Así arruinó Hugo Chávez a Venezuela

Diego Sánchez de la Cruz.



Los asaltos a la propiedad privada no han parado de sucederse en los últimos tiempos, especialmente a partir de 2007.
La burocracia no ha parado de crecer desde que Hugo Chávez llegó al poder. El número de Ministerios se ha duplicado.
Todos los jueces nombrados desde 2008 llegaron a su puesto sin concurso de oposición. La politización de la Justicia venezolana ha permitido la persecución política de diferentes opositores al régimen.
Venezuela es uno de los países que más difícil se lo ponen a los empresarios, tal y como demuestran todos los indicadores internacionales.
La simpatía del régimen chavista por el narco-terrorismo de las FARC es uno de los motivos que han convertido a Venezuela en un punto caliente para el tráfico de drogas.
La tasa de homicidios se ha disparado hasta alcanzar niveles insoportables, muy por delante de otros países de la región comúnmente asociados con la inseguridad, como Brasil, Colombia o México.
La inflación se ha disparado, alentada por una política monetaria expansiva e irresponsable.
El comercio con el resto de países de la región se ha hundido. Un buen ejemplo lo tenemos en los datos de intercambio comercial con el país vecino, Colombia.

Desalojo de Lidia Rastra López de su casa en El Cobre por la visita del Papa

Adriana Bosch.



Cientos de ciudadanos cubanos están siendo desalojados de sus casas por la visita del Papa Benedeicto XVI, a quien el régimen comunista le quiere ocultar la situación de extrema pobreza en que vive gran parte de la población cubana. Lo que está haciendo el gobierno es un abuso y una violación a los derechos humanos, al dejarlos sin techo con tal de que desaparezcan las casas en las que los cubanos viven prácticamenter en condiciones no habitables. 

Es de suma importancia que el Papa conozca esta realidad, porque cuando esté visitando el Santuario de la Virgen de la Caridad todo lo que habrá a su alrededor, fuera del templo será la maldad bien trazada de sus anfitriones, los hermanos Fidel y Raúl Castro.

¿Para cuándo la reforma del funcionariado?

Mónica Mullor.



Ante la evidencia de la insostenibilidad del modelo laboral español, y luego de que la barrera de los 5 millones de parados haya saltado por los aires, el Gobierno aprobó el pasado viernes nuevas medidas urgentes para la reforma del mercado laboral. Lamentablemente, Rajoy no se atrevió a tocar al funcionariado ni a cuestionar su monopolio sobre la prestación de servicios de responsabilidad pública.

El modelo funcionarial español está inspirado en el francés, que da al funcionario una plaza vitalicia que lo blinda de posibles arbitrariedades del poder político. Esto no deja de ser un fin encomiable, pero ya sabemos que el fin no justifica los medios: en este caso, la creación de una casta inamovible que tiene a su cargo funciones públicas esenciales.


Son varios los países europeos que han iniciado un camino de reformas con el objeto de debilitar los privilegios de la casta funcionarial, como bien se desprende del informe La Administración y el empleo público en los 27 Estados miembros de la UE, elaborado por el Ministerio de Hacienda y Función Pública de Francia, país que anda buscando salir del entuerto que le ha generado su modelo funcionarial.


En Alemania, el Gobierno central y los länder, junto con los sindicatos, acordaron en 2005 una reforma para instaurar horarios flexibles y un sistema de retribución basado en el rendimiento y la experiencia; dos años más tarde se aprobó el sistema de pago por objetivos. En Finlandia, en los últimos ocho años se han desarrollado más de 200 proyectos centrados en aumentar la productividad de los trabajadores públicos, cuyo número se ha reducido. En Holanda, a partir de las reformas introducidas en 2008, que favorecieron la movilidad y flexibilidad de los funcionarios, las condiciones laborales en los sectores público y privado son ya muy parecidas. También tiene interés la reforma italiana de 2009, que ha permitido, entre otras cosas, el despido de funcionarios absentistas.


En España, el problema no es que sobren empleados públicos, es decir, trabajadores remunerados por las Administraciones para cumplir diversas labores necesarias. No: el problema es que muchos de ellos disfrutan de unos privilegios que los separan del resto de los trabajadores; unos privilegios que les confieren una seguridad laboral dañina. Suecia tiene muchos más empleados públicos per cápita que España, pero se rigen por las mismas leyes laborales que los demás trabajadores.


