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¿En qué consiste la expansión artificial del crédito?

por Juan Ramón Rallo.


Los economistas austriacos suelen explicar que el ciclo económico se desata cuando los bancos expanden artificialmente el crédito o cuando los tipos de interés se rebajan de manera artificial. Son enunciaciones simples pero ciertamente inexactas: ¿qué es una expansión artificial del crédito? ¿Y una natural? ¿Cuál es el nivel a partir del cual podemos estar seguros de que unos tipos sondemasiado bajos: el 10, el 5, el 3, el 1,47%? Todo muy bonito, pero también muy inexacto. O al menos eso podría parecer de entrada: vamos a intentar demostrar que no es así.
Nuestro punto de partida debe ser la existencia de diferentes tipos de crédito a muy distintos plazos. Una persona puede prestar su capital a una semana, a 12 meses, a 10 años o a cualquier otro plazo. ¿Cuál es la diferencia, para el prestamista, entre prestar su capital a un día o a 30 años? Pues, básicamente, que en el primer caso lo recuperará en un día y, en el segundo, al cabo de 30 años. La proposición podría parecer una obviedad, pero conviene que tengamos claras sus implicaciones: la persona que ha prestado a un día volverá a ejercer su influencia sobre el mercado (a la hora de decidir qué consumir, en qué invertir, o qué no consumir o en qué no invertir) y podrá utilizar ese capital para readaptarse a cambios imprevistos de su entorno en apenas 24 horas; en cambio, quien ha extendido crédito a 30 años renuncia a su capital y a su capacidad de influir en el mercado (traspasando esa capacidad al prestatario). Fijémonos, además, en que no es lo mismo prestar el capital durante 30 años que prestarlo a 24 horas durante cada uno de los días de los próximos 30 años: en el primer caso, el prestamista no recupera el capital hasta dentro de tres décadas, mientras que en el segundo lo recupera cada día y cada día decide si desea volverlo a prestar, pudiendo en tal caso adaptarse con rapidez a los cambios imprevistos y súbitos de su entorno (si, verbigracia, el negocio de su prestatario se deteriora y su riesgo de impago aumenta, puede escoger extender crédito a otra persona distinta). Como es lógico, pues, el ahorrador exigirá tipos de interés más altos para prestar a 30 años que para prestar a un día, dado que los inconvenientes son mucho mayores.
A su vez, una persona también puede demandar crédito a una semana, a 12 meses, a 10 años o a cualquier otro plazo. ¿Cuál es la diferencia, para el prestatario, entre pedir prestado su capital a un día o hacerlo a 30 años? Pues, básicamente, que en el primer caso estará obligado a devolverlo en un día y, en el segundo, al cabo de 30 años. De nuevo, por tautológica que parezca la proposición, conviene aclarar sus implicaciones: la persona que se ha endeudado a un día apenas tendrá tiempo para recuperar ese capital tras haberlo utilizado en el mercado; la persona que se ha endeudado a 30 años, en cambio, tendrá un amplio margen para devolver el capital que ha recibido prestado rentabilizándolo y ejerciendo su influencia en el mercado. Fijémonos en que no es lo mismo tener que devolver el dinero al cabo de 30 años que estar obligado a devolverlo cada uno de los días durante los próximos 30 años: en el primer caso, el deudor tiene cintura para absorber cambios imprevistos en su entorno, mientras que en el segundo no (si un día se queda sin amasar el capital, entrará en suspensión de pagos). En consecuencia, el prestatario estará dispuesto a abonar tipos de interés más altos por recibir un crédito a 30 años que por recibirlo a un día, pues las ventajas son mucho mayores.
La clarificación y la coincidencia del plazo de los préstamos facilita la coordinación entre ahorradores-prestamistas e inversores-prestatarios: ahorrar y prestar el capital a 30 años significa renunciar a consumir o invertir durante 30 años, justamente el plazo de que disfrutará el inversor que pide prestado el capital para, al cabo de 30 años, generar los suficientes bienes y servicios futuros con los que amortizar el crédito y los correspondientes intereses. En pocas palabras, el ahorrador le dice al inversor: “Dispones de 30 años para fabricar la riqueza que deberás entregarme a la finalización del préstamo”, y el inversor actúa en consecuencia.
Sucede que, como hemos explicado, los tipos de interés por los créditos a largo plazo serán normalmente más elevados que los tipos de interés a corto plazo. En jerga financiera, a esta circunstancia se le conoce como curva normal de rendimientos: conforme aumenta el plazo de los préstamos, también se incrementa el tipo de interés necesario para que llegue a darse la transacción. Y aquí es donde comienzan las tentaciones problemáticas.
Si los tipos de interés a corto plazo son más bajos que los tipos de interés a largo plazo, ¿acaso no sale a cuenta tomar dinero prestado a corto plazo (pagando, por ejemplo, un tipo de interés anualizado del 2%) y prestarlo o invertirlo a largo plazo (recibiendo, por ejemplo, un tipo de interés anualizado del 8%)? Sin duda: se trata de una operación muy rentable, pero también muy peligrosa individual y socialmente. Desde un punto de vista individual, una persona que tenga que devolver cada día el capital que ha invertido y que no recuperará hasta dentro de 30 años, caerá casi seguro en suspensión de pagos. Desde un punto de vista social, si los prestamistas-ahorradores sólo renuncian a su capital durante un día (confiando en recuperar su capacidad de influencia sobre el mercado en apenas 24 horas), mientras que los prestatarios-inversores lo han inmovilizado por tres décadas (tardando 30 años en fabricar los bienes y servicios futuros necesarios para devolverles a los ahorradores su capital), es evidente que existirá una descoordinación entre unos y otros: los ahorradores habrán diseñado sus planes de actuación bajo la hipótesis de que recuperarán su capital en un día, mientras que los inversores lo habrán cristalizado durante 30 años.
Huelga decir que si los ahorradores fueran indiferentes entre recuperar su capital en un día o recuperarlo al cabo de 30 años, lo habrían prestado desde un comienzo a 30 años, pues los tipos de interés que hubiesen percibido habrían sido superiores. Además, también hay que tener presente que el problema de fondo no es que haya carestía de dinero, sino de bienes económicos: si los ahorradores desean recuperar su capital en un día para comprar comida y los inversores van a tardar 30 años en producir alimentos, los primeros se morirán de hambre por mucho dinero que imprimamos para permitir a los inversores devolver sus deudas a los ahorradores.
Llegados a este punto, ya estamos en posición de describir qué es eso de expandir el crédito o rebajar los tipos de interés de manera artificial. El crédito se expande artificialmente cuando se canaliza capital que debe devolverse a corto plazo hacia préstamos a largo plazo: no hay ahorro a largo plazo (predisposición del ahorrador a renunciar a su capital durante un largo período de tiempo) que financie los préstamos a largo plazo (la transferencia de un capital durante un largo período de tiempo). O, dicho de otra manera, los tipos de interés a largo plazo se reducirán de manera artificial no porque haya más ahorro a largo plazo, sino porque la oferta de fondos prestables a largo plazo se habrá incrementado a partir de la oferta de fondos prestables a corto plazo. Será esa distorsionada disminución de los tipos de interés y esa manipulada oferta de crédito a largo plazo lo que inducirá a los agentes económicos a sobreendeudarse y malinvertir a mucho mayor plazo del que los ahorradores están dispuestos a esperar, dando como resultado un primer período de prosperidad ficticia (crece el consumo y la inversión gracias a un crédito falsamente elevado) seguido de otro de depresión (colapso económico y financiero como consecuencia de las distorsiones acumuladas durante la prosperidad ficticia).
Los bancos son los agentes económicos que con más asiduidad recurren a este perjudicial descalce de plazos: las deudas de los bancos son depósitos a la vista (plazo de vencimiento a discreción del depositante) o a corto plazo, mientras que sus inversiones son créditos a muy largo plazo (hipotecas a 40 años, préstamos empresariales, créditos al consumo, etc.). Afortunadamente, en un mercado donde la moneda y la banca se desarrollan en libertad y sin privilegios gubernamentales, los bancos no tienen apenas margen para realizar esas peligrosas operaciones, pues tan pronto como sus acreedores dejaran de refinanciarles, caerían en suspensión de pagos. Desgraciadamente, en nuestro mercado ultraintervenido y ultraprivilegiado, una institución estatal llamada banco central tiene el monopoliode la emisión de papel moneda, lo que le permite proporcionar refinanciación barata a los bancos privados que descalzan plazos durante muy dilatados períodos de tiempo (hasta que el sobreendeudamiento y las malas inversiones sociales se saturen y colapsen) y prolongar de manera perversa la duración y devastación de los ciclos económicos.

