Solución para juntas estructurales


De forma específica en el caso de edificios en zona sísmica, el departamento de I+D+i de EMAC® ha desarrollado una junta de PVC,Novojunta Pro® Sismo, que admite movimientos con 3 grados de libertad que en caso de sacudida sísmica admite variaciones de abertura de 35 a 165 mm. sin alteración del acabado del paramento.





Música 27.09.2011


Escuchamos el ciclo original del autor de Bonn y la transcripción que Liszt escribió para piano, una obra de 1840. Nos quedamos en ese año, muy relevante en la vida y en la trayectoria de nuestro autor, momento en el que realizó varias giras como virtuoso. Una de las obras que interpretó en Leipzig ese año fue el Concierto para 3 claves, cuerda y continuo BWV 1063 de Johann Sebastian Bach, que recordamos en versión para 3 pianos y orquesta. Conocimos para concluir a dos alumnos de Liszt: Alexander Siloti y Moriz Roshental.



En 1863 Franz Liszt realizó la transcripción de la Sinfonía nº 4 de Beethoven, escrita en 1806. Recordamos en versión original, para orquesta, su movimiento más valorado, el segundo: Adagio. Conocimos la Festgesang, página coral concebida por Liszt para la décima asamblea de profesores alemanes; la Elegía para violonchelo y piano nº 1, y los 3 Lieder de Guillermo Tell en su versión para tenor y orquesta. Concluimos este espacio recordando a otro de los autores que también transcribió las sinfonías de Beethoven para piano: Johann Nepomuk Hummel, de quien sonó el Trío para violín, violonchelo y piano op. 35.




Eternal Sunshine of the Spotless Mind (¡Olvídate de mí!). 2004. Michel Gondry

Excelente película de Michel Gondry. La incluyo entre mis películas

Trata el borrado de recuerdos de la mente de las personas. Un tema apasionante desde el punto de vista científico. La trama se centra en dos enamorados y en cómo les afecta ese borrado de recuerdos. Magníficos los efectos visuales, en ningún momento canta nada, excepto cuando él recuerda que es un niño. Sobresalientes los dos protagonistas Jim Carrey y Kate Winslet, una de las más grandes y bellas. La historia tiene un buen desarrollo y final, hilándose todo de manera muy natural. Puede que la trama parezca compleja pero todo se aclara al cerrarse la película y no hay lugar a equívocos. 

Wenceslao Maya, policía asesinado en San Sebastián durante los altercados del Gudari Eguna

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Víctima:

Wenceslao Maya Vázquez, de 31 años, estaba casado y tenía dos hijos de 7 y 2 años. Era natural de Badajoz, donde fue enterrado. La llegada del féretro a la iglesia donde se celebró el funeral fue recibida con "vivas" a España, a la Policía y a las Fuerzas Armadas, y con "mueras" a ETA.

Seminario Internacional de Túneles y Aplicaciones ITS


El seminario se organizó en 10 sesiones técnicas, cada una de ellas con un tema principal. Dentro de cada sesión técnica se expusieron tres o cuatro trabajos. Se procuró que en cada sesión técnica hubiese al menos una exposición de representantes de la región, entendiendo por ella la parte sur de Sudamérica y los países de la costa del Pacífico, y también presentaciones de expertos de fuera de la región.

Los primeros han expuesto los requerimientos, desafíos y logros regionales en materia de túneles en general, y en la aplicación de los sistemas ITS para mejorar las condiciones de operación y seguridad en los mismos. Los segundos han presentado las tendencias mundiales más actualizadas en estas temáticas, y también han proporcionado ejemplos sobre la aplicación práctica de las mismas, en los diversos países de los que provienen.

Sixto Holgado Agudo, taxista de Rentería asesinado por ETA en 1979

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Víctima:


Sixto Holgado Agudo tenía 46 años y era natural de Bañobárez (Salamanca). Tenía ocho hijos, con edades comprendidas entre los 5 y los 20 años de su primer matrimonio, y había contraído matrimonio por segunda vez seis meses antes de su asesinato. Entre 1961 y 1964 fue miembro de la Policía Municipal de San Sebastián, dándose de baja voluntariamente. Posteriormente trabajó como repartidor de Coca-Cola durante cinco años, hasta que compró una licencia de taxi en Rentería, donde trabajaba desde diez años antes de ser asesinado.

Los problemas de los palestinos van más allá de conseguir un Estado. Jordi Pérez Colomé

¿Si el mundo reconoce un Estado palestino, haría algún bien a los refugiados en Líbano? Es probable que no. Un hipotético acuerdo de paz entre Israel y Palestina debe resolver cuatro cosas: por dónde pasa la frontera, quién se queda con Jerusalén, quién se encarga de la seguridad en Palestina y qué hacer con los millones de refugiados.