La dificultad de tocar al funcionariado en España es evidente, y el Gobierno lo sabe. Intentardesfuncionarizar la educación o la sanidad habría creado grandes resistencias mentales, corporativas y políticas, provocado protestas callejeras y aireado todo tipo de argumentos demagógicos. Ahora bien, el Gobierno podría haber dado al menos un primer paso reformista ofreciendo vías de transición; podría, por ejemplo, haber fomentado el abandono voluntario del estatus de funcionario y puesto sobre la mesa estímulos económicos que faciliten el camino a un mercado de trabajo más sensato. Ya que el grueso de los empleados públicos de las comunidades autónomas son profesionales de las áreas sanitaria y educativa (77% del total), se podría haber potenciado el abandono voluntario de la condición funcionarial a cambio de un fuerte apoyo financiero para la creación de centros educativos o de atención sanitaria gestionados por esos mismos individuos (colaboración público-privada), lo que por otra parte redundaría en una mejora de la calidad de los centros que se mantuviesen ligados a formas de gestión burocrático-funcionarial (competencia).


La experiencia de otros países muestra que este camino es posible... y que a los que lo han seguido les ha ido muy bien. Una medida así no solo habría permitido dar un paso de suma importancia hacia la modernización de nuestro anquilosado mercado laboral, también hubiese significado un fuerte impulso a la competitividad y al crecimiento económico de nuestra economía mediante la dinamización de sectores vitales como la educación y la sanidad.

ideasyanalisis.wordpress.com

Germany’s Sunshine Daydream

Bjørn Lomborg.



2012-02-16
COPENHAGEN – One of the world’s biggest green-energy public-policy experiments is coming to a bitter end in Germany, with important lessons for policymakers elsewhere.
Germany once prided itself on being the “photovoltaic world champion”, doling out generous subsidies – totaling more than $130 billion, according to research from Germany’s Ruhr University – to citizens to invest in solar energy. But now the German government is vowing to cut the subsidies sooner than planned, and to phase out support over the next five years. What went wrong?
There is a fundamental problem with subsidizing inefficient green technology: it is affordable only if it is done in tiny, tokenistic amounts. Using the government’s generous subsidies, Germans installed 7.5 gigawatts of photovoltaic (PV) capacity last year, more than double what the government had deemed “acceptable.” It is estimated that this increase alone will lead to a $260 hike in the average consumer’s annual power bill.
According to Der Spiegel, even members of Chancellor Angela Merkel’s staff are now describing the policy as a massive money pit. Philipp Rösler, Germany’s minister of economics and technology, has called the spiraling solar subsidies a “threat to the economy.”
Germany’s enthusiasm for solar power is understandable. We could satisfy all of the world’s energy needs for an entire year if we could capture just one hour of the sun’s energy. Even with the inefficiency of current PV technology, we could meet the entire globe’s energy demand with solar panels by covering 250,000 square kilometers (155,342 square miles), about 2.6% of the Sahara Desert.
Unfortunately, Germany – like most of the world – is not as sunny as the Sahara. And, while sunlight is free, panels and installation are not. Solar power is at least four times more costly than energy produced by fossil fuels. It also has the distinct disadvantage of not working at night, when much electricity is consumed.
In the words of the German Association of Physicists, “solar energy cannot replace any additional power plants.” On short, overcast winter days, Germany’s 1.1 million solar-power systems can generate no electricity at all. The country is then forced to import considerable amounts of electricity from nuclear power plants in France and the Czech Republic. When the sun failed to shine last winter, one emergency back-up plan powered up an Austrian oil-fired plant to fill the supply gap.
Indeed, despite the massive investment, solar power accounts for only about 0.3% of Germany’s total energy. This is one of the key reasons why Germans now pay the second-highest price for electricity in the developed world (exceeded only by Denmark, which aims to be the “world wind-energy champion”). Germans pay three times more than their American counterparts.
Moreover, this sizeable investment does remarkably little to counter global warming. Even with unrealistically generous assumptions, the unimpressive net effect is that solar power reduces Germany’s CO2 emissions by roughly eight million metric tons – or about 1% – for the next 20 years. When the effects are calculated in a standard climate model, the result is a reduction in average temperature of 0.00005oC (one twenty-thousandth of a degree Celsius, or one ten-thousandth of a degree Fahrenheit). To put it another way: by the end of the century, Germany’s $130 billion solar panel subsidies will have postponed temperature increases by 23 hours.
Using solar, Germany is paying about $1,000 per ton of CO2 reduced. The current CO2 price in Europe is $8. Germany could have cut 131 times as much CO2 for the same price. Instead, the Germans are wasting more than 99 cents of every euro that they plow into solar panels.
It gets worse: because Germany is part of the European Union Emissions Trading System, the actual effect of extra solar panels in Germany leads to noCO2 reductions, because total emissions are already capped. Instead, the Germans simply allow other parts of the EU to emit more CO2. Germany’s solar panels have only made it cheaper for Portugal or Greece to use coal.
Defenders of Germany’s solar subsidies also claim that they have helped to create “green jobs”. But each job created by green-energy policies costs an average of $175,000 – considerably more than job creation elsewhere in the economy, such as infrastructure or health care. And many “green jobs” are being exported to China, meaning that Europeans subsidize Chinese jobs, with no CO2 reductions.
Germany’s experiment with subsidizing inefficient solar technology has failed. What governments should do instead is to focus first on increasing research and development to make green-energy technology cheaper and more competitive. Production should be ramped up later.
In the meantime, Germans have paid about $130 billion for a climate-change policy that has no impact on global warming. They have subsidized Chinese jobs and other European countries’ reliance on dirty energy sources. And they have needlessly burdened their economy. As even many German officials would probably attest, governments elsewhere cannot afford to repeat the same mistake.
Bjørn Lomborg is the author of The Skeptical Environmentalist and Cool It, head of the Copenhagen Consensus Center, and adjunct professor at Copenhagen Business School.