Los agujeros de Bankia

por Manuel Conthe.



La querella de UPyD contra los consejeros de Bankia que firmaron el folleto de su salida a Bolsa se ha interpuesto por muchos delitos (estafa, apropiación indebida, falsificación de cuentas, delitos societarios y manipulación para alterar el precio de las cosas); pero el principal reproche que les dirige es haber ocultado adrede, para colocar las acciones en Bolsa a un precio engañoso, el deterioro de valor de los préstamos y demás activos de la entidad financiera.
“¿Acaso el Folleto advertía del riesgo de que las cuentas fueran falsas y hubieran de ser reformuladas, de que la Sociedad se encontrara en causa de disolución y de que fuera necesario inyectar 19.000 millones adicionales de fondos del FROB para sanearla?”, señala la querella. “Bajo ningún concepto lo descubierto con posterioridad respecto a la verdadera situación patrimonial de la entidad queda amparado o justificado en las advertencias del Folleto”.
“Plena y deliberadamente, los consejeros llevaron a cabo una acción falsaria sobre documentos contables de Bankia y BFA, formulando y aprobando unas cuentas que a ciencia cierta sabían que no eran fiel reflejo de la realidad”.
La interposición de la querella por UPyD ha sido legítima, pues más de 300.000 pequeños accionistas –muchos de ellos, clientes de las cajas integradas– suscribieron acciones de Bankia a 3,75 euros y en apenas un año han perdido casi toda su inversión, sin que nadie les haya dado explicaciones detalladas y claras.
Sesgo de retrospectiva<7strong>
A lo largo del procedimiento judicial saldrán previsiblemente a debate tres cuestiones: 1. El grado de prudencia exigible en la valoración de sus préstamos y activos a una entidad de crédito cotizada en Bolsa y sujeta a regulación prudencial; 2. El grado de previsibilidad, cuando Bankia salió a Bolsa, del deterioro del valor de esos activos que los nuevos gestores aceptaron al reformular las cuentas de 2011; y 3. El efecto exculpatorio de la descripción de riesgos futuros que contenía el folleto de salida a Bolsa.
Carezco de información precisa sobre la cuentas de Bankia y sería osado que intentara responder a esas tres cuestiones; pero me parece oportuno recordar algunas doctrinas relacionadas con las dos últimas, surgidas en Estados Unidos con ocasión de demandas judiciales por securities fraud emparentadas con la querella de UPyD.
Una de tales doctrinas es el riesgo de que el juez sucumba al llamado “sesgo de retrospectiva” (hindsight bias), un sesgo cognitivo que algunos juristas españoles –entre ellos, un penalista, Jaime Alonso Gallo, y un procesalista, Arturo Muñoz Aranguren– han analizado en diversos trabajos. Como expuso el primero en uno pionero, “por mucho que la valoración ex ante del hecho constituya uno de los axiomas de la moderna dogmática penal, es difícil desembarazarse de las consecuencias nefastas del [sesgo de retrospectiva].
El Juez valora los hechos después de ocurridos y buena parte del material probatorio que tiene ante sí procede de la investigación de los hechos tras producirse éstos. Al Juez le resulta muy complicado ponerse en la situación del acusado en el momento de producirse los hechos, ya que carece de la información necesaria para realizar tal ejercicio intelectual… Si ello no fuera suficiente, el sesgo retrospectivo afecta igualmente a los profesionales que valoran, ex post facto, la actuación de otro profesional”. De ahí la tendencia “a considerar, partiendo del conocimiento de las consecuencias [de un hecho pasado], que tales consecuencias eran previsibles desde el principio”.
Una doctrina dirigida a contrarrestar esa espontánea tendencia a considerar previsible lo que efectivamente aconteció la enunció en Estados Unidos en 1978 el juez Friendly, cuando en el caso Denny vs. Barber desestimó una demanda contra un banco que no había desvelado información alguna de que tuviera problemas con diversos préstamos que al año siguiente resultaron impagados.
El juez argumentó que la demanda se apoyaba en un mero “fraude por efecto retrospectivo” (fraud by hindsight o FBH) e ignoraba los acontecimientos económicos acaecidos entre las dos fechas. La doctrina del FBH la amplió y popularizó en 1990 el juez Easterbrook en otro caso –DiLeo v. Ernst & Young – que se asemeja aún más al de Bankia, pues los accionistas de un banco acusaban a sus directivos y auditores de no haber revelado a tiempo que una parte substancial de su cartera de préstamos era irrecuperable. El juez rechazó también la demanda porque consideró que los demandantes no habían aportado “evidencia contemporánea” que acreditara que los acusados sabían desde el principio que tales impagos eran previsibles y que ocultaran ese hecho maliciosamente, ni la demanda precisaba tampoco el “qué, dónde, cuándo y cómo” de las afirmaciones que consideraban fraudulentas.
Doctrina del “bespeaks caution”
En lo que atañe al efecto exculpatorio de las advertencias, los jueces americanos han elaborado la doctrina del bespeaks caution (literalmente, “invita a la cautela”), a tenor de la cual no se considera fraudulento que un emisor de valores haga optimistas afirmaciones sobre el futuro (forward-looking statements) aunque luego no se cumplan, siempre que las acompañe de advertencias precisas de tal riesgo.
La eficacia exculpatoria de las advertencias ha suscitado, sin embargo, controversia. Así, Jeffrey Rachlinski, experto en psicología jurídica (behavioral law), señala el peligro de que, acaecido el siniestro, un “sesgo retrospectivo a la inversa” (reverse hindsight) nos lleve a exagerar la notoriedad efectiva de la advertencia, que bien pudo pasar desapercibida si era poco visible o era una gota en medio de un océano de afirmaciones optimistas.
Además, según los jueces americanos la doctrina no protege a quien alerta de riesgos que ya se han materializado o son inminentes: “La doctrina no protege a quien advierte a su compañero de excursión que camine despacio porque podría haber una zanja más adelante, cuando ya sabe, casi con plena certeza, que se encuentran a unos pasos del cañón del Colorado”.
Tras la admisión de la querella por la Audiencia, el procedimiento penal será largo y tortuoso. Estará jalonado por interesantes debates doctrinales, y mantendrá en vilo a los accionistas perjudicados; pero, cualquiera que sea su desenlace final, constituirá un largo calvario para los imputados, que habrán caído en una inesperada y profunda sima judicial.

Banks as entrepreneurs of credit

by Kurt Schuler.