Los libaneses tratan a los palestinos como otros ciudadanos pueden tratar a los inmigrantes. Ahí es donde la desgracia palestina crece. Me decía el joven de Chatila: “En este barrio viven también bangladesíes, africanos, otros que como yo también cobran menos por hacer el mismo trabajo que un libanés; el problema es que si nosotros queremos reclamar o irnos no tenemos dónde ir, no tenemos patria”. Él tiene carné libanés, pero no pasaporte. Si viaja, debe hacerlo con papeles de refugiado. Líbano es el país árabe que, por su sectarismo, peor trata a los refugiados palestinos. Según Moussa, “no son ciudadanos de segunda, sino de décimoquinta clase”.



En situación crítica presos enfermos de SIDA. Dania Virgen García

Reclusos enfermos de SIDA denuncian que viven en situaciones deplorables y que la atención médica que reciben es deficiente.

En esta semana esta reportera ha recibidos más de diez llamadas en este sentido de varias prisiones del país. Los reos no quieren que sus nombres aparezcan, por temor a las represalias que puedan tomar contra ellos los funcionarios de orden interior, los oficiales jefes de las prisiones y los médicos.

Según informan los presos enfermos,  la alimentación no es la adecuada, son maltratados por los FOI, no le administran sus medicamentos, los médicos no los atienden hasta que se agravan. Las condiciones higiénicas son pésimas, ratones e insectos pululan en los destacamentos.  Los enfermos se agravan a causa de las condiciones infrahumanas en que viven. Todo esto es del  conocimiento de los jefes de estas prisiones, pero no hacen nada por mejorar las condiciones de vida de los reclusos.

En el Combinado del Este, los presos enfermos de SIDA  se encuentran en el depósito del cuarto sur, del edificio tres. No los sacan a tomar el sol, no tienen agua, y los medicamentos no les son administrados.

En la prisión de SIDA de Villa Clara, los reos se auto agreden y hasta se suicidan por sentirse acorralados por los oficiales  y los médicos.
  

¿Hay economía sumergida? Beatriz García

Venta callejera, taxistas no oficiales, empleadas de hogar, cuidadores de niños, camareros y un gran número de ocupaciones que implican una menor cualificación profesional. También entran en el saco promotores, propietarios de academias, dentistas, abogados y demás profesiones con cualificación, pero fáciles de ocultar ante las autoridades. Todo el que puede está dispuesto a eliminar cualquier tipo de vinculación contractual en sus negocios.

Con el boom inmobiliario, los empleos en niveles básicos de la construcción acaparaban todas las miradas de la actividad informal. Además, el perfil de sus trabajadores coincidía en la mayor parte de las ocasiones: personas jóvenes de nacionalidad extranjera y carentes de una situación migratoria normalizada. Ahora, el desplome del sector ha orientado las actividades de la economía paralelahacia otros campos laborales como la hostelería, el turismo y el transporte de mercancías o personas.

La economía paralela, sumergida o negra es un fenómeno cotidiano que toma especial relevancia en los momentos de crisis y que está, en gran medida, aceptada socialmente. Ésta es la definición que le otorgan a las actividades económicas no regulares los profesores de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (URJC) María Arrazola, José de Hevia, Ignacio Mauleón y Raúl Sánchez en un informe para la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).



Centenares de personas juzgadas por manifestarse: ¿Qué está pasando en Bahréin? Amnistía Internacional

"Estábamos en el apartamento de mi hija Fátima. De pronto, varios enmascarados irrumpieron en la habitación y agarraron a mi esposo por el cuello, lo arrastraron escaleras abajo, lo golpearon brutalmente y se lo llevaron.

Desde aquella noche, nuestra vida cambio. Dormíamos de día y permanecíamos despiertas en la noche por si volvían. Cualquier sonido nos sobresaltaba. Esperábamos con ansiedad noticias, las que fueran... Pedimos a un abogado que tratara de conseguir información pero fue inútil porque a los abogados no se les facilita ninguna información sobre detenidos. Era tal nuestra desesperación que mi hija se declaró en huelga de hambre.

Semanas después, recibí una llamada de mi esposo. Apenas podía hablar pero en los pocos segundos que duró, me dijo que no había perdido el ánimo ni las ganas de luchar. A los pocos días me enteré por la prensa que, a consecuencia de las lesiones sufridas, había tenido que ser operado. Ese día deseé morir.


