Un descalabro

Por Félix de Azúa.

Creo que la alarma debería haberse disparado hace ya bastantes años, pero en todo caso un partido socialista capaz de considerar como valor indudable para la sucesión de Zapatero a una profesional del humo como Carme Chacón, de la que nadie conoce una sola idea, es un partido que da señales de parálisis.

El abandono de los votantes puede tener muchos motivos. También deben de haber optado por varias alternativas, muchas de ellas respetables. En todo caso yo sé cuál ha sido la mía y la razón principal para abandonar el partido al que he dado mi voto desde la muerte de Franco. Ha de ser un caso frecuente, así que (excúseme la inmodestia) escribo en nombre de varios centenares de miles de ciudadanos que han rechazado la imposible candidatura del PSOE. Y la causa es fácil de resumir: creo que han caído en el más absoluto desconcierto.

Por ejemplo, es de todo punto incomprensible que el presidente de los socialistas vascos sea Eguiguren, un melifluo valedor de quienes han defendido el asesinato como arma política. Aún confunde más el que Montilla, promotor del hundimiento del socialismo catalán, siga en su sillón, mudo, como es lógico. Los socialistas periféricos descubrieron el nacionalismo y fueron aplaudidos por la ejecutiva, pero pasarán a ser irrelevantes porque esa opción, a mi entender inequívocamente derechista, está muy bien representada por los grupos oligárquicos urbanos y los ruralistas, una unidad que ha funcionado perfectamente desde el siglo XIX.

No es menos confuso el sur, en donde el nacionalismo aún no ha cuajado (todo llegará), pero cuyos dirigentes se dedican a la compra de voluntades de un modo tan evidente que algunos acabarán en el banquillo. Así que mientras los socialistas catalanes apoyan las muy reaccionarias tesis de que Andalucía les roba el dinero, los socialistas andaluces se dedican a repartir subvenciones para ganar votantes.

La contradicción parece que no preocupa a nadie en el partido, pero los votantes se preguntan qué están votando.

Descontadas las tres regiones hasta aquí mencionadas, el partido socialista simplemente ha desaparecido del restante mapa español. Algo se habrá hecho mal, deduce cualquier persona con un gramo de seso, pero luego observa las secuelas de la debacle y advierte que todo sigue igual, incluido el indescriptible presidente Zapatero y su corte de aduladores, o el curtido candidato que ha conseguido hundir las encuestas más pesimistas.

Con la mejor voluntad uno se dice que ese partido no sabe lo que quiere, excepto mantener el sueldo de sus jerarcas. Y con mala voluntad lo plantea al revés:siendo así que lo único que les importa a los jerarcas socialistas es mantener la nómina, no es raro que el caos se haya apoderado de unas siglas que habían suscitado la esperanza de millones de españoles hace décadas. ¿Cómo se ha producido un fenómeno tan extraordinario? ¿Cómo puede ser que le esté sucediendo al PSOE lo que ya le sucedió a la UCD?

Casi todos mis amigos y conocidos, o bien han ocupado cargos en el partido socialista o bien han sido votantes inquebrantables, exceptuada la última elección. Durante muchos años hemos hablado, discutido, nos hemos reído de las meteduras de pata y hemos celebrado los aciertos. Sin embargo, en los últimos años algo ha cambiado. Ya no era posible hablar libremente. Uno tenía que ir con cuidado porque los socialistas se ofendían fácilmente, signo inequívoco de inseguridad. Argumentar no estaba bien visto. En cuanto te apartabas un poco de la ortodoxia comenzabas a ser mirado de soslayo como un posible submarino del PP. Y si la diferencia era de gran tamaño, como era inevitable en Cataluña, no había conversación posible y uno era tachado de facha sin más transición. Y sin embargo, los disidentes sabíamos que los fachas eran ellos porque querían aplastar a la disidencia.

La confusión se adueñó de los socialistas a partir del Gobierno tripartito de Cataluña que significó un giro radical en el ideario histórico: del internacionalismo se pasó a un nacionalismo derechista. De rebote y por mantener una imposible coherencia, los socialistas vascos del ramo Eguiguren comenzaron a coquetear con los de Batasuna y los socialistas gallegos se compraron una gaita. Por milagro aún no han reivindicado los socialistas andaluces su, a todas luces, poderosa identidad nacional. A nadie del partido se le ocurrió que en Italia, país similar a España, pero con contrastes de identidad mucho mayores, solo la ultraderecha plantea diferencias "nacionales".