Héroes, 19 de febrero: Ricardo Tejero Magro, María Luisa Sánchez Ortega, Eutimio Gómez Gómez, Julia Ríos Rioz y Antonio Ricondo Somoza

Libertad Digital
El 19 de febrero de 1985 dos terroristas asesinaban en Madrid a RICARDO TEJERO MAGRO, consejero y director general del Banco Central. En torno a las 9:00 horas dos terroristas se hicieron pasar por policías de la Dirección General de Seguridad para entrar en el garaje de su casa, en la calle Ortega y Gasset del madrileño barrio de Salamanca. Allí redujeron al vigilante del inmueble y al chófer de Ricardo, encerrándoles en un cuarto de aseo. Otros dos terroristas aguardaban en el exterior y un quinto se quedó al volante de un coche, preparado para huir.
Los etarras esperaron a que el director del banco descendiera desde el portal por la escalera, y en ese momento le dispararon dos tiros en la nuca que le provocaron la muerte en el acto.
Por el asesinato de Ricardo fue condenado en 1985 Venancio Sebastián Horcajo como cómplice. Trece años más tarde, en 1998, la justicia condenó, como responsable del atentado, a Ignacio Arakama Mendia, alias Macario. En 2002 fue condenado José Luis Urrusolo Sistiaga y, en 2003, María del Rosario Delgado Iriondo, como cómplice. A esta última el Tribunal Supremo le rebajó en 2004 de 26 a 16 años la pena de cárcel que le impuso la Audiencia Nacional.
Ricardo Tejero Magro, de 58 años, estaba casado con Roser Sala y era padre de cinco hijos, dos varones y tres chicas, la menor de 14 años. En el momento de su asesinato era el número dos del Banco Central y el colaborador más próximo a Alfonso Escámez. Catalán, a pesar de haber vivido poco en su comunidad natal, se dedicó al negocio bancario por tradición familiar: su padre fue responsable jurídico y secretario general del Banco Vitalicio de España cuando Ignacio Villalonga era presidente de esta entidad y del Banco Central. Ricardo era hijo de una familia de la burguesía media barcelonesa, con domicilio en la Rambla del Prat, junto al barrio de Gracia. Estudió en los Escolapios de la calle Balmes. Se sentía muy catalán al igual que su mujer, Roser Sala, de familia de empresarios con actividad especialmente orientada a aparatos de laboratorio. La trayectoria de Ricardo Tejero estuvo ligada al Banco Central, salvo en dos momentos de su vida en que dejó temporalmente la entidad para ocupar cargos en la Unión Bancaria Hispano Marroquí y en el Banco de Crédito Industrial. Ya definitivamente de vuelta al Banco Central es nombrado director general de la entidad y, en 1979, accede al Consejo de Administración. Ricardo Tejero recibió el sobrenombre de Tejero el bueno, con motivo del espectacular asalto a la antigua sede barcelonesa del Banco Central, en la plaza Cataluña, el 23 de mayo de 1981. A media noche, mientras se mantenía la tensión, anunció a sus colaboradores que se trasladaba a Barcelona con Alfonso Escámez. Aquellos comentaron a los periodistas que "Tejero está de camino hacia el banco", ante la sorpresa de todos. Aún se mantenía la confusión sobre los autores del asalto, que se producía poco después del intento de golpe del 23-F. La aclaración de la identidad del banquero le valió el sobrenombre de "el bueno", unido a su primer apellido.
El 19 de febrero de 1987 la banda terrorista ETA mata en Bilbao a MARÍA LUISA SÁNCHEZ ORTEGA. Volvía a casa a eso de las diez y media de la noche después de su jornada de trabajo habitual como limpiadora. Le alcanzó de lleno la explosión de un artefacto de considerable potencia colocado en un concesionario de Renault de Bilbao. María Luisa quedó gravemente herida: sufrió la amputación de ambas piernas, heridas graves en el pubis, fracturas de costillas y graves quemaduras en la cara que afectaban a los globos oculares. Un coche de la Asociación de Ayuda en Carretera (DYA) recogió a la herida y la trasladó al hospital bilbaíno de Basurto, donde, tras ser intervenida quirúrgicamente, falleció pasada la una de madrugada del 19 de febrero.
Cuatro minutos antes de que hiciese explosión el artefacto se recibió una llamada anónima en la Cruz Roja de Bilbao en la que se decía textualmente: "Soy portavoz de ETA militar. Hemos colocado un petardo en la Renault del muelle de Marzana que hará explosión sobre las once de la noche. Avisar a la policía". El atentado era parte de la campaña etarra contra los intereses franceses en España, consecuencia de la colaboración francesa en materia de lucha antiterrorista. Madrid y Barcelona ya habían sufrido atentados de esa naturaleza.
María Luisa Sánchez Ortega tenía 60 años. Su marido, Antonio Rodríguez, estaba enfermo, y susdos hijos en el paro. Su trabajo limpiando oficinas era la única fuente de ingresos de la familia. Natural de la localidad vizcaína de Dima, era limpiadora de profesión y trabajaba en la zona donde se produjo el atentado.

