Aforismos estructurales.

Javier Rui-Wamba.


Incluyo esta obra entre mis documentos sobre Estructuras.



Los ocho aforismos son:
  1. La inestabilidad estructural tiene mucha similitud con la inestabilidad del comportamiento de los seres humanos.
  2. El conocimiento de las reacciones de los apoyos de una estructura es esencial para comprender su comportamiento y evaluar su seguridad.
  3. La fatiga estructural depende, prioritariamente, de la amplitud y frecuencia de las variaciones tensionales.
  4. No es posible conocer el estado tensional de una estructura.
  5. Los ingenieros somos gestores de incertidumbres.
  6. Los materiales y las estructuras que construimos con ellos deben ser resistentes, dúctiles y tenaces. La ductilidad es un puente sobre nuestra ignorancia y la tenacidad estructural expresa su tolerancia al daño.
  7. No se debe calcular una estructura que no se sepa dibujar. No se deben utilizar fórmulas cuyo significado físico se desconoce. No se debe dimensionar con ordenador una estructura que no se sepa calcular manualmente.
  8. Las patologías estructurales son el modo en que nuestras estructuras manifiestan su disgusto por el trato que han recibido en su concepción, proyecto, construcción o utilización.

Fuente: Enrique Montalar.

Nature's dynamic non-balance

Matt Ridley.



In her remarkable new book "The Rambunctious Garden," Emma Marris explores a paradox that is increasingly vexing the science of ecology, namely that the only way to have a pristine wilderness is to manage it intensively. Left unmanaged, a natural habitat will become dominated by certain species, often invasive aliens introduced by human beings. "A historically faithful ecosystem is necessarily a heavily managed ecosystem," she writes. "The ecosystems that look the most pristine are perhaps the least likely to be truly wild."
In the Netherlands, for example, cattle are being used to re-create a simulacrum of a Pleistocene woodland, because their aurochs ancestors would have been vital in keeping forest patchy. To keep African national parks from deforestation, elephant control is sometimes needed. To let aspen, willow and beaver return to Yellowstone, it was necessary to reintroduce the wolf, which reduced elk numbers. To preserve Mojave Desert tortoises, it is essential to control native ravens, whose numbers have been boosted by distant landfill sites.
Some ecosystems are enriched and made more productive by invasive species. In terms of "ecosystem services"-the provision of clean water, the absorption of carbon, the creation of soil, the prevention of erosion-Hawaiian forests dominated by alien tree species can perform better than the pristine habitats they replace. Though many invasive aliens are notorious for the harm they bring (pythons in Florida, cane toads in Australia, brown tree snakes in Guam), many others enhance the local nature scene.
Where I live, in the U.K., American gray squirrels are exterminating native red squirrels with the help of a parapox virus and a better ability to digest acorns. Aesthetically, this is a pity: The red is nicer to look at and part of local culture. But ecologically, one has to admit that the gray is better at filling the squirrel niche in our broadleaf woodland. Reds are really a pine-adapted species that had responded to a broadleaf vacancy after the most recent ice age.
Ms. Marris's book goes further, challenging the very idea of a balance of nature. In the first half of the 20th century, ecologists came to believe in equilibrium-that natural systems tended toward a steady state. So, for example, a bare patch of ground would be colonized by a succession of species-annual weeds, then grasses, then shrubs, then trees-until it reached its "climax" state. Conservation, therefore, was a matter of restoring this climax.
Academic ecologists have abandoned such a static way of thinking for something much more dynamic. For a start, they now appreciate that climate has always changed, and with it, ecology. Twenty thousand years ago the spot where I live was under a mile of ice. Then it was tundra, then birch forest, then pine forest, then alder, linden, elm and ash, then most recently oak, but beech was coming.
Which is its climax? We now know that oak seedlings rarely thrive under mature oaks (which rain caterpillars on them), so the oak climax was just a passing phase.
Yet even as academic ecologists have abandoned balance-of-nature thinking, it still dominates practical conservation management. Ms. Marris quotes the ecologist Daniel Botkin: "If you ask an ecologist if nature never changes, he will almost always say no. But if you ask that same ecologist to design a policy, it is almost always a balance-of-nature policy": preserve this rare species, maintain this habitat structure, freeze in time this ecological moment, return this degraded land to a particular state, whatever the weather and whatever the novel arrivals of exotic species. Just as in our management of the economy, we think of states, not processes.
So what's a good conservationist to do? Ms. Marris sets you free: "In a nutshell: Give up romantic notions of a stable Eden, be honest about goals and costs, keep land from mindless development and try just about everything."

Escapes de gas

Antón Uriarte.



Las plataformas Elgin, de Total, que han sido evacuadas.

