Cuba: Educación gratis y garantizada para todos, por Idolidia Darias.
Otro tema que la nota no abordó fue el de las carencias de materiales escolares y la forma en que los padres deben enfrentarlo en medio de tanta miseria. Es tabú para la prensa oficialista cubana que solo publica lo que el buró del partido comunista le ordena.
Jordi Évole me pone enfermo, por Jorge Alcalde.
Los que tienen la paciencia de seguir estas columnas en Libertad Digital saben que soy de la legión de quienes piensan que sin industria médica no seríamos ni la mitad de lo que somos. Si vivimos en un mundo en el que la esperanza de vida al nacer es más alta que nunca antes en la historia, en el que enfermedades que antes mataban hoy son meros acompañantes benignos, en el que lo raro es que un niño muera en el parto (y no lo contrario, como antes), en el que miramos a los ojos cara a cara a algunos tipos de cáncer, en el que un virus asesino como el VIH puede ser controlado... es gracias a que hay empresas que se dejan miles de millones de dólares en el empeño.
Fukushima Daiichi, año II del apocalipsis (que no fue); por Pepe Cervera.
Con los edificios cubiertos y controlados y la situación del agua contaminada encarrilada parece que a dos años del desastre Fukushima Daiichi está más o menos estabilizada, y que las consecuencias del accidente están muy lejos de las peores previsiones que circularon en su momento. A pesar de los tres núcleos fundidos la fuga radiactiva ha sido mucho menor que la de Chernóbil, y ha contaminado un área mucho más reducida. Los daños directos a personas han sido muy limitados, aunque recientes estudios sobre el accidente de la central rusa implican que los mayores daños son sicológicos. Y aunque el coste económico será colosal, parece que la recuperación del país e incluso de la región será posible, aunque no rápida. Japón, y el mundo, tienen aún mucho que hacer, pero el Apocalipsis en Fukushima ha sido cancelado, al menos por el momento. Ser conscientes de ello ayudará a mitigar sus efectos.
Cuba: Ángel Santiesteban: Carta abierta al Consejo de Derechos Humanos de la ONU
A mi llegada, tras varios días de huelga de hambre y de ser introducido en una solitaria sin luz, ni agua, sin ropa ni aseo personal, fui violentado por varios guardias que -sujetándome por mis extremidades mientras otro me apretaba las fosas nasales hasta que abriera la boca para respirar- me introducían una sopa pestilente que me asfixiaba; así, una vez tras otra, hasta dejarme sobre el piso de la celda completamente cubierto de los alimentos que sin poder evitarlo, los devolvía.
Cuanto cuesta un túnel, por Juan José Rosas.
Como os podréis imaginar, intentar responder esta pregunta de forma elaborada y argumentada no es la estrategia más adecuada, además no os lo van a agradecer, él que os la pregunta quiere eso que llamamos en construcción, un número gordo.