Víctimas, 10 de julio: Joaquín Gorjón González y Luis Ortiz de la Rosa

Libertad Digital.



A las 7:20 horas del viernes 10 de julio de 1981, ETA asesinaba a tiros en Basauri (Vizcaya) al guardia civil retirado JOAQUÍN GORJÓN GONZÁLEZ mientras esperaba el tren en el andén de la estación de ferrocarril para trasladarse a Bilbao, donde trabajaba como empleado en una agencia de aduanas.
En ese momento había un centenar de personas en el andén, la mayoría trabajadores que esperaban la llegada del tren que cubre la línea Orduña-Bilbao. Un individuo, sin mediar palabra, sacó una pistola y efectuó dos disparos que alcanzaron a Joaquín en la espalda y en el cuello. La víctima cayó mortalmente herida en el andén mientras el pistolero y dos acompañantes emprendían la huida a pie y se montaban en un coche que esperaba fuera de la estación.
Los etarras utilizaron dos vehículos para cometer el atentado, uno para desplazarse hasta Basauri y otro en el transcurso de la huida. Media hora antes de asesinar a Gorjón González dos etarras robaron un Seat 124 de color beige en el barrio bilbaíno de Deusto, obligando al conductor a cambiar de asiento y a acompañarles, primero a recoger a otros dos terroristas, y después hasta las inmediaciones de la estación de Basauri. Tras cometer el asesinato, abandonaron al dueño del coche en Basauri y emprendieron la huida.
La Policía Municipal de la localidad vizcaína dio la alarma a la Guardia Civil, que localizó el coche en la entrada de Bilbao. Para entonces los terroristas habían robado un segundo vehículo que fue detectado por dos coches patrulla de la Policía Nacional. Se inició entonces una persecución hasta el casco viejo de la capital, donde los etarras abandonaron el coche y continuaron la fuga a pie por las calles del centro de la ciudad. En esta persecución se produjo un intercambio de disparos en el que resultaron heridos el etarra Sebastián Echaniz que, a pesar de ello, consiguió huir -fue trasladado por sus compañeros a un piso y, al día siguiente, conducido a Francia para ser atendido de las heridas-, y dos transeúntes que, según fuentes policiales, fueron utilizados como escudo por los etarras. Aurora Múgica Múgica resultó herida de carácter leve, y Ovidio Ferreira Martín, de carácter grave. Ovidio Ferreira recibió dos impactos, uno en la pierna y otro en la cara. Esta segunda bala quedó alojada en la parte posterior del cráneo y, a consecuencia de la misma, falleció cuatro días después, el 14 de julio de 1981.
En 2005 la Audiencia Nacional condenó a Sebastián Echaniz Alcorta, Enrique Letona Viteri y José Antonio Borde Gaztelumendi como autores materiales del asesinato de Joaquín Gorjón. Por otra parte, en junio de 2004 fue detenido en Francia, junto a otros siete miembros de la banda terrorista, el histórico Luis Armando Zabalo Bilbao, alias Mikel, procesado por la Audiencia Nacional por haber participado, presuntamente, en el asesinato de Gorjón González. No obstante, dada la fecha de la comisión del asesinato, y de acuerdo con la legislación francesa, el delito habría prescrito. En octubre de 2004 el Consejo de Ministros acordó pedir a las autoridades francesas la extradición de Zabalo Bilbao.
Joaquín Gorjón González, de 59 años de edad, se había retirado de la Guardia Civil en 1972, pasando a trabajar desde entonces en una agencia de aduanas bilbaína. Natural de Vilvestre (Salamanca), estaba casado y tenía seis hijos de edades comprendidas entre los 37 y los 22 años. El mayor de sus hijos, José Gorjón Recio, era militante de CCOO, y otro iba a recibir dos días después, el 12 de julio, su despacho de alférez en la Academia General Militar de Zaragoza. Por expreso deseo de la familia no se celebró ningún acto público en su memoria. Durante el entierro de Joaquín Gorjón en la localidad vallisoletana de La Seca se produjeron incidentes entre un grupo de jóvenes que cantaban el Cara al Sol y dos hijos de la víctima, que les pidieron que se callasen porque su padre "no era político. Era tan sólo un hombre bueno, así que callaros". "Le habéis matado entre los dos extremismos. Lo que hay que hacer es acabar con los radicalismos", dijo uno de los hijos.
Veinte años después, el domingo 10 de julio de 2001, la banda terrorista ETA colocaba en el madrileño barrio de Aluche un coche-bomba. Posteriormente, minutos antes de las 20:00 horas, los etarras avisaron de la colocación del mismo mediante llamada telefónica al servicio de urgencia 091 de la Policía Nacional, a la Policía Municipal y a los Bomberos. Se procedió a acordonar la zona y a evacuar parcialmente los edificios colindantes a la calle Ocaña, donde los terroristas habían aparcado el coche cargado de explosivos. Sin embargo, cuarenta y cinco minutos después de recibirse la llamada, el coche-bomba explotó activado por un temporizador, alcanzando de lleno al policía nacional LUIS ORTIZ DE LA ROSA que participaba en el desalojo de la zona y revisaba matrículas intentando localizar el vehículo sospechoso. El agente falleció en el acto al recibir todo el impacto de la onda expansiva.
