Zugarramurdi

Texto y fotografías de María Jesús Martín Villar.














LAS BRUJAS DE ZUGARRAMURDI
Zugarramurdi es un pequeño pueblo de apenas 250 habitantes que entró en la historia a causa de unos terribles sucesos que tuvieron lugar hace cuatro siglos.

A las afueras de la aldea, una gran cueva de origen cárstico alberga el recinto en el que las "sorgiñak" (brujas vascas) de la zona, se reunían para celebrar los "akelarres", palabra de origen vasco que significa "prado del macho cabrío".

En Europa, el culto a un dios cornudo se remonta al siglo V. Jano, la deidad masculina con cuernos, simboliza la virilidad, la fuerza, y se le atribuye una personalidad promiscua. Es el responsable de la fecundidad y fertilidad de la tierra.


En el País Vasco, esta entidad toma el nombre de Akerbeltz o macho cabrío negro, un fauno del que se creía que vivía en alguna cueva, bajo tierra, y al que se le atribuían propiedades curativas contra la enfermedad e influencias benéficas sobre los animales y rebaños encomendados a su protección. Por esta razón, todavía hoy en día se cría un macho cabrío negro en muchos caseríos.


Akerbeltz era el fauno al que adoraban las brujas y brujos en los "akelarres", que tenían lugar normalmente las noches de los viernes. El rito consistía en ofrecer pan, huevos y dinero, y posteriormente bailar alrededor de una hoguera.


Durante estas reuniones, se sacrificaba algún animal y se le pedía a Akerbeltz suerte en el amor; fertilidad para las mujeres, la tierra y el ganado; protección contra enfermedades como la peste, que en aquellos tiempos asolaba las aldeas; lluvia en tiempos de sequía… y todas esas cosas que cualquier ser humano ha pedido -y pide- a los dioses en los que cree.


También se consumían pócimas alucinógenas, algo que se sigue practicando hoy en día en muchas culturas de Sudamérica, África y Asia.


La ingestión de estos brebajes y orujos destilados a partir de endrinas y otras bayas producía efectos muy parecidos a los causados por el LSD y el alcohol. Las danzantes entraban en estado de trance, lo que a ojos de los no iniciados semejaba que eran poseídas por un espíritu diabólico.


Con la llegada del cristianismo, la práctica de estos ritos paganos se consideró herejía y comenzó a ser perseguida. Sin embargo, aquella no iba a ser una tarea fácil, pues había que erradicar creencias instaladas en el pueblo desde la noche de los tiempos.


Para ello, la autoridad eclesiástica no dudó en emplear las tácticas más sibilinas, fabricando rumores con el fin de crear rechazo hacia las brujas vascas, y cubriendo sus prácticas con un manto de miedo y sospecha.


De esta forma, alimentaron la idea de que los "akelarres" eran bacanales donde sacrificaban niños para luego beberse su sangre; de que ofrecían muchachas núbiles al diablo, celebraban misas negras o elaboraban sus pócimas con todo tipo de ingredientes repelentes, como médula ósea de niño, excrementos, arañas y otras "delicatessen".


También extendieron el bulo de que en estas orgías se practicaba la homosexualidad, la antropofagia y otros "ritos diabólicos".


A pesar de tanta calumnia, el puritanismo eclesiástico de la época seguía sin conseguir sus fines, así que optó por utilizar su arma más temida y letal: el Tribunal del Santo Oficio.


Empezaban a escribirse las páginas más negras de la historia de la Inquisición, al tiempo que se ordenaba comenzar las cazas de brujas. Las dos más célebres se llevaron a cabo en la Sierra de Anboto de Vizcaya, y en esta aldea de Zugarramurdi.


Muchas voces avalan la teoría de que esta época negra tuvo gran influencia en el desarrollo del carnaval en esta zona del País Vasco. A fin de cuentas, en estas tierras el motivo del carnaval era la celebración del solsticio de primavera.


En 1608, Juan del Valle Alvarado llegó a Zugarramurdi comisionado por el Santo Oficio para investigar las denuncias de hechicería que se habían recibido.


Tras una laboriosa recopilación de testimonios entre delatores, envidiosos, supersticiosos y gente que buscaba venganza por rencillas personales, la comisión que comandaba el inquisidor inculpó a trescientas personas, de las cuales cuarenta, las consideradas más peligrosas y culpables, serían trasladadas a la prisión de Logroño.


