Víctimas, 25 de junio: Luis María Hergueta Guinea, José Luis Hervás Mañas y Manuel Francisco Zamarreño Villoria

Libertad Digital.



Hacia la una y media de la tarde del 25 de junio de 1980, la banda terrorista ETA asesinaba de un tiro en la nuca a LUIS MARÍA HERGUETA GUINEA, jefe de las oficinas técnicas de la factoría Michelín de Vitoria.
El atentado se produjo cuando se disponía a entrar en su domicilio en la calle Dato, tras haber salido de la factoría Michelín. Momentos antes había aparcado su automóvil en una plaza cercana y había comprado el periódico en el quiosco de la estación de ferrocarril, situado en las proximidades. Era su rutina diaria, que los etarras que acabaron con su vida conocían muy bien.
Según testigos presenciales, tres individuos se le acercaron por la espalda y, cuando Hergueta se disponía a entrar en el portal de su domicilio, uno de ellos efectuó dos disparos que le alcanzaron en la nuca y le causaron la muerte en el acto. En ese momento, numerosas personas transitaban por la calle Dato y fueron testigos del asesinato. Un guardia municipal desenfundó su pistola e intentó detener a los terroristas, pero se le encasquilló el arma y no pudo hacer nada.
Los directivos de la factoría Michelín, empresa en la que se habían registrado diferentes conflictos laborales, habían sufrido varios atentados y secuestros. El 19 de mayo de ese mismo año, Jesús Casanova, otro directivo alavés de la factoría, había resultado herido de gravedad al ser alcanzado por varios disparos. La dirección de la fábrica había remitido a la comisaría de Policía de Vitoria, días antes de ese atentado, la fotocopia de una carta en la que se hacía referencia a una conversación que se había escuchado en un bar de Vitoria entre el familiar de un despedido de la factoría y otra persona. Según esa conversación, el despedido sabía que se estaba preparando "algo" contra Jesús Casanova y Luis Hergueta.
Anteriormente, el 5 de febrero de 1979, el director general de la empresa en España, George Rouzier, fue secuestrado por miembros de ETA político-militar. Tras ser herido en una pierna, fue liberado y abandonado en un descampado. Pocos días después, el 19 de febrero, mientras las negociaciones para un nuevo convenio entre empresa y trabajadores estaban paralizadas, fue también secuestrado Luis Abaitua, director de la factoría alavesa. Entre sus secuestradores estabaArnaldo Otegi, entonces integrado en ETA político-militar y, posteriormente, en su brazo político, Herri Batasuna.
En los dos años de situación de conflicto laboral en la fábrica de Vitoria -ya que la firma del convenio del año anterior (1979) no solucionó los problemas-, Luis Hergueta y otros dos o tres directivos se habían ganado fama de duros en la negociación de los convenios. En diversas manifestaciones laborales que pasaron cerca de su domicilio se habían proferido gritos y amenazascontra su persona. Fuentes laborales lo señalaron como beligerante en los enfrentamientos producidos, en los meses anteriores, entre huelguistas y no huelguistas, que decidieron desafiar a los grupos de trabajadores concentrados en la puerta de la fábrica.
Al día siguiente del asesinato ETA político-militar reivindicó el mismo a través de un comunicado en el que se hacía referencia a los conflictos laborales que se estaban produciendo en las factorías de Michelín de Vitoria y Lasarte. El atentado causó sorpresa en la mayoría de los sectores vascos, pues significaba una vuelta de los polis-milis a sus planteamientos iniciales sobre la "lucha armada", cuando hacía tiempo que habían desistido de realizar atentados mortales. En el comunicado, la banda asesina hacía una breve historia de los conflictos laborales que se habían planteado en las factorías de la empresa Michelín, que, según ETA, se caracterizó durante la década de los "setenta por una política enormemente represiva con los trabajadores". En el comunicado acusaron a la víctima de haber sido el máximo responsable de la represión y uno de los principales organizadores de los servicios de seguridad internos de la empresa. Asimismo, facilitaban una lista de 34 personas, acompañadas del cargo que ostentaban, a las que la banda consideraba como parte de la estructura del servicio de seguridad interior, "compuesto de mandos intermediarios(sic), esquiroles y colaboradores de la patronal".