El 19 de febrero de 1992 fallecen víctimas de la explosión de un coche bomba en el barrio obrero de La Albericia de Santander JULIA RÍOS RIOZ, su marido EUTIMIO GÓMEZ GÓMEZ y el estudiante ANTONIO RICONDO SOMOZA.
Las fuerzas de seguridad de Cantabria se encontraban desde hacía algunos días en estado de alerta en previsión de atentados de la banda terrorista. A Eutimio, Julia y Antonio les alcanzó de lleno la explosión, a las 20:10 horas, del coche bomba activado a distancia al paso de una patrulla de la Policía Nacional que se dirigía al cuartel situado a unos 300 metros.
Además de las tres víctimas mortales, resultaron gravemente heridos los dos agentes que viajaban en el furgón: Benito Sáiz Corral, de 50 años, que fue ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital Marqués de Valdecilla con fracturas múltiples en las extremidades y heridas en cara y cuerpo, y Francisco Vega Cumplido, de 40, intervenido quirúrgicamente de hundimiento craneal. Otras dieciocho personas sufrieron lesiones de diferente consideración, de las que siete fueron dadas de alta a primera hora de la tarde.
La explosión fue brutal. Una veintena de vehículos tenía graves desperfectos y algunos quedaron para el desguace. La furgoneta que ocupaban los policías tenía el techo enteramente destrozado y a ambos lados de la carrocería había decenas de impactos producidos por la metralla. A unos 30 metros tiene sus instalaciones El Diario Montañés, cuyas ventanas resultaron dañadas por la deflagración. Siete inmuebles sufrieron daños y varios pisos quedaron parcialmente destruidos por el artefacto, que se escuchó a casi un kilómetro de distancia.
Por este atentado fueron condenados, en varios fallos diferentes, etarras y colaboradores. En 1992 fue condenado a tres años de prisión el arcipreste de Irún y Fuenterrabía, José Ramón Treviño, por esconder en su iglesia a Ignacio Recarte Ibarra y Luis Ángel Galarza Quirce, autores materiales del atentado junto a Dolores López Resina.
Por sentencia de la Audiencia Nacional fueron condenados en 1998 José Gabriel Zabala Erasun y Gonzalo Rodríguez Cordero. Fueron los que robaron el coche, lo cargaron con explosivo (25 kilos) y metralla (45 kilos) y lo entregaron a los tres miembros de la banda que se habían instalado previamente en Santander. En el mismo fallo se condenó a Ignacio Recarte y Luis Ángel Galarza, etarras que colocaron el coche en el cruce de La Abericia junto a Dolores López Resina. Recarte fue quien accionó el telemando cuando pasó el furgón de la policía.
En 2005 fue condenado Francisco Múgica Garmendia, Pakito, como el que ordenó a los demás terroristas cometer el atentado. Por último, en 2008 fue condenada la etarra Dolores López Resina, alias Lola, quien colocó el coche bomba en La Albericia junto a Recarte y Galarza.
