Ilya Shapiro, académico del Instituto CATO, escribió lo siguiente sobre la lenta y progresiva decadencia socioeconómica de Argentina,
“Hace un siglo, la Argentina salía de un gobierno oligárquico para entrar en una democracia cada vez más liberalizadora y en el club de los países más ricos del mundo. Para 1930, tenía la séptima economía más grande, por encima de las de Canadá y Australia, y atraía grandes oleadas de inmigrantes procedentes de Italia, España y Europa Oriental. ¿Cómo un país tan rico en recursos naturales y humanos pasó de estar en la cumbre a convertirse en el hazmerreír de los economistas?
La respuesta la encontramos en el corporativismo autárquico legado por Juan Domingo Perón, que destruyó el flamante sector import-export, nacionalizó los ferrocarriles y dio a los sindicatos todo el poder que quisieron (tanto, que incluso empezaron a chocar con Perón. Combine esa locura macroeconómica –que lleva inevitablemente al descontento social y a una reacción represiva del propio gobierno– con una idiosincrásica política exterior detercera vía y la apuesta por redistribución de la riqueza, y sabrán por qué la Argentina volvió al mismo saco de los decaídos estados latinoamericanos.
La Argentina padeció una serie de populismos salvajes, tanto de izquierda como de derecha, una cadena de golpes de estado, una guerra sucia entre los dos extremos ideológicos y la desastrosa Guerra de las Malvinas. La democracia retornó definitivamente en 1983, pero salvo un breve período, en los 90, la casa económica nunca ha estado en orden. Recordemos que la Argentina fue el paradigma de la hiperinflación en los 80, e incluso ahora la inflación ronda el 20% (nadie lo sabe con certeza, ya que no se puede confiar en las cifras oficiales).
Luego de una crisis económica parecida en sus efectos a la Gran Depresión y que llevó, a principios de este siglo, a una dolorosa pero necesaria corrección –entre otras reformas necesarias, se desvinculó el peso del dólar–, un presidente accidental del sur, Néstor Kirchner, comenzó a reimponer la marca peronista. De ahí el impago de la deuda soberana, el control gubernamental del sector energético, la expansión de los programas sociales y el acercamiento al modelo chavista. Tras decidir no presentarse a la reelección, Kirchner entregó la presidencia a su esposa, Cristina Fernández de Kirchner, quien en esencia continuó sus políticas.
Argentina pone a prueba la teoría de que las democracias son capaces de corregir las extralimitaciones de los gobiernos. No sólo ha sido incapaz de salir del agujero negro del corporativismo, sino que se hunde cada vez más en él”.
Mary Anastasia O’Grady, columnista del Wall Street Journal, anota lo siguiente sobre la situación actual de Argentina:
Mary Anastasia O’Grady, columnista del Wall Street Journal, anota lo siguiente sobre la situación actual de Argentina:
“La experiencia de la Argentina de Kirchner es instructiva. Abandonó el libre mercado, aparentemente en aras de la justicia social. El resultado predecible ha sido una mayor injusticia, más pobreza y una creciente concentración de la riqueza y el poder en manos de la clase política y sus allegados. Los esfuerzos para hacer competitiva la economía han fracasado constantemente, y el nivel de vida se ha deteriorado”.
Por último, Adrián Ravier ha recopilado los diez errores capitales del Estado argentino desde el año 2003:
“1. Está claro que el desarrollo económico depende en el largo plazo del nivel de inversión. Los precios récord de los commodities generan un extraordinario estímulo para extender la siembra hacia tierras vírgenes, importar nuevas técnicas y aprovechar la ocasión para vender a China y, por qué no, a la India y Brasil. Pues bien, las autoridades han sumado a la ya excesiva estructura tributaria retenciones a las exportaciones del orden del 35%, que automáticamente se deducen de las divisas que ingresan en el país.
“1. Está claro que el desarrollo económico depende en el largo plazo del nivel de inversión. Los precios récord de los commodities generan un extraordinario estímulo para extender la siembra hacia tierras vírgenes, importar nuevas técnicas y aprovechar la ocasión para vender a China y, por qué no, a la India y Brasil. Pues bien, las autoridades han sumado a la ya excesiva estructura tributaria retenciones a las exportaciones del orden del 35%, que automáticamente se deducen de las divisas que ingresan en el país.
