The Renterian way of memory, por Santiago González.
Rentería, símbolo ahora de la paz, titula el cuerpo, qué digo cuerpo, el cuerpazo principal de la información mi viejo amigo LRA, que acompaña con un despiece, ‘Las peores marcas de impiedad’, cuyo texto pueden encontrar al final de este último link. A la impiedad le acompaña la desmemoria y el olvido de algunos nombres: el ertzaina que resultó desfigurado por un cóctel molotov se llama Jon Ruiz Sagarna. A veces nombres y datos: “ETA batió una marca de impiedad al regresar para rematar a dos guardias civiles cuando comprobó que, tras el atentado, no fallecieron”. Los hechos ocurrieron el 14 de septiembre de 1982, las víctimas no eran guardias civiles, sino policías nacionales y las víctimas mortales fueron cuatro: Antonio Cedillo, Alfonso López, Antonio Ordóñez y Juan Seronero. El primero de ellos salió herido, disparando contra los asaltantes, consiguió caminar medio kilómetro hacia el pueblo y fue recogido por una furgoneta, pero ésta fue interceptada por los asesinos, que remataron a Cedillo con un tiro en la nuca. Al día siguiente, el policía Julián Carmona, amigo de las cuatro víctimas, se suicidó.
One Persuasion Technique Everyone Should Know, by Farnam Street.
The answer is: the ‘But You Are Free’ technique. This simple approach is all about reaffirming people’s freedom to choose. When you ask someone to do something, you add on the sentiment that they are free to choose.
By reaffirming their freedom you are indirectly saying to them: I am not threatening your right to say no. You have a free choice.
America Needs More Immigration, Not Less; by Shikha Dalmia.
Immigrants, unlike children, start working and paying taxes the moment they set foot on American soil, without requiring expensive schooling and health care. They typically come in their peak working years, when they are young and healthy, and hence contribute to Social Security and Medicare for years before collecting. Even as immigrants bestow this windfall, their energy and inventiveness drive economic vitality and growth.
Ventanas cubanas, por Elena Parreño.
En el caso de que la nueva ley migratoria resulte universal y sin requisitos inalcanzables para obtener el pasaporte, el siguiente hándicap para un cubano será disponer de suficiente dinero para viajar, una utopía en su economía, maltrecha por la existencia de una doble moneda y por el persistente embargo estadounidense, condenado 20 veces por las Naciones Unidas. En Cuba, un médico cobra 20 dólares y un maestro 15. En un país lleno de licenciados y diplomados, el mayor sueldo (dejando aparte a los miembros del Partido Comunista) lo obtienen los barrenderos: 36 dólares. Les siguen en el escalafón los policías, con 28. Teniendo en cuenta que unas zapatillas deportivas para niños cuestan 25 y que el precio de la comida está disparado en comparación con los sueldos, está clara la razón de por qué el turista es la puerta de salida del cubano. Alberto lo confiesa: “yo durante el día soy artesano y durante la noche jinetero, espero que alguna extranjera se enamore de mí y me lleve de aquí”. “Muchos jóvenes buscan alguien que les saque del país”, se lamenta Soledad, y añade: “La gente está mal. Antes querían mucho a Fidel porque había esperanza, pero ahora ¿dónde está aquel cuento?”.
Algunos matices sobre los salarios en el sector público, por Sintetia.
Porque de la lectura fácil de los datos parece extraerse la conclusión indiscutible de que los salarios en el sector público son claramente mayores que en el sector privado. Sin embargo, las comparaciones deben hacerse con cuidado, comparando “lo que sea comparable” y teniendo presente la distinta composición de estos dos grandes grupos y sus diferentes características, además de otras peculiaridades. Por ejemplo, en el ámbito de cobertura de la encuesta están excluidos los presidentes, miembros de consejos de administración y, en general, todo aquel personal cuya remuneración no sea principalmente en forma de salario, sino por comisiones o beneficios. Así, estarían fuera de la muestra la mayor parte de los altos cargos en empresas privadas, mientras que sí se incluirían los de las empresas públicas, infravalorando, por tanto, el salario medio en el sector privado.