Los representantes del Cricket Valley Energy Center, han comunicado que su nueva planta generadora está en consonancia con el actual Plan de Energía del Estado, bajo las recomendaciones en los avances de la Energy Highway Blueprint. La central de energía una vez terminada, podrá reemplazar a las antiguas estaciones de producción eléctrica que generan una mayor contaminación, con el fin de ayudar a reducir una parte importante de las emisiones de gases de efecto invernadero que el sector produce.
Entrevista a Luis Garicano en Los Desayunos de TVE (12.02.2013).
El primer campo de concentración comunista fue establecido en 1919, bastante antes del estalinismo. Y del medio millar de campos que hubo, la aplastante mayoría eran urbanos, como explica en un reciente trabajo la profesora Tatiana Mikhailova, de la Universidad de Múnich: "El 83% de los campos estaba localizado a menos de 35 kilómetros de una ciudad, y el 66% de ellos a menos de 35 km de una ciudad poblada con más de 10.000 habitantes en 1939" (Gulag, WWII and the Long-run Patterns of Soviet City Growth). El Gulag tuvo importancia simbólica pero no cuantitativa en la represión: la mayoría de las víctimas del comunismo murieron fuera de los campos; pero sí fue relevante para la economía, porque comportó el suministro de trabajos forzados para infraestructuras y otras obras públicas, en un sistema cuyo feroz antiliberalismo desincentivaba el esfuerzo y la producción.
North Korea: Holocaust Now: Looking Down Into Hell at Camp 22.
Those who have lived to tell us about Camp 22, located in the bleak northeastern tip of North Korea, can be counted on the fingers of one hand, and all of them are former guards or staff. Of all of North Korea’s numerous labor camps and detention facilities, large and small, Camp 22 is one of the largest, and almost certainly the most terrible, if only for the inhuman experiments witnesses say were done to the men, women, children, and even infants sent there.
Por qué en una bandada de estorninos cada uno está rodeado por otros siete.
Las bandadas de estorninos (Sturnus vulgaris) se caracterizan por una curiosa propiedad: cada estornino ajusta su movimiento en función del de los siete vecinos que le rodean. Este número es independiente del número de individuos y de su densidad. El misterio tiene una explicación: el equilibrio entre la cohesión del grupo y el esfuerzo individual, cuando hay incertidumbre en la detección de la posición de los vecinos, tiene un coste sensorial y cognitivo mínimo cuando la interacción mutua se reduce a entre seis y siete vecinos. Esta solución se ha obtenido estudiando la bandada como un sistema dinámico lineal (sistema de ecuaciones diferenciales ordinarias) con ruido en la interacción entre individuos. Cada pájaro en la bandada responde a un número fijo de vecinos (m) y cada interacción tiene un cierto coste (esfuerzo) proporcional a la distancia de separació. Como la bandada tiene que responder a las señales externas del entorno (vigilar y evitar depredadores, buscar comida, sitios de descanso, etc.), lo más razonable es que el esfuerzo que cada individuo necesite para mantenerse en la bandada sea el mínimo posible. Aunque el modelo utilizado es muy sencillo, los autores han utilizado simulaciones por ordenador para determinar el número óptimo de vecinos (m*) que minimiza el coste y el efecto negativo del ruido en la interacción. El resultado, que no depende del número de individuos, es un número entre seis y siete, aunque para bandadas muy planas el valor crece hasta 10. Los autores del estudio afirman que sus conclusiones son aplicables a bancos de peces, enjambres de insectos, rebaños de animales y otras agrupaciones similares de animales.