Si a la deriva derechista se añade la política de imagen (y solo de imagen) que consistió en montar una especie de ONG universal para sumarse a cualquier manifestación de agravio (o de agravia), en lugar de analizar con seriedad los problemas de las minorías (por ejemplo, los castellanohablantes de Cataluña) y considerar su componente de clase (baja) como elemento de conflicto, el resultado es la convicción de que ese partido derechizado tiene tan mala conciencia que solo es capaz de políticas pánfilas, pero hipócritas.

Salir de ese pantano no va a ser tarea sencilla, sobre todo cuando han propiciado el poder omnímodo de un PP que si ahora congela sus extremos eclesiásticos y se centra, bien puede durar tres legislaturas. La renovación del PSOE se va a realizar con un horizonte sin estímulos y una travesía tan larga y triste que difícilmente alguien con talento y voluntad se va a poner al frente de la empresa. Sucederá lo peor: se impondrá la pereza, la resignación, la parálisis de quienes controlan el poder burocrático, lo que dará una oposición gritona y sin convicción.

Medidas serias, como la de obligar a los socialistas catalanes a que aparten sus manos del pastel nacionalista, o bien, si no, que el PSOE se presente en Cataluña con sus propias siglas, me parecen imposibles de alcanzar. Dejar atrás la estúpida dialéctica de "el pueblo contra los banqueros", que es una aceptable caricatura para Izquierda Unida, pero no para un partido con ánimo de gobernar, tampoco parece fácil. Justamente una de las últimas decisiones del Gobierno socialista ha sido la de indultar a un banquero tramposo sin dar explicaciones. Y esa es otra causa de defección: exigir a los socialistas con tareas ejecutivas que justifiquen sus actos, que respondan de sus errores, chapuzas, fracasos y corrupciones, parece una petición de ingenuo idealismo.

Me parece a mí que estos dirigentes no entienden que las corruptelas y los desórdenes éticos se dan por descontados en la derecha y no afectan a su votación, como ha dejado bien claro el caso de Berlusconi, pero la izquierda debería tener como principios inalterables la honestidad, la cultura, la educación y la justicia. Algo de eso van a tener que proponer en su refundación aunque tengan muy pocos candidatos ejemplares.

Pero no van a tener más remedio. Algo que parecen no tomar en consideración los actuales dirigentes del socialismo español es que los votantes han cambiado considerablemente desde la época de Felipe, cuya presencia en estas elecciones, por cierto, nos ha afligido a muchos de sus antiguos votantes. A los ciudadanos ya no se les puede llevar de la nariz con un periódico y dos cadenas de televisión. Hay ahora otros instrumentos para conocer con exactitud lo que están cocinando quienes se presentan como sacrificados amigos del pueblo.

En su inevitable refundación no estaría mal que los socialistas comenzaran, por ejemplo, diciendo la verdad sobre su confusa ideología y aceptando que la guerra fría ya ha terminado. La izquierda necesita otro lenguaje y nuevos conceptos. Si así lo hicieran, todos se lo agradeceríamos porque quizá sería posible volver a sentir simpatía por ellos e incluso a lo mejor recuperaban nuestro respeto, que es la condición imprescindible para volver a ganar unas elecciones.


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Fuente: buzzfeed

De la concepción al nacimiento... todo para ver - Conception to birth -- visualized. Alexander Tsiaras

Eliécer Ávila, de enero a diciembre

Por Yoani Sánchez.


Durante un par de años agosto dejó de ser el mes más difícil para el Gobierno cubano, con su canícula extrema y el malestar que provoca en la gente. Enero, el frío enero, traía acontecimientos que por su temperatura parecían propios del verano, de la comezón que ocasionan los más de 30 grados sobre cero. Al comienzo de 2007 un furibundo tráfico de correos electrónicos entre escritores y artistas fue bautizado como "la guerrita de los e-mails" y puso en entredicho la política cultural de la Revolución. Quienes habían sido víctimas de la censura y del hostigamiento en el sector artístico comenzaron a expresarse a través de una osada cadena de mensajes. Un par de semanas después de comenzado el intercambio, el ministro de Cultura trató de ponerle punto final en un encuentro personal con los implicados, a sala llena y puertas cerradas.

