Héroes, 23 de diciembre: Pedro Garrido Caro y Juan Atarés Peña



A las 22:50 horas del 23 de diciembre de 1978 la banda terrorista ETA acribillaba a balazos en San Sebastián al comerciante PEDRO GARRIDO CARO, a su mujer,Filomena González Carrilero, y a su hija de 7 años, María Pilar. Los tres se encontraban en el interior de la tienda de ultramarinos Ana Mari, comercio que regentaba el matrimonio, situado en el paseo de Alza de la capital donostiarra.
Pedro había llegado esa noche a San Sebastián desde su pueblo natal, Miajadas (Cáceres) y, antes de dirigirse a su domicilio, pasó por la tienda de comestibles donde le esperaban su mujer y su hija. Pedro llegó a la tienda hacia las once menos diez, y su mujer, Filomena, le abrió las persianas. Miembros del grupo Txirrita de ETA, que estaban apostados en el exterior de la tienda, entraron en el establecimiento y abrieron fuego indiscriminadamente con una metralleta contra Pedro, su mujer y su hija. Garrido Caro, alcanzado por tres disparos en el estómago, abdomen y cuello (seccionándole la yugular) falleció en el acto. Su mujer recibió ocho impactos de bala (dos en el abdomen y seis en diversas partes del cuerpo) y fue operada de urgencia en el Hospital de la Cruz Roja, pudiendo salvar la vida milagrosamente. Tardó ochocientos diez días en curar sus heridas, de las que le quedaron secuelas de por vida, cicatrices y dificultades para andar. La niña recibió un balazo en el muslo derecho y otro en el abdomen y fue intervenida en el el Hospital de Nuestra Señora de Aránzazu. Tardó quince días en recuperarse de sus heridas.
El mismo día del asesinato de Pedro Garrido Caro, el cadáver de José Miguel Beñarán Ordeñana,Argala, uno de los etarras participantes en el magnicidio de Carrero Blanco, cruzó la frontera francesa y fue recibido por un centenar de personas. Una caravana de doscientos coches siguió el furgón fúnebre del asesino de la banda hasta Arrigorriaga, donde se instaló la capilla ardiente. Juan María Bandrés envió un telegrama de pésame a la familia y, por la tarde, se celebró un multitudinario funeral organizado por KAS.
En febrero de 1982 la Audiencia Nacional condenó a Manuel María Ostolaza Alcocer y Luis María de Marcos Olaizola a sendas penas de 29 años de cárcel por el asesinato, en colaboración con un tercer terrorista no identificado, de Pedro Garrido, y a 4 años, 3 meses y un día por las lesiones provocadas a la esposa e hija de la víctima. El grupo Txirrita de ETA fue desarticulado por la Policía a finales de enero de 1981. Además de Ostolaza Alcocer y De Marcos Olaizola, en la misma operación fueron detenidos otros miembros del grupo como el sacerdote capuchino Fernando Arburúa Iparraguirre, que sería condenado por otro asesinato cometido por Ostolaza y De Marcos Olaizola, el del guardia civil Félix de Diego Martínez el 31 de enero de 1979, pero no por el de Pedro Garrido Caro.
Pedro Garrido Caro tenía 58 años. Era natural de Miajadas (Cáceres). La banda terrorista justificó el asesinato acusándolo de estar relacionado con la Policía. Al parecer, Garrido Caro era militante falangista. Aunque fue enterrado en San Sebastián, mientras su mujer permanecía en el hospital, tiempo después sus restos mortales fueron trasladados a su localidad natal en Cáceres.