La explosión provocó, además, heridas de diferente consideración a veinte personas, además de importantes daños materiales en los inmuebles y comercios cercanos. Al menos nueve viviendas resultaron afectadas en su interior y la casi totalidad de las fachadas de los edificios de la calle quedaron destrozadas. Trece personas necesitaron atención médica en el lugar de los hechos y varias de ellas tuvieron que ser trasladadas a diferentes hospitales. Ninguno de ellos resultó herido de gravedad. Según informó el Ministerio del Interior, la rápida actuación de los servicios policiales tras la llamada telefónica evitó una verdadera matanza en el barrio.
El coche-bomba, cargado con 40 kilos de explosivo, había sido estacionado en la calle Ocaña, en uno de los laterales del edificio de la subdirección general de informática del Ministerio de Justicia. El titular de este departamento, Ángel Acebes, indicó que todo hacía sospechar que este edificio era el objetivo de los etarras. En las inmediaciones del edificio hay una parroquia en la que, en el momento de la explosión, se acababa de celebrar misa.
El coche utilizado por los terroristas para el atentado era un Peugeot 205 rojo robado en el mes de marzo en el barrio de Moratalaz en Madrid, barrio en el que el grupo Madrid de ETA robó gran parte de los vehículos utilizados en los atentados de los años anteriores. Los terroristas contaban con una amplia y segura infraestructura en la Comunidad de Madrid, con pisos francos y varios garajes. El hecho de que el vehículo utilizado en el atentado que costó la vida a Luis Ortiz de la Rosa estuviera denunciado desde marzo como robado, dejaba claro que la banda terrorista tenía dónde esconder los coches durante meses con plenas garantías de que no serían descubiertos. El coche-bomba que acabó con la vida de Luis Ortiz de la Rosa era el sexto que la banda terrorista colocaba en Madrid desde que decretase el fin de la tregua en noviembre de 1999, siendo el primero el colocado el 21 de enero de 2000, que acabó con la vida del teniente coronel Pedro Antonio Blanco García
La capilla ardiente del policía asesinado fue instalada de madrugada en la Delegación del Gobierno. A la misma acudió el presidente del Gobierno, José María Aznar, que colocó sobre el ataúd la Medalla de Honor al Mérito Policial concedida a título póstumo. El 11 de julio el féretro con sus restos mortales fue recibido por más de mil personas en la plaza del Ayuntamiento de San Martín de Valdeiglesias. La entrada del ataúd en la Iglesia parroquial fue acompañada por fuertes aplausos mientras la Banda de la Policía Nacional interpretaba la marcha fúnebre Piedad.
La Audiencia Nacional condenó en 2004 a sendas penas de 83 años de cárcel a los etarras Ana Belén Egüés Gurruchaga y a Aitor García Aliaga. En septiembre de 2010 fue condenado a 83 años de cárcel, como coautor de este atentado, el etarra Gorka Palacios. Los magistrados consideraron probado que el exdirigente etarra participó, junto a sus compañeros del grupo Madrid de ETA ya condenados, Aitor García y Ana Belén Egües y otras personas "no identificadas" en la elaboración del artefacto explosivo colocado en el coche-bomba, y fue además quien recabó toda la información del lugar para perpetrar el atentado. Fue la primera condena de Palacios en España después de que fuera entregado temporalmente por las autoridades francesas en marzo de 2010. Gorka Palacios fue detenido en 2003 en Francia acusado de ser el jefe militar de la banda armada, por lo que fue juzgado junto al exdirigente Juan Ibon Fernández Iradi, alias Súsper y condenado en noviembre de 2009 a 18 años de prisión por el Tribunal de lo Criminal de París.
Luis Ortiz de la Rosa tenía 33 años. Ese día estaba fuera de servicio, pero se ofreció a ayudar a sus compañeros organizando el perímetro de seguridad. Natural de San Martín de Valdeiglesias (Madrid), donde residía y donde fue enterrado, estaba casado y era padre de una niña de año y medio. Su viuda declaró a El Mundo pocos días después del atentado que hubiese preferido que su marido "hubiese salido en dirección contraria, que hubiese sido un cobarde, pero que estuviera aquí conmigo y con la niña". Ortiz de la Rosa había salido de la Academia de Policía en 1996, de donde pasó a prestar servicio en la Comisaría del distrito Centro. En enero de 2001 fue destinado en la comisaría del madrileño distrito de La Latina, donde desempeñaba su trabajo cuando fue asesinado.