Al transcurrir justo 12 meses de aquel suceso, en otro enero inusual, un joven le dirigía incómodas preguntas a Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Mientras los intelectuales habían canalizado sus críticas a través del teclado, Eliécer Ávila -que así se llama el estudiante- lo hacía ante un nutrido auditorio, micrófono en mano y grabado desde una cámara que después filtraría el vídeo a miles de ávidos ojos. El soporte tecnológico ayudaba en ambos casos a difundir una inconformidad que no encontraba espacio por los estrechos caminos oficiales.

Hasta el día en que abrió la boca frente a aquel alto funcionario, Eliécer Ávila era tomado como un verdadero "hombre nuevo". Veinteañero, mestizo, militante de la Unión de Jóvenes Comunistas, proveniente de una familia humilde y sin embargo matriculado en la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI). Activista de la Federación de Estudiantes Universitarios, dirigía además la llamada Operación Verdad, dedicada a contrarrestar en la web las opiniones negativas sobre el Gobierno de la Isla. Un ciberpolicía convertido por obra y gracia de la inconformidad en estandarte de todos aquellos que querían cambios pero no se atrevían a reclamarlos. De censor, a canal de expresión; de mordaza, a altavoz.

Con una oratoria que mezclaba la sabiduría popular y la habilidad tribúnica, aquel estudiante acorraló con sus observaciones a quien una vez también fuera embajador de Cuba en Naciones Unidas. Daba pena la ausencia de argumentos de este último; provocaba deseos de poner en pausa el vídeo y soplarle a Alarcón un par de respuestas al oído. En el clímax del desacierto y ante la pregunta de ¿por qué los cubanos no pueden viajar libremente?, el curtido político solo atinó a decir que "si los 6.000 millones de habitantes pudieran viajar adonde quisieran, la trabazón que habría en los aires sería enorme". La pelea verbal la ganó Eliécer por knock-out, pero el desagravio institucional no tardaría en llegar. Lo relegaron, lo marcaron como "no confiable", le permitieron graduarse, pero después lo lanzaron a un insignificante puesto laboral en su natal Las Tunas. Tuvo incluso que vender helados en la vía pública, ofertar fresa y chocolate para sobrevivir. Ahora se encuentra desempleado, en el paro, pero sin formar parte de ninguna estadística, indignado sin plaza, despedido sin seguro que lo cubra. Las esgrimas verbales con el poder se pagan caro.

Casi cuatro años después de aquel intercambio de palabras con Ricardo Alarcón, el joven Eliécer Ávila ha regresado a la escena pública nacional. Ya no estudia en la selectiva escuela de informática inaugurada por el propio Fidel Castro, ni monitorea la red de redes a la caza de opiniones "desafectas". Dista mucho de comportarse como aquelpolicía de los kilobytes que un día fue.

Por dos horas ha hablado ahora frente a los micrófonos de un espacio alternativo y cuasi clandestino, no ha interpelado esta vez al presidente del Parlamento sino a nosotros mismos. La grabación -al igual que en aquellos primeros días de 2008- ha corrido como pólvora por las redes ilegales de información. En esta se le ve más maduro, sin las obligadas reverencias verbales que su anterior condición le obligaba a hacer. Habla exento de tapujos y tanta franqueza hace que muchos se pregunten si Eliécer ha retornado a la palestra por espontaneidad o por orientación. No faltan quienes opinan que está tratando de purgar la culpa anterior, infiltrándose en las filas de los políticamente incorrectos. Pero es poco probable. Hay una franqueza campechana en sus palabras, algo que tiene el hombre rural y que el cinismo urbano nos ha eliminado, esa manera llana e inequívoca de llamar al pan pan y a la dictadura... dictadura. Es alguien que ha aprendido una lección de vida y que parece muy consciente de la fuerza de su nueva voz.

Eliécer Ávila tiene solo 26 años, habitará una Cuba donde cualquier ciudadano podrá interpelar a un miembro del Parlamento, criticarlo, desmentirlo sin ser castigado por ello. Un país donde todos los eneros serán difíciles de gobernar y los agostos también y los diciembres ni se diga.

