Víctimas, 7 de mayo: Fernando Llorente Roiz, Antonio Nogueras García, Manuel Rodríguez Taboada, Guillermo Tevar Seco y José Luis López de Lacalle

Libertad Digital.



En torno a las once de la noche del miércoles 7 de mayo de 1975 ETA asesinaba a tiros en Bilbao al inspector de policía FERNANDO LLORENTE ROIZcuando iba a entrar en su domicilio de la calle Calixto Díez.
Fernando regresaba a su casa, tras terminar su jornada laboral. Antes de subir a su domicilio, había entrado en el Bar Garrote que estaba lleno de público que contemplaba un combate de boxeo televisado. Allí se encontró con unos amigos, con los que bebió dos chiquitos. Después recogió una bota de vino que había dejado en el bar para que la arreglasen y salió en dirección a su casa. Acababa de terminar el décimo asalto del combate.
Para entonces su esposa, María Icíar Ortueta Ozamiz, había recibido una llamada telefónica de un desconocido preguntándole si había regresado su esposo, a lo que respondió negativamente.
Los clientes del bar escucharon los disparos en el momento en que Fernando abandonaba el establecimiento. Un testigo presencial relató que todos se tiraron al suelo y que los disparos fueron aislados, de pistola, y no en ráfaga. Cuando salieron, el inspector ya estaba sobre la acera, en la puerta de su domicilio. Un vecino que se encontraba asomado a la ventana afirmó que vio correr a toda velocidad a dos individuos en dirección a la calle General Salazar.
Fernando Llorente fue auxiliado por sus vecinos y amigos. Inmediatamente le trasladaron en un taxi al Hospital Civil de Basurto, donde falleció minutos después en la unidad de reanimación del centro hospitalario.
Al día siguiente los restos mortales de Fernando se trasladaron a la Jefatura Superior de Policía de Bilbao. Unas doscientas personas aguardaban la llegada del cadáver en un ambiente de gran tensión. El funeral se celebró a las 12:30 horas en la propia Jefatura. Su viuda dio muestras de gran entereza, y antes de iniciarse el funeral dijo que perdonaba "de todo corazón a quienes han asesinado a mi marido". El director general de Seguridad, Francisco Dueñas, le impuso a título póstumo la Medalla de Oro al Mérito Policial con distintivo rojo, máximo galardón que prendió en la bandera española que cubría el féretro.
Fernando Llorente Roiz, de 51 años, era natural del pueblo santanderino de Villanueva de Villaescusa. Había ingresado en el Cuerpo General de Policía veintisiete años antes. Estuvo destinado un año en Valladolid, regresando después a Bilbao, donde permaneció en distintas secciones de la Jefatura Superior. Primero en la llamada Brigada de Orden Público 091, donde llegó a ocupar el puesto de jefe de sala de la misma Brigada. Desde nueve años antes de su asesinato había pasado a la sección del Documento Nacional de Identidad, a petición propia y debido a problemas de salud ya que tuvo que ser sometido a una intervención quirúrgica de vesícula. Estabacasado con Icíar Ortueta Ozamiz, hija de un afamado corredor de motos de los años 40, Javier Ortueta, y tenía tres hijas de 20, 17 y 3 años en el momento en que su padre fue asesinado.
A las diez y media de la mañana del 7 de mayo de 1981, ETA asesinaba en el centro de Madrid a tres militares del servicio directo del Rey, en un atentado que iba dirigido contra el jefe del Cuarto Militar de la Casa Real, el teniente general Joaquín Valenzuela Alcívar-Jáuregui, que resultó herido de gravedad. El atentado lo ordenó el dirigente de la banda terrorista Juan Lorenzo Lasa Mitxelena, alias Txikierdi y lo ejecutaron Henri Parot y otros miembros del grupo Argala de ETA.
El atentado se produjo a las 10:30 horas en pleno centro de Madrid, al hacer explosión un artefacto que dos terroristas montados en una motocicleta depositaron instantes antes en el techo del vehículo en el que circulaban los militares. Los dos terroristas siguieron al Dodge oficial y, cuando se encontraba en la calle Conde Peñalver, se pusieron a su altura. Parot, que iba de copiloto, depositó el artefacto explosivo colocado dentro de una bolsa de un supermercado con unos imanes para que se adhiriera al techo. Estaba fabricado como una carga hueca para dirigir la onda expansiva hacia el interior del coche y multiplicar sus efectos. Tras la operación, los terroristas huyeron en dirección al Retiro. Apenas unos instantes después, y sin que el coche de escolta pudiera reaccionar, la bomba hizo explosión. Los militares fallecidos fueron el teniente coronel GUILLERMO TEVAR SECO -ayudante del teniente general Valenzuela-, el suboficial de escolta ANTONIO NOGUERAS GARCÍA, y el soldado conductor MANUEL RODRÍGUEZ TABOADA.
Además del teniente general Valenzuela, hubo otros veinte heridos que se encontraban en las inmediaciones: Basilio Vega Vallejo, Pilar Pastoriza Orozco, Víctor Fernández Ortiz, Paula Corchado Denche, Manuel Matey Bande, María Melitona García García, Ángel Vizcaíno Alba, Celia Arselina del Son Sánchez, Antonio Núñez Gómez, María Teresa del Pozo Pérez, María de los Reyes Esteban Ortiz, María Pilar Garrido Egaña, Luis Hinojosa Fernández, María Pilar Sanz Veguillas, María Montserrat Malo Arrondo, Julio Jorge Apestique Infiesta, María Dolores Infiesta Díaz, Juan Sánchez Martín, Constantino Fernández Espinosa y María Molinero Martín. A medianoche, el estado del teniente general Valenzuela era relativamente satisfactorio. De acuerdo con el parte médico emitido, había "cierto grado de optimismo, aunque el pronóstico sigue siendo de gravedad". Todos los heridos fueron recuperándose de las heridas sufridas.
La capilla ardiente de las víctimas se instaló en el Regimiento de la Guardia Real, en El Pardo, y fue visitada esa misma noche por los Reyes de España. El triple asesinato provocó una respuesta ciudadana sin precedentes hasta entonces. Millones de españoles, siguiendo el llamamiento de partidos y sindicatos, paralizaron su actividad durante unos minutos al día siguiente para expresar su rechazo.
En medios militares se temía desde hacía tiempo una acción espectacular de ETA en Madrid, y esa era probablemente la razón de que durante el fin de semana anterior al atentado se adoptaran medidas especiales de vigilancia en la I Región Militar. La guarnición de Madrid estuvo acuartelada tras el atentado durante tres horas. Por la tarde surgió el rumor de la dimisión del ministro del Interior, Juan José Rosón, extremo que fue rápidamente desmentido por fuentes oficiales.
Este atentado de ETA suponía un paso más en la estrategia de la tensión que había iniciado otro grupo terrorista, los GRAPO, con el asesinato del general González de Suso. Tras el atentado, grupos de extrema derecha se manifestaron frente al Cuartel General del Ejército, injuriaron al Rey y pidieron la interrupción del proceso democrático. La preocupación existente tras el atentado quedó reflejada en las declaraciones hechas esa misma noche por el presidente del Gobierno vasco, Carlos Garaikoetxea, quien afirmó que ETA, los GRAPO y otros grupos terroristas buscan objetivamente idénticos resultados: "Provocar el hundimiento del proceso democrático". En el mismo sentido se expresó el secretario general del PSOE, Felipe González, en una conferencia de Prensa celebrada en Madrid.
ETA reivindicó el atentado el 7 de mayo mediante llamadas telefónicas a diversos medios informativos de Bilbao. En 1992 fue condenado por este atentado Henri Parot a penas de 30 años por cada uno de los tres asesinatos y a otros 26 por el asesinato frustrado del teniente general Valenzuela. En 1993 fueron condenados a las mismas penas Juan Lorenzo Lasa Mitxelena, Txikierdi, como inductor y cooperador necesario, e Isidro Garalde Bedialauneta, como cooperador necesario.
Antonio Nogueras García, cabo de la Guardia Real, casado y con tres hijos, tenía 38 años. Era natural de Frigiliana (Málaga). Su vida laboral la inició en un comercio de calzado, y de allí paso a la escolta de Franco. Cuando fue asesinado pertenecía a la Guardia Real.