This much I know: Daniel Kahneman

The Guardian.



Daniel Kahneman, psychologist and Nobel laureate
"I never felt I was studying the stupidity of mankind in the third person. I always felt I was studying my own mistakes": Daniel Kahneman. Photograph: Richard Saker for the Observer
Human beings cannot comprehend very large or very small numbers. It would be useful for us to acknowledge that fact.
My main work has concerned judgment and decision-making. But I never felt I was studying the stupidity of mankind in the third person. I always felt I was studying my own mistakes.
Happiness is complicated. There are two components. One is strongly genetic; the second is a question of how you feel at any moment. I am pretty content, but I had a very pessimistic mother, and I've always been known as a pessimist.
It was always assumed I would be a professor. I grew up thinking it.
There is a powerful idea that we should want to be richer. I went to a financial advisor in the States and said: "I don't really want to get richer, but I would like to continue to live like I do." She said: "I can't work with you."
Collaboration is not only more creative, it is more fun. Amos Tversky, my research partner, and I were better together than on our own. We sort of knew that. Mostly it was extremely pleasant not trying to work everything out yourself.
A sense of irony is essential. When we wrote our first paper, "The Law of Small Numbers", we were laughing all the time we wrote it. A colleague we showed it to said: "This is going to change things." I didn't take him seriously.
Many people now say they knew a financial crisis was coming, but they didn't really. After a crisis we tell ourselves we understand why it happened and maintain the illusion that the world is understandable. In fact, we should accept the world is incomprehensible much of the time.
Motives are rarely straightforward. When the war started my father was chief of research for a company that was part of L'Oréal in Paris. The owner of L'Oréal was also a main funder of the fascist party in France, and antisemitic. But he protected my [Jewish] father during the war when he was taken by the Nazis.
People who wouldn't even come to your funeral seem to take simple pleasure in the fact that you have won the Nobel prize [for economic sciences], and it makes them feel good about themselves to feel that way. For a while you are spreading joy.
Investment bankers believe in what they do. They don't want to hear that their decisions are no better than chance. The rest of us pay for their delusions.
Despite 45 years of work in the field, I am still inclined to make over-confident predictions.
Economists have a mystique among social scientists because they know mathematics. They are quite good at explaining what has happened after it has happened, but rarely before. I don't think of myself as an economist at all.
I enjoy being active but I look forward to the day when I can retire to the internet.
Daniel Kahneman is the author of Thinking, Fast and Slow (Penguin, £8.99)

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Banks as entrepreneurs of credit

by Kurt Schuler.



Reading the comments on Larry White's testimony, it occurred to me that a single word might make a difference in the perennial debate about whether banks are creators of credit. The word is "entrepreneurs." Often, economists who are discussing banking call banks "intermediaries of credit." I have used the phrase myself. It fails to capture an important aspect of what is involved, because it gives the impression that banks always act as pure intermediaries, connecting lenders to borrowers with few mistakes. If banks are pure intermediaries, though, why do they so often make huge, costly errors?

It is more accurate to call banks "entrepreneurs of credit." When a bank grants a loan, it is testing whether demand exists to hold the credit it has granted. That is an act of credit entrepreneurship. If the public in the aggregate wishes to hold the funds rather than spend them, it desires to engage in more saving than before, and the bank can expand its liabilities without losing reserves. To that extent the bank is acting as an intermediary, fulfilling a previously unsatisfied demand by the public to extend credit. In contrast, if demand to hold the credit does not exist, the bank loses reserves. To that extent it is acting as a creator of undesired credit in the interval until losses of reserves restrain it. The undesired credit, by the way, is not fraudulent. It is simply a product that failed, as happens frequently in every other line of business.