Room for all. Matt Ridley

The world now has almost seven billion people and rising. The population may surpass nine billion by 2050. We, together with our 20 billion chickens and four billion cattle, sheep and pigs, will utterly dominate the planet. Can the planet take it? Can we take it?

Yes. Not only is such a huge population going to prove indefinitely "sustainable"; it is actually likely that the ecological impact of nine billion in 2050 will be lighter, not heavier: there will be less pollution and more space left over for nature than there is today.

Consider three startling facts. The world population quadrupled in the 20th century, but the calories available per person went up, not down. The world population doubled in the second half of the century, but the total forest area on the planet went up slightly, not down. The world population increased by a billion in the last 13 years, but the number living in absolute poverty (less than a dollar a day, adjusted for inflation) fell by around a third.

Clearly it is possible at least for a while to escape the fate forecast by Robert Malthus, the pessimistic mathematical cleric, in 1798. We've been proving Malthus wrong for more than 200 years. And now the population explosion is fading. Fertility rates are falling all over the world: in Bangladesh down from 6.8 children per woman in 1955 to 2.7 today; China - 5.6 to 1.7; Iran - 7 to 1.7; Nigeria - 6.5 to 5.2; Brazil 6.1 to 1.8; Yemen - 8.3 to 5.1.

The rate of growth of world population has halved since the 1960s; the absolute number added to the population each year has been falling for more than 20 years. According to the United Nations, population will probably cease growing altogether by 2070. This miraculous collapse of fertility has not been caused by Malthusian misery, or coercion (except in China), but by the very opposite: enrichment, urbanization, female emancipation, education and above all the defeat of child mortality - which means that women start to plan families rather than continue breeding.

Increasing prosperity means eating more food, though. Can we really feed today's let alone tomorrow's billions? In 60 years we have trebled the total harvest of the three biggest crops, wheat, rice and corn. Yet the acreage devoted to growing these crops has barely changed. This is because fertilizer, irrigation, pesticides and new varieties have greatly increased yields.

They continue to do so. Growth regulators boost the yield of wheat. Genetic modification boosts the yield of cotton (while increasing the biodiversity in fields). New enzymes promise to cut the phosphate output and increase weight gain of pigs. These technologies save rain forest, by sparing land from the plow. If we went back to organic farming, the world would have to cultivate more than twice as much land as we do.

Already huge swaths of the world are being released from farming and reforested. New England is now 80 per cent woodland, where it was once 70 per cent farm land. Italy and England have more woodland than for many centuries. Moose, coyotes, beavers and bears are back in places where they have not been for centuries. France has a wolf problem; Scotland a deer problem. It is the poor countries, not the affluent ones, that are losing forest. Haiti, with its near total dependence on renewable power (wood), is 98-percent deforested and counting.

Human beings currently appropriate for themselves and their animals about 24 per cent of the foliage that grows upon the Earth. That is a lot. But in much of the world they increase the quantity of that foliage by fertilizer and irrigation, so the net amount left for nature is about what it would be if we did not exist.

That is why I predict that by the second half of this century nine billion human beings will be living mostly prosperous lives, eating chickens and pigs and cattle while coexisting with about as much nature as was there before we even came on the scene. We will be steadily decreasing the footprint of each human life by moving to cities, getting our food from intensive fields fertilized with nitrogen fixed from the air, our energy from natural gas or nuclear reactors, rather than horse hay or dammed rivers, and our buildings from steel and glass from beneath the ground, rather than forest timber.

Imagine: a falling population and a falling land requirement per person plus a rising income per head; a grand re-wilding of great parts of Africa, Australia and Canada; endangered species back from the brink; even some extinct ones, thanks to genetic engineers - my money's on the mammoth first.

What could possibly prevent this golden vision? Running out of fossil fuels? Not a chance: the discovery of how to extract shale gas has just given the world a quarter of a millennium's worth of cheap fossil fuel. Running out of water? No: far more frugal uses of water are already in play where price and technology combine. Climate change? Hardly. Rising carbon dioxide is already measurably boosting yields of crops and the slow and small warming we have had so far - roughly half a degree in 50 years - has probably boosted rainfall slightly. Even the UN's own models predict that a big warming by 2050 from here is unlikely.

There is only one thing I fear that could derail my dream: politics. The world now devotes 5 per cent of its grain crop into making motor fuel, in the mistaken belief that this somehow cuts carbon emissions. It does not: it displaces just 0.6 per cent of the world's oil use, uses just about as much oil in cultivation, and encourages the destruction of rain forest, releasing greenhouse gases. And it starves people.

If there are three things I fear, as a passionate environmentalist who wants to see wild habitats restored all over the world, they are biofuels, renewable electricity and organic farming. Each would demand much, much more land from nature.