A las doce y cuarto de la mañana del 23 de diciembre de 1985, víspera de Nochebuena, la banda terrorista ETA asesinaba en Pamplona (Navarra) de tres tiros por la espalda al general de Brigada de la Guardia Civil JUAN ATARÉS PEÑA. La víctima se encontraba paseando por el parque de la Vuelta del Castillo, a escasos metros de su vivienda, algo que solía hacer de forma habitual. Dos etarras se apearon de un vehículo Renault 5, robado y con matrícula falsa, y cruzaron a la carrera el parque por el mismo camino por el que paseaba el general Atarés. Sin mediar palabra, la terrorista Mercedes Galdós Arsuaga disparó al militar a bocajarro y por la espalda. Dos de las balas le alcanzaron en la nuca, y una tercera, en la espalda. Tras comprobar que Atarés estaba muerto, abandonaron corriendo la zona. Un tercer miembro de la banda (Juan José Legorburu Guerediaga) les esperaba en el vehículo con el motor en marcha para emprender la huida. El turismo sería localizado dos horas después a un kilómetro de distancia del lugar en que se cometió el atentado. Artificieros de la Policía Nacional situaron una pequeña carga explosiva en el coche con el fin de comprobar que no había sido colocada ninguna bomba-trampa. La Policía recogió en el lugar del asesinato tres casquillos de bala del calibre 9 milímetros parabellum, de fabricación checa.
A los pocos minutos de cometerse el asesinato, la mujer del general, María Luisa Ayuso, y varios hijos del matrimonio, llegaron al lugar del crimen. Al día siguiente, los medios de comunicación recogieron la foto de la viuda arrodillada y abrazada al cadáver de su marido mientras una de las hijas sólo acertaba a decir, entre sollozos: "Papi, papi, qué bueno era".
Posteriormente acudieron al lugar del crimen el delegado del Gobierno en Navarra, Luis Roldán, el jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Pamplona, y un sacerdote, quien le administró los santos óleos. Sobre la una de la tarde, el juez ordenaba el levantamiento del cadáver, que había sido cubierto con una manta por miembros de la Cruz Roja y de la asociación de ayuda en carretera Detente y Ayuda (DYA). En el lugar en que se cometió el atentado, varias personas colocaron ramos de flores rojas y cintas con la bandera española.
Los restos mortales del general asesinado fueron trasladados al Instituto Anatómico Forense del Hospital de Navarra, desde donde posteriormente el féretro fue llevado a la Comandancia de la Guardia Civil. Allí se instaló la capilla ardiente por deseo expreso de la viuda, que se negó a que se instalase en la sede del Gobierno Civil. El funeral se celebró a las once y media de la mañana del día siguiente, 24 de diciembre, en la citada Comandancia, en un ambiente de enorme tensión. Se produjeron abucheos, insultos e intentos de agresión al director general de la Guardia Civil, teniente general José Sáenz de Santamaría y a otras autoridades asistentes al mismo. Cuando las autoridades se dirigían a los vehículos que les trasladaron al cementerio se produjeron los mayores incidentes, ya que hasta entonces éstos no habían pasado de los insultos, silbidos y abucheos. En ese momento, varios grupos de personas intentaron abalanzarse sobre el general Sáenz de Santamaría, cuando éste se introducía en su automóvil. La rápida intervención de la Policía Nacional y de la Guardia Civil impidió que estos grupos pudiesen conseguir su objetivo, aunque no lograron evitar que esas personas golpeasen el vehículo y que cayese sobre el mismo una lluvia de monedas, algo que también ocurrió al paso de otros coches en los que iban diversas autoridades civiles y militares.
Era la quinta vez que la banda terrorista ETA intentaba asesinar al general de Brigada Juan Atarés. Pese a los intentos anteriores, Atarés se había negado a llevar escolta. El general Atarés estaba en la reserva activa desde 1979, tras un incidente de insubordinación ocurrido a mediados de noviembre de 1978 en Cartagena con el entonces ministro de Defensa y vicepresidente del Gobierno Manuel Gutiérrez Mellado y delante de un millar de oficiales del Ejército y la Guardia Civil. El incidente se produjo en mitad de un coloquio sobre la Constitución. Tras la intervención del capitán de corbeta Gonzalo Casado, se levantó Atarés, que era jefe de la III Zona de la Guardia Civil, y, en actitud muy excitada, pronunció frases contra el Gobierno y la Carta