Cuatro muertos griegos

Arcadi Espada.



Cuatro años de crisis económica en Occidente, de la peor crisis después de la Gran Depresión y, según otros informados, de la peor crisis tout court que ha vivido la humanidad, han provocado cuatro muertos. A un muerto por año, y todos en Grecia. Evidentemente esto no prejuzga lo que pueda ocurrir a partir de esta columna. Pero lo cierto es que han quebrado países, bancos, algún índice de paro se acerca a la cuarta parte de la población activa, se han recortado los sueldos en proporciones cercanas al 20% y se han visto afectadas zonas claves del Estado de Bienestar como la educación y la sanidad. Cuatro muertos. Es verdad que en algunos países la crisis provocó la aparición de algunos patéticos simulacros de revuelta; pero se diluyeron con el final de las vacaciones, en España, y la llegada de la nieve, en América. A día de hoy, instalados en el fondo de la crisis, el duro ajuste económico no ha provocado reacciones incompatibles con la democracia. Es decir, solo ha provocado cambios radicales de Gobierno. Es impresionante observar, en este sentido, el caso de Francia, donde el ajuste ha convivido con un nítido Gobierno de derechas. No ya muertos: ni una sola manifestación relevante. Antes del estallido de la crisis, es decir, en pleno derroche próspero, en las periferias francesas se celebraba el Año Nuevo con la tradicional y masiva quema de coches. Las revueltas de banlieue dejaron incluso algún muerto. En Gran Bretaña, las protestas, más activas, contra los planes de austeridad no causaron ni muertos ni heridos graves, en llamativo contraste con las revueltas bárbaras (y pijas) del verano. Hay quien llama a esta paz y a esta ley resignación. Estoy de acuerdo: estamos perfectamente resignados a vivir bien.
(El Mundo, 12 de enero de 2012)

Laocoon and his sons & Gaul killing himself and his wife


Ancient Greek Art -Hagesandros, Athenodoros and Polydoros of Rhodes Laocoon and his sons, c. 175-150 BC. Marble.



Ancient Roman Art - Gaul killing himself and his wife, 3rd Century BC.  



Héroes, 19 de enero: José Miguel Palacios Domínguez, Agapito Sánchez Angulo y José Antonio Santamaría Vaqueriza



Pasadas las seis y media de la tarde del 19 de enero de 1980, dos miembros de la banda terrorista ETA asesinaban a tiros en el barrio de Algorta (Guecho) al agente comercial JOSÉ MIGUEL PALACIOS DOMÍNGUEZ. Todas las tardes jugaba una partida de cartas en el reservado de la cafetería Txiskiñe, cerca de su domicilio. Esa tarde había unas quince personas jugando a las cartas o presenciando las partidas. En torno a las siete menos cuarto dos chicos y una chica penetraron en el bar a cara descubierta, ordenaron apartarse a los presentes y efectuaron nueve disparos en la cabeza, cuello y pecho de José Miguel. Ninguno de sus compañeros de juego sufrió daño alguno.
José Miguel Palacios fue trasladado inmediatamente en una ambulancia municipal al Hospital Civil de Basurto. Según manifestaciones del conductor de la ambulancia, José Miguel era ya cadáver cuando fue trasladado y habiendo recibido el impacto de ocho o nueve disparos.
Inmediatamente después de efectuar los disparos, los pistoleros abandonaron el bar pidiendo a los clientes que se quedaran quietos, y huyeron en un vehículo que habían sustraído quince minutos antes a punta de pistola en la misma localidad.
"Hace tiempo le dijeron que era un chivato, pero nunca se había metido en política ni le habían amenazado", declaró a los medios Tomás Palacios, padre del agente comercial asesinado. Con un fuerte ataque de nervios y lágrimas en los ojos, afirmó que no comprendía nada de lo ocurrido "ya que él nunca ha estado metido en política. No entiendo nada de lo que pasa, no me lo puedo explicar". Tomás se enteró del asesinato de su hijo por la agencia EFE.
El 23 de enero ETA reivindicó el asesinato de José Miguel y el atentado dos días después en Mondragón contra Manuel Fernández, que resultó herido, acusando a ambos de ser chivatos. La paranoia de los colaboradores y chivatos fue un elemento que introdujo ETA a finales de los años 70 para justificar sus asesinatos. Los etarras veían por todas partes a ciudadanos que pensaban que cooperaban con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y estos quedaban convertidos en "objetivos prioritarios" de los comandos. Era como una sentencia de muerte.
José Miguel Palacios Domínguez tenía 31 años. Trabajaba para Olivetti como agente comercial, aunque llevaba una temporada en paro.