Desde hace ya una semana, se está produciendo una fuga incontrolable de gas natural en dos plataformas del Mar del Norte situadas a 200 kilómetros de la costa oriental de Escocia, pertenecientes a la firma francesa Total. Al parecer sus 238 trabajadores fueron evacuados por existir riesgo de explosión, pero la prensa hasta ahora apenas ha informado.

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Desde el "boom" de las explotaciones de gas de esquisto en Estados Unidos, con ya más de 10.000 pozos perforados desde el 2007, el repunte del incremento reflejado en la gráfica de la evolución del metano en Mauna Loa puede no ser una casual coincidencia. Ya lo escribí aquí mismo hace bastante tiempo (co2: Repunte de metano).


Evolución de la concentración de metano en el observatorio de Mauna Loa


La importancia de las fugas de gas natural, que está compuesto esencialmente de metano, es minimizada por las compañías y por los medios de comunicación. Ocurre que existe una competencia económica entre las centrales térmicas de carbón y las de gas en la producción eléctrica. El gas es más negocio para los potentados del comercio mundial de la energía por estar, frente al carbón, bastante peor repartido entre las naciones. También tiene mejor prensa que el carbón entre periodistas y ecologistas. Las centrales de gas son necesarias compañeras de los molinos eólicos porque tienen la ventaja, frente a las de carbón, de poder ponerse casi inmediatamente en marcha cuando el viento cesa. Con estas razones de fondo, las compañías eléctricas han jugado en los últimos años a demonizar al CO2 y al carbón como causantes de un calentamiento global catastrófico.

Es cierto que una central térmica de carbón emite el doble de CO2 que una central de gas de la misma potencia. Una diferencia apreciable. Pero si el metano, CH4, se escapa sin ser quemado, sin convertirse por lo tanto en CO2 y agua, puede teóricamente producir un efecto invernadero tan fuerte como la achacable a esa diferencia y no tener sobre el carbón esa supuesta "ventaja".

Cuando el fracaso puede ser un éxito, o dos

Carlos Rodríguez Braun.

El fracaso de la huelga general de ayer puede convertirse en un éxito relativo, si triunfa el Gobierno, o un éxito más de fondo, si lo hace la sociedad civil.
De entrada, a pesar de los esfuerzos (cada vez menos insistentes, la verdad) de los medios adictos, todo indica que en líneas generales no se puede hablar seriamente de éxito de la huelga: cada vez resulta más claro que la ciudadanía expresa un abierto rechazo hacia los sindicatos, y que el eje de la labor sindical pasa por violar los derechos de los trabajadores.
Una frase repetida ante jornadas como la de ayer es: “Gran parte del éxito o el fracaso de una huelga general se juega en el transporte”; es decir, la clave de la huelga estriba en lograr impedir que la gente haga lo que quiere hacer: ir a trabajar. Si de verdad se quisiera probar el éxito de un paro general habría que facilitar ese derecho y hacer lo posible para que el transporte funcionase como un día normal; así podríamos saber si los trabajadores realmente respaldan la huelga o no. Cada vez menos gente toma esto con naturalidad, igual que cada vez se tiene menos paciencia con los matones de los piquetes.
Primacía de derechos
Esta impaciencia quizá explica el salto cualitativo que han desplegado los sindicatos en su dialéctica. Es la primera vez, en efecto, que han exhibido su totalitarismo con un argumento que, bien entendido, hiela la sangre. Lo han dicho tantas veces en los últimos días que no puede ser sino una estrategia calculada. Se resume así: el derecho de huelga prevalece sobre el derecho al trabajo. En palabras de Cándido Méndez: “El derecho del trabajador no debe ser objetivo prioritario sobre el derecho de huelga”.
Y Fernández Toxo: “El derecho de huelga prima sobre otros derechos”. Nadie presionó a los sindicalistas para que dijeran esto: lo hicieron libre y espontáneamente. Nunca lo habían dicho de forma tan repetida e insistente. Es escalofriante, porque significa que la organización colectiva, es decir, el sindicato, puede violar la libertad del trabajador individual.
Eso es el socialismo en cualquiera de sus variantes, desde el fascismo hasta el comunismo: la colectividad aplasta al individuo. Se llama “derecho de huelga” al derecho del piquete a ejercer un amplio abanico de acciones intimidatorias y coercitivas si usted elige ir a trabajar. El miércoles proclamaron en Madrid: “Ocuparemos la Puerta del Sol cuando nos dé la gana”. Y eso es, exactamente, lo que quieren impedir que hagan las trabajadoras: ir a trabajar si les da la gana.
El Gobierno intentará apropiarse de la reacción popular contra los sindicatos, hundidos en un descrédito que no habían padecido nunca en democracia. La maniobra puede salirles bien a Mariano Barbie Rajoy y sus secuaces, pero no sería el mejor de los resultados. En efecto, si el ciclo recupera su dinamismo este año, las huestes gubernamentales procurarán colocarse a la cabeza de la manifestación y alegar que han sido las autoridades las que han conseguido detener la sangría del paro. Hasta ahí sería esperable, cualquier gobierno habría hecho lo mismo.
Otro éxito tan espectacular como improbable sería que los ciudadanos se apoyaran en el rechazo que experimentan no sólo hacia los sindicatos, sino también hacia los políticos. Si se extendiera la opinión, a mi juicio acertada, de que la recuperación de la actividad y el empleo no se debe al poder y los grupos de presión que a su socaire medran, sino al dinamismo de la sociedad civil, el margen de la política y la legislación para recortar derechos y libertades se habría estrechado higiénicamente.
Por último, el fracaso de los sindicatos tras la huelga general de ayer puede acelerarse si ellos mismos no perciben lo que está pasando y, espoleados también por la izquierda, optan por seguir erre que erre por el mismo camino. Para entendernos, optan por decidir que después de una huelga general lo correcto es hacer… otra.
Estos días de entusiasmo izquierdista han llevado a algunos a proclamar que el enfrentamiento de los sindicatos con el Gobierno iba a ser tan radical como el que protagonizaron los sindicatos británicos contra Margaret Thatcher. Deben haber olvidado quién ganó esa batalla…