Manuel Rodríguez Taboada, soldado de la Guardia Real, tenía 36 años. Natural de Orense, con 23 años se trasladó a Madrid para ingresar en la guardia motorizada de Franco. De aquí pasaría al servicio de la Casa Real. Estaba casadoy tenía tres hijos.



Guillermo Tevar Seco, teniente coronel de Infantería, tenía 56 años. De origen aragonés, estaba casado y era padre de tres hijos. Era diplomado en carros de combate y en automóviles.



El domingo 7 de mayo de 2000, la banda terrorista ETA asesinaba al periodista y columnista de El Mundo JOSÉ LUIS LÓPEZ DE LACALLE. Eran aproximadamente las 9:45 horas. La víctima, de 62 años de edad, regresaba a su domicilio en la calle Ondarreta de Andoain. Cuando se disponía a abrir el portal, un terrorista le disparó a quemarropa. López de Lacalle recibió inicialmente dos disparos en el tórax y, posteriormente, fue rematado en el suelo con otros dos tiros en la sien y en la nuca. Los autores del atentado huyeron en un vehículo por una de las salidas de Andoain a la carretera N-1, en dirección a San Sebastián, situada a poco más de trescientos metros del escenario del crimen.
José Luis había abandonado su vivienda poco antes de las nueve de la mañana. Se dirigió a la librería Stop, donde compró ocho periódicos diferentes. Desde ahí se fue caminando hasta el Bar Elizondo. Poco después, tomó el camino de regreso hacia su casa, donde le esperaban dos terroristas.
Junto al cuerpo de José Luis López de Lacalle había dos bolsas con los diferentes periódicos que había comprado, desde Abc hasta Gara, y un paraguas granate. El cadáver permaneció tapado con una sábana durante aproximadamente tres horas, y su levantamiento se produjo en torno a las 12:30 horas por orden del juez de guardia, que dispuso su traslado al Instituto Anatómico Forense de Polloe, en San Sebastián, para practicarle la autopsia.
En el momento del atentado, en el domicilio de José Luis López de Lacalle se encontraba sólo su hijo Alain, de 21 años y estudiante de Derecho. Su otra hija, Aitziber, médico de 28 años, estaba en Ginebra. La esposa, María Paz, estaba en el momento de los hechos en el domicilio de sus padres. María Paz era profesora jubilada de una ikastola.
En el lugar del crimen se personaron de inmediato un hermano del fallecido y su esposa, así como una cuñada que venía de pasear por el monte y que, al ver el cadáver de su familiar, comenzó a gritar "¡asesinos, asesinos!".
Poco después de que la Ertzaintza acordonara la zona y se hiciera cargo de la investigación, fueron llegando distintas personalidades, como el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, que se desplazó desde Madrid; el portavoz del Gobierno vasco, Josu Jon Imaz; el subdelegado del Gobierno en Guipúzcoa, Eduardo Ameijide; Joseba Egibar, portavoz del PNV y natural de Andoain; Ramón Jáuregui, dirigente del PSOE; Manuel Montero, rector de la Universidad del País Vasco; el escritor Raúl Guerra Garrido; Consuelo Ordóñez, hermana del concejal donostiarra del PP Gregorio Ordóñez, y Antxon Karrera, dirigente de EB-IU, entre otros. También acudieron el vicepresidente del Gobierno español, Mariano Rajoy y el ministro de Interior, Jaime Mayor Oreja.
Años antes de ser asesinado, había recibido amenazas de muerte, mediante pintadas cerca de su domicilio o a través de carta. El 27 de febrero de 2000 un grupo de desconocidos lanzó varioscócteles molotov contra su casa, que impactaron en un balcón. El consejero de Interior, Javier Balza, explicó que se puso en contacto con López de Lacalle a raíz del ataque a su vivienda en febrero. Aseguró que en este caso, como en el de todas las personas amenazadas, se establecieron medidas especiales de precaución por parte de las patrullas de cada municipio, que vigilan con especial intensidad los domicilios y los destinos de estas personas.
Joseba Pagazaurtundúa, también asesinado por ETA tres años después, denunció la relación que pudo haber entre el asesinato de López de Lacalle y la construcción de la autovía de Leizarán. El periodista escribió decenas de artículos denunciando que la modificación del trazado de la autovía, tras un pacto entre PNV y PSE después de una campaña de atentados de la banda asesina,era una clara concesión a ETA. Según cuenta Pagaza en su vídeo denuncia, un alto dirigente del PNV le dijo a José Luis en Zaráuz: "te vamos a tapar la boca", algo que se materializó con la no publicación en El Diario Vasco de un artículo del periodista denunciando las concesiones a ETA en este asunto. "José Luis López de Lacalle no volvió a escribir más para El Diario Vasco, a pesar de que le dijeron que escribiera sobre lo que él quisiera, menos sobre la autovía de Leizarán", denuncia Pagaza, y añade que le confesó que un alto cargo del PSE tuvo que ver con la decisión del periódico de no publicarle su último artículo.