Eutimio Gómez Gómez, 43 años, calefactor del hospital Marqués de Valdecilla, situado cerca de donde tuvo lugar la explosión, y su mujer, Julia Ríos Rioz, de 41 años y panadera de profesión, iban a montarse en su coche cuando les sorprendió la explosión. Ambos fallecieron en el acto. Eutimio era natural de Barrio, del municipio cántabro de Vega de Liébana, y era militante de UGT. Julia era de Gajano, del municipio cántabro de Marina de Cudeyo. Trabajaba en la panadería La Constancia, propiedad de una hermana. Dejaron huérfanos a dos hijos: Silvia, de 18 años, y Jesús, de 16. Tuvieron que ser acogidos por su tía, Rosa Ríos Rioz, porque, como contó en ABC, se habrían quedado en la calle y en la miseria más absoluta: "¿Quién pagaría la hipoteca del piso, quién les costearía los estudios, quién les ayudaría a salir adelante no sólo económicamente, sino moralmente, que es lo verdaderamente importante?".
Antonio Ricondo Somoza, tenía 28 años y había terminado su carrera de Químicas. Tenía todo preparado para casarse el 27 de junio de ese año con Ana Mirem Castro Ugalde. El día del atentado, viajaba en su vehículo en sentido contrario al de la furgoneta policial. La onda expansiva le causó daños tan graves que se le dio por muerto en el acto, pero después se supo que se encontraba en coma terminal con pérdida de masa encefálica. Su familia autorizó que se le mantuviese artificialmente con vida para poder extraer sus órganos: todos fueron donados a otras personas, menos una córnea que quedó dañada por la metralla. Pedro Ricondo Vázquez, padre de Antonio, contó a La Razón en 2005 que "una mujer vasca vive con su corazón".
Tras el anuncio del último alto el fuego de la banda asesina, el 10 de enero de 2011, el padre de Antonio, Pedro Ricondo, que desde 2009 vive en Alicante, a donde fue "huyendo" de su "Cantabria del alma", cansado de tener dos policías siempre custodiándole porque sufría amenazas, hizo unas declaraciones a El Diario Montañés en las que dijo que estaba "hasta las narices de que estos cabrones sigan engañando a España y a todos los españoles. Por favor, póngalo usted así de claro". Añadió un consejo: "Que no se deje engañar el vicepresidente socialista, Rubalcaba, que no se da cuenta de que le están engañando de nuevo, que se lo dice un hombre de 81 años al que la vida y ETA le han dado muchos golpes detrás de las orejas. Que se de cuenta de que le están engañando como lo han hecho con otros tantos políticos de España". Asegura que de la organización terrorista "no van a conseguir nada de nada. Son como las cucarachas, matas una y salen cuarenta". El padre de Antonio habla desde la experiencia no sólo de ser una víctima de ETA por el asesinato de su hijo, "sino de los más de 12 años que estuve sufriendo y aguantando, dirigiendo una empresa en Vizcaya, con 250 trabajadores, y de donde tuve que salir por sus amenazas, para venirme a Cantabria a vivir en paz, y cuando llego a mi tierra me matan a un hijo con 27 años. Qué quiere que le diga de este alto el fuego".