El nazi yihadista

Arcadi Espada.



Mientras la policía rodeaba la casa de Mohamed Merah mi corresponsal Jacobo Schwarz me enviaba una noticia del 15 de marzo donde se daba cuenta de la detención de un yihadista en Brescia. Lo interesante de la noticia es que el yihadista guardaba una bandera nazi en el armario y una kufiya con la esvástica. Es decir: dada la sorpresa que ha provocado el yihadista entre los que esperaban ver aparecer un nazi tras los asesinatos de Montauban (un nazi que liquidara a Le Pen e ilustrara letalmente la política inmigratoria de Sarkozy), el caso de Brescia probaba con gran plasticidad que se puede ser yihadista y nazi. Comprendo que eso sea difícil de integrar en el cerebro de los que tras la matanza yihadista de Madrid llamaron asesino y nazi al presidente Aznar; pero uno de los problemas de la realidad es la dificultad con que se instala en algunos cerebros. Sería un grave error considerar que hay dos modelos del criminal político en serie, el modelo Breivik y el modelo Merah, cuando lo que hay es una psicopatía similar que elige diferentes sedas y mona se queda.
Es imposible controlar el ropero de un asesino. Puede, por ejemplo, que eche mano de las mujeres. Odio a las mujeres, dijo antes de partir a su madre en cuatro trozos. Pero los varones, por más que lo pretendan algunas románticas, no son cómplices del crimen. Quien dice mujeres, dice dioses o naciones. La pregunta crucial ante la violencia, y específicamente ante la violencia de Breivik o Merah, es si la idea hace al criminal. No creo que nadie esté hoy en condiciones de responder con seguridad a esa pregunta. Tiendo a pensar que en aquel Euskadi diseñado por el pensador Otegi, sin inglés ni internet, pero con pastos, los recordmen Santi Potros y De Juana tampoco habrían sido honrados jóvenes. Pero yo tengo tendencias. Lo cierto es que se desconoce la capacidad de infección de una idea. Así pues, lo que hay que observar atentamente en el debate sobre la culpabilidad es la distancia fáctica que mantienen frente al criminal y su obra los que tienen sus mismas o adyacentes ideas. No tengo dudas de que el nacionalismo vasco ha sido cómplice (estos chicos…) de los crímenes de ETA. Por el contrario no creo que la derecha xenófoba europea deba pagar por Breivik (en realidad, le basta con lo suyo) o que los musulmanes (a los cuales también con su Corán les basta) deban hacerlo por Merah. La politización del psicópata no deja de ser una forma de hacerle entrar razón. De consuelo ante la certeza de que a la pregunta: «¿Por qué mataste ayer a una niña de siete años?», la única respuesta profunda sea porque sí.
(El Mundo, 22 de marzo de 2012)

Presupuesto 2012: Toda una Farsa

Xavier Sala i Martín.

