Al hilo de lo que comenté en una entrada anterior sobre la inmigración, leo este informe de ACNUR sobre los desplazamientos forzados de personas, dentro y fuera de países.
La mayoría de los desplazados son de países pobres y a países pobres, principalmente por causas de violencia. Aunque Alemania aparece como el tercer país que más refugiados acoge, la famosa excepción a la regla.
Estamos hablando de millones de personas. Aunque en términos relativos son pocas no debemos dejar de preguntarnos qué más podríamos hacer para evitar situaciones peligrosas. Por ejemplo, personas que son repatriadas a países que violan sistemáticamente los derechos humanos.
Tal y como ya indiqué, creo que los países más desarrollados deberían de abrir sus fronteras a las personas y liberalizar los mercados al máximo, evitando proteger mercancías que se producen más baratas en otros países más pobres. Ejemplo de lo anterior son las subvenciones a los productos agrícolas en Europa y Estados Unidos que, según Xavier Sala i Martín, suponen 340 000 millones de euros anuales. Imaginen si dejasen de subvencionar ese sector, el dinero que se ahorraría el contribuyente, y lo innovadores que se tendrían que volver nuestros agricultores. En Nueva Zelanda lo hicieron, y al parecer no les fue mal. Todo esto haría que muchos países pobres pudieran competir en el mercado internacional con sus productos.
Con las medidas antes indicadas, y un ánimo claro de dar refugio a las personas, se lograría evitar los focos de pobreza que se forman en los campos de refugiados. O al menos mitigarlos.
Seguro que ACNUR y otras organizaciones hacen todo lo posible para ayudar, pero deberíamos de ponerlo más fácil.