Yo soy ateo. No agnóstico. Ateo. O sea, que estoy convencido de que los curas se pasan la vida creyendo en una mentira. Creo, además, que toda mentira es dañina. Y de sobremesa en sobremesa exhibo con arrogancia mi materialismo. Pero la coquetería me dura hasta el preciso instante en que me entero de que un misionero se ha dejado la vida en Liberia por limpiarle las pústulas a unos negros moribundos. Entonces me faltan huevos para seguir impartiendo lecciones morales. Principalmente por lo aplastante del argumento geográfico. Él estaba allí con su mentira y yo aquí con mi racionalismo.Yo también soy no creyente, pero procuro dejar la exhibición de mi arrogancia para mí mismo. También pienso que la religión es una mentira y que hay que abrirle los ojos a la gente, aunque no arrancárselos, como acertadamente escribía Fernando Savater en su libro "La vida eterna".
La religión es algo inherente al ser humano y siempre le ha acompañado. Tiene su efecto positivo. El ejemplo es que muchas personas son capaces de lo mejor basándose en su fe. También hay personas no religiosas que hacen mucho bien, y religiosos que no han ayudado nunca a nadie más que a sí mismos.
Ahora bien, como indica Latorre en su artículo, una cosa es la teoría y escribir en un blog como éste, y otra es ayudar como lo hacía Miguel Pajares. Si hay una definición de actuar bien en ella deben estar personas como Miguel Pajares.