A pesar de las amenazas y los ataques, se negó a abandonar Andoain. "Los franquistas me encarcelaron cinco años, pero jamás se atrevieron a agredir a mi familia", dijo en una entrevista en El Diario Vasco el día que atacaron su domicilio con cócteles molotov.
El funeral por José Luis López de Lacalle se celebró al día siguiente 8 de mayo, a las siete de la tarde, en la Iglesia de San Martín de Andoain. A primera hora de la mañana, el cuerpo fue trasladado al cementerio de Andoain, en donde por deseo de la familia hubo un entierro en la intimidad.
En 2001 fue detenido por la Ertzaintza el etarra José Ignacio Guridi Lasa con el revólver con el que asesinó a De Lacalle. Fue condenado a 30 años en 2002. En enero de 2009 fue condenado el exjefe de ETA Javier García Gaztelu, alias Txapote, a otros 30 años por ordenar el asesinato del periodista. En noviembre de 2009 fue extraditado por Francia el etarra Asier Arzalluz Goñi, aliasSantiEpeta y Sendoa, presunto coautor de los asesinatos de José Luis López de Lacalle y de los guardias civiles Irene Fernández Perea y de su compañero de patrulla, José Ángel de Jesús Encinas en Sallent de Gallego (Huesca) en agosto de 2000. Anteriormente ya había sido extraditado temporalmente para ser juzgado en España por otros atentados.
José Luis López de Lacalle tenía 62 años y era de Tolosa (Guipúzcoa). Estaba casado con María Paz Artolazábal y tenía dos hijos: Aitziber, de 28 años, y Alain, de 21. Pasó por la cárcel durante el franquismo por su significación como militante del Partido Comunista. Fue uno de los fundadores de Izquierda Unida en el País Vasco, aunque pronto se desligó de la coalición, a la que criticó con dureza por su presencia en el Pacto de Estella.
Trabajó como gerente de una empresa y en una cooperativa y en el momento de su asesinato eracolaborador del periódico El Mundo, en cuyas páginas analizaba semanalmente la actualidad política desde 1997. También pertenecía al consejo editorial del periódico. Su último artículo, "El cambio necesario", se publicó el 2 de mayo, cinco días antes de ser asesinado. José Luis reclamaba elecciones anticipadas después de que ETA y el PNV hubiesen pactado romper con las "fuerzas españolistas".
Después del asesinato de Miguel Ángel Blanco participó en la constitución del Foro de Ermua, del que era miembro destacado. "Nunca he soportado que la vida ajena se utilice como instrumento de presión política", escribió José Luis en su columna de El Mundo "La niebla y el trasluz" el 25 de julio de 1998.
Se autodefinía como vasco no nacionalista: "Me duele la Euskadi negra. Me gustaría una Euskadi armónica e integrada en el autogobierno. Me siento más vasco fuera del país (...). Me identifico en iguales términos con una España reconciliada, democrática, civilizada, plural, habitable, abierta a la modernidad y al mundo. No me preocupa lo más mínimo que su integración en la UE signifique una pérdida de soberanía a chorros (...). Por las mismas razones que no soy nacionalista vasco, no soy nacionalista español".
En la página donde se presenta la Fundación José Luis López de Lacalle puede leerse: "José Luis fue un luchador por la libertad, y también uno de sus más convencidos usuarios. Su espontaneidad, su ausencia de complejos, su optimismo y su sonrisa permanente trazaban un perfil incompatible con la sociedad atemorizada que nos quieren imponer. José Luis fue una persona irrepetible y con él mataron también una parte de nuestros mejores sueños".
Como dijo su viuda, las únicas armas que utilizó en su vida fueron "una máquina de escribir y un bolígrafo". Con ellos denunció las injusticias de la dictadura franquista, del nacionalismo vasco excluyente y el terrorismo de ETA. Después de asesinarle, el entorno proetarra siguió atacando la memoria del periodista, con pintadas en su localidad donde podía leerse: "De Lacalle jódete asesino".