En 1982 fueron condenados por un delito de colaboración con banda armada dos trabajadores de la fábrica Michelín en Vitoria: Modesto García Marañón y su esposa, Miren Edurne García Artal. Fueron ellos quienes, durante el juicio, reconocieron a José Antonio Urrutikoetxea Bengoetxea,Josu Ternera, como el terrorista que, en compañía de otro no identificado, les pidió una fotografía de Luis María Hergueta para poder atentar contra él. Muchos años después, en septiembre de 2005, mientras Josu Ternera estaba en paradero desconocido, el juez de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz, solicitó a Interpol España la busca y captura del dirigente etarra por considerarlo autor de un delito consumado de asesinato en la persona de Luis María Hergueta. Urrutikoetxea, considerado uno de los "históricos" de ETA, se encontraba en paradero desconocido desde que en 2002, siendo parlamentario vasco, fuera citado por el Tribunal Supremo como imputado en el atentado contra la casa cuartel de Zaragoza. Su última aparición en una sesión plenaria del Parlamento Vasco se produjo el 12 de julio de 2002 y, desde noviembre de ese mismo año, pesa sobre él una orden internacional de busca y captura. En diciembre de 2004, dos años y medio después, el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco decretó la suspensión de su condición de parlamentario.
Luis María Hergueta Guinea tenía 52 años. Era conocido por su afición al deporte de la pelota, en su modalidad de pala, y de hecho se encargaba de organizar competiciones en las que participaban trabajadores de la empresa. Se trataba de una persona relativamente conocida en la ciudad, al ser de ascendencia alavesa y proceder también su esposa de un pueblo de Álava. Luis era perito industrial, aunque desempeñaba un nivel laboral equivalente al de ingeniero. Antes de ser nombrado jefe de las oficinas técnicas de Michelín, en Vitoria, había realizado algunas funciones relacionadas con la oficina de personal en la factoría que esta multinacional tenía instalada en Lasarte-Oria. Hergueta Guinea estaba casado y tenía dos hijos, de 20 y 16 años. Fue enterrado en el cementerio de Ormaiztegui (Guipúzcoa) tras el funeral celebrado en la Iglesia de San Miguel de Vitoria.
En torno a las doce del mediodía del lunes 25 de junio de 1990, el sargento de la Guardia Civil JOSÉ LUIS HERVÁS MAÑAS moría en un tiroteo con tres miembros de la banda terrorista ETA en un paraje montañoso de Navarra conocido como la Foz de Lumbier. Hervás Mañas formaba parte de una patrulla de vigilancia de la Guardia Civil para proteger a los turistas que visitaban el paraje natural de la Foz de Lumbier, pues se habían producido muchos robos a campistas en esa zona durante los meses anteriores.
El 25 de junio los ocupantes de dos coches todoterreno de la Guardia Civil observaron los movimientos sospechosos de tres individuos que estaban acampados en la orilla del río Irati. El sargento Hervás bajó por un terraplén para pedirles la documentación y que le mostraran el contenido de sus mochilas. En ese momento el etarra Germán Rubenach Roig, uno de los tres sospechosos, disparó al guardia civil, provocándole la muerte. Hervás Mañas fue alcanzado por tres disparos en el cuello, el pecho y un brazo. Una vez en el suelo, le robaron su arma reglamentaria. Rubenach estaba acompañado por Juan María Lizarralde Urreta y Susana Arregui Maiztegui. Los tres habían sido trasladados días antes a la Foz de Lumbier por Javier María Goldaraz Aldaya y Juan José Zubieta Zubeldia. Haciéndose pasar por excursionistas, estudiaban los hábitos y rutinas de las patrullas de la Guardia Civil con el fin de atentar contra sus miembros.
