Diseño y construccion con madera

Enlaces de interés sobre estructuras de madera. 


Fuente: Eduardo Fernández.


Timber Piling Council - Manual de diseño y construccion de pilotes de madera: 
http://www.timberpilingcouncil.org/manual/manual.html

Canadian Wood Council - Varias publicaciones gratuitas 
http://www.cwc.ca/index.php/en/mainmenupublications-cwcmenutopmenu/topmenupublicationstechnicalpublications

American Institute of Timber Construction - Varias publicaciones gratuitas 
http://www.aitc-glulam.org/shopcart/index.asp#design

American Wood Council - Varias publicaciones gratuitas 
http://www.awc.org/publications/download.html

The Engineering Wood Association - Varias publicaciones, muchas gratis 
http://www.apawood.org/level_c.cfm?content=pub_searchresults&pK=&pT=Yes&pD=Yes&pF=Yes&pubGroup=

Y ya más en concreto en el tema de puentes:

The National Center for Wood Trasportation Structures: 
http://www.woodcenter.org/library/allpubs.cfm

Y el Libro "Timber Bridges, Design Construction, Inspection and Maintenance" del US Department of Agriculture - Forestry Service que se puede encontrar en varios sitios.

Por ejemplo, aquí: 
http://www.fpl.fs.fed.us/documnts/misc/em7700_8--entire-publication.pdf

y aquí: 
http://www.dot.state.mn.us/bridge/documentsformslinks/inspection/USFS-TimberBridgeManual/index.html


Virgilio Piñera

por Juan Abreu.



Se ha celebrado en Cuba un coloquio sobre Virgilio Piñera, un escritor perseguido censurado y finalmente aniquilado por los Castro. Ya sabemos que la consigna desde hace algún tiempo es: “estos maricones escritores una vez muertos pueden ser muy útiles”. Y lo son, que duda cabe, siempre hay alguien dispuesto a aprovecharse y sacar lasca del escritor aniquilado.

Como era de esperar, acudieron al coloquio los escritorzuelos locales a sueldo, las profesoras menopáusicas y los académicos de generosas caderas. Fueron a apoyar la dictadura. Sí sí, ya sé, bla bla, pero ir allí a participar en esos cínicos espectáculos dedicados a escritores aplastados por la dictadura es apoyar a la dictadura. El único coloquio sobre Virgilio Piñera que no sería de apoyo a la dictadura sería aquel que comenzara con la única pregunta pertinente: ¿quién lo mató?

Lo más divertido del coloquio es la manera en que la fauna invitada se las arregla para hablar durante horas sin mencionar la dictadura. Es decir al culpable. Leí la introducción al coloquio a cargo de Antón Arrufat. Es uno de los documentos más asquerosos que se hayan escrito jamás.

En su lacrimógena y mística perorata, Arrufat habla de “contingencias sociales”, de “tiempos de grisura y atonía”, de “aguas al fin tranquilizadas”, de “el silencio de Dios” (supongo que se refiere a los Castro), “de la futuridad”, habla del “bracear con la sombra”. Habla de todo menos de los que injuriaron y humillaron hasta la muerte a Virgilio Piñera: los Castro. Es decir ¡los jefes máximos y como es natural los jefes del coloquio que inaugura Antón! Todo dice el papelucho de Arrufat, excepto el nombre de los culpables, de los verdugos. Y no los nombra porque sabe que se le acaban los coloquios y los viajes y porque en la isla para los díslocos siempre hay una celda aguardando en Villa Marista. Lo que prueba que ¡las cosas han cambiado en Cuba y vivimos otros tiempos! Tralala.

Virgilio era un gran escritor, Arrufat es una mariquita cobardica que revolotea sumisa y aterrorizada ante los verdugos de su supuesto “Maestro”; verdugos, dicho sea de paso, que hace años le dieron de patadas en el culo al propio Arrufat. Que ya lo ha olvidado todo en nombre del Premio Nacional de Literatura y de la Medalla Alejo Carpentier.

