Sobre la prohibición de la marcha atea

Se ha prohibido una manifestación atea por parte del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM).

Independientemente de lo que cada uno pueda pensar de la manifestación, creo que es una mala noticia. El defender unas determinadas creencias, como son las religiosas, no debe estar basado en la coacción a otros miembros de la sociedad que quieren expresar sus ideas.

Arcadi Espada lo explica mejor que yo (las negritas son mías):

Hablo de oídas, más de lo habitual, pero parece que han prohibido en la ciudad de Madrid una procesión atea que iba a coincidir con la celebración católica del Jueves Santo. Además de atea la procesión era burlona y se anunciaba con unos lemas que a una juez le han parecido irreverentes. La decisión vuelve a probar el estatus de privilegio que las ideas religiosas tienen en la sociedad española. Es frecuente que ante la convocatoria de ceremonias laicas, políticas, algunos grupos exhiban en la calle una suerte de contraprogramación ideológica. Pasa, por ejemplo, con el 12 de octubre, con el 11 de septiembre catalán y con muchas otras ceremonias. Como máxima coerción la policía establece una suerte de recorridos alternativos para que las disputas no generen encuentros desagradables entre unos y otros.

La prohibición de Madrid se fundamenta en un peligroso supuesto: que la procesión atea no es disenso sino ofensa. Como las ideas no pueden ofenderse unas a otras, ha de concluirse que la religión, para los que han prohibido el acto, es algo más que una idea. Exactamente, una forma de orden público, cuya alteración resultaría perseguible de (santo) oficio. Algo que resulta intolerable. Si la religión quiere ocupar, como tantas veces reclama, un lugar en el espacio público y quiere defender allí sus ideas debe hacerlo en pie de igualdad. Cuando una idea cualquiera, sean Dios, la Patria, el Partido o el Equipo, no se limita a exhibirse en el espacio de discusión pública, sino que pretende diseñar sus límites, a la sociedad democrática no le queda otro remedio que exigir su expulsión de ese espacio. La democracia puede acoger a los que quieren destruirla; pero naturalmente debe asegurarse de que no puedan cumplir sus propósitos.

El Jueves Santo es un día más, normalmente soleado, y festivo en algunas comunidades. Algunos ciudadanos tienen la creencia de que en ese día se produjo, me parece, el prendimiento de Jesús, y exhiben su convencimiento en las calles, a veces con una belleza muy conmovedora y adictiva. Otros ciudadanos creen que esa creencia es falsa y dañina. Y quieren combatirla utilizando la razón, la burla y el sarcasmo. El ateísmo, como indica la propia naturaleza de la palabra (sindios), es una creencia subordinada, cuyo carácter los ateos, al igual que los antifascistas o los anticomunistas, aceptan con honor y hasta con alegría. Y es por eso que para sus libres manifestaciones eligen el Jueves Santo y no el 15 de agosto en Madrid, Baden-Baden.

La hipocresía con Gadafi

José María Aznar ha descrito la realidad de las relaciones de occidente con Gadafi, sin hipocresías. Ha dicho lo que todos pensaban hasta hace dos días. Podemos estar o no de acuerdo con esa actitud, pero es lo que sucedió. Negar la realidad no la elimina.

Esperamos la respuesta a la pregunta de por qué España vendía armas a Gadafi si no era un "buen tipo".

Santiago González lo explica muy claramente:

Algo pasa con Aznar. Decir su nombre y alborotarse el gallinero es todo uno. El ex presidente del Gobierno impartió una conferencia en la Universidad de Columbia tras la cual, durante el coloquio con los alumnos habló de la actitud de Occidente para con Gadafi. Y dijo esto:
“Gadafi es un hombre muy extraño, muy extravagante, pero no es estúpido. Está en el poder desde 1969. Cuando yo era un bebé él estaba en el poder. Pero él ayuda a los terroristas, pone bombas, es una calamidad, ¿verdad? Pero en 2003, pensó, ‘bueno, esta gente cambia el régimen en Irak y después viene aquí y a lo mejor cambia el régimen en Libia. Me cambian a mí. No me gusta’. Y dice ‘Desde este momento apoyo todos los esfuerzos de Occidente contra el terrorismo, y respeto y abandono todos mis programas de armas biológicas, químicas y nucleares’. Y él eliminó por completo estos programas”.
“Que diga cómo el señor Aznar es el único líder europeo que no apoya lo que estamos haciendo en Libia. No sabemos la razón de estas declaraciones, por qué dice que es amigo suyo, si es porque es amigo de su familia o porque apoya a una persona que masacra a los que defienden la libertad y la democracia”.
Aznar razona correctamente al replicar: Si Gadafi no era el amigo de occidente, ¿cómo es posible que el Gobierno de Zapatero le vendiera bombas de racimo en 2008?¿Por que no
Imaginemos que Franklin Delano Roosevelt hubiera sido español, O que, en su defecto, hubiera sido republicano. Recordemos que el único presidente estadounidense que lo fue durante tres mandatos, calificó así al dictador nicaragüense Somoza:
“Somoza es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”.
Qué vergüenza, todo un presidente de Estados Unidos admitiendo sin más que “somos unas putas y que mandamos a nuestros hijos de dictadores a Nicaragua”. Aplíquesele el tratamiento Miriam Tey.
Por cierto, ¿Alguien del Gobierno dará alguna explicación de por qué le vendían bombas de racimo a un hijo de puta, aunque fuera amigo?