Tras asesinar al sargento Hervás, se produjo un intercambio de disparos entre los tres terroristas, que abrieron fuego para cubrir su fuga, y los demás guardias civiles que componían la patrulla de vigilancia, resultando gravemente herido el sargento de la Guardia Civil José Domínguez Piris, comandante del puesto de la cercana localidad de Yesa. Fue trasladado a la Clínica Universitaria de Pamplona, donde se le intervino quirúrgicamente para intentar extraerle una bala que le había entrado por la cadera derecha y había quedado incrustada en la zona posterior izquierda del sacro.
Los tres terroristas huyeron a pie y en su huida se les cayó una bolsa en la que, entre otros objetos, se encontró una pistola del calibre 9 milímetros parabellum. Inmediatamente se organizaron patrullas de la Guardia Civil que acordonaron y batieron la zona, apoyadas por helicópteros. Cerca de las nueve de la noche, una de las patrullas encontró en la orilla del río Irati a un hombre con una herida de bala en la cabeza, que poco después fue identificado como Germán Rubenach Roig, antiguo integrante del grupo Txalupa de ETA, ya desarticulado. El etarra fue trasladado al Hospital de Navarra donde, a medianoche, fue intervenido quirúrgicamente.
Al día siguiente, hacia las 9:00 horas, cuatro guardias civiles que seguían batiendo la zonaencontraron los cadáveres de Juan María Lizarralde y Susana Arregui a orillas del río Iratí, a unos quinientos metros de donde había sido asesinado el sargento Hervás el día anterior. Ambos presentaban disparos de bala en la cabeza. Debajo del cuerpo de Arregui encontraron la pistola reglamentaria del sargento asesinado, mientras que debajo del cadáver de Lizarralde se encontró una pistola marca Browning. Esta última pistola es la que se había utilizado para acabar con la vida del ex policía nacional Francisco Almagro Carmona, asesinado en Pamplona el 3 de junio de ese mismo año.
La Guardia Civil encontró entre las pertenencias de los terroristas abandonadas en la Foz de Lumbier (Navarra), notas manuscritas tomadas la semana anterior sobre los movimientos por la zona de patrullas del Instituto Armado, por lo que consideraron probable que estuvieran preparando un atentado.
El ministro del Interior, José Luis Corcuera, defendió ante los medios de comunicación y en sede parlamentaria que Arregui y Lizarralde se habían suicidado al verse rodeados por efectivos de la Guardia Civil. Por su parte, el lehendakari José Antonio Ardanza manifestó el 27 de junio: "Quiero creer la versión oficial, pero me extraña porque no creo que dos miembros de ETA se suiciden". Estas declaraciones provocaron una gran polémica y una reacción inmediata del Partido Socialista de Euskadi.
Sucesivas sentencias judiciales no han logrado esclarecer completamente los hechos. En un fallo de 1995 la Audiencia Nacional señaló que no había pruebas sólidas para sostener que se hubiera producido ni un suicidio colectivo, ni un "homicidio consentido" acordado entre los tres etarras para quitarse la vida.
En 1992 Germán Rubenach Roig fue juzgado y condenado a 57 años de reclusión por el asesinato de José Luis Hervás y el asesinato frustrado de José Domínguez Piris, entre otros delitos. En ese mismo fallo se condenó a Juan José Zubieta Zubeldia a 24 años de cárcel como autor de un delito de atentado en grado de conspiración. En 1993 fue condenado Javier María Goldaraz Aldaya a 23 años de cárcel como autor de los delitos de militancia en banda terrorista y atentado en grado de conspiración. Estos dos últimos etarras fueron los que trasladaron a Rubenach, Lizarralde y Arregui hasta la Foz de Lumbier para que preparasen un atentado contra la Guardia Civil.