Magna. Un pequeño grupo de asistentes le aplaudió. Gutiérrez Mellado le ordenó que saliese de la sala y dos generales le acompañaron para cumplir la orden. Cuando ya iniciaba la salida, se volvió sobre sus pasos y, dirigiéndose al vicepresidente del Gobierno, lo llamó "embustero" y "traidor". A continuación, el teniente general Gutiérrez Mellado dijo que los que estuviesen de acuerdo con Juan Atarés se levantasen de sus asientos y saliesen de la sala. Nadie lo hizo, cerrándose el acto en medio de una gran tensión. Atarés fue juzgado en un consejo de guerra del que saldría absuelto, quedando en situación de reserva activa. Una de sus hijas, Matilde Atarés Ayuso, declaró en febrero de 2010 que el consejo de guerra "no fue más que por decir al entonces ministro de Defensa y vicepresidente del Gobierno que, frente a la opinión de que el fin de ETA estaba próximo, él estaba harto de enterrar guardias civiles y sin ánimos para seguir consolando a viudas y huérfanos".
En el año 1987 la Audiencia Nacional condenó a Juan José Legorburu Guerediaga y a Mercedes Galdós Arsuaga a sendas penas de 29 años de años de prisión por el asesinato de Juan Atarés Peña. En la misma sentencia fue condenada María Cruz Azcona Larreta como cómplice del asesinato a 10 años de prisión mayor.
Años después, en septiembre de 2011, la Audiencia Nacional absolvió a María Jesús Arriaga del asesinato del general de Brigada. El fiscal, que pedía 28 años para Arriaga, sostuvo en la vista oral que ésta alojó en su vivienda a los autores materiales del atentado, los dos ya condenados en 1987 y un tercero, Juan María Lizarralde, "ya fallecido" en los sucesos de la Foz de Lumbier en junio de 1990 en los que también falleció la etarra Susana Arregui Maiztegui y el sargento de la Guardia CivilJosé Luis Hervás Mañas. Para mantener la acusación contra María Jesús Arriaga, el fiscal se basó en la declaración de Galdós y Legorburu cuando fueron detenidos. Sin embargo, durante su declaración como testigos en la vista oral dijeron que habían acusado a Arriaga para permitir que otros miembros de ETA pudieran huir. Por su parte, la acusada admitió ante el tribunal que conocía a Galdós y a Legorburu, pero solo porque habían mantenido un par de citas con ellos en las que le solicitaron que colaborara con ETA, a lo que se negó. El tribunal en su sentencia declaró que no quedó acreditada la participación de la imputada en los hechos, porque la Fiscalía no aportó el acta de entrada y registro en el domicilio de Arriaga, en el que se encontraron tres pistolas y una metralleta, ni el mandamiento judicial que lo autorizaba. No obstante, hay que señalar que para el tribunal, presidido por el juez Gómez Bermúdez, las primeras declaraciones de los etarras "resultan más verosímiles", ya que "no parece posible que se hubiesen podido poner de acuerdo en involucrar a Arriaga de no ser cierta su participación en los hechos". Añade en la sentencia que "sorprende que actualmente, cuando han transcurrido casi 25 años de estos hechos, la versión que prestan Legorburu y Galdós sea absolutamente coincidente con la versión que hoy por primera vez da la acusada sobre la forma en que se conocieron. De tratarse simplemente de una persona que hace 25 años se negó a colaborar con ellos, sería un hecho tan irrelevante que difícilmente pudiese ser recordado por todos de forma tan coincidente", concluye la sentencia.
Juan Atarés Peña de 67 años, era natural de Huesca. Estaba casado con María Luisa Ayuso y teníaocho hijos. Nada más ser asesinado su marido, María Luisa Ayuso manifestó a los medios de comunicación que lamentaba la situación por la que estaba atravesando España e insistió en que perdonaba "de todo corazón" a los autores del asesinato de su marido, a quien calificó de hombre estupendo, honrado, que había hecho de la dignidad, el amor a Dios y a España un culto. Cuando se le preguntó su opinión sobre las medidas de reinserción de miembros ETA, señaló que no estaba de acuerdo con ellas.
Perdonamos a todos, pero no podemos admitir que personas implicadas en delitos sangrientos salgan tranquilamente a la calle, mientras que otras, pobres que roban un racimo de uvas para poder comer, tengan que pagar la totalidad de la condena en la cárcel (ABC, 24/12/1985).
Los restos mortales del general de Brigada Juan Atarés recibieron sepultura en el cementerio de San José de Pamplona. 

