Libertad Digital.
Poco antes de las 21:00 horas del 4 de marzo de 1991, dos pistoleros de ETA asesinaban a tiros en Valencia a JOSÉ EDMUNDO CASAÑ PÉREZ-SERRANO, directivo de la empresa Ferrovial, empresa relacionada con la construcción de la autovía de Leizarán.
Dos encapuchados entraron en las oficinas de Ferrovial, obligaron a los empleados a tumbarse en el suelo, y preguntaron por José Edmundo. Un empleado les acompañó hasta su despacho y, sin mediar palabra, le dispararon en la cabeza. José Edmundo Casañ murió cuando era trasladado en ambulancia a un centro hospitalario.
El casquillo del tiro que acabó con la vida de Casañ era de un arma del calibre nueve corto, con una identificación diferente a la parabellum, la habitualmente utilizada por ETA.
Unos 15 minutos después de haber asesinado al delegado regional de la empresa constructora Ferrovial, ETA colocaba un coche bomba en Valencia, que fue explosionado por especialistas de la policía. El explosivo del automóvil estaba compuesto por entre 25 y 30 kilogramos de amosal y disponía de un mecanismo temporizador para provocar la deflagración.
Ferrovial participaba, junto con otras muchas empresas, en las obras de la Exposición Universal de Sevilla y pugnó, con otras once firmas, por la adjudicación de uno de los tramos del proyecto de la autovía de Leizarán que uniría Guipúzcoa y Navarra.
La banda asesina se sumó a la campaña anti autovía, liderada por grupos nacionalistas, siendo uno de los más activos la Coordinadora Lurraldea. El conflicto por el trazado de la autovía de Leizarán se saldó con un total de ciento sesenta atentados, cobrándose la vida de tres personas y causando lesiones a otras muchas, además de cuantiosas pérdidas económicas, valoradas en más de mil millones de pesetas.
Tras el asesinato de José Edmundo, los etarras enviaron un comunicado a Egin asumiendo la autoría del mismo en el que decían que "esta acción responde a la responsabilidad e implicación graves que la citada empresa viene asumiendo de buen grado y con plena conciencia de sus actuaciones en el desarrollo de las obras del proyecto oficial de la autovía Irurzun-Andoain". La policía y la empresa negaron que Ferrovial tuviera ninguna relación con la autovía, además de desmentir que se hubiesen recibido amenazas por parte de la banda terrorista. De hecho, la sede de Ferrovial en Valencia no disponía de servicio de vigilancia privada.
El proyecto de autovía se había iniciado en 1986. La oposición etarra al mismo se vio secundada por la de Herri Batasuna y colectivos nacionalistas, como Lurraldea. El resultado final fue la creación de una comisión ad hoc de PNV y PSE que, con la aquiescencia de Herri Batasuna, llegó a un acuerdo en 1992 para dar el visto bueno al proyecto, pero cediendo en gran parte al cambio de trazado exigido por los etarras. Esto llevó al político del PP Gregorio Ordóñez a denunciar, en declaraciones recogidas por Época el 04 de mayo de 1992, que PNV y socialistas habían cedido ante los "ingenieros de la muerte", por lo que "quizá a partir de ahora las siglas de ETA haya que interpretarlas como Estudios Técnicos de Autovías". La autovía se inauguró, finalmente, en 1995.
El atentado contra Casañ fue obra del grupo Ekaitz de ETA, responsable del asesinato de diez personas en seis meses en el Levante español. El grupo estaba integrado por Fernando Díez Torres (condenado en 1999 a 38 años de cárcel por facilitar la infraestructura para cometer el asesinato), José Luis Urrusolo Sistiaga (condenado en 2002 a 45 años por el asesinato de José Edmundo), Idoia Martínez García, Juan Jesús Narváez Goñi e Itziar Alberdi.
José Edmundo Casañ Pérez-Serrano, de 42 años, era valenciano e Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Estaba casado y tenía tres hijos. Anteriormente trabajó en Cubiertas y Mzov., aunque nunca había estado destinado en el País Vasco.