José Luis Hervás Mañas, de 34 años de edad, era natural de Yeste (Albacete). De niño había vivido en Castellón, donde formó parte de un grupo musical llamado Los D-2. En Castellón residía su familia y ahí fue enterrado. Estaba casado y tenía dos hijos, una niña de 12 años y un niño de 10. José Luis estudiaba la carrera de Derecho y sólo le faltaba una asignatura para terminarla. Destinado en Navarra desde marzo de 1990, tenía previsto trasladarse a Castellón en el mes de julio, donde ya tenía plaza asignada. El sargento estaba en posesión de la Cruz de la Orden del Mérito Militar.
El jueves 25 de junio de 1998 se consumaba la crónica de una muerte anunciada. La banda terrorista ETA asesinaba mediante una moto-bomba aMANUEL FRANCISCO ZAMARREÑO VILLORIA, concejal del Partido Popular en el Ayuntamiento de Rentería en sustitución de José Luis Caso Cortines, también asesinado por la organización terrorista el 11 de diciembre de 1997. En el atentado resultaron heridos el ertzaina escolta del edil y dos vecinas del lugar.
Los hechos ocurrieron sobre las 11:10 horas de la mañana en el barrio de Capuchinos de Rentería. Manuel Zamarreño, acompañado por su escolta, acababa de comprar el pan en un establecimiento que dista unos trescientos metros de su domicilio, tal y como hacía habitualmente. Apenas había caminado unos metros cuando explotó una moto-bomba, cargada con tres kilos de amonal, aparcada en la acera y accionada a distancia. La moto era tipo scooter y fue activada desde una ladera cercana, desde la que se podía vigilar los pasos de Zamarreño en lo que era su rutina habitual. Manuel Zamarreño, que vivía en el número 6 de la calle de Basanoaga, solía bajar a buscar el pan entre las once y la una del mediodía. De vez en cuando, el concejal popular compraba el periódico en un quiosco próximo a su domicilio, y tampoco era extraño verle paseando por el barrio, en los últimos meses acompañado de un escolta, según relataron algunos vecinos.
La explosión afectó de lleno al edil, que quedó tendido sin vida entre dos coches aparcados en batería. Juan María Quintana, el escolta, se encontraba a unos cinco metros del edil cuando se produjo la explosión. Testigos presenciales vieron al ertzaina apoyado en un coche "con la cara ensangrentada". La onda expansiva había causado importantes destrozos en varios automóviles y roto los cristales de numerosas viviendas.
Una unidad medicalizada de Osakidetza trasladó al ertzaina al Hospital Nuestra Señora de Aránzazu, donde ingresó con síndrome por onda expansiva, heridas múltiples por metralla en buena parte del cuerpo y traumatismo ocular, según el primer parte emitido por el servicio de urgencias.
El cadáver de Manuel Zamarreño, séptimo concejal del Partido Popular muerto en atentado en poco más de tres años, permaneció tumbado en el suelo, cubierto por una manta, por espacio de dos horas y media, hasta que el juez ordenó su levantamiento.
Manuel llevaba poco más de un mes en la concejalía que había ocupado José Luis Caso, pues tomó posesión de la misma el 21 de mayo. Ambos habían sido compañeros en Astilleros Luzuriaga durante veinticuatro años. Por amistad con José Luis, Manuel se había afiliado al PP en 1995 y había aceptado ir tercero en las listas de Rentería, una localidad con fuerte presencia de proetarras radicales. Poco antes de morir, Zamarreño explicó el motivo por el que decidió sustituir a José Luis: "Es un homenaje a mi amigo y compañero José Luis. Lo tenía decidido desde el principio, lo dije en su día, cuando me lo propusieron en Irún, y no he cambiado de opinión en ningún momento. No he tenido ninguna duda, siempre he estado convencido."
En la toma de posesión, Zamarreño acusó directamente a los cinco ediles de Herri Batasuna de haber facilitado información a la banda terrorista para llevar a cabo el asesinato de su antecesor en el puesto. Según denunció Zamarreño, Caso no era conocido en Rentería, ya que residía en Irún, una población cercana, por lo que los concejales de HB habían tenido que actuar como un"comando de información de ETA" para que la banda lo asesinase. Estas acusaciones dieron lugar a la presentación contra Zamarreño de una demanda por calumnias de los ediles de HB, lo que retrasó la toma de posesión de su cargo.
