, presidente de Voces contra el Terrorismo, como el que tuvo lugar en Madrid el 5 de febrero de 2011. El PP de Avilés incluyó al padre del agente asesinado, Manuel Leal Pereira, en un puesto testimonial de su candidatura municipal a las elecciones de mayo de 2011, como forma de rendir homenaje a las víctimas del terrorismo.

Lecturas 06.12.2012

The Science Of Persuasion.


¿Es sostenible a medio plazo la sanidad española?, Domingo Soriano.

Ya hemos visto que la tendencia de gastos en sanidad en la última década ha sido creciente y a un ritmo bastante elevado. Hay que recordar que España sufrió una Guerra Civil entre 1936 y 1939. Eso hizo que hubiera pocos nacimientos entre 1936 y 1950. Por eso, en la última década, el crecimiento en el número de personas ancianas no ha sido tan fuerte como podría esperarse de una evolución demográfica normal. Pero según vayan llegando a los sesenta años los nacidos en los 50 y 60 (y para eso falta muy poco) y según vayan incorporándose a nuestros hospitales las nuevas tecnologías, hasta hace poco casi ciencia ficción, los costes del sistema comenzarán a dispararse. Sobre este tablero de juego es sobre el que se moverán las fichas. Ninguna reforma del actual sistema debería ignorarlo.

Cinco consignas sanitarias, por Carlos Rodríguez Braun.

Uno: "No a la privatización". De todas las consignas, esta es la más generalizada y al mismo tiempo la más llamativa, porque, a pesar del conocido apotegma goebbelsiano, no hay manera de que su repetición incesante la pueda convertir en verdad. Lo que sugiere, a saber, que los políticos del PP o de algún otro partido, quieren privatizar la sanidad, es una monstruosa falsedad: ningún político de ningún partido pretende privatizar la sanidad, y quienes se alarman y denuncian tal pretensión no pueden no saberlo. Entonces, o engañan o se engañan. En efecto, privatizar algo es transferirlo del ámbito público al privado, donde rige el mercado, que se define porque los ciudadanos decidimos libremente comprar, y nadie nos obliga a hacerlo. Eso no ha sucedido en la sanidad pública ni va a suceder, porque "privatizar la gestión" no es privatizar realmente nada, puesto que los que pagan esa gestión son los mismos contribuyentes forzados a sufragar la sanidad pública desde siempre.

Impuestos y protestas, Carlos Rodríguez Braun.

¿[H]an visto ustedes muchas manifestaciones en contra de los impuestos y reclamando pagar menos impuestos?, ¿han visto ustedes muchas manifestaciones en contra del aumento del gasto público y reclamando un gasto público menor? Muy pocas habrán visto, muy pocas o ninguna. En cambio, han visto innumerables manifestaciones en sentido contrario. Es más, casi todas las manifestaciones que tienen que ver con el gasto público son manifestaciones que exigen su aumento, o al menos que rechazan enérgicamente su disminución o recorte. Entre pancarta y pancarta, igual convendría pensar en por qué sucede esto.

Parcheando, por Arcadi Espada.

Comprendo y comparto las buenas intenciones del ministro Wert. Pero si mantiene en su Ley de Educación este alambicado sistema del centro privado financiado con dinero público para garantizar la enseñanza del castellano, yo le auguro que en Cataluña semejante disposición quedará en agua de borrajas. La única posibilidad que tiene el gobierno del Estado de acabar con la inmersión lingüística es legislando de una manera clara y competente, sin poner el acento en la necesidad de que el alumno acabe dominando las dos lenguas (lo que ya se produce ahora) sino en el derecho de que todo ciudadano pueda educar a sus hijos en la lengua oficial del Estado. Y asumiendo el inevitable coste político: el parche irrita y no resuelve.