El 19 de enero de 1985 la banda terrorista ETA asesinaba en Portugalete (Vizcaya) al peluquero AGAPITO SÁNCHEZ ANGULO. Fue el primer asesinato de un año que terminaría con 37 víctimas mortales. Ese año, además, ETA instaló en Madrid un grupo permanente y utilizó profusamente el método del coche-bomba.
En el caso de Agapito Sánchez Angulo el modus operandi fue muy parecido al utilizado contra José Miguel Palacios Domínguez, aunque esta vez el escenario sería la peluquería de la que era propietario, en vez de un bar.
En torno a las 16:00 horas se encontraban en el local varios clientes, algunos menores de edad. Tres terroristas entraron en el mismo e indicaron a los clientes que se situaran de pie frente a una pared. Nieves Fernández, su esposa, fue testigo de la escena. Al parecer la peluquería estaba conectada a través de una puerta con la vivienda en la que vivía con su mujer y su hijo. Ahí, en la cocina, fue donde lo asesinaron.
Un hermano del peluquero, Fernando Sánchez Angulo, declaró tras el atentado que la víctima no tenía filiación política alguna y que jamás había sido amenazado. Agregó que Agapito había pasado "toda su vida trabajando denodadamente por sacar adelante la peluquería", muy conocida en Portugalete.
ETA intentó, como otras veces, justificar el asesinato con falsas acusaciones sobre supuestas actividades relacionadas con el tráfico de estupefacientes. Tuvieron que pasar 18 años para que el Ayuntamiento de Portugalete, con el alcalde socialista Mikel Cabieces a la cabeza, organizase un homenaje a Agapito con presencia del hijo, pidiendo perdón a la familia por no haber estado a la altura y no haberles apoyado en el momento del asesinato.
En junio de 1986 fueron detenidos en Bilbao tres etarras cuando intentaban perpetrar un atentado contra una pareja de la Guardia Civil. Integraban el grupo Orbaizeta de ETA creado en 1983 y responsable de dos asesinatos, entre ellos el de Agapito Sánchez Angulo. Los detenidos eran Elías Fernández Castañares, de 24 años, Joseba Koldobika Artola Ibarreche, de la misma edad, y Francisco Javier Echevarría González, de 22 años. En 1988 fueron condenados a 29 años de cárcel por asesinato consumado. En 1990 fue condenado por el mismo asesinato Fernando Vicente de Luis Astarloa, que había conseguido escapar en 1986.
Agapito Sánchez Angulo tenía 30 años. Era natural de Castro Urdiales (Cantabria). Estaba casado y tenía un hijo.

El 19 de enero de 1993 el grupo Donosti de ETA asesinaba en San Sebastián al hostelero y exjugador de la Real Sociedad JOSÉ ANTONIO SANTAMARÍA VAQUERIZA. Tres miembros de ese grupo, tras vigilar previamente los hábitos de José Antonio, lo asesinaron de un tiro en la nuca mientras cenaba en la sociedad gastronómica Gaztelupe con motivo de la Tamborrada que daba inicio a las fiestas patronales de San Sebastián.
Era amigo personal del socialista José María Benegas que, al igual que su viuda, denunció el juicio paralelo que el diario Egin, cuyo redactor jefe era Pepe Rei, hizo contra Santamaría. Beatriz Lasa criticó asimismo la actitud de las instancias judiciales, que no habían hecho nada para impedirlo.
Como en otras ocasiones, antes y después, ETA acusó al industrial de tener vinculaciones con el contrabando de tabaco y el narcotráfico. Su nombre había aparecido en un informe de la Fiscalía de la Audiencia Provincial de San Sebastián conocido como 'Informe Navajas'. Parte de su contenido fue desvelado en 1989 en Diario 16 y posteriormente por el diario Egin. Concretamente, tres días antes del atentado lo señalaban como colaborador del sargento del cuartel de Inchaurrondo Enrique Dorado Villalobos en el soborno de guardias civiles para evitar decomisos del contrabando.
Por el proceso judicial abierto en la Audiencia Provincial de San Sebastián Santamaría declaró en noviembre de 1992, asistido legalmente por Fernando Múgica Herzog (que también sería asesinado por ETA en 1996). Tal y como declaró su viuda, Beatriz Lasa, su marido vivió hasta su asesinato "bajo la angustia de saberse inocente (...) de toda implicación de narcotráfico".
Aunque Santamaría negó en su momento las acusaciones vertidas contra él, desde ese momento hasta su asesinato, poco más de dos años más tarde, poco pudo hacer para evitar que su nombre siguiera apareciendo ligado regularmente a noticias, filtraciones y rumores de todo tipo que mezclaban narcotráfico, lucha antiterrorista y tramas de corrupción policial.
El juicio por este caso se celebró en abril de 1994 en la Audiencia Provincial de San Sebastián. El juez Luis Blázquez criticó en su sentencia "la escasa prueba acusatoria" aportada por el Ministerio Fiscal, impidiendo dar por válidas sus conclusiones y no condenando a Santamaría. Hacía un año y tres meses que había sido asesinado.
Por el asesinato de José Antonio Santamaría Vaqueriza fue condenado Valentín Lasarte Oliden en 1997 y Juan Antonio Olarra Guridi en 2007. El tercer terrorista, José María Iguerategui Gillisagasti, no pudo ser juzgado pues murió en marzo de 1994 en Vitoria, tras explotarle una bomba que portaba en una mochila.
José Antonio Santamaría Vaqueriza tenía 47 años. Estaba casado con Beatriz Lasa y tenía tres hijos. En el momento del atentado regentaba el bar Basque y anteriormente había sido copropietario de la discoteca ibicenca Ku.

Maureen O'Hara

Mi favorita.





















LOS CUBANOS SOMOS