El consejo de ministros de hoy ha planteado la posibilidad de reducir las cotizaciones sociales del trabajo y compensar la caída que eso comportaría en la recaudación en un aumento del IVA. Tras la reunión del consejo, el ministro Luis de Guindos ha declarado: "Lo que estamos planteando es, en un momento en el que debemos dar el salto desde el punto de vista de la competitividad, reducir las cargas y la imposición sobre el trabajo, que está bastante penalizado en estos momentos, e incrementar la imposición del consumo, que estaría en torno a unos 8.000 millones de euros".
Esta medida es conocida como una “devaluación fiscal” porque tiene los mismos efectos que tendría una devaluación monetaria si se pudiera llevar a cabo. La discutí en este blog hace un mes y medio. Explico la idea básica a continuación.
Si España pudiera devaluar su moneda en relación a la alemana los productos españoles también se abaratan respecto de los alemanes y los alemanes se encarecen respecto a los españoles. La gente deja de comprar productos alemanes más caros (importa menos) y compran productos españoles más baratos (exportan mas) y eso corrige los desequilibrios comerciales y genera crecimiento económico en España. Las devaluaciones monetarias son una herramienta utilizada por muchos gobiernos para salir de la crisis. Por ejemplo, la utilizó el gobierno socialista de Felipe González en 1993, cuando el ministro Carlos Solchaga devaluó la peseta tres veces en un periodo de 9 meses. En total, la peseta se depreció un 21% en lo que hoy día se conoce aquel episodio como "las devaluaciones competitivas de Solchaga".
Esta receta tradicional no se puede llevar a cabo porque España y Alemania, hoy día tienen la misma moneda. Es por ello que algunos economistas han hecho una llamada a la desaparición del euro. Otros economistas, entre los que se encuentra Paul Krugman, han propuesto una “devaluación interna”. Es decir, una reducción de los salarios en España: eso abarataría los costes y por lo tanto los productos españoles cosa que haría aumentar las exportaciones de España. Por otro lado, al ser los españoles más pobres, podrían comprar menos al exterior con lo que también se reducirían las importaciones. El déficit exterior, pues, se reduciría con una “devaluación interna” del mismo modo que una “devaluación monetaria normal”.
Una receta alternativa es lo que se conoce como “devaluación fiscal”: una reducción de las cotizaciones laborales compensada con una subida del IVA. Al reducir las cotizaciones sociales se abaratan los costes SOLO de las empresas españolas (las empresas alemanas cotizan en Alemania) lo que les permite reducir precios a los exportadores. Al subir el IVA, se encarecen todos los productos, los españoles y los extranjeros. Además, como las empresas exportadores reembolsan el IVA, de facto, el aumento del IVA encarece las importaciones sin encarecer las exportaciones.
De este modo, la “devaluación fiscal” consigue el objetivo de encarecer los productos extranjeros y abaratar los españoles, exactamente igual que la tradicional “devaluación monetaria”. En este sentido, la medida puede contribuir a generar una demanda para los productos españoles (una demanda que no existe en el mercado interior) y puede ayudar a sacar a España de la crisis.
El problema es que, al no formar parte del plan inicial que propuso el gobierno cuando llegó al poder a finales de 2011, no sabemos si forma parte de un plan inteligente diseñado para fomentar el crecimiento económico o simplemente es otro palo de ciego de alguien que no sabe lo que hace. El ministro no ha especificado cuándo va a implementarse esta devaluación fiscal. Ha mencionado 2013 y eso denota inseguridad. Seguiremos observando.
NOTA: Si entendéis catalán, podéis encontrar aquí una explicación que hice en TV3 hace dos semanas (a partir del minuto 22 y 30 segundos).