Desde el momento en que decidió sustituir a Caso, Zamarreño sufrió todo tipo de amenazas y coacciones, una auténtica campaña de acoso y derribo que desembocó en su asesinato. Primero le quemaron su vehículo. Después, siguió una campaña de difamación, el reparto de carteles vejatorios con su fotografía, pintadas con su nombre en una diana... Ante esta situación, Zamarreño declaró a la prensa: "Aquí he nacido y aquí me quedo". Manuel tuvo el coraje de quedarse en Rentería, a pesar del asesinato de su amigo José Luis y de que la edil popular,Concepción Gironza, tuvo que marcharse del País Vasco después de que ETA colocara una bomba en su domicilio particular, y en el de otros cuatro cargos públicos del PP, el 1 de abril de ese mismo año.
Es la triste realidad de muchos cargos público del PP, realidad que, por desgracia, no ha cambiado. El 20 de mayo de 2011, María Ángeles Bastos, concejal del PP en el Ayuntamiento de Rentería, denunció en COPE la situación que vive desde hace trece años. Desde el momento en que entró en política, la han despedido de todos los empleos. A sus 54 años trabaja limpiando casas y ha tenido que buscar empleo como asistenta fuera de su pueblo. Tiene que asistir a esas casas donde limpia acompañada por sus guardaespaldas. "Trabajo fuera de Rentería, en Rentería no puedo trabajar, si alguna vez me han ofrecido un trabajo, me he tenido que buscar una excusa para no hacerlo. Trabajo fuera y nadie sabe quién soy", declaró en la emisoraMaría Ángeles Bastos es, junto a Lucía Peralta, una de las dos concejalas del PP en Rentería. Bastos tomó la decisión de presentarse al Ayuntamiento de su pueblo en una época en que acababan de asesinar a Manuel Zamarreño y, al igual que él, ha sufrido los ataques de los proetarras, que le han quemado el coche y han llenado de pintadas su fachada. En esa situación, la noticia de que el Tribunal Constitucional había desestimado la ilegalización de Bildu, permitiendo su acceso a las urnas, ha sido algo "muy desagradable" para María Ángeles. "Ha sido un palo muy grandecomo si volviéramos al año 99 en que no se respetaban los carteles de publicidad y estaba todo lleno de pintadas", resaltó.
En el asesinato de Manuel Zamarreño participó, presuntamente, uno de los etarras más sanguinarios de la banda, Francisco Javier García Gaztelu, alias Txapote. Con mayor o menor grado de participación, las Fuerzas de Seguridad le consideran implicado en catorce asesinatos, entre ellos, y como autor material, en el de Miguel Ángel Blanco.
Manuel Francisco Zamarreño Villoria, de 42 años, estaba casado con Marisol Fernández y teníacuatro hijos: Jon, Joseba, Naiara e Imanol. Zamarreño, de profesión calderero, se encontraba en paro en el momento en el que decidió ocupar el sillón municipal que había dejado su amigo José Luis Caso. Un año después, su viuda formó parte de las listas del PP en las elecciones municipales por la localidad de Lasarte: "Doy el paso por mi marido. Yo no podía quedarme en casa como si no pasase nada".
Manuel Zamarreño fue la sexta y última víctima asesinada por la banda terrorista en 1998 tras José Ignacio Iruretagoyena LarrañagaAlberto Jiménez-Becerril y su esposa, Ascensión GarcíaTomás Caballero Pastor, y el guardia civil en la reserva activa Alfonso Parada Ulloa.
El asesinato de Zamarreño fue, además, el último antes de que la banda asesina ETA declarase unatregua indefinida el 16 de septiembre de 1998, como contrapartida al acuerdo suscrito con el Partido Nacionalista Vasco y Eusko Alkartasuna. Las bases de la tregua se rompieron en julio de 1999, aunque ETA no hizo pública su decisión hasta diciembre de ese año. El 21 de enero de 2000 ETA asesinaba en Madrid al teniente coronel del Ejército Pedro Antonio Blanco García. Era el inicio de una nueva escalada de la banda que en ese año asesinó a veintitrés personas.

