La guerra ha acompañado a la humanidad a lo largo de su historia, no obstante el declive de la violencia es evidente, tal y como se ha encargado de demostrar Steven Pinker (English) con su último libro.
La historia es así, y todo lo que ha llegado a ser y a conseguir el ser humano se debe también a esas guerras. Pero es evidente que la guerra no ha ayudado a tener más prosperidad a la humanidad de lo que lo hubieran hecho periodos de paz más duraderos.
Hasta que la Revolución Industrial sentó las bases del crecimiento, la humanidad vivió en un estado de supervivencia y de pobreza, con una economía basada en un juego de suma cero.
Aunque la guerra haya dado lugar a algún adelanto técnico, el coste en vidas y destrucción material es inmenso. El ejemplo de la Segunda Guerra Mundial es suficiente para adivinar el tipo de daños irreparables que provocan las guerras.
No cabe duda que a veces no hay más remedio que ir a la guerra, como pasó en la mencionada Segunda Guerra Mundial, para parar al nazismo. Pero eso provocó además de las muertes y la destrucción material, que toda Europa del Este estuviera sometida a un régimen brutal como el comunista.
Por eso, soluciones como la Unión Europea, en la que enemigos recientes se unieron para entablar relaciones comerciales y políticas, son admirables y creo que no se han valorado lo suficiente.