Los reos, sometidos a torturas inimaginables, acababan confesando cualquier crimen del que se les acusara. Hasta el punto de que en el proceso de las brujas de Zugarramurdi, parte del tribunal no apoyó el auto de fe por entender que los actos que afirmaban haber cometido aquellos desgraciados eran tan increíbles que su confesión sólo podía haber sido arrancada en medio del delirio y la desesperación por acabar con el dolor de las torturas.


El juicio de las brujas de Zugarramurdi se prolongó por espacio de dos años, hasta que finalmente once de los detenidos fueron condenados a muerte en la hoguera por los delitos de brujería, magia y superstición.


Este proceso tuvo gran resonancia, y su desarrollo fue seguido en toda Europa con tanto interés -y morbo- que el día de la ejecución del auto de fe se congregaron en Logroño más de 20.000 personas venidas de todas partes de Castilla y otros Reinos. Una multitud para aquella época.


De los tres inquisidores que formaban la Comisión del Santo Oficio, sólo Alonso de Salazar y Frías puso en duda el testimonio de aquellos pobres condenados: "¿Cómo podían saber lo que confesaban, si ni siquiera conocen el castellano y sólo hablan en la Lingua Navarrorum?", que así se denominaba a la lengua de los vascos.


Callejeando por Zugarramurdi aún pueden verse los diez cruceros que la Iglesia mandó plantar para proteger al pueblo y sus habitantes de las influencias del maligno.


También siguen en pie las casas que habitaron aquellas mujeres que fueron acusadas de ser brujas y quemadas vivas: María Ttipia, Gratzina de Barrenetxea, María de Iurretegia, Estebanía de Telletxea…



En esta época invernal oscurece muy pronto, y empieza a ser hora de salir de la cueva de Zugarramurdi, el lugar donde se celebraban los "akelarres", el escenario de aquellas fiestas paganas.


Es tiempo de heladas, y en los nevados bosques que rodean el sitio no hay pájaros todavía; sólo se oye el murmullo del pequeño riachuelo que corre pegado a una pared de la cueva, tallándola pacientemente desde hace miles de años.


Este río tiene un nombre antiguo e inquietante. Ni los más ancianos recuerdan quién se lo puso. El río se llama Arroyo del Infierno.

Víctimas, 16 de mayo: Ceferino Peña Zubía, Francisco Puig Mestre, Francisco Ramón Ruiz Fernández, Luis Navarro Izquierdo y Carmen Pascual Carrillo

Libertad Digital.