Fidel Castro y Fulgencio Batista. Dos hombres y el destino

Carlos Alberto Montaner.



La tragedia de los cubanos tiene ya sesenta años. Solemos decir que se inició con la llegada de Fidel Castro al poder, en enero de 1959, pero no es cierto: todo empezó el 10 de marzo de 1952.

Esa madrugada, el expresidente Fulgencio Batista, hombre que en sus orígenes procedía de los estratos más bajos del ejército, dio un golpe militar incruento. Lo llevó a cabo pocas semanas antes de unas elecciones que muy probablemente hubiera ganado Roberto Agramonte, un honorable catedrático de Sociología que presidía el Partido Ortodoxo, formación política vagamente socialdemócrata. El cuartelazo interrumpía un ciclo democrático de tres Gobiernos sucesivos de centro izquierda, incluido el del propio Batista (1940-1944), quien había tenido el honor de inaugurarlo.


Veamos cómo describía Fidel Castro el mundillo político liquidado por el golpe de Batista. El fragmento que sigue pertenece a La historia me absolverá, el alegato de Castro en su propia defensa por el juicio que se le siguió tras atacar el cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953:
Os voy a referir una historia. Había una vez una república. Tenía su Constitución, sus leyes, sus libertades, Presidente, Congreso, tribunales; todo el mundo podría reunirse, asociarse, hablar y escribir con entera libertad. El Gobierno no satisfacía al pueblo, pero el pueblo podía cambiarlo y ya sólo faltaban unos días para hacerlo. Existía una opinión pública respetada y acatada y todos los problemas de interés colectivo eran discutidos libremente. Había partidos políticos, horas doctrinales de radio, programas polémicos de televisión, actos públicos, y en el pueblo palpitaba el entusiasmo. Este pueblo había sufrido mucho y si no era feliz, deseaba serlo y tenía derecho a ello. Lo habían engañado muchas veces y miraba el pasado con verdadero terror. Creía ciegamente que éste no podría volver; estaba orgulloso de su amor a la libertad y vivía engreído de que ella sería respetada como cosa sagrada; sentía una noble confianza en la seguridad de que nadie se atrevería a cometer el crimen de atentar contra sus instituciones democráticas. Deseaba un cambio, una mejora, un avance, y lo veía cerca. Toda su esperanza estaba en el futuro.
Retrato de Batista


¿Quién era Batista y por qué derribó la frágil institucionalidad democrática de Cuba tras haber contribuido decisivamente a edificarla en 1940?


Fulgencio Batista era un hombre de origen muy pobre, nacido en Banes en 1901, un pueblo remoto y atrasado del Oriente cubano. Era mestizo de blanco, negro, indio y tal vez chino. Su madre lo crió sola, porque, como era frecuente en el campo, el padre ni siquiera quiso reconocerlo hasta pasado cierto tiempo. De niño, Batista cortó cañas, trabajó como peón en los trenes, recibió alguna instrucción de unos bondadosos cuáqueros americanos que merodeaban haciendo el bien por aquellos parajes y, finalmente, se alistó como soldado para escapar de la miseria y estructurar su vida de alguna manera provechosa.


Batista no tenía vocación castrense en el sentido de querer disparar cañones y ganar batallas, de hecho se hizo mecanógrafo y taquígrafo para trabajar en el Estado Mayor, donde alcanzó el grado de sargento debido a esas destrezas burocráticas menores que exhibía. Tenía fama de ser inteligente y respetuoso, aunque la vulgaridad afeaba su conducta, inevitable rasgo que se adquiere en la vida cuartelera. Parece que este extremo logró corregirlo con el paso de los años. El poder lo civilizó y lo educó, al menos formalmente.


En agosto de 1933, tras la caída de Machado, por esos raros imponderables de la vida, el sargento Batista, ante el desmoronamiento de las instituciones, incluido el propio ejército, se vio de pronto de portavoz de una insubordinación de los sargentos y clases del ejército cuyo origen era esencialmente económico: protestaban porque no cobraban su sueldo desde hacía varios meses. Pero esa protesta pronto se transformó en reivindicación política cuando unos sagaces revolucionarios, blancos, educados, ideológicamente motivados por el pensamiento de izquierda, y generalmente adscritos a los niveles sociales altos y medios del país, vieron en la rebelión de los sargentos una buena oportunidad de controlar las fuerzas armadas para ponerlas al servicio de la revolución que se proponían llevar a cabo.