El lunes 4 de marzo de 1996 es asesinado en Irún (Guipúzcoa) RAMÓN DORAL TRABADELO, adjunto a la Viceconsejería de Interior y miembro de la Policía Autónoma vasca, mediante una bomba que había sido colocada bajo su coche por la banda asesina ETA.
El atentado se produjo a las 09:15 horas en la céntrica calle Cipriano Larrañaga de Irún, cerca del domicilio del policía. Montxo, como le llamaban sus allegados, se dirigía a su domicilio para buscar a su esposa y a su hijo pequeño con el fin de llevar a éste a la guardería. El agente había recorrido apenas cincuenta metros con su vehículo Opel Vectra cuando se produjo la explosión de la bomba-lapa. Previamente, otro automovilista que marchaba tras él observó cómo bajo el asiento del conductor sobresalía un bulto que le infundió sospechas, por lo que comenzó a tocar el claxon y a hacer señales con las luces, a fin de que el ertzaina se detuviera. La víctima no se percató de estas señales, o no tuvo tiempo de reaccionar, pero el hecho es que, instantes después, se produjo la explosión que le causó la muerte.
Tras el estallido, el vehículo circuló sin control durante unos cien metros, con las puertas abiertas y el capó levantado, hasta que colisionó con otro coche junto a la estación del Topo, el tren que va desde San Sebastián hasta Hendaya. Los pasajeros de este tren abandonaron precipitadamente los vagones ante el temor de que otra bomba hiciera explosión.
Inmediatamente acudieron al lugar de los hechos ambulancias y agentes de la Policía Municipal y de la Ertzaintza que acordonaron la zona. La esposa de la víctima, Cristina Sagarzazu, se acercó al lugar del atentado al oír la explosión, pues hacía apenas unos momentos que se había despedido de él. Dando muestras de gran entereza, pudo acompañar a su marido en la ambulancia hasta el centro hospitalario al que había sido trasladado por una unidad de la Cruz Roja. Estaba en parada cardiorrespiratoria y tenía graves lesiones en la parte inferior del cuerpo.
Primeramente fue llevado hasta el Hospital Comarcal del Bidasoa, en el que el personal sanitario logró una momentánea recuperación del herido y le practicaron transfusiones de sangre. Seguidamente, Ramón fue transportado hasta el Hospital Nuestra Señora de Aránzazu, adonde llegó en estado de extrema gravedad. El parte médico facilitado por este centro sanitario donostiarra señalaba que el paciente presentaba "múltiples heridas a nivel de ambos muslos y peroné, que afectan al paquete vascular con importante pérdida de sustancia".
El nombre del ertzaina Ramón Doral Trabadelo había aparecido en documentos incautados a ETA como posible objetivo de un atentado. Los miembros de la Unidad de Adjuntos a la Viceconsejería de Seguridad (AVCS) de la Ertzaintza, a la que pertenecía el asesinado, que se encarga de manera específica de la lucha contra ETA, eran uno de los objetivos preferentes de la organización terrorista vasca, según se recogía en algunos documentos incautados en los que se establecían las pautas a seguir contra este cuerpo policial.
Todos los partidos y sindicatos expresaron, tras el atentado, su más enérgica repulsa por el mismo y consideraron que ésta era la forma con la que ETA demostraba su respeto por los resultados electorales (el asesinato fue un día después de las elecciones generales).
El entonces consejero vasco de Interior, Juan María Atutxa, destacó que el periodista del diarioEgin Pepe Rey, en su libro El Jesuita, citó el nombre y "apuntó directamente a quien hoy ha asesinado ETA". Responsabilizó también de este atentado a los dirigentes políticos de HB por proferir "amenazas clarísimas". Se refirió concretamente a uno de los responsables, Anton Morcillo, miembro de la Mesa Nacional, que recientemente había dicho "donde las dan las toman" y amenazó directamente a la Ertzaintza.
Herri Batasuna difundió un comunicado de prensa en el que defendía el atentado perpetrado por ETA y señalaba que esta acción era consecuencia de la actuación "represiva" de la Ertzaintza contra los independentistas. Además, los batasunos acusaron a Arzalluz y a Atutxa, de "ser ellos, y no otros, los culpables de la muerte de Ramón Doral, y los que están conduciendo a la Ertzaintza a un camino absurdo, irracional y alejado de cualquier ética democrática". Por su parte, Arzalluz, presidente del PNV, comparó la actitud de ETA y su entorno social con la de Hitler.