Reading the comments on Larry White's testimony, it occurred to me that a single word might make a difference in the perennial debate about whether banks are creators of credit. The word is "entrepreneurs." Often, economists who are discussing banking call banks "intermediaries of credit." I have used the phrase myself. It fails to capture an important aspect of what is involved, because it gives the impression that banks always act as pure intermediaries, connecting lenders to borrowers with few mistakes. If banks are pure intermediaries, though, why do they so often make huge, costly errors?

It is more accurate to call banks "entrepreneurs of credit." When a bank grants a loan, it is testing whether demand exists to hold the credit it has granted. That is an act of credit entrepreneurship. If the public in the aggregate wishes to hold the funds rather than spend them, it desires to engage in more saving than before, and the bank can expand its liabilities without losing reserves. To that extent the bank is acting as an intermediary, fulfilling a previously unsatisfied demand by the public to extend credit. In contrast, if demand to hold the credit does not exist, the bank loses reserves. To that extent it is acting as a creator of undesired credit in the interval until losses of reserves restrain it. The undesired credit, by the way, is not fraudulent. It is simply a product that failed, as happens frequently in every other line of business.

El LIBOR y el Escándalo de Barclays

por Xavier Sala i Martín.


El LIBOR y el Escándalo de Barclays
Para entender el escándalo de Barclays y el LIBOR, dejadme explicar unos conceptos previos. Primero, el LIBOR es un tipo de interés de referencia. Es decir, es un tipo de interés que muchos contratos toman como referencia a la hora de fijar unos pagos. Todos los que tengáis una hipoteca sabréis de qué estoy hablando: los tipos de la hipoteca (y por tanto vuestros pagos mensuales) seguramente están ligados al EURIBOR: cuando el EURIBOR sube, vuestra hipoteca sube y cuando el EURIBOR baja, vuestra hipoteca baja. El EURIBOR, pues, es el tipo de interés que vuestra hipoteca toma como referencia.
Aunque he puesto como ejemplo el mercado hipotecario, el LIBOR es el tipo que toman como referencia no solo los créditos hipotecarios sino también todo tipo de transacciones financieras (como contratos de futuros, swaps de tipos de interés, swaps de inflación, todo tipo de créditos sindicados, etc). Se calcula que en 2011, hubo unos 554 billones de dólares de transacciones ligadas al LIBOR.
Segundo, el LIBOR corresponde a las siglas London Inter Bank Offered Rate. London quiere decir que de Londres i IBOR quiere decir que es el tipo de interés que los bancos deben pagar cuando piden prestado a otros bancos (llamados bancos mayoristas). Por lo tanto, LIBOR es el tipo de interés que se les carga a los bancos de Londres en el mercado interbancario. El EURIBOR es el equivalente pero, en lugar de solo los bancos de Londres, los bancos de toda Europa.
Tercero, la palabra clave es Londres: son los tipos de interés que pagan los bancos de Londres. En Londres, lógicamente, hay muchos bancos. ¿De qué banco estamos hablando? Pues delPROMEDIO. Es decir, para calcular el LIBOR,  la Asociación Británica de la Banca (BBA) pide a una muestra de ocho bancos que envíen cada día, a las 11 de la mañana, el interés que le cargan a ellos los mercados financieros para pedir créditos (*). La BBA coge esos ocho números y hace una media. Bien, en realidad hace como en los concursos de patinaje artístico: hace la media después de eliminar los más altos y los más bajos. ESA MEDIA ES EL LIBOR.
Cuarto, uno de esos ocho bancos que cada día reportan el tipo de interés que le han cobrado en el interbancario era el Barclays.
Es decir, el LIBOR es la media de los tipos de interés que reportan un grupo de ocho bancos. Ocho es un número muy pequeño de bancos. Es tan pequeño que cada uno de ellos podría en principio manipular la media hacia arriba si reportara un número grande y la podría manipular hacia abajo si reportara un número pequeño (eso no pasaría si fuera la media de 200 bancos, por ejemplo). Y ahí es donde está la base del fraude: dado que el volumen de negocio ligado al LIBOR es tan grande, si uno de los ocho bancos reportara un número muy alto (o muy bajo) de modo que la media resultante fuera más alta (o baja), habría traders que ganarían mucho dinero. Imaginaos la cantidad de dinero que gana un banco si en lugar de tener un LIBOR DE 2.02 fuera de 2.03. Cada uno de los clientes pagaría una hipoteca unos euros más alta cada mes. Pero multiplicado por millones de clientes representaría millones de euros de beneficio para el banco. Lo mismo pasa con los traders que manejan swaps, futuros o créditos sindicados.
¿Y qué pasaría si esos traders no tuvieran escrúpulos y pudieran llamar a sus amigos de Barclays para que les hicieran el favor de reportar un número un poco más alto justo el día en que se calculan las hipotecas o justo el día que se ejecuta un contrato? Pues pasaría que uno podría ganar mucho dinero. De hecho, se calcula que si en lugar de tener un LIBOR de 2.02, fuera de 2.03 (una diferencia minúscula) algunos traders podrían ganar dos millones de euros en cuestión de minutos. Y claro, cuando hay tanto dinero de por medio siempre aparece el listillo de turno e intenta aprovecharse. Eso pasa en Londres, Barcelona, New York o Beijing. Y es que ya se sabe que los chorizos están uniformemente distribuidos por todo el planeta y esta vez los chorizos de Londres pensaron que si se hacían “amigos” con los trabajadores de Barclays que cada día enviaban sus datos a la BBA, podrían hacerse ricos. El día que los amigos podían ganar dinero con un LIBOR bajo, pues los trabajadores de Barclays hacían bajar la media reportando un número pequeño y el día que a los amigos les interesaba un LIBOR alto, reportaban un núero elevado. Parece que hasta 14 empleados de Barclays se dejaron sobornar para que sus “amigos” traders se hicieron de oro.
Pero hubo un pequeño problema: los encargos se hacían por email... y los entes supervisores norteamericanos, que fueron alertados por un artículo del Wall Street Journal en 2008, se apoderaron de los ordenadores y encontraron hasta 257 mensajes incriminatorios. Frases como: “colega a ver si me haces subir el tipo que la operación X está caliente”. Y la contesta: “hecho, me debes una de gorda!”. Y la contra-respuesta: “fantástico, la semana que viene vienes a casa y te compro una botella de Bollinger”. Y yo pienso: ¡qué rata es el tío! Le acaban de hacer un favor que le genera dos millones de libras y ¡solo le invita a una miserables botella de champán!
En cualquier caso, la “Comisión del Mercado de Futuros” norteamericana y el Departamento de Justicia también de los Estados Unidos, estrecharon el cerco hasta que han imputado a 14 empleados de Barclays. El presidente, Marcus Agius,y el director, Bob Diamond, no eran directamente responsables, pero el escándalo es tan mayúsculo que han tenido que dimitir. Las autoridades británicas han impuesto una pequeña multa de 60 millones de libras. Pero todavía falta la multa americana que será mucho más grande. Está por ver si Barclays, como banco, sobrevive al escándalo. Y vamos a ver si hay más bancos involucrados. Parece que hay sospechas enRoyal Bank of Scotland (que fue nacionalizado al empezar la crisis financiera, Citigroup oHSBC. Veremos como acaba.
Una nota final para tranquilidad de los lectores, decir que para la mayoría de vosotros y vuestras hipotecas, el tipo de referencia no es el LIBOR sino el EURIBOR. Y el EURIBOR no se calcula igual. El EURIBOR es la media de los bancos de la Eurozona y la muestra de bancos que se utiliza es mucho mayor (alrededor de 50. Los cuatro “bancos” españoles que reportan son el Santander, el BBVA, Caixabank y la CECA). Al ser la media de muchos más bancos, cada uno de ellos no puede manipular el número final tan fácilmente como con el LIBOR. 
(*) En realidad se les piden los intereses a diferentes horizontes, por ejemplo, se les pide que reporten el tipo a un dia, a una semana, a un mes y a un año y con ellos se construye el LIBOR a un día, el LIBOR a una semana, y un mes o un año.