Diseño sísmico de estructuras e instalaciones industriales

Norma chilena oficial. NCh 2369. Of 2003.

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Incluyo la norma en mi recopilación sobre Estructuras.

Cuidado con el (Posible) Plan de Crecimiento Europeo

Xavier Sala i Martín.

Uno de los acuerdos que más expectativas ha generado de la reunión-a-4 entre los presidentes de Italia, Alemania, Francia y España es la supuesta estrategia de crecimiento. François Hollande parece haber ablandado a Angela Merkel en el tema de la austeridad pero, en lugar de relajar los objetivos de déficit impuestos a países como España, parece que ha sacado un compromiso de aumento del gasto público en unos 130.000 millones (el 1% del PIB europeo). En la cumbre que se tiene que celebrar esta semana (días 28 y 29) se darán más detalles y quizá se apruebe el plan.
Siento ser yo quien eche un jarro de agua fría sobre el optimismo que este plan de aumento de gasto va a generar, pero debo decir que si no se hace bien, puede ser una mala idea. En general, los planes de salir de la crisis a base de aumento del gasto público solo tienen efectos a corto plazo porque, al ir dirigidos a remediar la crisis a base de aumentar la demanda de manera inmediata, el gasto tiende a ir a parar a proyectos que no han sido pensados y diseñados para aumentar la productividad sino a cosas que se pueden aprobar de manera urgente e improvisada. Y si no se aumenta la productividad, los planes de gasto aumentan la demanda mientras existen pero no dejan ningún efecto sobre el crecimiento en el momento que el plan desaparece. En España hay multitud de ejemplos de gasto público destinado a la construcción de infraestructuras que generó demanda mientras duró la obra, pero que no aumentó el negocio de la región en la que se hizo porque la obra no había sido diseñada de manera inteligente (Cartuja de Sevilla para la Expo de Sevilla, el Forum de las culturas de Barcelona o los aeropuertos de Ciudad Real, Castellón y Alguaire serían solo algunos de los miles de ejemplos).
Si, como es de esperar, el nuevo plan de “crecimiento” se hace aprisa y corriendo para ayudar que la periferia de Europa salga de la crisis, los 130.000 millones de euros pueden acabar siendo el mayor despilfarro de dinero público que se ha visto nunca en Europa. No sé qué dinero va a ser asignado a España, pero el gobierno tendrá la tentación de cometer dos tipos de errores. El primero será canalizar una parte importante de éste al sector de la construcción, un sector muy castigado por la crisis y que tiene empresas y empresarios importantes, con mucho poder y a los que se les deben muchos favores políticos, que están al borde de la ruina. Eso sería un error. El sector de la construcción era demasiado grande en la época de la burbuja debe empequeñecer. Muchas de las empresas de ese sector han cerrado y muchas más deben cerrar. Los trabajadores que estuvieron en ese sector deben ser reciclados a otros sectores. Posponer la reestructuración del sector de la construcción a base de hacer obra pública sería un error y en la medida que el gasto público del nuevo plan de crecimiento posponga lo inevitable va a representar una pérdida de dinero para el contribuyente europeo (aunque no para el empresario español al borde de la ruina).
El segundo error que el gobierno tendrá la tentación de cometer será el de canalizar el dinero hacia sectores “prioritarios”. El gobierno anterior decidió que un sector prioritario era el de las energías renovables, dedicó millones de euros a subvencionar empresas en esos sectores, empresas que hicieron quiebra una tras otra una vez el subsidio desapareció. Un buen plan de crecimiento no debe permitir que el gobierno decida qué sectores son prioritarios entre otras cosas porqué no hay nadie en el gobierno (de hecho, nadie en ningún gobierno) que sea capaz de visualizar cuales son los sectores en los que España va triunfar en el futuro.
Es decir, el gobierno debe hacer inversiones que no sean necesariamente en infraestructuras físicas que beneficien al sector de la construcción y debe hacerlo de manera que se sienten las bases para que sean los ciudadanos y los empresarios los que decidan en qué sector van a intentar sacar sus proyectos adelante. Algunos saldrán mal pero otros saldrán bien. Y entre todos, los ciudadanos van a diseñar el futuro de la economía española. Ya hemos visto demasiados “Sillicon Valleys”, demasiados parque tecnológicos y demasiados clusters fracasados en España y en el resto del mundo. Es hora de que el gobierno utilice el poco dinero del que va a disponer para facilitar la creación de actividad económica en cualquier sector en el que los ciudadanos desean invertir, ya sea de alta tecnología (telecomunicaciones, biomedicina o aplicaciones informáticas) ya sea primario (agricultura, vinos, alimentación), industrial (textil, zapatos o automóvil) o servicios (restauración, atención a los jubilados o educación).
Los líderes deben recordar que, aunque las tecnologías verdes, las comunicaciones y la biotecnología son políticamente sexys, algunas de las grandes innovaciones empresariales han sucedido en sectores milenarios como la moda (Zara), el circo (Cirque du Soleil), café (Nespresso, Starbucks), muebles (Ikea) o restauración (El Bulli de Ferran Adrià).
Por favor, señores ministros, no volvamos a dilapidar dinero en arreglar plazas públicas porque eso no lleva a ninguna parte.

La Laureada de Alcántara

Arturo Pérez-Reverte.