El problema no es el consumo

Juan Ramón Rallo.



Cada trimestre se repite la misma liturgia por parte de ese coro de keynesianos que, según se observa, sólo han leído a medias a Keynes: el PIB cae (o no sube demasiado) por la contracción del consumo y del gasto público. Esta ocasión, claro, no ha sido la excepción. De nuevo oímos que la economía española se encuentra al borde de la recesión porque la gente no consume, de modo que el diagnóstico parece ser bastante sencillo: hay que gastar más.
La tesis subconsumista, empero, tiene dos problemillas, a cada cual más relevante. El primero es que cualquiera que oiga la explicación oficialista de la crisis –"estamos en depresión porque la gente y los políticos han dejado de gastar"– probablemente espere observar un fortísimo descenso del consumo y de los desembolsos públicos desde los felices años de la burbuja. Pues no tanto: descontando la inflación, el gasto de nuestras familias ha caído un 7% desde el cuarto trimestre de 2007 y el de nuestras administraciones ha crecido un 3,3% (y dejamos fuera las enormes transferencias públicas, que se han expandido mucho más). En total, el consumo final apenas se ha reducido un 4,3%. No es poca cosa, pero parece extraño que semejante descenso haya provocado una depresión de esta magnitud.
En efecto, ¿de dónde proceden entonces los problemas de nuestra economía? Pues no de una leve contracción del consumo, sino, como el propio Keynes sabía, de un hundimiento en toda regla de la inversión: desde finales de 2007, la formación de capital de nuestra economía se ha desmoronado un 35%. Sí, ya sé que el consumo tiene un peso unas tres veces mayor que la inversión dentro del PIB, de modo que al final las responsabilidades no serían tan distintas. Pero, aparte de lo sesgadamente mal que el PIB contabiliza el gasto empresarial en bienes de capital, si no sabemos observar la diferencia económica –que no contable– entre que una partida tropiece un 4% y que otra se hunda casi un 40%, es que no entendemos nada sobre una crisis. Ninguna economía se hunde porque los consumidores se vuelvan algo más tacaños; sí lo hace, en cambio, por que los empresarios se enfrenten a una incertidumbre y a unas restricciones tales que paralicen en más de un tercio su inversión anual.
El segundo problemilla de la tesis subconsumista, muy vinculado con el anterior, es que, como debiera saberse, el PIB mide dos realidades que son idénticas: el valor monetario de lo comprado y el valor monetario de lo vendido (o producido). Aunque los titulares periodísticos suelen preferir el lado del gasto, no está de más echarle una ojeada al lado de la producción. ¿Y cuáles son los dos sectores económicos que lo han pasado peor durante esta crisis (y también durante este trimestre)? Aquellos más intensivos en capital y que más vinculados estaban a la expansión crediticia previa: la industria, sobre todo por lo que se refiere a las manufacturas duraderas (cuya producción cae un 11% con respecto a finales de 2007), y la construcción (que desciende más de un 20%). El resto, o suben un poco, o caen un poco o se mantienen.
Ahora, ¿es necesariamente malo que nuestro PIB decrezca porque la construcción caiga un 20%? ¿Deberíamos comprar las mismas viviendas que hace cuatro años? Pues no, dado que ese sector se encontraba astronómicamente inflado. El problema, más bien, es que al tiempo que se ha hundido la construcción y la industria de ciertos bienes duraderos, los empresarios no han invertido masivamente en otros sectores que los sustituyan. ¿Y por qué no lo han hecho? En parte porque no saben dónde hacerlo; en parte porque no disponen de capital; en parte porque ellos y sus potenciales compradores están muy endeudados y antes de volver a gastar a los ritmos anteriores tienen que sanear sus balances; en parte porque los mercados son demasiado inflexibles; y en parte por la incertidumbre sobre el futuro de nuestro país (¿suspenderemos pagos? ¿seguiremos en el euro?).
Así las cosas, debería ser evidente por qué supone un enorme error que fijemos nuestros problemas en un insuficiente consumo: no, nuestros males son otros. Primero, que no sabemos exactamente qué producir y nos toca reinventar nuestro tejido empresarial; y, segundo, que antes de volver a gastar tenemos que amortizar parte de nuestras deudas pasadas. De ahí que la receta sea justamente la opuesta a la que se nos sugiere desde esos engañosos titulares que cargan las tintas contra la austeridad: ahora mismo no necesitamos más consumo, sino más ahorro para amortizar nuestras deudas y para sufragar el imprescindible aumento de la inversión que modifique nuestra estructura productiva.
Al cabo, si en estos momentos decidiéramos, por ejemplo, incrementar todavía más el gasto público, ¿qué acaecería? Primero, que restringiríamos aún más la financiación de la inversión privada; segundo, que sería el Estado quien escogería en qué sectores invertir, cómo si él tuviese la más mínima idea de dónde se hallan las oportunidades de negocio (¿Planes E? ¿Aeropuertos sin pasajeros?); tercero, que el endeudamiento total de nuestra economía seguiría aumentando y, por tanto, también la constricción del gasto privado de familias y empresas; y cuarto, que la incertidumbre institucional sobre nuestra permanencia en el euro continuaría aumentando, desincentivando todavía más la inversión empresarial.
El camino es otro y debe mirar a mucho mayor plazo: necesitamos modificar nuestros patrones de especialización y, para ello, toca reducir el endeudamiento de familias, compañías y bancos; estabilizar las cuentas del Estado para despejar histerias; liberalizar mercados para facilitar la elaboración de nuevos planes de negocio; y convertir la inversión en una actividad lo más atractiva y segura posible (por ejemplo, con impuestos bajos). Explíquenme ahora cómo se favorece todo esto promoviendo el gasto ciego, irresponsable y suicida de familias y administraciones públicas. Ay, que algunos todavía no han escapado de la mentalidad de la burbuja.