El 4 de septiembre de 1933 se produjo la primera gran aventura política de Batista. El sargento, junto a los estudiantes universitarios y otros elementos radicales que encabezaron la lucha armada contra la dictadura de Machado, desalojaron del poder a Carlos Manuel de Céspedes, hijo del Padre de la Patria, y ocuparon la casa de Gobierno. El entonces muy joven Batista, con apenas 32 años y sin otro bagaje intelectual que el de ser hábil tomando dictados, se convertía en el hombre fuerte del país, papel que desempeñaría hasta 1940, cuando resultó electo en unos comicios razonablemente limpios.


Batista gobierna entre esa fecha y en 1944, y, finalmente, tras otras elecciones inobjetables, entregó el poder a un catedrático de medicina, el Dr. Ramón Grau San Martín, quien había sido su más relevante compañero en la asonada del 4 de septiembre, pero a quien había defenestrado varios meses después, en enero de 1934, con el beneplácito y el aliento del Gobierno de Franklin D. Roosevelt, entonces empeñado en pacificar y moderar Cuba.


¿Cómo y por qué este humilde sargento, totalmente desconocido, se transformó en el hombre fuerte de Cuba? Mi impresión es que el resto de los factores de poder (el Directorio, los empresarios, los comunistas, la embajada de Estados Unidos), por diversas circunstancias vieron sus debilidades como ventajas comparativas.


Todos creían que podrían manipularlo. Batista era demasiado débil intelectual y económicamente. No pertenecía a la oligarquía económica ni al patriciado blanco, no se había construido una prestigiosa biografía antimachadista. Era, aparentemente, un pobre diablo al que un brillante periodista, Sergio Carbó, flamante secretario de Gobernación y de Marina y Guerra del Gobierno surgido del 4 de septiembre, había ascendido mágicamente de sargento a coronel, colocándole las tres estrellas sobre su camisa sudada de soldado, para tratar de revitalizar la desmoralizada institución armada.


¿Y cómo se veía Batista a sí mismo? Probablemente, como un hombre de pueblo, sufrido y humillado en aquella Cuba racista y clasista que se burlaba de él porque era mestizo, y de su mujer, Elisa, porque había tenido que lavar ropa de extraños para superar la pobreza. Se veía, además, como un hombre de izquierda que simpatizó con los republicanos durante la guerra civil española (algo que Franco nunca le perdonó del todo). Por eso se sentía totalmente afín al lenguaje revolucionario posmachadista, y seguramente se congratulaba de haber aprovechado la oportunidad que le presentó la vida.




Ni siquiera Fidel, en 1959, fue tan generoso con los comunistas como Batista en su primer Gobierno. Fidel utilizó a su antojo al viejo PSP, y cuando le pareció oportuno encarceló a unos cuantos dirigentes, durante la llamada "microfracción". Batista, en cambio, los trató como aliados y les concedió una parcela de poder importantísima: la Confederación de Trabajadores Cubanos.


Nunca en la historia de la República los comunistas tuvieron más peso y reconocimiento que durante el primer batistato. Lo que explica que hayan sido los comunistas los primeros y más enérgicos batistianos del país. Los dos Gobiernos del Partido Auténtico que siguieron a ese Batista juvenil se encargaron de arrebatarles el poder, los privilegios y la autoridad que el exsargento les había conferido.


Cuando Batista, en 1944, termina su periodo presidencial y comienza un recorrido internacional, el poeta Pablo Neruda saluda su paso por Chile con palabras como éstas:
Otra hora ha llegado al mundo, la hora del pueblo, la hora de los hombres del pueblo, la hora en que Batista se confunde con los héroes populares de nuestra época, Yeremenko, Shukov, Cherniakovsky y Malinovsky, que hoy golpea y deshace las puertas de Alemania, los guerrilleros de España y de China, Tito y la Pasionaria. A Batista, en esta hora que también, por desgracia, se ha caracterizado por incubar traidores y cobardes, lo ponemos en el marco de los americanos totales.
Después de su periplo triunfal, aplaudido por las izquierdas en media América, Batista se refugia en Daytona, Florida, y allí permanece varios años. En 1948 es elegido senador sin siquiera hacer campaña, y se postula nuevamente para presidente en 1952. Pero esta vez carece totalmente de apoyo popular. Según las encuestas de la época, apenas contaba con el respaldo del 10% de los electores. Fue entonces cuando aceptó encabezar un golpe que otros militares y algunos civiles habían organizado previamente.


¿Por qué lo hizo? Su primera coartada, totalmente absurda, era que Carlos Prío Socarrás, a su vez, preparaba un golpe. La otra justificación, igualmente insostenible, es que el país estaba en medio del caos producto de los enfrentamientos armados entre bandas rivales. La verdad es más sórdida que todo eso: lo hizo, y la sociedad permaneció indiferente, porque quería seguir mandando y, de paso, enriquecerse otra vez de manera ilícita, pues el cofre familiar estaba medio vacío. Pudo hacerlo, pudo dar el golpe, porque no existían unos sólidos valores republicanos universalmente compartidos.


Prevalecía en el país la mentalidad revolucionaria, muy vigorosa desde los años veinte, pero absolutamente hegemónica a partir de 1933, que ignoraba la importancia de la ley o el peso de las instituciones. La fina estructura republicana, que exige de los ciudadanos y de la clase dirigente el voluntario acatamiento de la ley, en Cuba era una desconocida entelequia. La democracia pendía de alfileres.