El 16 de mayo 1980un día después de haber acribillado a balazos a tres agentes de la Policía Nacional en un bar de San Sebastián, ETA comete dos atentados con una diferencia de poco más de una hora y que suman tres víctimas mortales más al historial de la banda asesina. En torno a las 20:30 horas asesina en Arrona (Guipúzcoa) a CEFERINO PEÑA ZUBÍA, propietario de un taller. Poco después, hacia las 21:45 horas, miembros de la banda asesina acribillan a balazos a los guardias civiles FRANCISCO PUIG MESTRE y FRANCISCO RAMÓN RUIZ FERNÁNDEZ en Goizueta (Navarra).
En torno a las ocho y media de la tarde Ceferino Peña Zubía, propietario de un taller de carrocería, conversaba con un cliente al que atendía en la puerta del establecimiento. Tres individuos encapuchados, tras decirle al cliente que se apartase, le dispararon a bocajarro. Ceferino fue alcanzado por tres impactos de bala en la boca, el pecho y el vientre. La víctima cayó al suelo herido de muerte. Trasladado en un coche hasta el puesto de la Cruz Roja de Zumaya, sólo pudieron certificar su muerte. Los etarras huyeron en un Seat 1430 coupé, que había sido previamente robado en Zaráuz a punta de pistola.
Ceferino Peña fue asesinado por error, error que fue reconocido por ETA en un comunicado. La dirección de la banda terrorista había ordenado el asesinato de otro industrial de Arrona, pero los cinco etarras del grupo Andutz se equivocaron de objetivo y asesinaron a Ceferino. Previamente habían hecho un seguimiento de las costumbres y rutinas de la víctima.
En 1982 fueron condenados cuatro de los cinco integrantes del grupo que atentó contra Ceferino Peña. Como autor material fue condenado a 27 años de reclusión mayor Teodoro Izaguirre Iglesias; como autor por cooperación necesaria, fue condenado a 20 años Luis María Careaga Urquizo; en calidad de cómplice fue condenado a 12 años José Ramón Irusta Urain, y Juan Lucha García a 6 años como conspirador. Veinte años después, en octubre de 2000, fue condenado como autor material el etarra José Antonio Galarraga Arrona a 27 años de reclusión mayor.
Ceferino Peña Zubía, de 30 años, estaba casado y tenía una hija de tres años. Vecinos de Arrona comentaron que Ceferino Peña había residido toda su vida en Arrona y que, tanto él como su familia, eran muy queridos en el pueblo. No se le conocían ideas políticas definidas y no estaba afiliado a ninguna organización.
Apenas una hora después, cuatro etarras ametrallaron a los guardias civilesFrancisco Puig Mestre y Francisco Ramón Ruiz Fernández en el Bar Huici de la localidad navarra de Goizueta. Los etarras entraron primero en el Bar Zabaleta y, al comprobar que los agentes no estaban ahí, entraron en el Huici.
Los guardias civiles de la casa cuartel de la localidad cenaban habitualmente en dicho bar y un vecino de Goizueta pasó la información a miembros del grupo Adarra de ETA, formado por vecinos de la localidad de Hernani (Guipúzcoa). Ese día, el informador de ETA comprobó previamente la posición exacta de los dos guardias civiles en el comedor. A continuación, dos etarras encapuchados entraron armados con pistolas y metralletas desde la cocina y les tirotearon a corta distancia. Otros dos terroristas se quedaron fuera vigilando. Segundos después los asesinos huyeron en una furgoneta DKW, tras amenazar de muerte a un vecino que trató de avisar de lo ocurrido en el cuartel de la Guardia Civil. En el lugar del atentado se recogieron numerosos casquillos de bala 9 milímetros parabellum.
Sobre las once de la noche el juez ordenó el levantamiento de los cadáveres que fueron trasladados a Pamplona, donde se instaló la capilla ardiente. Al día siguiente, 17 de mayo, se celebraron los funerales. Posteriormente, los restos mortales de los dos guardias civiles se trasladaron a sus localidades de origen.
El presidente del Parlamento Foral de Navarra, Víctor Manuel Arbeloa, hizo pública una nota en la que afirmaba que "no sólo condena el vil asesinato de dos guardias civiles en Goizueta sino que hace un llamamiento al pueblo de Navarra a oponerse por todos los medios democráticamente eficaces a la violencia armada que, en estos momentos delicadísimos de la institucionalización democrática y foral de navarra, es el mayor enemigo de nuestro pueblo".
En 1981 la Audiencia Nacional condenó a José María Aramburu Lete y Juan Miguel Apecechea Arocena a sendas penas de 25 años de reclusión mayor en concepto de cooperación para la realización del atentado. Posteriormente, en 1985, fue condenado como autor material Francisco Javier Lujambio Galdeano a dos penas de 27 años de reclusión mayor.
Francisco Puig Mestre era natural de Mas de la Mariana, en el término de Ares del Maestre (Castellón). Tenía 31 años y estaba soltero. Llevaba más de un año destinado en Goizueta, pero pensaba regresar a su ciudad natal en el mes de junio. Su asesinato lo impidió.


