Lecturas 08.02.2013

El último domingo, por Antonio Rodilla.

1962

Ramón Baglietto es decorador y tiene una tienda de muebles. Como a esa hora no hay clientes, está en la calle, de pie, junto a la puerta del negocio que regenta. Tiene 26 años. Calle arriba se acerca una mujer con un bebé en brazos y un niño de la mano, que lleva una pelota. Cuando llegan a la altura de Ramón, el balón se le escapa. El pequeño corre tras él sin pensarlo. Su madre se da cuenta de que se acerca un camión y corre para proteger a su hijo. Ramón, testigo de la escena, sólo tiene tiempo para abalanzarse sobre la mujer y arrebatar al bebé que lleva en brazos. No puede hacer más. Es testigo, horrorizado, de cómo el camión aplasta al pequeño y a su madre. Mueren al instante. Ramón se acerca con el bebé al que acaba de salvar la vida, el pequeño Kándido, y coloca un crucifijo en la mano de la mujer.

1980

Ramón tiene la sensación de que ETA le vigila. Se lo ha comentado a su hermano Pedro. A su mujer, Pilar, le ha dicho que cree que un joven le sigue. Es domingo. Los hijos del matrimonio, de nueve y trece años, tienen muchas ganas de salir a cenar una chuleta con sus padres. A la mañana siguiente, cuando Ramón sale de casa por el garaje, Pilar se asoma por la ventana para ver cómo saca su Seat 124. Observa a un joven: “qué hará ese chico ahí”, se pregunta extrañada. El día transcurre con la normalidad de cualquier otro lunes. Sobre las nueve de la noche, Ramón telefonea a su mujer para decirle que acaba de despedirse de unos clientes y que va para casa. Cierra su tienda en Elgoibar. Diluvia con rabia. Arranca su coche. Doce kilómetros hasta su casa, en Azcoitia. Nada más salir, se percata. Un coche le sigue. Acelera. Consigue cierta ventaja. Al girar una curva, en el alto de Azcárate, dos asesinos de ETA toman la calzada y ametrallan el vehículo. Dos balas alcanzan el pecho de Ramón y choca contra un árbol. A los pocos segundos, llega el coche rezagado. Se baja un joven. Camina hacia el coche estrellado. En su mano, una nueve milímetros Parabellum. Se acerca a la ventana. El joven Kándido clava la pistola en la sien de Ramón. Y dispara.

Cómo afecta la salinidad a la madera laminada, por AITIM.

La salinidad del agua de mar en el ambiente no afecta a la madera, pero afectaría a los herrajes y medios de unión metálicos, si no se eligen los adecuados. De hecho la madera se utiliza en ambientes salinos – cerca del mar sin ningún tipo de problemas, e incluso como depósitos de sales para combatir el hielo / las nevadas.

El precio de la electricidad en Europa, por Antón Uriarte.



Por eso, en la tercera columna he calculado el precio hipotético del kWh si combinamos el precio real y la renta, para medir el mayor o menor dolor que representa su pago en los diversos países. Así, Bulgaria y Rumanía, debido a sus bajas rentas, se encuentran en las primeras posiciones, a pesar de que el precio real de la electricidad sea el más barato.

¿Y España ? España tenía ya en el 2011 una de las electricidades más caras de Europa, a pesar, o por eso, de que la proporción de sus energías renovables era semejante a la de Dinamarca, la más alta de Europa.

España y la apostasía del islam, por Adam Turner.

El Gobierno español debería afinar más su criterio, en vez de afanarse en deportar a Firasat. Como bien sabe Madrid, si es enviado a Paquistán puede ser condenado a muerte por sus reiteradas blasfemias. El Gobierno español sabe igualmente que las autoridades de Indonesia han acusado y condenado in absentia al Sr. Firasat por un falso delito de asesinato. Los españoles sabían todo esto hace dos años, cuando la Interpol se puso en contacto con ellos por una orden de busca y captura indonesia. En esa ocasión un juez español dictaminó que la condena indonesia no tenía suficiente peso como para provocar la expulsión Firasat. También sabían, los españoles, que el Sr. Firasat había sido acusado de blasfemia (pero no condenado) en Indonesia. Al fin y al cabo, España le ofreció asilo porque sus críticas al islam le ponían en peligro de ser castigado por blasfemo en cualquier parte del mundo musulmán.

Cuba: Ángel Santiesteban, el hijo que todos queremos, por Camilo Venegas.

La verdadera culpa de Ángel Santiestéban es que nunca se quedó callado. Si algún acto criminal cometió, fue decir lo que pensaba cada vez que pudo hacerlo. Pero tuvo la mala suerte de vivir en un país donde la verdad tiene que ser absoluta, aun cuando sea mentira.

Evgeniy Monahov