Retrato de Fidel Castro


El golpe de Batista, el 10 de marzo de 1952, fue una bendición para Fidel Castro. El impetuoso abogado de 26 años, con fama de gangstercillo violento –lo que en esa confundida sociedad, sacudida por severas turbulencias, no lo invalidaba como líder cívico–, perteneciente al Partido Ortodoxo y candidato a congresista en las elecciones que nunca se celebraron, de pronto encontró un camino rápido para convertirse en la figura política más importante del país: encabezar la insurrección contra la nueva dictadura.


Al contrario de Batista, Fidel provenía de una familia rica del campo cubano. Su padre, un gallego laborioso llamado Ángel Castro, llegado a Cuba a fines del siglo XIX como soldado español, a lo largo de una vida de trabajo y continuos negocios se había convertido en millonario. A su muerte, ocurrida en 1956, su fortuna se calculó en más de seis millones de dólares, cifra impresionante para la época. Su madre, Lina Ruz, no obstante su limitadísima formación, quiso que sus hijos estudiaran en buenos colegios y no escatimó recursos para lograrlo, pese a que el centro geográfico de los negocios familiares estaba cerca de Mayarí, también en una región atrasada y distante del Oriente cubano.


Fidel, pues, fue enviado como interno a Belén, uno de los mejores colegios de Cuba, dirigido por los jesuitas, y cuando terminó el bachillerato sus padres continuaron manteniéndolo generosamente mientras estudiaba Derecho en la universidad. Como dato curioso, la primera vez que el nombre de Fidel Castro aparece en un diario es cuando lo ataca el periódico Hoy, de los comunistas cubanos. En su edición del 14 de diciembre de 1944 dice lo siguiente:
En el reaccionario Colegio de Belén se realizó una ridícula sesión para combatir el proyecto del ilustre senador Marinello [una ley en contra de la enseñanza privada], y uno de los discursos estuvo a cargo de un tal Fidel Castro, pichón de jesuita, y que se mantuvo hablando tonterías, comiendo gofio durante mas de una hora.
En la universidad, Fidel, pese a ser inteligente y poseer una gran memoria, estudió poco. Todo su interés estaba en labrarse una carrera política que lo llevara al poder. Como en esa época muchos líderes cubanos no se distinguían por su sabiduría, sino por su ejecutoria violenta como revolucionarios, pronto se integró en una de las pandillas más activas, la Unión Insurreccional Revolucionaria, y protagonizó varios hechos de sangre.


Mientras el Fidel tiratiros, como entonces se les decía, inspiraba cierto miedo y respeto entre sus compañeros, y pese a que sus amigos le reconocían una rara capacidad oratoria, la verdad es que el líder político juvenil no lograba abrirse paso. Fidel no consiguió ganar ninguna elección en la universidad. De manera que en 1949, tras advertir que por la vía de la violencia no podía triunfar donde funcionaban las instituciones democráticas, renunció a la UIR y se afilió al Partido Ortodoxo, con el objeto de llegar al Congreso.


En esa tarea estaba la madrugada del 10 de marzo de 1952, fecha en que Batista dio el golpe. Era la circunstancia perfecta para él. A base de acciones violentas, audaces y absolutamente irresponsables, quemaría etapas y lograría catapultarse a los primeros planos de la política nacional. Enseguida descubrió que su capacidad de convocatoria era muy débil en el terreno político, porque no conseguía nuclear a gentes intelectualmente bien formadas, pero resultaba muy eficaz para organizar pandillas de acción. Podía perder la vida en el intento, pero estaba dispuesto a realizar esa apuesta.


De alguna manera, Fidel compartía con Batista ese carácter temerario. La noche en que el exsargento fue a apoderarse del campamento de Columbia pudo morir si algún soldado u oficial se hubiera decidido a hacerle frente. También pudo iniciarse una guerra civil si Carlos Prío hubiera tenido el ánimo de resistir el levantamiento. Pero no sucedió nada de eso. Batista volvió al poder casi sin oposición en los primeros momentos.


Pero ocurrió lo peor: se crearon las condiciones para que un nefasto personaje como Fidel Castro, violento y delirante, con la cabeza llena de disparates, sin ninguna experiencia laboral, acabara apoderándose de una sociedad que carecía de defensas frente a los caudillos revolucionarios, porque episodios como el golpe habían convencido a la mayor parte de los cubanos de que la República no servía para nada, dado que la clase política no era otra cosa que una banda de ladrones y de violadores de la ley.

elblogdemontaner.com

Global warming Policies might be bad for your Health

Indur Goklany.

Leer informe completo.



Conclusion: reducing the urgent Health risks that global warming would exacerbate.


Even on the basis of speculative analysis that tends to systematically overestimate the threat of global warming, it is now, and for the foreseeable future, outweighed by numerous other health threats. Many of these greater threats are diseases of poverty.


Exaggerating the importance of global warming seriously risks misdirecting the world’s priorities and its resources in efforts to reduce poverty and improve public health. Equally importantly, policies to curb global warming would, by increasing the price of energy and reducing its usage worldwide, slow down, if not reverse, the pace of economic growth. As economic development is central to the fight against poverty, such policies would tend to perpetuate the diseases—and all the other problems—associated with poverty. Specifically, since the diseases of poverty are currently responsible for 70–80 times more death and disease than global warming, such policies may well be counterproductive. They would, moreover, slow advances in society’s adaptive capacity, and otherwise retard improvements in human well-being (Goklany 2009e).