Corrupción en empresa de mercados agropecuarios

Dania Virgen García.




 
Genaro Carmona Ibáñez, vive en Serafina numero 219, entre Alacía y Castillo, reparto Juanelo, San Miguel del Padrón. Estudió escultura y dibujo en la Escuela San Alejandro. Pertenece a la Asociación Cubana de Artesanos  (ACA).

Carmona, quien vendía artesanías a turistas en varios lugares de la Habana Viejo y El Vedado, al ver que el turismo se desmoronaba tuvo que vincularse a otro tipo de trabajo para sustentar a su familia.

Pudo encontrar trabajo en la empresa agropecuaria sita en Pasaje Cruzel s/n, entre 1ra y Tejas, en el municipio de San Miguel del Padrón. En el mes de junio del pasado año comenzó a trabajar como estibador en la unidad básica de 4ta y 8 Vías, perteneciente a la empresa antes mencionada. Más tarde pasó a ser ayudante de carro.

En el mes de julio, comenzó como ayudante de almacén, en  Tejas numero 13. Con él trabajaban otras tres personas: Roque, especialista de la calidad, Daimara Méndez, la comercial del municipio, y otro empleado.

Roque fue inculpado por la comercial de un faltante de 22 mil toneladas de plátanos, que se pudrieron por demoras en los envíos. Según explica Carmona, “como Roque es internacionalista, el problema se solucionó vendiendo toda la mercancía descompuesta a Torula, una unidad básica que se dedica a comprar productos en merma para alimentar puercos”.

“Las mercancías muchas veces llegan en buen estado, pero Ramón, el director, y la comercial dejan que se les eche a perder para  podérsela vender a  Torula, y así llenarse los bolsillos de dinero”, afirma Carmona.

Al ver que la corrupción era tan grande, Genaro Carmona comenzó a tomar fotografías que mostraban que  los productos entraban en buen estado y se echaban a perder, que en las facturas no se plasmaba claramente la existencia de mercancías, los carros que llegaban para que se les vendiera por la izquierda. 

Cuando fue descubierto, Genaro Carmona fue expulsado del centro. Fue entonces que decidió entregar las evidencias de esta monstruosa corrupción a esta reportera. 

“Quiero que se conozca que a estos corruptos no les importa que el pueblo muera de hambre, sólo les importa su beneficio personal”.

dania@cubadentro.com


Metropolis

1927. Director: Fritz Lang.

Al di Meola World Sinfonia & Gonzalo Rubalcaba - Jazz in Marciac 2011



Gonzalo Rubalcaba - piano
Al Di Meola - guitare
Kevin Seddiki - guitare
Fausto Beccalossi - accordéon
Peter Kaszas - batterie, percussions