Francisco Ramón Ruiz Fernández, de 26 años, era de Arjona (Jaén). Estabacasado y tenía dos hijos, una niña pequeña y un niño que acababa de nacer. Su mujer, Rosario Escalante, se había desplazado a Málaga poco antes del atentado para dar a luz. El bebé nació quince días antes del asesinato. Francisco era el comandante del puesto de la Guardia Civil de la localidad de Goizueta, y había estado destinado en Valencia antes de ascender.
En torno a las 14:30 horas del 16 de mayo de 1985, el cabo primero de la Policía Nacional LUIS NAVARRO IZQUIERDO resultó muerto y otros diez agentes heridos, al hacer explosión un coche bomba que ETA había estacionado en una calle de la localidad vizcaína de Basauri.
La explosión, provocada por control remoto al paso de las dos furgonetas de la Policía Nacional, pudo haber causado una matanza, ya que en las inmediaciones del lugar está ubicado un instituto de enseñanza.
El atentado se produjo cuando dos furgonetas de la Compañía de Reserva de Valladolid circulaban por la carretera nacional Bilbao-San Sebastián con destino al acuartelamiento de las Fuerzas de Seguridad del Estado en Basauri, donde iban a relevar a sus compañeros. Cuando el convoy se detuvo en el semáforo de la calle Urbi, junto a la gasolinera Camarero, la banda terrorista hizo explotar el coche-bomba, un Renault 9 de color gris metalizado cargado con 20 kilos de Goma 2 y 10 más de tornillería gruesa. Los terroristas habían rellenado la bomba con tuercas y balas del calibre 9 milimetros para que actuasen como metralla y aumentase su poder letal. Una de las dos dotaciones resultó alcanzada de lleno, mientras que la otra sufrió los impactos de la explosión en su lado derecho.
Consecuencia de la fuerte explosión, diez policías nacionales resultaron heridos de gravedad y fueron trasladados en ambulancias de la Cruz Roja y la Asociación de Ayuda en Carretera al Hospital Civil de Basurto, a la Clínica Virgen Blanca y al Hospital de Galdácano. Además de los policías nacionales, otras tres personas sufrieron lesiones leves por la onda expansiva y fueron atendidas por los servicios de la Cruz Roja en el lugar de los hechos. Ocho de los policías heridos fueron ingresados en el Hospital Civil de Basurto. El cabo primero Luis Navarro Izquierdo, trasladado al mismo hospital, falleció cuando iba a ser intervenido poco después de ingresar.
En el mismo centro fueron asistidos Agustín Sánchez Hernández, que presentaba graves lesiones en un ojo; José Pérez Pacheco, que sufría pérdida de masa encefálica; el sargento Bernabé Andrés González, con conmoción cerebral; y Gaspar García, cuyo pronóstico era grave. El policía Santiago Fernández Ramos, así como Orestes Gómez Frutos y Balbino Fernández Iglesias, fueron dados de alta al cabo de unas horas. Otros dos policías, el cabo primero Antonio Pascual y José Antonio Hernández fueron atendidos en la Clínica Virgen Blanca de Bilbao, en donde se les diagnosticó heridas de carácter reservado.
El funeral por el cabo primero Luis Navarro Izquierdo tuvo lugar al día siguiente a la una de la tarde en la parroquia Nuestra Señora de las Nieves, de Basauri. Al mismo asistieron los responsables de Interior del Gobierno central, José Barrionuevo, y autonómico, Luis María Retolaza. Esa misma tarde fue trasladado a Ampudia, donde residía su familia.
En 1994 la Audiencia nacional condenó al etarra José Félix Zabarte Jainaga a un total de 298 años de prisión por este atentado. En la misma sentencia se recogía que Zabarte Jainaga iba acompañado por Carmen Guisasola Solozábal y un tercer etarra sin identificar. Guisasola no pudo ser juzgada en esos momentos al negar Francia la extradición. Finalmente fue extraditada y juzgada en 2001 por atentados cometidos entre 1982 y 1989.
Luis Navarro Izquierdo, de 26 años, era natural de Ampudia (Palencia). Estudió la carrera de profesor de Educación General Básica en la Escuela de Magisterio de Palencia. Muy aficionado al atletismo, llegó a ser subcampeón de España en los cuatrocientos metros lisos el año que ganó Colomán Trabado. Estabacasado con María Luisa Marcos, embarazada de un mes. Luis pertenecía a la Segunda Compañía de la Reserva General que había llegado al País Vasco días antes del atentado para reforzar a la plantilla policial de Vizcaya.
En torno a las 5:30 horas del 16 de mayo de 1987CARMEN PASCUAL CARRILLO, ama de casa de 79 años de edad, fallecía a causa de la explosión de un coche-bomba situado en las inmediaciones de la sede de la Dirección General de la Guardia Civil en Madrid.
El vehículo utilizado como coche bomba fue aparcado en la calle del General Ibáñez de Ibero, a unos diez metros de la Dirección General de la Guardia Civil. Las ventanas del edificio se vieron seriamente afectadas, fundamentalmente las de los dormitorios de los guardias jóvenes. La onda expansiva del coche-bomba afectó además a otros cinco vehículos, así como a gran cantidad de cristaleras y ventanales de los edificios próximos. El coche estaba cargado con 15 kilos de amonal y 2 kilos de Goma 2, instalados en el maletero en dos ollas a presión.
Carmen Pascual volvía con varios familiares de celebrar las bodas de plata de un sobrino. Viajaba en el asiento delantero derecho del automóvil y falleció prácticamente en el acto a causa de la onda expansiva y de los cristales rotos del propio vehículo. Los otros tres ocupantes del vehículo también resultaron gravemente heridos: Luis María Villarroso Bassadone, sobrino de Carmen, que era el conductor del vehículo; su esposa, María del Carmen Fernández Fernández; y María de los Ángeles Ibáñez Pascual, hija de Carmen, que necesitó 137 días de asistencia sanitaria y perdió la visión total de un ojo. Además, resultaron heridos dos transeúntes: Florencio Arce Pardo y Carlos Marcos Sáez.
Ese mismo día, y en muy breve espacio de tiempo, el grupo Argala de ETA, liderado por Henri Parot, atentó también contra el Cuartel General del Aire, en la plaza de la Moncloa, y contra elCuartel General de la Armada, en la plaza de Cibeles. En estos dos atentados no hubo que lamentar víctimas mortales, pero sí resultaron heridas siete personas.
En 1994 la Audiencia Nacional condenó al etarra francés Henri Parot a una pena total de 121 años de cárcel por este atentado. En 2000, tras ser extraditado por Francia, fue condenado Francisco Múgica Garmendia a 27 años por el asesinato de Carmen. A la misma condena fue sentenciado en 2002 Santiago Arrospide Sarasola, alias Santi Potros, que fue quien planificó el atentado.
Carmen Pascual Carrillo tenía 79 años y estaba viuda. Vivía con su hija María de los Ángeles, herida grave en el mismo atentado, en un piso en Madrid, muy cerca de donde fue asesinada.