For example, the increase in biofuel production between 2004 and 2010, partly as a consequence of policies designed to reduce dependence on fossil fuels, is estimated to have increased the population in absolute poverty in the developing world by over 35 million, leading to about 200,000 additional deaths in 2010 alone. Moreover, to the extent that mitigation may have reduced the rate of warming (which is the best that mitigation can hope to achieve given current technologies and the inertia of the climate system), it may have slowed the reduction in excess winter mortality, a phenomenon that isn’t only restricted to the higher latitudes.


Since global warming would mostly amplify existing health risks that are associated with poverty, tackling these underlying health risks (e.g., hunger, malaria and other vector-borne diseases listed in Table 1) would also address any incremental health risks attributable to global warming. Accordingly, global health and well-being would, for the foreseeable future, be advanced farther, faster, more surely and more economically through (a) focused adaptation, that is, efforts focused on reducing vulnerability to today’s urgent poverty-related health problems that may be exacerbated by global warming, or (b) increasing adaptive capacity, especially of developing countries, through economic and technological development rather than on (c) quixotic and, most likely, counterproductive, efforts to reduce energy usage.

Razón, observación, teorías y crítica intelectual



Los seres vivos son agentes autónomos autopoyéticos: su actividad dinámica autocontrolada contribuye a su mantenimiento y reproducción. Algunos seres vivos actúan como sistemas cibernéticos mediante ciclos recurrentes de observación, pensamiento y acción. La cognición tiene sentido como guía de la acción, sirve para seleccionar la conducta más adecuada según las circunstancias del organismo y su entorno. Un agente cognitivo conoce la realidad mediante la construcción y el uso de representaciones abstractas de la misma que recogen regularidades esenciales (relaciones entre sus componentes), y reconoce la realidad cuando percibe alguna instancia concreta que se corresponde con aspectos particulares de esas representaciones mentales.

La epistemología estudia el conocimiento. Los epistemólogos han enfatizado tradicionalmente el pensamiento (racionalistas) o la observación (empiristas), con algunos intentos de integrar ambos, pero a menudo no se ha tenido suficientemente en cuenta la relación de la cognición con la acción y la vida. El conocimiento en general implica razonamiento (pensamiento, reflexión, actividad cerebral de procesamiento de información, construcción y modificación de modelos representativos), observación (obtención de datos concretos acerca del estado del mundo en una situación específica) y acción (modificación del estado del mundo). Razonamiento, observación y acción están íntimamente relacionados: las teorías o esquemas mentales que produce el pensamiento son el marco de referencia en el cual se realizan e interpretan las observaciones; las observaciones pueden servir para confirmar de forma tentativa hipótesis (nuevos contenidos teóricos generados creativamente, quizás sugeridos por alguna observación previa) o rechazar aspectos inválidos de las teorías; las observaciones no son por lo general pasivas, es posible actuar para realizar alguna observación (experimentación); el pensamiento es una acción mental, un conjunto de procesos físicos en el cerebro, un evento que forma parte del mundo real; la autoconsciencia es observación interior de los propios procesos de pensamiento (siempre incompleta, gran parte del pensamiento es inconsciente); la acción es guiada por los datos obtenidos de la observación del presente y por los modelos mentales del mundo que permiten estimar su evolución futura según los diversos cursos de actuación considerados; la acción intencional se corrige en tiempo real para ajustarla a los objetivos deseados mediante la observación progresiva de sus resultados sobre la realidad.

Los modelos mentales incorporan de forma progresiva conocimiento acerca de la realidad, pero están muy lejos de ser tan potentes como para conocer por sí solos toda la realidad: no es cierto que todo el Universo esté en la mente humana. La competencia evolutiva indica que los sistemas cognitivos mejores tenderán a desplazar a los menos aptos, pero eso no implica que los modelos mentales sean perfectos o estén muy cerca de la perfección. Los agentes cognitivos utilizan sus representaciones mentales apoyados por sistemas de estimación de su validez: sensación de seguridad, certeza o duda de lo que se sabe. Pero estos sistemas indicadores de la fiabilidad son a su vez falibles: es posible estar equivocado teniendo una sensación íntima de certeza absoluta. Las falacias no saltan a la vista, a muchos les parecen correctas y veraces. El engaño (incluido especialmente el autoengaño) es un fenómeno esencial en la interacción entre animales sociales (que pueden ser cooperativos o competidores) o entre depredadores y presas. Es posible equivocarse al pensar, al observar y al actuar. Errores sutiles que pueden tener graves consecuencias pueden no verse por estar rodeados de gran cantidad de aciertos que distraen la atención. Disponer de múltiples sistemas independientes (redundancia) puede reducir la probabilidad de cometer errores.

Los seres humanos viven y actúan en el mundo real, pero lo perciben e interpretan mediante sus sistemas cognitivos, que construyen representaciones o simulaciones virtuales. Algunas personas llegan a creer que su simulación mental particular es la realidad última, que todo es producto de su imaginación, que la mente crea la realidad. Para algunos científicos poco competentes la teoría manda y la realidad debe encajar en ella (lo auténticamente real serían las ideas, y la realidad serían apariencias o distorsiones de esas ideas): pero es la realidad la que manda y la teoría que se pretende científica debe modificarse y adaptarse en lo que sea necesario para representarla fielmente.

Una teoría es un sistema de proposiciones sobre ciertos conceptos y relaciones entre ellos. Las teorías pueden utilizarse para representar conocimiento acerca de las regularidades de la realidad, pero también es posible construir teorías desconectadas de la realidad (simples ejercicios de la imaginación o intentos fallidos de captar el mundo): la coherencia interna (ausencia de contradicciones) no es equivalente a la verdad o corrección (correspondencia del modelo con la realidad).

