Verdades y mentiras en la sanidad, por Norberto González de Vega.
Desde los centros de salud, los médicos de familia y los especialistas tienen que tener libertad para enviar al enfermo al hospital que ofrezca mejores resultados en una patología determinada, para lo cual los mismos deben conocerse y publicarse. Como ejemplo puedo citar que en Nueva York, desde hace muchos años, cualquiera puede saber la mortalidad operatoria de todos y cada uno de los cirujanos de corazón.
Big Data: la no revolución requerirá sangre, sudor y lágrimas, por Abel Fernández y Andrés Alonso.
Quizás el aspecto más novedoso del nuevo paradigma se encuentra en el volumen de la materia prima de todo análisis: los datos. Aquí sí estamos presenciando en cierto modo una revolución, por el crecimiento de la magnitud de información que el ser humano es capaz de generar y almacenar. En 2010 se han generado unos 800exabytes de nueva información. Para poner dicha cifra en perspectiva, desde el inicio de los tiempos hasta 2005 el ser humano había almacenado unos 5 exabytes, cantidad que hoy se genera cada dos días. Y, en este aspecto, desde el más acérrimo fan de Hayek hasta el más recalcitrante comunista están de acuerdo en el valor de la información -los primeros argumentan que el sistema de precios es la institución espontánea más importante que ha creado el hombre, pues permite agregar información dispersa sin necesidad de una intención explícita; los segundos pretenden optimizar una función de utilidad individual para dar “a cada cual según su necesidad”-. ¿Dónde está entonces el problema con el Big Data?
Attenborough’s Nonsense, by Marian Tupy.
Increase in urbanization. In 1950, 29 percent of the world’s population lived in cities. By 2050, 67 percent of people will live in cities. City dwellers have less of an impact on the environment than do rural dwellers, because “When you have a critical mass of people like in London or New York, public transport becomes a feasible option for many, while people in more rural areas rely more on cars. And a flat that is surrounded by others is more efficient to heat than a free-standing house.”
Entrevista a David Friedman, por Diego Sánchez de la Cruz.
Evidentemente, si retomamos el sistema de banca libre ya no existe una banca central, por lo que las entidades se verían obligadas a actuar de forma mucho más cautelosa. Un banco no podría extender la oferta de crédito de manera irresponsable, pues tendría que respaldar ese crédito. Aquí podemos debatir si ese respaldo debe ser con oro o sencillamente con capital.
En el ejemplo escocés, los bancos eran empresas de responsabilidad ilimitada, por lo que los dueños de las entidades respondían con su propio patrimonio. Esto llevaría a asumir comportamientos responsables y prudentes.
A Matt Ridley le preocupa la superstición.
Me preocupa la superstición. Los optimistas racionales invierten mucha
de su energía a desacreditar a los charlatanes que difunden falsas
razones para preocuparse. Así que lo que más me preocupa es la gente
que hace que otros se preocupen por cosas incorrectas, la gente que
aprovecha la superstición y el pánico humanos para hacer cosas
estúpidas: prohibir los alimentos transgénicos, enseñar a los niños
que la Tierra tiene 6.000 años, impedir la educación de las chicas,
erigir barreras contra los inmigrantes o el libre comercio, impedir
que los combustibles fósiles reduzcan la presión sobre las selvas
tropicales, ese tipo de cosas.