La competencia por el control de la acción en los seres vivos

Francisco Capella.


Un ser vivo es un agente autónomo autopoyético: trabaja construyéndose a sí mismo e intentando alcanzar sus objetivos deseados, controla su conducta para su propio beneficio, y sus valoraciones tienden a reflejar lo adecuado para su supervivencia; un agente heterónomo no controla su conducta sino que actúa controlado por otro agente al cual sirve (por ejemplo, una máquina artificial, o un organismo esclavizado).

La capacidad de control y acción de un organismo siempre es limitada y falible. Los agentes autónomos evolutivamente más exitosos son los que consiguen más poder, más capacidad de decisión y acción y menos restricciones: tienen más medios a su disposición (energía, materiales, conocimiento, derechos) y sufren menos limitaciones o cargas (obstáculos físicos, prohibiciones, deberes).

El sistema de control de un organismo (su aparato cognitivo, sistema nervioso o cibernético) controla directamente la conducta del propio individuo del cual forma parte. Pero el funcionamiento de este sistema depende de las interacciones del sujeto con su entorno, que puede incluir otros organismos que influyen sobre él, participando así en la determinación de la conducta; y el mismo individuo puede intentar a su vez controlar a otros organismos.

La capacidad de acción de un organismo (y sus resultados) puede ser utilizada por otro. Un ser vivo puede aprovecharse de otro destruyéndolo y comiéndoselo (o utilizando algunas partes como ropas, adornos o herramientas). Es posible aprovecharse de otro ser vivo sin destruirlo, tomando algo de él: alimento (leche materna, secreciones de algunos insectos como la miel de las abejas), protección, calor. Y también es posible usar a otro organismo como agente, controlarlo, influir sobre su conducta, capturar parcialmente su sistema de control. Un virus, por ejemplo, captura los mecanismos de control de una célula (a la cual termina matando) para que sus ribosomas produzcan copias del propio virus.

Todo organismo es un agente que puede ser utilizado como medio o instrumento por otros agentes: su capacidad de actuar puede ponerse al servicio de los fines o intereses de otros individuos (que pueden ser compatibles o incompatibles con los propios). Esta instrumentalización o servidumbre puede ser voluntaria (libre) o involuntaria (esclavitud), simétrica (cooperación) o asimétrica (parasitismo), consciente o inconsciente.