Milton Friedman: Why Drugs Should Be Legalized



Good News: War on Alcohol Ended 78 Years Ago; Bad News: War on Drugs Kills 61 Per Day in Mexico

By Mark Perry.





Good News: Today marks the 78th anniversary of the repeal of America's "War on Alcohol" on December 5, 1933, after nearly 13 years of Prohibition.  

Bad News: Largely as a result of America's "War on Drugs," more than 22,000 people will die this year from drug-related violence in Mexico, bringing the total number of narco-related killings to almost 55,000 in the six years since 2006 (see chart above).  At the current rate of 61 drug deaths per day, the total number of Mexican casualties from the "War on Drugs" will reach 58,000 sometime around March 1, which will then match the number of U.S. casualties in the Vietnam War (58,272). 

Ending Income Inequality?

By Walter Williams.


Benefiting from a hint in an article titled "Is Harry Potter Making You Poorer?", written by my colleague Dr. John Goodman, president of the Dallas-based National Center for Policy Analysis, I've come up with an explanation and a way to end income inequality in America, possibly around the world.

Joanne Rowling was a welfare mother in Edinburgh, Scotland. All that has changed. As the writer of the "Harry Potter" novels, having a net worth of $1 billion, she is the world's wealthiest author. More importantly, she's one of those dastardly 1-percenters condemned by the Occupy Wall Streeters and other leftists.



How did Rowling become so wealthy and unequal to the rest of us? The entire blame for this social injustice lies at the feet of the world's children and their enabling parents. Rowling's wealth is a direct result of more than 500 million "Harry Potter" book sales and movie receipts grossing more than $5 billion.
In other words, the millions of "99-percenters" who individually plunk down $8 or $9 to attend a "Harry Potter" movie, $15 to buy a "Harry Potter" novel or $30 to buy a "Harry Potter" Blu-ray Disc are directly responsible for contributing to income inequality and wealth concentration that economist and Nobel laureate Paul Krugman says "is incompatible with real democracy." In other words, Rowling is not responsible for income inequality; it's the people who purchase her works.
We just can't blame the children for the unfairness of income inequality. Look at how Wal-Mart Stores generated wealth for the Walton family of Christy ($25 billion), Jim ($21 billion), Alice ($21 billion) and Robson ($21 billion). The Walton family's wealth is not a result of ill-gotten gains, but the result of Wal-Mart's revenue, $422 billion in 2010. The blame for this unjust concentration of wealth rests with those hundreds of millions of shoppers worldwide who voluntarily enter Wal-Mart premises and leave dollars, pounds and pesos.
Basketball great LeBron James plays forward for the Miami Heat and earns $43 million for doing so. That puts him with those 1-percenters denounced by Wall Street occupiers. But who made LeBron a 1-percenter? It's those children again, enabled by their fathers or some other significant male. Instead of children doing their homework and their fathers helping their wives with housework, they get into their cars, drive to a downtown arena and voluntarily plunk down $100 for tickets. The millions of people who watch LeBron play are the direct cause of LeBron's earning $43 million and are thereby responsible for "undermining the foundations of our democracy."
Krugman laments in his Nov. 3 New York Times column "Oligarchy, American Style," "We have a society in which money is increasingly concentrated in the hands of a few people, and in which that concentration of income and wealth threatens to make us a democracy in name only."
I'd ask Krugman this question: Who's putting all the money in the hands of the few, and what do you think ought to be done to stop millions, perhaps billions, of people from using their money in ways that lead to high income and wealth concentration? In other words, I'd like Krugman to tell us what should be done to stop the millions of children who make Joanne Rowling rich, the millions who fork over their money to the benefit of LeBron James, and the hundreds of millions of people who shop at Wal-Mart.
I'd like to end this discussion with a bit of a personal note. The readers of this column know that I never make charges of racism. Rowling is an author, and so am I. In my opinion, my recently published book "Race and Economics: How Much Can Be Blamed on Discrimination?" is far more important to society than any "Harry Potter" novel. I'd like to know what it is about me that explains why millions upon millions have not purchased my book and made me a billionaire author. Maybe Krugman and the Wall Street occupiers have the answer.