2. La mayor demanda global de nuestros productos implica una oportunidad única para desarrollar aún más las industrias relacionadas con la carne, la leche, los vinos, etc., esto es, aquellos productos en los que tenemos ventaja comparativa, lo cual eleva sus precios en el corto plazo, al menos hasta que se incremente la producción. Pues bien, el gobierno ha decidido imponer precios máximos a dichos productos, y prohibir en varios casos la exportación, con la idea de reducir los márgenes de ganancia de los productores y evitar que esos mercados reciban nuevas inversiones. No sólo eso, se ha presionado y amenazado a los empresarios que intenten subir los precios, lo cual representa un obstáculo más a la inversión.
3. El gobierno ha prohibido a las empresas la importación de algunos insumos básicos para el desarrollo de sus proyectos, y fijado en otros casos aranceles que encarecen el coste de la importación. Con esto garantizamos que las empresas afronten cuellos de botella que les impidan desarrollarse.
4. En vez de seguir el modelo chileno, el gobierno ha decidido nacionalizar las pensiones. Cien mil millones de pesos (30.000 millones de dólares) fueron consumidos en cuatro años al objeto de evitar todo posible retorno a un proyecto que durante toda una década había financiado inversiones de capital que podían generar cierto desarrollo nacional.
5. El gasto público excesivo (pasó del 30 al 45% del PIB), basado fundamentalmente en el dinero obtenido de las pensiones y en la mayor presión tributaria, genera un estímulo de demanda que produce en el corto plazo un mayor crecimiento y hasta mejoras salariales. Pues bien, el gobierno atentó contra esa mejoría imprimiendo moneda y generando inflación, lo que acabó con las mejoras en lo relacionado con el nivel adquisitivo.
6. La estabilidad monetaria se podría garantizar con una buena cantidad de reservas en dólares en el Banco Central, para emplearlas cuando fuera necesario y sostener un tipo de cambio relativamente fijo. Qué mejor, entonces, que exigir al Banco Central que utilice esas divisas para cancelar compromisos con el FMI. Eso reduce nuestras reservas… y nuestras posibilidades de captar inversores.
7. La inversión extranjera directa se ha concentrado en estos años en los países que proveen a China de los insumos que necesita para producir los bienes que después consume el mundo entero. Pues bien, el gobierno apostó por el nacionalismo y por alinearse con países como Cuba, Venezuela, Ecuador y Bolivia, lo que se ha traducido en una subida del riesgo-país y, de nuevo, en una huida de potenciales inversores. La política nacionalista tiene dos objetivos: impedir la recepción de capitales y estimular la fuga de capitales, lo cual hace inviable cualquier desarrollo a largo plazo.
8. Un país tan extenso necesita de las mejores aerolíneas, que hagan accesible el territorio a los empresarios. Las provincias sólo podrán reducir su dependencia del gasto público nacional cuando consigan inversiones sustentables de largo aliento, las cuales, a su vez, permitirán elevar la recaudación tributaria. Para evitar este riesgo que hubiera ayudado al desarrollo, el gobierno decidió estatizar Aerolíneas Argentinas y seguir una política de “cielos cerrados” para las demás compañías. Para disimular, se permitió a la chilena LAN operar en forma limitada, pero sus vuelos no representan más del 10% de los vuelos locales.
9. Otro punto fundamental para mantener a la Argentina en el subdesarrollo es evitar que el riesgo-país descienda. Para ello se necesita incumplir los compromisos adquiridos con el exterior, no pagar al Club de París y evitar todo acuerdo. Mejor aun es estafar a aquellos acreedores que esperan cobrar intereses de la deuda en torno a la tasa de inflación, para lo cual el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) se dedica a airear una tasa de inflación que es un tercio de la real.
10. También es importante impedir que el mercado laboral sea flexible. Para ello, nada mejor que potenciar los planes Trabajar y para Jefes y Jefas de Hogar Desocupados, crear incentivos para mantener improductiva a la fuerza laboral, generar mucho empleo público, fundamentalmente en las provincias, y mantener una estructura de poder que garantice el triunfo en las sucesivas elecciones.
Conforme se acerca 2012, el gobierno está nervioso y ya prepara un nuevo arsenal de medidas que profundicen en el subdesarrollo. La primera ha apuntado a mayores controles para la compra y venta de dólares, lo que potenciará la fuga de capitales. También se quiere expandir el gasto público: el último presupuesto plantea un aumento del 35% del gasto nominal. Una posible Ley de Tierras, aunque inconstitucional, apuntaría a evitar que cualquier extranjero compre tierras y las explote”.