La primera es "la probabilidad subjetiva de un hecho en función de su availability ("disponibilidad" o, tal vez mejor, "accesibilidad"), esto es, de la facilidad con que podemos imaginarlo, ya sea porque nos resulte fácil recordar ejemplos reales, ya porque, tratándose de hechos hipotéticos, sean fáciles de imaginar", es decir, "exageramos la probabilidad de los acontecimientos llamativos -los que más nos impresionaron- y minusvaloramos la de acontecimientos complejos o remotos -de los que nunca tuvimos conciencia directa, quedaron difuminados por el olvido o resultan difíciles de imaginar-". Cuanto más tengamos que elaborar las ideas o más lejanas las experiencias más difícil nos será imaginarlo. Lo anterior explica por qué tanta gente se puede llegar a creer cifras falsas, ya sea sobre financiación pública o sobre pobreza.
La segunda se da cuando "al estimar probabilidades subjetivas nos guiamos no sólo por los casos llamativos que se grabaron en nuestra memoria, sino también por nuestra experiencia reciente, tanto la vivida personalmente o por familiares o amigos, como la que nos llega a través de los medios. Esa gran influencia de lo reciente puede también llevarnos a errores". Esto puede tener consecuencias muy graves, por ejemplo, "durante los doce meses siguientes a los ataques terroristas contra las Torres Gemelas el miedo hizo que los americanos sustituyeran viajes en avión por desplazamientos en coche, lo que elevó el número de muertos en carretera durante esos meses en 1.595, es decir, ¡más de la mitad de las víctimas directas de los ataques terroristas!".
Hay que razonar y usar los datos sin basarse en ideas preconcebidas ni en información dudosa. De lo contrario corremos el riesgo de ver lo que queremos y no lo que es.
Acabo con este párrafo de Doris Lessing, ¿cómo pudieron creer en ello?:
Cualquiera que sepa de historia sabe que las convicciones apasionadas y poderosas de un siglo normalmente aparecen como absurdas, extraordinarias en el siguiente. No hay ninguna época en la historia que nos parezca tal como debió parecerles a las gentes que la vivieron. Lo que vivimos en cualquier época es el efecto sobre nosotros de las emociones de las masas y de las condiciones sociales de las cuales nos es practicamente imposible separarnos. A menudo las emociones de masas son aquellas que parecen las más nobles, las mejores y las más bellas. Y aún así dentro de un año, de cinco años, de una década, de cinco décadas, la gente se preguntará "¿cómo pudieron creer en ello?", porque los acontecimientos que habrán tenido lugar habran hecho desvanecer estas emociones a la basura de la historia.
(Prisiones que elegimos para vivir, Doris Lessing, New Edition, 2013)