Finanzas, banca y ciclos económicos

Audio en Educación para la libertad.


La crisis financiera ha provocado la quiebra de bancos comerciales y de inversión por todo el mundo. Políticos oportunistas y ciudadanos indignados exigen la nacionalización de la banca y un control mucho más estricto de su actividad. Pero, exactamente, ¿cómo ha sido capaz la banca de desencadenar una crisis a escala mundial?
El ciclo económico lo causan los bancos al mezclar la gestión de cobros y pagos con la financiación a largo plazo. Se provoca así una expansión del crédito insostenible. Francisco Capella
Escucha esta nueva entrega de Conversaciones en libertad y aprende de la mano de Luis Alberto Iglesias y Francisco Capella —director del área de ciencia y ética del Instituto Juan de Mariana— cómo funciona el sistema financiero y cuál es su relación con los ciclos económicos:
  • Las diferentes formas de financiación: la venta de acciones y la emisión de deuda.
  • Cómo funcionan los mercados secundarios.
  • Cuáles son las funciones principales de los bancos.
  • Qué es la curva de tipos de interés y cómo interpretarla.
  • Cómo juegan los bancos con la curva de tipos para descalzar plazos.
La reserva fraccionaria no es la causa de las crisis, sino sólo un elemento accesorio. Es posible provocar una expansión crediticia con una reserva del 100%. Francisco Capella
Conoce a fondo los últimos desarrollos que completan la teoría del ciclo económico de la Escuela Austriaca de Economía convirtiéndola en la más completa y eficaz de todas:
  • La actividad bancaria y la correcta gestión de activos, pasivos, plazos y riesgos.
  • El descalce de plazos y los ciclos económicos.
  • La “banca en la sombra” y la gestación de la crisis financiera.
Además, en Finanzas, banca y ciclos económicos encontrarás una explicación histórica y crítica de la banca central, la diferencia entre el dinero fiduciario y el fiat, y una propuesta de medidas liberales para acabar con los ciclos de auge y recesión.
La banca central no es un fenómeno de mercado libre, sino una necesidad y conveniencia del estado. Francisco Capella
Educación para la libertad es un proyecto que nace por creer que el conocimiento es la vacuna contra la ignorancia que vuelve a las sociedades presas fáciles de demagogos, totalitarismos e ideas incorrectas. Espero que disfrutes esta Conversación en libertad.
Un cordial saludo,
Luis Alberto Iglesias
Nota 1: Aquí tienes el artículo de Wikipedia sobre Walter Bagehot en inglés, y aquí, en español.
Nota 2: Aquí puedes leer todos los artículos sobre dinero, banca, finanzas y ciclos económicos publicados por Francisco Capella en su blog.

Política de Fusiones Bancaria: ¡Qué Gran Error!

Xavier Sala i Martín.


Política de Fusiones Bancaria: ¡Qué Gran Error!

La política de fusiones ha sido un grave error. Desde que empezó la crisis financiera en España, el gobierno y el Banco de España han seguido lo que se ha venido en llamar “política de consolidación bancaria”. La idea es que los bancos grandes son más eficientes que los pequeños. Por esta razón, si un banco mediano y sano se fusiona con un banco mediano con agujeros financieros, al obtener un banco mucho mayor, las ganancias de eficiencia hacen que el banco resultante pueda absorber el agujero y todavía salir ganando. Era la manera fácil de "recapitalizar" a los bancos y cajas insolventes sin tener que poner dinero público.
El problema de esta estrategia es que está basada en una premisa falsa: un banco, por ser mayor, no es más eficiente. Hay bancos grandes eficientes e ineficientes y hay bancos pequeños eficientes (especializados en nichos que no interesan a los grandes) e ineficientes.
Si no es verdad que el tamaño está correlacionado con la eficiencia, la política de fusiones no sanea el sistema bancario sino al contrario: al obligar a un banco sano a absorber un banco con agujeros, el banco resultante sigue teniendo agujeros por lo que el malo acaba contaminando al bueno. Es como las manzanas: nunca en la historia de la humanidad se ha observado el fenómeno de que cuando juntas una manzana sana y una podrida, la sana acaba curando a la podrida. Al contrario. SIEMPRE acaban las dos podridas. Pues con las fusiones bancarias en España ha pasado igual. El intento de recapitalizar a los bancos podridos con el dinero de los buenos con el objetivo de ahorrarse dinero público ha conseguido que se arruinen una buena parte de los bancos que estaban sanos y no ha evitado que, al final, el fisco español acabe dilapidando miles de millones de euros. ¡La burda estrategia ha cosechado el peor de los resultados!
Al obligar (o presionar políticamente desde el gobierno) a los bancos sanos a absorber bancos enfermos se ha puesto en riesgo a los bancos sanos. La fusión “a mano armada” de Banca Cívica por parte de CaixaBank ha sido un gravísimo error del gobierno que ha estado a punto de causar un problema irreversible en CaixaBank. La fusión de seis cajas con Caja Madrid para crear Bankia todos sabemos como ha acabado. Y la fusión del Pastor con el Popular puede acabar con una quiebra de los dos.
En la rueda de prensa en la que se anunciaban las auditorías independientes, el nuevo, flamante y capaz subgobernador del Banco de España, Fernando Restoy, dijo que de momento se paraliza la subasta de los bancos en proceso de subasta (CatalunyaCaixa, Bankia, Banco Valencia..). Espero que eso sea la señal de que el nuevo equipo del Banco de España deje la absurda política de fusiones con la que el gobierno (este, y el anterior) está(n) llevando al sistema financiero español a la ruina.
¡Y todo por no cerrar que las manzanas podridas acabaran en la basura cuando eran pocas y pequeñas!

Participaciones Preferentes

Xavier Sala i Martín.



Participaciones preferentes: También denominadas, cuando las emite una sociedad extranjera,acciones preferentes. Son un instrumento financiero emitido por una sociedad que no otorga derechos políticos al inversor, ofrece una retribución fija (condicionada a la obtención de beneficios) y cuya duración es perpetua, aunque el emisor suele reservarse el derecho a amortizarlas a partir de los cinco años, previa autorización del supervisor (en el caso de las entidades de crédito, el Banco de España).
Son los últimos inversores en cobrar en caso de quiebra de la entidad, sólo antes de los accionistas.
En el pasado eran emitidas por filiales instrumentales radicadas en el extranjero –fundamentalmente centros offshore -, pero desde 2003 está regulada su emisión desde territorio español.”
Esta es la definición de Participaciones o Acciones Preferentes que uno encuentra en la WEB del Banco de España.
Dejadme que enfatice los aspectos clave de la definición:

  1. Entre ACCIONES y BONOS: En realidad las preferentes son una especie de híbrido que tiene algunas características de las acciones y algunas de los bonos.
  2. NO OTORGA DERECHOS POLÍTICOS AL INVERSOR: las acciones, además de dar derecho a cobrar dividendos, dan derecho a votar en la junta general de accionistas. Las preferentes NO dan derecho a voto. En este sentido se parecen más a los bonos (que no dan derecho a voto) y es por ello que las cajas de ahorros (que no tenían accionistas) utilizaron este mecanismo para aumentar su capital cuando el regulador les obligó a recapitalizarse (otra razón para no fiarse de los reguladores y de la regulación como solución a todos los problemas!).
  3. RENDIMIENTO FIJO: A diferencia de las acciones, dan un rendimiento fijo (6%, 15% o lo que sea). En este sentido, se parecen a los bonos y no a las acciones, que tienen rendimiento variable.
  4. CONDICIONAL: a diferencia de los bonos normales (que pagan el 5, 6 o 15% VAYA O NO VAYA BIEN LA EMPRESA), las preferentes solamente pagan intereses SI la empresa obtiene beneficios. En este sentido, se parecen más a las acciones (que pagan dividendos solo si hay beneficios) que a los bonos (que pagan siempre).
  5. PREFERENTES: Se llaman preferentes porque, en caso de quiebra de la empresa, cobran antes que los accionistas (tienen preferencia sobre las acciones)... pero van después de TODOS los acreedores o tenedores de bonos.
  6. PERPETUAS: Eso que, a diferencia de los “bonos”, si compras preferentes NO te devuelven el dinero al cabo de 1, 5 o 10 años. En este sentido, son más bien como las acciones (por eso se llaman “ACCIONES” preferentes), de las que uno es propietario SIEMPRE... hasta que las vende.