Una forma directa y simple de control es la fuerza física bruta que permite al fuerte (amo) someter al débil que no puede defenderse (esclavo). Pero también existen mecanismos psicológicos (cognitivos y emocionales) de manipulación: persuasión, seducción, chantaje, amenazas.

La competencia entre organismos por el poder de controlar la acción da origen a una carrera de armamentos evolutiva en la cual se desarrollan de forma progresiva aptitudes para controlar y para evitar ser controlado. Los agentes más exitosos son aquellos que pueden influir sobre los demás para que actúen en su beneficio, al tiempo que se defienden de los intentos de manipulación en su contra. Los individuos pueden tener muy diferentes capacidades en este ámbito: desde los incautos ingenuos hasta los más hábiles seductores. Las técnicas de manipulación se vuelven gradualmente más indirectas, sofisticadas y sutiles para evitar el posible rechazo de los intentos directos y obvios.

Un manipulador exitoso debe conseguir que el agente manipulado se deje controlar: esto puede suceder porque no es capaz de evitarlo (no puede resistirse a la influencia ajena o ni siquiera se da cuenta de ella) o porque no quiere hacerlo. Ciertas técnicas de manipulación se basan en el engaño y la ocultación, dependen de que el sujeto no se dé cuenta de que está siendo controlado por otro. La manipulación puede implicar alterar las valoraciones ajenas, de modo que a un agente no le importa ser manipulado o incluso lo prefiere (seducción sexual, publicidad, lavado de cerebro de una secta).

Un ser vivo puede aprovecharse de lo que hace otro, de los resultados de su acción, de forma natural y espontánea, sin necesidad de comunicación, pero estas interacciones tienen un rango limitado. La disponibilidad de un lenguaje facilita enormemente la coordinación entre agentes, que pueden expresar de algún modo sus intereses, deseos u órdenes. El lenguaje puede utilizarse para describir el mundo y transmitir información, pero es fundamentalmente una herramienta de interacción y manipulación: permite dar órdenes, expresar deseos, persuadir, seducir, argumentar, explicitar normas y las consecuencias de su incumplimiento.

Una alternativa privada para Bankia

Juan Ramón Rallo.