Antón Arrufat debería fregarse bien la boca antes de hablar de Piñera. Pero supongo que sería demasiado pedir.

Víctimas, 1 de julio: Luis Claraco López y Pedro Domínguez Pérez

Libertad Digital.



Hacia las diez y cuarto de la noche del 1 de julio de 1991 un paquete-bomba hacía explosión en la empresa Express Cargo, en el polígono industrial de Villaverde (Madrid), causando la muerte en el acto a dos artificieros de la Policía Nacional, el subinspector PEDRO DOMÍNGUEZ PÉREZ y el agenteLUIS CLARACO LÓPEZ. Un tercer miembro de los Tedax, el agente José Luis Jiménez Barrero, resultó gravemente herido. Permaneció clínicamente muerto dos días más, falleciendo el 3 de julio.
El paquete, con unos siete kilos de explosivo, había sido enviado desde Valladolid a un alto cargo del Ministerio de Justicia, que anteriormente había ocupado el puesto de subdirector general de Personal de Instituciones Penitenciarias. El paquete llegó el 27 de junio al Ministerio y los servicios de seguridad no pudieron comprobar su contenido por verse todo opaco a través del escáner. Tenía unas dimensiones de 40 centímetros de largo, 15 de grosor y 20 de ancho. Ese mismo día se entregó también en Valladolid el paquete que hizo explosión el jueves 28 de junio en la cárcel sevillana Sevilla-1 y que provocó la muerte a cuatro personas -un funcionario, dos reclusos y el familiar de otro recluso- y heridas de diversa consideración a otras treinta.
Al rechazar el Ministerio el paquete, la empresa Express Cargo lo depositó en un almacén situado en el barrio de Villaverde en Madrid, donde permaneció catalogado como "incidencia". Y así estuvo el envío hasta el 1 de julio, cuando una llamada anónima avisó a la delegación de Express Cargo en Aranda de Duero (Valladolid) de que en alguna de sus dependencias tenía que haber un paquete-bomba.
La central de Express Cargo avisó a todas sus delegaciones hasta que se detectó el paquete en el almacén de Villaverde. Los Técnicos Especialistas en Desactivación de Artefactos Explosivos (TEDAX) llegaron a la empresa sobre las seis de la tarde y adoptaron todo tipo de precauciones, según la Jefatura Superior de Policía de Madrid. Los funcionarios utilizaron un robot para desplazar el paquete y los artificieros cebaron el bulto en dos ocasiones. Los agentes tenían órdenes expresas de sus superiores de "no arriesgar nada" en su labor de desactivación. Después de varias horas de trabajo, sobre las 22:15 horas, y cuando parecía que todo estaba controlado, el paquete hizo explosión. El artefacto tenía una trampa consistente en un doble detonador y estalló cuando los artificieros intentaban desactivarlo manualmente. La explosión fue muy fuerte y la onda expansiva derrumbó 35 metros cuadrados del tejado de la nave.
Al lugar de la explosión acudieron el ministro del Interior, José Luis Corcuera, el director general de la Policía, José María Rodríguez Colorado, y el alcalde de Madrid, Agustín Rodríguez Sahagún.