[E]s conveniente que recordemos que el PP se presentó a las elecciones como el campeón de la fiscalidad reducida, el defensor del crecimiento a través de la economía de mercado y la actividad empresarial y como el valedor del imperio de la ley y el orden bajo las tablas de la santa constitución española. Dicho esto, empecemos:
Primero, eso que dice el gobierno de que hace un gran sacrificio fiscal por valor de 27.000 millones es mentira. La realidad es que de esos 27.000 millones, la mitad son sacrificios que hacen los ciudadanos y las empresas a las que se van a expropiar 13.400 millones (es decir, la mitad del sacrificio total!) en concepto de impuestos y tasas varias adicionales. Repito: adicionales.
Segundo, a pesar de haber ganado las elecciones prometiendo que no subiría el IRPF, los presupuestos confirman que éste subirá por un monto total de entre 4.000 y 6.000 millones.
Tercero, a pesar de haberse presentado a las elecciones diciendo que la empresa es la única institución capaz de generar riqueza y empleo en una economía de mercado y que, por lo tanto, desde el gobierno se ayudaría a la actividad empresarial, ayer el gobierno anunció castigos fiscales para las empresas a las que se supone que querían defender.
Cuarto, a pesar de presentarse como garante de la ley y el orden, se propone una amnistía fiscal que básicamente va a dejar sin castigo a toda una pandilla de delincuentes, estafadores, ladrones, traficantes de armas, drogas y personas y evasores fiscales de todo tipo y se les dice que solamente pagaran el 10% de este dinero ilegal porque el señor Rajoy necesita dinero. ¿Qué mensaje está enviando el gobierno a futuros delincuentes sobre el imperio de la ley en España? ¿Y qué cara tenemos que poner los imbéciles que hemos declarado nuestros ingresos como manda la ley y que, por lo tanto, hemos tenido que pagar hasta el 45% de lo que hemos ganado mientras que a los delincuentes solamente se les hace pagar el 10%? Lo mínimo que podrían hacer para que no se nos quede cara de bobo a los que hemos respetado la ley es que los tipos que paguen los delincuentes sean al menos tan altos como los que hemos pagado la gente legal. Y digo al menos porque el beneficio de poder disfrutar del dinero en España sin ir a la cárcel ya debería compensar a los malhechores!
Quinto, si de los 27.000 millones de “recortes”, 13.400 corresponden a sacrificios de la ciudadanía y no del gobierno, eso podría indicar que el gobierno central va a tener que hacer “costosos” recortes por valor de 13.600 millones, ¿no? Pues no. Porque entre esos 13.600 millones están escondidos unos 5.000 de reducciones de transferencias a las comunidades autónomas. Ya se sabe que las transferencias a las CCAA se contabilizan como gasto del gobierno central y como ingreso de la CCAA. Unos menores ingresos de las CCAA significan que, éstas, que tienen un objetivo de déficit incluso más restrictivo que el gobierno central, van a tener que hacer recortes adicionales por esos 5.000 millones. Hay que recordar que a las comunidades autónomas (responsables como son de la sanidad y la educación en España) ya tenían que recortar 15.000 millones por lo que estos 5.000 millones adicionales seguro que les van a sentar muy bien. Una vez descontadas las transferencias a las CCAA, los recortes de gasto del gobierno central no serán del 17% como dice sino del 10%.
Es decir, que se abre el telón y salen Montoro y Sáenz de Santamaría con lagrimitas en los ojos diciendo que han hecho un sacrificio muy serio de 27.000 millones y resulta que 13.400 son sacrificios de los ciudadanos a los que se había prometido no subir impuestos, 5.000 de las comunidades autónomas y solo unos 8.400 millones van a ser recortes de la administración centra! Y además, se les dice a toda una pandilla de delincuentes multimillonarios que están perdonados si traen el dinero que Rajoy necesita para cuadrar los números y sólo pagarán la cuarta parte de lo que hemos pagado la gente legal. Todo un sainete. Toda una farsa.

Visual 33

Más imágenes en tumblr.





































Víctima, 31 de marzo: Antonio Gómez García

Libertad digital.



A media mañana del 31 de marzo de 1982 fallece en el Hospital de la Cruz Roja de San Sebastián el policía nacional ANTONIO GÓMEZ GARCÍA, consecuencia del atentado que, cinco días antes, acabó con la vida del delegado de Telefónica en San Sebastián, Enrique Cuesta Jiménez, del que Antonio era escolta.
Rememorando el asesinato de su padre, Irene Cuesta cuenta en Olvidados, de Iñaki Arteta y Alfonso Galletero, que "Antonio Gómez murió con él [su padre] intentando salvarle, pero no pudo hacer nada".
Antonio fue alcanzado por dos disparos, uno en el hombro y otro en la cabeza, con orificio de entrada y salida, que le produjo estallido craneal con pérdida de masa encefálica. Operado durante dos horas en la misma tarde del viernes 26 de marzo, la víctima había permanecido desde entonces en estado de coma profundo.
Antonio Gómez García, de 24 años, estaba casado y tenía un hijo de pocos meses. Era natural de Bornos (Cádiz) y trabajaba habitualmente en el servicio de escoltas. En ocasiones había acompañado a políticos vascos. Así, fue escolta del secretario general del PSE, Txiki Benegas. Desempeñando esta labor vivió el asalto de Tejero al Congreso el 23 de febrero de 1981.