Lo que no dice el Banco de España es que, a diferencia de los bonos o las acciones, no existen mercados organizados de “participaciones preferentes” (o no son mercados muy desarrollados con mucho llíquido en el que sea fàcil vender). Es decir, como he dicho, las acciones (como las preferentes) son perpetuas en el sentido de que si el propietario no las vende, las acciones serás suyas PARA SIEMPRE. En caso de necesitar el dinero, sin embargo, siempre puede ir al mercado y venderlas. Ese mercado de acciones existe y es muy conocido: se llama BOLSA. Lo  mismo pasa con los bonos: si uno compra un bono de 1.000 euros de la empresa X a 10 años, la empresa X le paga a uno los intereses acordados cada año (por ejemplo si el interés es del 5%, cada año uno recibe un cheque de 50 euros). Pasados los 10 años, la empresa X le devuelve los 1.000 euros originales. Si uno necesita el dinero antes de los 10 años, puede ir al mercado de bonos y venderlos. Si a uno le ven muy apurado, quizá no le darán los 1.000 euros pero quizá le den 990. En cualquier caso, existe un mercado donde uno lo puede hacer. El problema de las preferentes es que no existe un mercado donde se puedan vender por lo que la gente que compró una participación preferente de 1.000 euros de un banco que no genera beneficios, no cobra el 6% anual (porque el interés se paga CONDICIONAL a que el banco tenga beneficios) y uno no se puede vender la participación porqué no hay mercado.
Además, aunque hubiera mercado, el precio que le darían a uno no serían los 1.000 originales sino mucho menos, sobre todo si el banco está arruinado ya que, como he dicho en el punto 5, si el banco quebrase, los últimos de cobrar el dinero, después de pagar a todos los acreedores, son los propietarios de preferentes.
El problema para los que compraron las preferentes es que seguramente la letra pequeña de su contrato de compra explicaba con todo detalle todo esto que escribo aquí. Seguramente argumentarán que el empleado del banco que los empujó a comprar las preferentes no les explicó suficientemente los riesgos. Pero es la obligación de uno enterarse de lo que está comprando y es la obligación de uno asesorarse antes de estampar la firma en cualquier contrato. Por lo tanto, creo que por esta dirección, los propietarios de preferentes lo van a tener complicado (aunque sí es cierto que la Directiva Europea sobre Mercados de Instrumentos Financieros obliga a los bancos a examinar a sus clientes para verificar que éstos entienden el producto que están comprando y les prohibe vender si no lo comprenden).
DICHO ESTO, creo que los propietarios de preferentes podrían tener razón SI LA CONTABILIDAD DEL BANCO que compraron estaba FALSIFICADA o los números estaban artificialmente hinchados para tener ganancias y poder de ese modo emitir el capital que el Banco de España les estaba reclamando. Es decir, SI (como se dice en la prensa) los gestores de, por ejemplo Bankia (o cualquiera de las cajas que la forman) falsificaron la información sobre la que los consumidores se basaron para tomar la decisión de comprar preferentes o acciones, entonces la compra debería ser considerada nula.
Hace solamente unas semanas, Facebook salió a bolsa con la ayuda del banco Morgan Stanley. Como todos sabéis, las acciones bajaron mucho durante el primer día. Al parecer, la razón es que Morgan Stanley escondió algún tipo de información sobre los beneficios que había obtenido Facebook en las últimas semanas. Inmediatamente los compradores de acciones del primer día llevaron a Morgan Stanley a los tribunales y ganaron una compensación millonaria. Los propietarios de acciones y preferentes de los bancos que sean condenados por falsificar su contabilidad y sus balances deberían emprender acciones legales y esas sí tienen visos de poder ganar.

España, rescatada

Juan Ramón Rallo.