Hace apenas tres meses escribí que la peor parte de la reformilla financiera de Luis de Guindos era que “precisamente por tratarse de una reformita con escaso contenido y menos ambición, no servirá para cerrar definitivamente los milmillonarios agujeros de la banca y, por consiguiente, la amenaza de que en cualquier momento se eche mano a la menguante cartera de los españolitos seguirá muy viva”. Es triste comprobar que el tiempo ha confirmado tan negros augurios, pues al final, sí, habrá inyecciones de dinero de los contribuyentes (que no de dinero público) en el sistema financiero, comenzando, cómo no, por Bankia.
Los problemas de una quiebra bancaria
¿Es esencial rescatar a este enjuague de cajas de ahorros? Desgraciadamente, el actual sistema financiero basado en el dinero fiduciario se haya podrido de raíz: dado que la práctica totalidad de los medios de pago de la economía son pasivos bancarios, una quiebra generalizada de los bancos ocasionaría una espiral deflacionista devastadora. Las cosas no cambiarían demasiado si, como proponen algunas voces con bastante sensatez, procedemos a liquidar los bancos insolventes, pagar con las resultas y con el fondo de garantía de depósitos los 100.000 primeros euros de los depositantes, e impagar la deuda de los restantes acreedores. Por desgracia, como comprobaron con crudeza Bearn Stearns o Lehman Brothers en 2008, el pánico bancario moderno no se circunscribe a los depósitos a la vista, sino a la totalidad de las deudas a corto plazo (operaciones repo y pagarés). Si algunos acreedores a corto sufren cuantiosas pérdidas, la refinanciación del resto de la banca se resentirá de manera muy significativa, acrecentando los riesgos de colapso sistemático.
Descartada, pues, una quiebra y liquidación de Bankia que correría el riesgo de extenderse al conjunto del sistema financiero, el Gobierno se ha plegado a la más expeditiva de las alternativas: nacionalizar Bankia para posteriormente inyectar, CoCos mediante, entre 7.000 y 10.000 millones de euros para reforzar el capital de la entidad. Los inconvenientes de esta medida son palmarios: primero, todo banco público tiene inexorables problemas de gestión e intereses (sólo hace falta observar el comportamiento de las que, hasta la fecha, eran los bancos públicos de facto de este país:las cajas de ahorros); segundo, el país en su conjunto necesita mejorar su solvencia desapalancándose, todo lo contrario de lo que logramos si el Estado emite deuda (degrada su solvencia) para tapar los agujeros de Bankia; y tercero, los riesgos de la operación son tan altos que, de entrada, ningún inversor privado, ni el más codicioso de los especuladores, está dispuesto a emprenderla: sólo el Gobierno español posee el aplomo y la osadía suficientes para inyectar semejante capital de los contribuyentes. ¿Tiene sentido que todos ellos se conviertan en accionistas forzosos de un hedge fund estatal de alto riesgo expuesto a una entidad con un balance tan poco claro como el de Bankia?
Mas si la nacionalización no es la vía de actuación adecuada, ¿qué queda? Pues acercarnos tanto como podamos al mecanismo de una quiebra sin implosionar todo el tenderete financiero edificado sobre los pantanosos terrenos del dinero fiduciario. En concreto, podemos aplicar la hoja de ruta que ya tracépara recapitalizar el conjunto del sistema bancario español al caso de Bankia-BFA.
La capitalización privada de deuda
Recordemos: la solución menos lesiva para el sistema económico sería capitalizar parte de los pasivos de la banca, es decir, que los actuales accionistas pierdan toda su inversión y que una porción de sus acreedores se convirtieran en los nuevos propietarios. De este modo, mataríamos tres pájaros de un tiro: los bancos se recapitalizarían reduciendo su deuda (y no incrementando la de nadie más); los perjudicados por la medida no serían los inocentes contribuyentes sino los inversores que erraron al confiar sus ahorros a la entidad; y, por último, la gestión del banco quedaría en manos privadas (en la de los nuevos accionistas), de modo que éstas podrían decidir su esquema de remuneración, el equipo directivo y la política crediticia de la entidad. Sin interferencias gubernamentales y habiendo soportado en sus carnes las pérdidas de sus desmanes previos, los nuevos propietarios tendrían una plena legitimidad para decidir cuál debe ser el futuro del banco, tal como acaece en cualquier otra empresa privada que no ha pasado por las fauces del rescate.
Pero, ¿acaso es viable que Bankia sobreviva capitalizando parte de sus pasivos? Bueno, es justo lo que ha hecho el Gobierno hasta el momento: transformar en acciones de la matriz de Bankia sus 4.500 millones de euros de participaciones preferentes en la entidad, convirtiéndose así en su único propietario. Con la mucho más conveniente conversión de los siguientes pasivos privados en acciones, sin embargo, Bankia-BFA habría logrado aflorar cinco veces más capital que lo cosechado con su nacionalización, en concreto, más de 23.000 millones: el 100% de los 15.000 millones de pasivos subordinados, el 40% de los 14.600 millones en cédulas hipotecarias (casi 6.000 millones de euros) y los alrededor de 2.500 millones de euros en intereses anuales para los tenedores de pagarés y para los impositores a plazo fijo. Es decir, trocando estos pasivos en fondos propios se lograría recapitalizar el banco sin comprometer un solo euro del contribuyente en tan arriesgada operación y facilitando un saludable desapalancamiento de la entidad y de la economía española.
Es simplemente inaudito que el Gobierno haya preferido convertir sus 4.500 millones de deuda subordinada en acciones –nacionalizando la entidad y socializando sus pérdidas­– antes que los 15.000 millones de deuda subordinada privada –preservando el dominio privado del banco y concentrando las pérdidas en quienes invirtieron erróneamente en sus pasivos–. Aunque, ciertamente, de este Ejecutivo ya cabe decir cualquier cosa salvo que sus nocivas intervenciones sobre la economía nos muevan lo más mínimo a la sorpresa. Lo importante: ser conscientes de que, como ya sucediera conel atraco de la subida de impuestos, sí existe una alternativa al intervenconismo estatal; una alternativa mucho más conducente hacia la recuperación y una alternativa infinitamente más respetuosa con nuestras libertades.