A veces se hace justicia, aunque sea tardía. Aunque sólo sirva para conmover las entrañas de los pocos que aún recuerdan. Es cierto que el ondear de banderas tiene algo de sospechoso, pues entre los pliegues de éstas, sin distinción de colores, suele esconderse mucho hijo de puta. Tampoco quienes conceden o reciben medallas son siempre de limpia ejecutoria. Pero a veces hay excepciones; momentos en los que las cosas se hacen como es debido. Y éste es uno de esos momentos. Noventa y un años después del desastre de Annual de 1921, donde 8.000 soldados españoles fueron exterminados por la estupidez de un rey, la venalidad de los políticos -nada hay nuevo bajo el sol-, la incompetencia de los generales y la desvergüenza de numerosos jefes y oficiales, el gobierno español ha concedido la Laureada de San Fernando, con carácter colectivo, al regimiento de caballería Alcántara, que se sacrificó casi en su totalidad para proteger la retirada de sus compañeros. La Laureada es la máxima condecoración militar española, y se obtiene por acciones extraordinarias en combate. Por aquella jornada, el jefe del regimiento recibió a título póstumo la Laureada individual; pero la tropa, como de costumbre, fue olvidada. Ninguno de los intentos posteriores por honrar su memoria tuvo éxito. Políticos y espadones de diversa ideología, desde el general Franco a la ministra Chacón, coincidieron en no querer remover aquello. Pero al fin, para satisfacción de los nietos y bisnietos de esos hombres, se repara la vergüenza. 

Imaginen la escena: las harkas de moros sublevados por Abd el Krim acosan a la desorganizada columna que intenta escapar hacia Melilla abandonando a su suerte a heridos y enfermos. Aquello es una matanza inaudita, y millares de soldados abandonados por jefes y oficiales corren despavoridos, atormentados por la sed, intentando ponerse a salvo. En el camino de Dar Dríus a El Batel y Monte Arruit, la protección de la retaguardia de los fugitivos recae en un regimiento de caballería que todavía se encuentra intacto y bien mandado, el Alcántara nº 14. Su jefe es el teniente coronel Fernando Primo de Rivera, hermano del teniente general del mismo apellido, que en seguida comprende que se está pidiendo a sus 691 hombres que se dejen la piel por salvar a los compañeros. Pero no hay otra. Hace de tripas corazón, arenga a su gente, les dice que toca bailar con la más fea del Rif, y el regimiento, disciplinado y silencioso, se pone en marcha con sus escuadrones protegiendo los flancos y la retaguardia de la columna en retirada. A las cuatro de la tarde, aparte infinidad de escaramuzas parciales, los jinetes de Alcántara ya han tenido que dar su primera carga al galope contra una fuerte concentración enemiga. Pero es en el cruce del río Igán, que está seco y en torno al que se atrincheran miles de rifeños que hacen fuego graneado, donde la columna se arriesga a quedar cercada. Entonces, el teniente coronel les toca a sus hombres la única fibra que a esas alturas, con semejante panorama, cree que puede funcionar: «Si no lo hacemos, vuestras madres, vuestras mujeres, vuestras novias, dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos».Y no lo fueron. Siete veces cargó Alcántara monte arriba y sable en mano, reagrupándose tras cada carga, cada vez menos hombres, más heridos, exhaustos y sedientos jinetes y caballos, una y otra vez bajo la granizada de balas enemigas, entre las zarzas y parapetos rifeños, tan diezmados y agotados al final que la última carga, octava del día, hubo que darla con los caballos al paso, pues ya no podían ni trotar; y aún después se continuó ladera arriba, a pie, combatiendo al arma blanca. Cargaron los soldados, y también el joven trompeta de quince años que llevaba el cornetín de órdenes. Y cuando a la quinta o sexta carga ya no hubo hombres suficientes para cerrar las filas, cargaron también, aunque nadie los obligaba a ello, los tres alféreces veterinarios, y el teniente médico, y hasta el capellán fue adelante con la tropa. Y cuando ya no quedó nadie a quien recurrir, cargaron también los catorce maestros herradores, y con ellos los trece chiquillos de catorce y quince años de la banda de música del regimiento; que, como el joven corneta de órdenes, murieron todos. Y al anochecer, cuando los supervivientes consiguieron llegar a la posición de El Batel, agotados, llenos de heridas, caminando entre las sombras con sus extenuados caballos cogidos de la brida, de los 691 hombres del regimiento sólo quedaban 67. Desde luego, aquel 23 de julio de 1921 los del regimiento Alcántara cumplieron con su teniente coronel. A ellos, ninguna madre, mujer o novia los llamó cobardes.    

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