Escuchadas todas las partes, ya podemos formarnos una primera idea sobre el plan de rescate (sí, rescate) del Eurogrupo a España. Ahí van:
  1. Es un rescate en toda regla pero sin condiciones al Gobierno: El PP se está esforzando sobremanera en sostener que no estamos ante un rescate porque la asistencia financiera no es idéntica a la prestada a Irlanda, Grecia o Portugal. En estos casos, la Troika rescató a los gobiernos que eran incapaces de emitir deuda en el mercado a tipos de interés competitivos. En nuestro caso,parece que no ha sido así, pero sólo lo parece. En realidad, el Gobierno había decidido recapitalizar con fondos públicos a la banca española… pero se sabía incapaz de emitir 100.000 millones de euros en el mercado sin que los tipos de interés se le fueran a la estratosfera. Por consiguiente, al final estamos en lo mismo: se le presta asistencia al Gobierno para sus objetivos de gasto (en este caso, de gasto dirigido a recapitalizar bancos). El Eurogrupo es taxativo a este respecto: el dinero se le presta al FROB, que actúa como agente del Gobierno. Sí, del Gobierno, no de los bancos.
  2. El dinero no lo devolverá la banca, sino los contribuyentes: Esta excusa oficial es esencial por un doble motivo. Primero, sirve para aplacar los ánimos de una ciudadanía a la que se le ha añadido, de golpe y porrazo, unas deudas de más de 2.000 euros por cabeza para salvar a los malos inversores de la banca. Segundo, tratándose de una inversión que se espera que vaya a ser recuperada, no computa como déficit. En realidad, es todo puro teatro. Como ya ha sucedido con los 4.500 millones famosos de Bankia, no estamos ante una operación gubernamental dirigida a proporcionar liquidez a la banca, sino que va orientada a tapar colosales agujeros de estas entidades. El dinero no se le va a devolver al FROB (o al menos no en un futuro previsible… dentro de 20 años, quién sabe) y, por tanto, será el contribuyente español quien tenga que amortizarlo con Europa. Debería contar como déficit, pero se manipularán las cuentas a la griega con la connivencia de Eurostat.
  3. No es positivo que haya sido un rescate sin condiciones: El Partido Popular ha pretendido convertir los intereses del partido en los intereses de la nación. Desde luego, un rescate condicionado habría sido una humillación en toda regla para el PP. Sería tanto como decirles que son unos completos inútiles incapaces de hacer una a derechas contando con mayoría española en casi toda España. La nación, en cambio, sí necesitaba que se le impusieran al Gobierno condiciones muy serias de reducción del déficit público por el lado de los gastos, pues tenemos un déficit público exorbitado: el 8,9% en 2011. El PP no quería una tutela, y al final se ha salido con la suya en perjuicio de los españoles.
  4. El déficit no aumenta, pero la solvencia del Reino de España sí se resiente: El déficit a efectos de Eurostat es una mera argucia contable de importancia limitada a la burocracia bruselense. Lo que les interesa a los inversores es el monto total de deuda pública viva y su capacidad para amortizarla por parte del Gobierno. El rescate del Eurogrupo no eleva el déficit, pero sí eleva la deuda en unos 10 puntos del PIB. Aunque a corto plazo se despejan incertidumbres sobre cómo se iba a financiar el rescate bancario español (cabía el riesgo de que el Gobierno del PP quisiera emitir los 100.000 millones directamente en el mercado, lo que habría sido su tumba, como lo fue la de Irlanda) y probablemente contribuya a relajar la prima de riesgo, a medio plazo será sólo un nuevo clavo en el ataúd de la solvencia del sector público. Con este plan nos iremos, como mínimo, a una deuda sobre el PIB del 90% para finales de 2012. Con una economía esclerotizada como la española, el servicio de la deuda va siendo cada vez más inverosímil.
  5. Los bancos no volverán a dar crédito a partir de ahora: Aunque otro brillante pretexto oficial para justificar este saqueo al contribuyente sea que, gracias a la inyección de capital, los bancos volverán a dar crédito a partir de ahora, este razonamiento es erróneo por dos motivos. Uno atañe al lado de la oferta de crédito, es decir, de los bancos: con estos 100.000 millones la recapitalización del sistema financiero español NO se ha completado. Faltan otros 50.000 millones que muy probablemente se lograrán en año y medio o dos años a través de provisiones contra beneficios de la banca. Pero de momento, no hay saneamiento total (lo único positivo que, acaso, pueda esperarse por esta vía es que los bancos comiencen a sacar a la venta todos los activos adjudicados y depreciados que tienen en sus balances, pero hasta el momento han acreditado una extraordinaria lentitud en este sentido). El otro motivo, más importante, atañe a la demanda de crédito: si ahora mismo no hay crédito en la economía española no es porque los bancos no tuviesen capacidad para extenderlo hasta la fecha (hay bancos perfectamente solventes que han limitado al máximo su exposición a España, y en general toda la banca seguía prestándole al Gobierno), sino porque no se fían de la viabilidad de la economía española. Esto no ha cambiado en absoluto, si acaso ha empeorado con los 100.000 millones adicionales de endeudamiento. España sigue siendo un sistema económico hiperendeudado y totalmente desequilibrado, cuya capacidad para generar suficiente riqueza con la que amortizar su losa de deuda es más que discutible. La potencial insolvencia del Reino de España significa que nuestra salida del euro es una posibilidad muy real y, ante tal contingencia, muy pocos se arriesgan a invertir (cualquier activo español puede perder de la noche a la mañana un 30%-40% de su valor). Mientras no haya un saneamiento del conjunto de la economía (Gobierno, familias y empresas) el crédito no volverá a fluir, pues seguirá tratándose de una operación altamente arriesgada que muy pocos querrán acometer. Por eso era tan importante que Bruselas atara en corto al Gobierno y, por eso, lo de hoy ha sido sólo un fiasco dirigido a que el contribuyente español pague las pérdidas de los bancos españoles.
  6. Sí había alternativa a la socialización de deudas: La alternativa que de verdad hubiese contribuido a sanear nuestra economía y que no hubiese castigado al ya muy sufrido contribuyente es la capitalización de deuda (o bail-in). A saber, convertir a parte de los acreedores de los bancos insolventes en accionistas. Esta solución, mucho más justa y adecuada que la socialización de pérdidas, se ha descartado por miedo a que se generara un pánico bancario en España. Extraño argumento en un país cuya banca vive desde hace meses enchufada a la financiación del BCE en más de 300.000 millones de euros.
En definitiva, estamos ante un parche más a un problema muchísimo mayor y más complejo que el de inyectarles el 10% del PIB español a nuestras entidades financieras. El Gobierno del PP sigue careciendo de una visión global del problema (acaso porque no le interesan las soluciones liberales que de ahí se desprenden) y, por tanto, continúa improvisando y cargándole el muerto al contribuyente como ya lo hacía el de Zapatero. A corto plazo será un paliativo de la histeria que vivíamos en los mercados para financiarnos; a medio y largo plazo, un fracaso más.
Por resumirlo: los españoles debemos 100.000 millones más sin que nuestros políticos vayan a notar restricción alguna en su muy dispendiosa predisposición a gastar nuestro dinero. Y los únicos que de verdad salen bien parados de la operación son los acreedores de los bancos quebrados; es decir, justamente aquellos que en un sistema realmente capitalista habrían cargado con la responsabilidad de sus errores de inversión.

Una alternativa privada para Bankia

Juan Ramón Rallo.