Varios asistentes al pleno extraordinario convocado por el Ayuntamiento de Irún para condenar el atentado increparon a los concejales de HB cuando éstos intentaron culpar de su asesinato al PNV y a sus dirigentes. Todos los grupos, menos ellos, aprobaron una moción de condena del asesinato. Cuando el portavoz de los ediles proetarras, Martín Sorzabalbere, leía una nota en la que rechazaba la responsabilidad de HB por el atentado, el público que abarrotaba el salón de plenos protestó con gritos de "basura, basura" y "vergüenza les debería de dar".
Horas más tarde, miles de iruneses se manifestaron para mostrar su repulsa por el asesinato de Doral. El acto cívico de protesta fue presidido por el lehendakari José Antonio Ardanza y discurrió de forma silenciosa por la calle Cipriano Larrañaga, donde estalló la bomba-lapa que acabó con la vida de Montxo. La pancarta que encabezaba la manifestación tenía el lema en euskera "Así no puede ser". Muchos de los asistentes llevaban ikurriñas y, en el momento en que llegaron al punto donde se produjo el atentado, algunos jóvenes alzaron sus manos pintadas de blanco.
Al término de la marcha, los asistentes se sumaron a la concentración para exigir la libertad de José María Aldaya y José Antonio Ortega. En el curso de esta concentración se produjeron momentos de fuerte tensión y enfrentamientos verbales entre los manifestantes y una veintena de personas que portaban una pancarta con el lema "Euskal Herria askatu".
Tras el funeral, miembros de la Ertazaintza entregaron en la sede de HB en San Sebastián una carta dirigida a "los representantes políticos de los asesinos de nuestro compañero Montxo" en la que les acusaban de "apoyar, alentar y aplaudir a quienes asesinan" a los que quieren construir Euskadi. También calificaban la trayectoria de HB de cada vez más parecida a las del partido nazi.
Montxo era una persona profundamente ligada a la vida de su ciudad, Irún. Su familia estaba vinculada al PNV y, desde joven, había participado en la actividad política de la comarca del Bidasoa, donde era muy conocido en los ambientes deportivos.
Su suegro, Patxi Sagarzazu, fue presidente de la Junta Municipal del PNV en la ciudad fronteriza y fundador del coro Ametsa, el de mayor solera de la ciudad, en el que cantaba su hija.
Siendo un adolescente Ramón comenzó a militar en el PNV, y llegó a ser el responsable de las juventudes de este partido (EGI) en Irún durante los años 1977 y 1978. De hecho, él fue uno de los creadores de la sección juvenil del PNV en la ciudad, aunque abandonó la militancia cuando entró en la Policía Autónoma.
Montxo estudió Ciencias Químicas y vivió con sus padres en el barrio de San Miguel, una zona obrera de la ciudad donde los vecinos recibieron la noticia de su fallecimiento con lágrimas en los ojos. Su trayectoria en la Ertzaintza es paralela a la del propio Cuerpo policial, del que formó parte desde que comenzara éste a funcionar, en 1982. Miembro de la primera promoción, tras pasar por diversos destinos se integró en la Unidad de Adjuntos a la Viceconsejería de Seguridad (AVCS), el servicio de información de la Policía Autónoma vasca. Llegó a desempeñar el puesto de jefe de la unidad en Guipúzcoa durante el tiempo en que la misma estaba dirigida por el sargento mayor Joseba Goikoetxea Asla, también asesinado por ETA en Bilbao en noviembre de 1993.
Tras aparecer en documentación de ETA, Montxo fue trasladado a Bilbao, "por cuestión de seguridad", según unas fuentes, y "porque habían trasladado la jefatura a la capital vizcaína". Allí continuó integrado en los AVCS, como responsable de la sección técnica.
Ramón Doral Trabaledo tenía 36 años, estaba casado con Cristina Sagarzazu, y tenía tres hijos varones de 13, 11 y 1 año.