En julio de 2010 se sentó en el banquillo de la Audiencia Nacional el exjefe de ETA José Luis Urrusolo Sistiaga por el asesinato de los tres agentes del Tedax. Urrusolo Sistiaga, alias Joseba, fue extraditado por Francia en 2001 para ser juzgado por dieciséis asesinatos y dos secuestros entre otros delitos. Durante el juicio, y a preguntas de la defensa, el etarra señaló que había abandonado la organización terrorista en 1994. En septiembre de 2008 hizo pública una carta en la que, junto a la también etarra Carmen Guisasola, se desvinculaba del Movimiento de Presos Vascos y criticaba la estrategia de ETA y de Batasuna.
Según el escrito de conclusiones provisionales del fiscal, antes del 25 de junio de 1991 Josebaaveriguó y anotó la dirección de la sede del Ministerio de Justicia en la calle San Bernardo de Madrid número 21 con la finalidad de enviar un paquete-bomba a cargos políticos o funcionarios destinados allí. "En ejecución del plan concebido", añade el escrito, miembros no identificados de la banda terrorista facturaron un paquete-bomba desde la empresa de paquetería Express Cargo de Valladolid. El fiscal consideró a Urrusolo Sistiaga coautor de un delito de estragos terroristas, uno de atentado contra funcionarios, uno de asesinato en grado de tentativa y dos de asesinato terrorista.
El 28 de julio de 2010 Urrusolo Sistiaga fue condenado a penas que suman 119 años de cárcel comocooperador necesario en el atentado que costó la vida a los tres policías. Según se recoge en la sentencia, en una agenda que se intervino en 1992 al ser desarticulado el grupo del que Urrusolo formaba parte, se encontraron anotaciones con la dirección del Ministerio de Justicia para que ETA lo enviara a una persona en ese departamento. También había anotaciones sobre empresas de mensajería escritas por una etarra huida. Un hombre y una mujer no identificados se encargaron de enviar desde Valladolid el paquete cargado de explosivos.
Los jueces al dictar sentencia tuvieron en cuenta que Urrusolo Sistiaga no negó haber escrito las notas de la agenda intervenida por la Policía, y que un informe pericial realizado por expertos en grafología de la Guardia Civil acreditó que el acusado era el autor de las anotaciones. La sentencia señala que el plan del atentado, "concretado entre el acusado" y la otra etarra huida, "dio lugar a que personas de la organización ETA, utilizando la información por aquellos conseguida, montaran el explosivo, lo ocultaran en una caja y lo facturaran".
Luis Claraco López, de 39 años, era natural de Linares (Jaén). Estaba casado y tenía tres hijos. El funeral por su alma tuvo lugar en la parroquia de San Francisco de su localidad natal, al que asistieron unos doscientos vecinos, además del delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Garrido, y de mandos provinciales de la Policía Nacional y la Guardia Civil.