Hace apenas tres meses escribí que la peor parte de la reformilla financiera de Luis de Guindos era que “precisamente por tratarse de una reformita con escaso contenido y menos ambición, no servirá para cerrar definitivamente los milmillonarios agujeros de la banca y, por consiguiente, la amenaza de que en cualquier momento se eche mano a la menguante cartera de los españolitos seguirá muy viva”. Es triste comprobar que el tiempo ha confirmado tan negros augurios, pues al final, sí, habrá inyecciones de dinero de los contribuyentes (que no de dinero público) en el sistema financiero, comenzando, cómo no, por Bankia.
Los problemas de una quiebra bancaria
¿Es esencial rescatar a este enjuague de cajas de ahorros? Desgraciadamente, el actual sistema financiero basado en el dinero fiduciario se haya podrido de raíz: dado que la práctica totalidad de los medios de pago de la economía son pasivos bancarios, una quiebra generalizada de los bancos ocasionaría una espiral deflacionista devastadora. Las cosas no cambiarían demasiado si, como proponen algunas voces con bastante sensatez, procedemos a liquidar los bancos insolventes, pagar con las resultas y con el fondo de garantía de depósitos los 100.000 primeros euros de los depositantes, e impagar la deuda de los restantes acreedores. Por desgracia, como comprobaron con crudeza Bearn Stearns o Lehman Brothers en 2008, el pánico bancario moderno no se circunscribe a los depósitos a la vista, sino a la totalidad de las deudas a corto plazo (operaciones repo y pagarés). Si algunos acreedores a corto sufren cuantiosas pérdidas, la refinanciación del resto de la banca se resentirá de manera muy significativa, acrecentando los riesgos de colapso sistemático.
Descartada, pues, una quiebra y liquidación de Bankia que correría el riesgo de extenderse al conjunto del sistema financiero, el Gobierno se ha plegado a la más expeditiva de las alternativas: nacionalizar Bankia para posteriormente inyectar, CoCos mediante, entre 7.000 y 10.000 millones de euros para reforzar el capital de la entidad. Los inconvenientes de esta medida son palmarios: primero, todo banco público tiene inexorables problemas de gestión e intereses (sólo hace falta observar el comportamiento de las que, hasta la fecha, eran los bancos públicos de facto de este país:las cajas de ahorros); segundo, el país en su conjunto necesita mejorar su solvencia desapalancándose, todo lo contrario de lo que logramos si el Estado emite deuda (degrada su solvencia) para tapar los agujeros de Bankia; y tercero, los riesgos de la operación son tan altos que, de entrada, ningún inversor privado, ni el más codicioso de los especuladores, está dispuesto a emprenderla: sólo el Gobierno español posee el aplomo y la osadía suficientes para inyectar semejante capital de los contribuyentes. ¿Tiene sentido que todos ellos se conviertan en accionistas forzosos de un hedge fund estatal de alto riesgo expuesto a una entidad con un balance tan poco claro como el de Bankia?
Mas si la nacionalización no es la vía de actuación adecuada, ¿qué queda? Pues acercarnos tanto como podamos al mecanismo de una quiebra sin implosionar todo el tenderete financiero edificado sobre los pantanosos terrenos del dinero fiduciario. En concreto, podemos aplicar la hoja de ruta que ya tracépara recapitalizar el conjunto del sistema bancario español al caso de Bankia-BFA.
La capitalización privada de deuda
Recordemos: la solución menos lesiva para el sistema económico sería capitalizar parte de los pasivos de la banca, es decir, que los actuales accionistas pierdan toda su inversión y que una porción de sus acreedores se convirtieran en los nuevos propietarios. De este modo, mataríamos tres pájaros de un tiro: los bancos se recapitalizarían reduciendo su deuda (y no incrementando la de nadie más); los perjudicados por la medida no serían los inocentes contribuyentes sino los inversores que erraron al confiar sus ahorros a la entidad; y, por último, la gestión del banco quedaría en manos privadas (en la de los nuevos accionistas), de modo que éstas podrían decidir su esquema de remuneración, el equipo directivo y la política crediticia de la entidad. Sin interferencias gubernamentales y habiendo soportado en sus carnes las pérdidas de sus desmanes previos, los nuevos propietarios tendrían una plena legitimidad para decidir cuál debe ser el futuro del banco, tal como acaece en cualquier otra empresa privada que no ha pasado por las fauces del rescate.
Pero, ¿acaso es viable que Bankia sobreviva capitalizando parte de sus pasivos? Bueno, es justo lo que ha hecho el Gobierno hasta el momento: transformar en acciones de la matriz de Bankia sus 4.500 millones de euros de participaciones preferentes en la entidad, convirtiéndose así en su único propietario. Con la mucho más conveniente conversión de los siguientes pasivos privados en acciones, sin embargo, Bankia-BFA habría logrado aflorar cinco veces más capital que lo cosechado con su nacionalización, en concreto, más de 23.000 millones: el 100% de los 15.000 millones de pasivos subordinados, el 40% de los 14.600 millones en cédulas hipotecarias (casi 6.000 millones de euros) y los alrededor de 2.500 millones de euros en intereses anuales para los tenedores de pagarés y para los impositores a plazo fijo. Es decir, trocando estos pasivos en fondos propios se lograría recapitalizar el banco sin comprometer un solo euro del contribuyente en tan arriesgada operación y facilitando un saludable desapalancamiento de la entidad y de la economía española.
Es simplemente inaudito que el Gobierno haya preferido convertir sus 4.500 millones de deuda subordinada en acciones –nacionalizando la entidad y socializando sus pérdidas­– antes que los 15.000 millones de deuda subordinada privada –preservando el dominio privado del banco y concentrando las pérdidas en quienes invirtieron erróneamente en sus pasivos–. Aunque, ciertamente, de este Ejecutivo ya cabe decir cualquier cosa salvo que sus nocivas intervenciones sobre la economía nos muevan lo más mínimo a la sorpresa. Lo importante: ser conscientes de que, como ya sucediera conel atraco de la subida de impuestos, sí existe una alternativa al intervenconismo estatal; una alternativa mucho más conducente hacia la recuperación y una alternativa infinitamente más respetuosa con nuestras libertades.

¿La Solución era el Banco Malo?

Xavier Sala i Martín.

Finalmente de Guindos ha explicado en qué consiste la "solución" al problema financiero Español: (1) Aumentar las provisiones de los bancos, y (2) la creación de unas "entidades inmobiliarias para que los bancos enajenen sus activos inmobiliarios". Es decir, se crea un "banco malo", ese banco malo que Rajoy había prometido que nunca crearía.
Recordemos que el problema es que los bancos (y cajas) concedieron créditos a empresas constructoras y promotoras inmobiliarias durante los años de la burbuja. Esos créditos fueron concedidos a cambio de unas garantías que eran los terrenos en los que se debían edificar las viviendas o las propias viviendas construidas o a medio construir. Una vez explotó la burbuja, las constructoras y promotoras quebraron y no devolvieron el crédito por lo que los bancos y las cajas pasaron a ser propietarias de terrenos, solares, edificios construidos y a medio construir, aeropuertos y ciudades fantasma por toda España. 

Ante estas circunstancias, la banca se enfrenta hoy a dos tipos de problemas. El primero es de balance: nadie sabe exactamente cuanto valen estos activos “tóxicos”. Al ver las caídas de precios inmobiliarios, el Banco de España obligó a la banca a provisionar en sus cuentas una parte de esas caídas en 2009, 2010 y 2011, pero nadie sabe exactamente si las pérdidas reales son superiores a las ya contabilizadas y, si no lo son, cuanto falta por contabilizar. En este sentido, la medida aprobada hoy por el consejo de ministros es tajante: las provisiones NO eran suficientes y hay que aumentarlas. Dicho de otro modo, hay que reconocer que el valor de los solares y edificios a medio construir en manos de los bancos es menor del que dicen los libros y eso se debe reflejar en los libros. Los bancos, por lo tanto, van a mostrar pérdidas importantes  en los próximos ejercicios. 

Por ejemplo, imaginen un banco que en 2005 concedió un crédito a una constructora por valor de 100 millones de euros. Ésta quebró en 2009 por lo que el banco, en lugar del dinero que se le debía recibió unos terrenos y unas casas a medio construir que en principio valían 100 millones pero que, en realidad, en 2009 valían mucho menos. Imaginen que, a día de hoy, el banco ha valorado esas propiedades en, digamos, 70 millones. Si en realidad valen más de 70 no pasa nada. Pero si valen 30, entonces el banco pronto va a tener que apuntarse 40 millones adicionales de pérdidas. El problema es que para algunos bancos, esas pérdidas adicionales podrían acabar provocando su quiebra porque ya están al borde del precipicio. Y naturalmente eso crea una sombra de sospecha sobre muchos bancos en España (¿cuántos créditos “malos” concedieron y, una vez contabilizados, será solvente el banco?). Esa sombra de sospecha es muy grave porque hace que nadie quiera hacer negocios con ellos. La consecuencia es que el sistema de créditos en España deja de funcionar y el crédito no fluye hacia la empresa que necesita créditos para poder comprar materias primas o pagar a proveedores. Eso hace que se cree menos riqueza y menos trabajo y agrava la recesión. Por eso el gobierno quiere arreglar el problema.

El segundo tipo de problemas es que, de repente, la banca tiene que administrar terrenos, viviendas, construcciones y todo tipo de activos para los que no está preparada. Los bancos son especialistas en pedir dinero a clientes y conceder préstamos a un interés superior. No son muy buenos a la hora de tomar decisiones sobre cómo acabar edificios a medio construir, acondicionarlos y venderlos. El tener que dedicar una parte de sus trabajadores, de su talento y su esfuerzo a una actividad que no le es propia, puede acabar perjudicando la actividad bancaria normal de la entidad. 

Para solucionar ambos problemas se propone también la creación de un “banco malo”. Es decir, una institución que compre esos activos inmobiliarios a los bancos. De ese modo, los bancos dejarán de tener activos de difícil valoración en sus balances y dejarán de tener que dedicar recursos financieros y humanos a la gestión de edificios y solares. En este sentido, muchos economistas piensan que el banco malo puede ser la solución. 

Los defensores de la idea del “banco malo” siempre apuntan a lo sucedido en Suecia cuando, en 1992, explotó una burbuja inmobiliaria parecida a la Española, cosa que creó un agujero financiero en sus bancos de dimensiones similares al agujero de los bancos españoles. Para salir del agujero, el gobierno creó dos bancos malos (a los que llamaron Securum y Retriva) que compraron los activos inmobiliarios “malos” de la banca sueca. Inmediatamente después de la creación de Securum y Retriva, los bancos normales empezadon a conceder créditos al sector privado por lo que el “credit crunch” que paralizaba la economía sueca se acabó de inmediato y Suecia pudo reemprender la senda del crecimiento. Los dos bancos malos se dedicaron a administrar los activos tóxicos y cuando los tuvieron vendidos, acabaron sus actividades en 1997. Desde entonces, Suecia ha sido un ejemplo de crecimiento y eficiencia en Europa. 