El conocimiento no está constituido solamente por teorías referidas a generalidades abstractas: también son importantes los datos concretos acerca de la configuración específica del mundo. Ambos, teoría y datos, son necesarios para comprender la conducta de un sistema. Diversos sistemas pueden tener diferentes sensibilidades respecto a sus condiciones iniciales (su comportamiento depende mucho o poco de ellas). Los expertos científicos pueden tener un conocimiento mejor acerca de generalidades teóricas, pero quizás carezcan de datos empíricos concretos, por ser difíciles de obtener o porque no interesan si lo que se busca es principalmente una fórmula o ley unificadora. En las ciencias naturales los sistemas son más simples que en las ciencias humanas, en las cuales los agentes poseen un conocimiento acerca de sus condiciones locales que es altamente relevante para su acción y que sin embargo no está disponible para el investigador.

De forma parecida a como los diversos elementos de un sistema pueden relacionarse de forma integradora y cohesiva o de forma desintegradora, disgregadora, los distintos componentes de una teoría pueden tener relaciones de apoyo o de oposición. Una teoría es más sólida si sus diversas partes se apoyan y refuerzan mutuamente. El conocimiento científico es en muchos ámbitos un trabajo progresivo de perfeccionamiento sistemático: una teoría (o un conjunto de teorías) puede no ser completamente satisfactoria, quizás porque sus partes no están bien integradas (faltan conexiones, o hay elementos inconsistentes pero no se sabe cuáles son incorrectos), o faltan elementos. Es posible que se disponga de varias teorías para explicar un mismo ámbito de la realidad, y pueden ser complementarias (perspectivas alternativas) o incompatibles.

En una teoría que utilice la inferencia mediante deducción lógica hay axiomas (proposiciones de partida consideradas verdaderas) y teoremas (proposiciones deducidas de los axiomas): los axiomas son los cimientos del sistema que sirven de fundamentación para los teoremas, las relaciones de apoyo son jerárquicas y unidireccionales de los axiomas a los teoremas (o de los teoremas más primitivos a los derivados de ellos). Algunas teorías se construyen sobre un solo axioma que se considera autoevidente (o cuya verdad se demuestra fuera del sistema) y deduciendo a partir de él, quizás añadiendo hipótesis auxiliares que agregan especificación (el axioma suele ser muy abstracto, poco preciso). Un sistema con pocos puntos de apoyo es más frágil, puede destruirse si estos fallan. Un sistema con múltiples apoyos es más resistente, no depende de forma drástica de uno o unos pocos elementos, su degradación es progresiva, no catastrófica. En la deducción lógica la sensibilidad de la teoría a la corrección de los fundamentos es extrema, los errores contaminan totalmente el árbol de deducciones a partir del punto erróneo. Algunas teorías están constituidas de forma más heterárquica, con más puntos de apoyo, como una red con múltiples elementos que interaccionan de forma orgánica, de modo que los contenidos de la teoría pueden modificarse unos a otros en un proceso de convergencia de evidencias que permite ganar consistencia, precisión y corrección.

La crítica intelectual es fundamental para el avance del conocimiento: la consistencia de una teoría puede comprobarse intentando destruirla y observando cómo resiste a los ataques. Algunas críticas pueden ser constructivas en el sentido de que preservan buena parte del contenido de una teoría analizada y corrigen sus errores. Pero la crítica destructiva también es útil porque puede mostrar que una teoría es muy mala o que por el contrario es muy difícil de superar. Es posible que una misma persona construya una teoría y la critique, pero a menudo el deseo de que algo sea cierto o el amor por el propio trabajo intelectual dificultan o imposibilitan que sea así. La objetividad es más fácil cuando no se siente apego por ninguna idea en particular y cuando no hay un capital intelectual invertido que puede perderse al reconocer un error propio. El pensamiento de una sola persona tiene restricciones que pueden superarse mediante la colaboración con otros. Pero para que esos otros aporten algo significativo quizás convenga que no lo compartan todo (que sepan cosas diferentes) y que no tengan miedo de realizar las críticas que consideren necesarias.

Poner mucho énfasis en una idea no garantiza que esta sea correcta, y si es errónea resulta que el error se transmite con mucho entusiasmo y vehemencia. Una persona con mucho carisma o poder puede contribuir a generar y reproducir errores difíciles de eliminar. Las sectas insisten en transmitir un mensaje fielmente, sin críticas, y en obedecer a los líderes: las ideas se usan como símbolos que indican pertenencia a un grupo donde hay que aceptar todo el dogma, evitar las disensiones internas y concentrarse en destruir a los oponentes (o ignorarlos si no se sabe cómo vencerlos intelectualmente). Para aprender es necesario saber reconocer cuándo uno se ha equivocado: es normal en el proceso de búsqueda científica del conocimiento cometer errores; lo anormal es no equivocarse nunca (y es sospechoso tenerlo todo clarísimo de forma rotunda y no aprender nada de nadie). No reconocer nunca un error implica que o no se ha aprendido nada (no se ha explorado nada nuevo donde inicialmente no se domina todo y es normal equivocarse hasta conseguir acertar) o que uno es siempre perfecto. Rectificar ante los errores no es lo mismo que ceder en una postura de principio para ser popular, dulcificar un mensaje para que sea mejor aceptado.

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