Lecturas 23.12.2012

Sexo y agresión. Por qué es más raro que las mujeres maten a extraños, por Eduardo Zugasti.

La agresión femenina se da mucho más contra íntimos que contra extraños. Ahora es políticamente incorrecto decir esto, pero una variedad de estudios serios muestran que la violencia doméstica es bidireccional y simétrica (Archer, 2000; Straus, 2010 y un resumen excelente en español). Además, una parte del  comportamiento femenino abusivo se dirige también contra los niños, incluyendo el infanticidio, mucho más frecuentemente cometido por mujeres. El hecho de que estas agresiones sean menos espectaculares, merezcan muchos menos titulares y más a menudo pasen culturalmente desapercibidas, no es una razón para ignorarlas indefinidamente o para dar la engañosa impresión de que la agresión es un dominio masculino.

¿Qué es el ludismo?, por Xavier Sala i Martín.



El ministro de Industria, José Manuel Soria, dio su respuesta en una entrevista en televisión: sin rubor, explicaba a su entrevistadora que había llamado a las compañías petroleras para que “arrimaran el hombro”, porque si no tenía listo un decreto que sería mucho peor para ellas. El mensaje que parece haber detrás, vista la evolución posterior, es: “Os dejamos en paz una vez pase el dato de inflación”. Es decir, los precios de la gasolina se fijan a golpe de telefonazo, a oscuras, sin un proceso público y sin información sobre lo que cada parte concede y exige.

Sistema eléctrico de locos, por Manuel Fernández Ordóñez.

Subiendo los impuestos se encarece el bien que se grava con dichos impuestos. Esto lo sabe todo el mundo menos el Ministro de Industria. Como era de esperar, la luz subirá y todos los españoles pagaremos más por este bien fundamental, nuestras industrias perderán competitividad y se destruirá más empleo. Sin embargo, bajará la cuantía relativa de las primas equivalentes al régimen especial, aunque no servirá de nada porque la cuantía absoluta subirá. ¿De locos, verdad? A ver cuánto tarda en aparecer alguien diciendo que apagar centrales nucleares disminuye las primas a las energías renovables... pongo el cronómetro en marcha.

Entrevista a Xavier Sala i Martín, por Cristian Campos (Jot Down).

¿Ah, sí? ¿Solidaridad es robar y hacer trampas? ¿Tú crees que evadir impuestos es ser solidario? ¿Que denunciar al vecino que evade es ser insolidario? “Pobre tío…” ¡Es un ladrón! Y por su culpa hemos de hacer recortes. Insolidario es que el no paga, el que copia, el que roba. ¿Hemos de estar al lado de los ladrones, de los que roban, o hacen trampas, o mienten? Esto que dices es exactamente el problema: en España hay mucha gente que piensa que sí. Y ese es el error.

[...]

El problema es que los reguladores no sabían lo que hacían. Muchos piensan que teniendo un gobierno que hace reglas ya estamos todos salvados. Y es mentira. Ese es el problema: pensar que esto se arregla con regulaciones del gobierno. ¿Pero qué es lo que ocurre? Que las regulaciones no sirven para nada. En 2009 el gran sabio del mundo mundial con el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, dice públicamente que el mejor sistema financiero del mundo, el que todos deberían copiar, es el español. Y lo dice cuando ya ha petado el sistema americano, y la liberalización, y los bonos tóxicos. Lo dice en 2009 y lo repite Zapatero en las reuniones del G20 de noviembre de ese mismo año. ¿Por qué? Pues porque el Banco de España había prohibido los bancos tóxicos. Y eso es verdad, cosa que se tomó como una gran ejemplo de regulación. “El banco de España sí que sabe regular”. ¿Pero qué pasa? Pasa que los reguladores no tienen ni idea de lo que es un bono tóxico. Y no se dan cuenta de que los bonos tóxicos de los bancos españoles no provienen de los EE. UU., sino de la Costa del Sol: son los créditos a las inmobiliarias españolas. ¡Y los grandes gurús decían en 2009 que era el mejor sistema financiero del mundo! Eso de neoliberal no tiene nada. Y cuando el gobierno español dispara el déficit al 11% no hay ningún liberal que aplauda la medida. Porque eso de liberal no tiene nada. ¿Quién ha seguido políticas neoliberales? Política neoliberal era dejar que los bancos quebrasen. Por ejemplo Bankia antes de ser Bankia, cuando era Bancaja y Caja Madrid. Si esos bancos hubiesen cerrado, nadie se acordaría de ellos.

Economía liberal para no economistas y no liberales. Xavier Sala i Martín. 2002.

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