Visto los sucedido en Suecia, pues, la solución del “banco malo” parece un milagro que Mariano Rajoy debería repetir en España. Antes de correr a crear bancos malos, sin embargo, déjenme que explique los posibles aspectos negativos de esa solución.
El primero es lo que se llama “riesgo moral” (en inglés, “moral hazard”). Si el mensaje que se envía a los bancos es: “si conceden créditos y las cosas salen bien, ustedes se quedan con los beneficios (como ocurrió entre 1993 y 2007), pero que si las cosas salen mal, entonces crearemos un banco malo que les salve el trasero”, los bancos van a pensar que sale a cuenta arriesgarse y conceder créditos locos. La solución al problema de hoy se consigue a base de sembrar las semillas de la próxima crisis financiera.

El segundo problema consiste en saber a qué precio se compran los activos de malos de los bancos. Si el precio que se paga por esos activos es el que aparece en los balances, entonces lo más probable es que se esté pagando demasiado y que el banco malo acabe vendiendo a precios inferiores. Por lo tanto el banco malo va a tener pérdidas en un futuro no muy lejano y alguien va a tener que asumir esas pérdidas. Si paga un precio muy inferior al que aparece en los balances, quien va a tener pérdidas contables son los bancos. Dada su precaria situación, unas pérdidas adicionales puede llevar a más de uno a la quiebra o a la necesidad de recapitalizarse.

Lo que nos lleva al tercer problema: ¿qué va a hacer el gobierno de Mariano Rajoy en caso de que algunos bancos quiebren? Según las noticias publicadas, la idea es que el gobierno los rescate lo que nos conduce directamente al cuarto problema: ¿De dónde sale TODO el dinero que la solución del “banco malo” va a requerir? Fíjense que la historia de los “bancos malos” va a requerir que el gobierno ponga el dinero inicial para comprar los activos tóxicos y también ponga el dinero para asumir las pérdidas de los bancos si los precios de compra son demasiado bajos o las pérdidas del “banco malo” si los precios son demasiado altos. ¿Va a poner el gobierno de Rajoy todo ese dinero? 

¿Y de cuanto dinero estamos hablando? Pues parece que el Partido Popular ha contratado al banco de inversión norteamericano, Morgan Stanley, para que le haga los números y, según el Wall Street Journal, los números son los siguientes: los activos inmobiliarios malos en manos de los bancos valen unos 176.000 millones de euros (noten que esa cifra está MUUUUY lejos de los 15.000 millones que ha anunciado de Guindos que es parecida a la muy criticada cifra de 20.000 anunciada en su día por la ministra Salgado. La cifra se me antoja demasiado pequeña teniendo en cuenta que la deuda de las promotoras inmobiliarias y constructoras con la banca asciende a unos 400.000 millones y que la mayoría de esas empresas estaban quebradas por lo que la mayoría de esos créditos eran incobrables). Según Morgan Stanley, el precio que pagaría el banco malo es el 42% de ese valor, lo que equivale 73.920 millones de euros. Eso, lógicamente, causaría enormes pérdidas en el sector bancario que llevaría a más de un banco al borde de la quiebra. Morgan Stanley calcula que para el rescate de esos bancos se necesitarían unos 29.000 millones de euros adicionales. 

Total: si Rajoy adopta la solución del “banco malo”, deberá poner sobre la mesa un total de 103.000 millones de euros (más del 10% del PIB español). Parece que una parte del dinero va a ser EXPROPIADA de los bancos sanos a base de obligarles a hacer una derrama para refinanciar el Fondo de Garantía de Depósitos, fondo que después utiliza el gobierno para rescatar a bancos malos. El resto va a tener que ser financiado por algún fondo europeo acuda al rescate y el resto, por el propio gobierno Español. De Guindos nos dirá que esa cantidad NO SE SUMA AL DÉFICIT SINO QUE VA DIRECTAMENTE a la deuda. Eso será más que una argucia contable (todo economista sabe que un aumento de deuda es déficit) y los mercados no van a ser engañados. 

Sí. Ya sé que no todo el dinero que el estado español tendría que poner ahora sería pérdidas. En algún momento futuro, el gobierno vendería algunos de los activos adquiridos pero a día de hoy ni sabemos cuanto se recuperaría ni cuando se recuperaría. Lo que sí que está claro es que esa cantidad debería ser desembolsada inmediatamente y, por lo tanto, pasaría a engrosar un ya de por sí enorme déficit fiscal (a no ser que, insisto, alguna autoridad europea se hiciera cargo del coste, cosa que hasta este momento no está sobre la mesa de España y mucho menos sobre la mesa de Europa).

Las consecuencias de eso van a ser tres. La primera es que un déficit de ese tamaño puede generar un pánico financiero que suba la prima de riesgo hasta niveles que conviertan a España en un país insolvente (y no “solvente pero falto de liquidez”). Que nadie olvide que el rescate de los bancos por parte del estado es que lo causó la quiebra de Irlanda el año pasado. El hecho de que el “banco malo” funcionara para Suecia no quiere decir que funcione para España: en 1992-1994, Suecia no esta sumergida en una crisis de deuda soberana, ni formaba parte de una moneda única que estaba atacada por la histeria de los mercados financieros que contagiaban los altos tipos de interés de los países insolventes a los países “solventes pero faltos de liquidez”. De hecho, Suecia ni siquiera formaba pare de la moneda única y controlaba su propio banco central y el valor de su propia moneda. Nada de eso es cierto para España. En términos monetarios y financieros, lo que más se asemeja a España 2011 es Argentina 2001 y no Suecia 1992-1994! 

La segunda es que un pánico de este tipo puede acabar con el gobierno. Que nadie olvide que Papandreu ganó las elecciones en Octubre de 2009 con una mayoría absoluta de más de 10 diputados (EXACTAMENTE IGUAL QUE RAJOY) y, nada más entrar, dijo que el déficit era mucho mayor de lo anticipado cosa que creó un pánico financiero que no pudo parar hasta que fue expulsado del gobierno dos años más tarde. No parece muy sensato estrenar mandato y disparar el déficit de esa manera.

Y tercera, y más importante, va a ser muy difícil pedir a los ciudadanos españoles que no se quejen, que no se manifiesten, que no hagan huelgas generales cuando se les exigen recortes y sacrificios de todo tipo mientras el estado utiliza el 10% del PIB para salvar el trasero a la banca. Muy difícil.

Si me preguntasen a mí (que, lógicamente no lo hacen), les diría que SI se quiere utilizar la estrategia del “banco malo”, yo utilizaría algún mecanismo de subasta para determinar el precio “justo” por el que pagar por los activos tóxicos. Si una vez se paga el precio de mercado, algún banco es insolvente, pues que quiebre y punto. Lo que no puede ser es que el gobierno mantenga un déficit del 18% del PIB en estos momentos de pánico generalizado y enorme sensibilidad social por los recortes. 

Claro que todo lo que digo podría ser irrelevante si los números de Morgan Stanley sobre el rescate de los bancos estuvieran equivocados. Al fin y al cabo, Morgan Stanley tuvo que ser rescatado en 2009 por el programa TARP de George Bush, lo que seguramente indica que no es un banco demasiado bueno a la hora de hacer números.  O no.