Pedro Domínguez Pérez, subinspector de la Policía Nacional de 45 años, era natural de Forfoleda (Salamanca), donde fue enterrado. Estaba casado y teníatres hijos. A su funeral asistieron varios centenares de vecinos de Forfoleda y de otros pueblos de la comarca.


El 0,35% por el todo

Arcadi Espada.



 

Querido J:
La otra mañana, cuando se cumplían 25 años de la matanza de Hipercor,Carlos Herrera preguntó a los participantes en la tertulia si serían capaces de reunirse con un terrorista que les hubiera convertido en víctimas directas de su crimen. Yo pensé que de todos nosotros el único que podía responder a esa pregunta sin poner en funcionamiento un dudoso mecanismo de la imaginación era el propio Herrera, que durante medio minuto inolvidable viajó en un ascensor con el paquete bomba que podría haberle matado. Y entonces dijo:
—Pues creo que yo tendría curiosidad de verle.
La apelación a la curiosidad me dejó pensativo. Herrera no aludía a ningún sentimiento trascendente ni hondo, a ningún ímpetu ético, ni a la religión ni a la venganza. Curiosidad, eso dijo. Encararse frente al hombre que le había dejado el paquete con intención de matarle. Su curiosidad tenía el habitual flanco débil de la acción terrorista. El terrorista no suele tener nada personal con la víctima y eso es lo verdaderamente insoportable según demostró Ferlosio en uno de sus clásicos artículos inalcanzables. Por lo tanto la curiosidad de Herrera no podía proyectarse a partir del convencional qué te había hecho yo para que quisieras matarme, porque yo y cualquier otra forma de la identidad probablemente no tenían mayor sentido para su asesino: y entiéndase así el posesivo como el resultado de la aplicación de una ley mecánica y no psicológica.
Su respuesta me interesó porque, como sabes, llevo tiempo observando este llamativo desfile de víctimas que acceden a reunirse con terroristas, y que tuvo un momento exactamente espectacular cuando Roberto Manrique, víctima del atentado de Hipercor, anunció a la prensa que iba a verse con un tal Caride, asesino confeso y sentenciado, preso en la cárcel de Álava, e incluso anunció que no le daría la mano: lo que, entre nosotros, me pareció una notable falta de educación, pobre señor Caride. Oyendo a Manrique y viendo también, porque coincidió en esos días, las efusiones sentimentales nítidamente fotografiadas de víctimas de ETA y del Batallón Vasco Español y de la policía española, reunidas el otro día en San Sebastián, y que dijeron llevar cinco años estudiándose el dolor, creo que no está lejano el día en que entre en juego la televisión y retransmita uno de esos encuentros entre asesinos y víctimas, alguno de los cuales es probable que ya esté filmado; y vete a ver si una serie, porque nada le gusta más a la televisión que meter la nariz en esas instancias íntimas.
Lo que si sucede va a parecerme nada, como te he anticipado antes, porque hace muchos años que no me meto en la piel de nadie, no sea que me encuentre con Capote, y sudando. Y porque ya me ha limado la costumbre: si la televisión ha intervenido en el enfrentamiento entre víctimas y verdugos de la violencia común, por qué no habría de hacerlo en los abrazos entre víctimas y verdugos de la violencia política, siempre tan ennoblecedora. Se trata solo de encontrar el momento y el espónsor, y va a haber de lo uno y de lo otro.
Si nada debo objetar a las maniobras íntimas de una víctima con su asesino sí tengo algo que decirte respecto a su proyección pública. No para que la limiten, desde luego y te insisto, porque quién soy yo para meterme en los laberintos del duelo, y para no aceptar lo evidente, esto es que en nuestra época el duelo, para algunas conciencias, debe proyectarse en los medios, y a tambor batiente, supongo que esperando encontrar allí el eco lenitivo de las antiguas plañideras. Pero sin pedir limitación, sí pido equidad. Y concreta. Pido que al tiempo que se exhiben esas víctimas generosas, sensibles y humanísimas se dé cuenta también, aunque sea fuera del horario infantil, del que llamaré el discurso del odio.
Es decir. Junto a las edificantes historias de perdón y arrepentimiento que nos traen nuestros medios hay otras, ya sé que menos presentables pero igualmente humanas, de personas que jamás van a olvidar ni a perdonar, de hombres y mujeres cuyo duelo consiste en la evocación diaria, imprescriptible, obsesionada de lo que perdieron, personas que solo querrían ver muerto y hasta desfigurado a aquel que mató a sus hijos, a su pareja o a sus padres, y a los que estas ceremonias de cárceles, presos, víctimas y mediadores aumenta su dolor, como lo hace también la constatación de que las víctimas son tan distintas que hasta se diría, en literatura, que ni la muerte tienen en común. A mi modo de ver, y no sé qué pensarás tú, amigo mío, no resulta decente dejar consumirse a estas pobres gentes en su odio. ¡También tienen derecho a exhibirlo! Y ante los periódicos y ante la televisión. Si ese es el duelo que acordamos, que pueda serlo para todos.
Desconozco cuántas personas de este tipo, y con este dolor insurgente, quedan en España. Solo puedo decirte que conozco a una. Pero sé que el terrorismo vasco ha dejado 858 muertos y tres mil heridos y que en estas ceremonias de la reconciliación no han participado más de 14 víctimas. Lo que representa, exactamente, un 0,35 por ciento del total. De los mecanismos de mi oficio conozco en especial la llamada sinécdoque, tan femenina, que consiste en repesentar el todo por la parte y viceversa. Y conozco cuán rematadamente perversa y manipuladora es su naturaleza. Y hasta qué punto es capaz de convertir la cifra del 0,35 en la letra decretada del perdón.
Sigue con salud,
A.
(El Mundo, 23 de junio de 2012)

Paul Cadden

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