¿Gratis?

Nada es gratis, absolutamente nada. Todo tiene un costo, muchas veces es pequeño para algunos de los beneficiarios, pero siempre hay alguien que paga el costo total de lo disfrutado.

Estoy cansado de leer que la sanidad en España es gratuita. No, no lo es. Se paga con los impuestos de todos los españoles, quienes son los responsable de que existan estos servicios.

Otra cosa es que sean universales, es decir, que todo el mundo tenga acceso a esos servicios. Pero alguien paga el sueldo de los médicos, enfermeras y administrativos, la construcción de los edificios, los equipos quirúrgicos, etcétera.

Por todo lo anterior, el debate sobre si la sanidad debe ser prestada por instituciones públicas o privadas me parece infructuoso si no va a lo importante, el aprovechamiento de los recursos para obtener lo máximo con la mínima inversión.

Partiendo de la premisa de que queremos que todo el mundo tenga acceso a la sanidad, tendremos que asignar los recursos necesarios para que este servicio sea de la mejor calidad. Pero eso va a costar un dinero, y si no nos damos cuenta de ello, y pensamos que todo es gratis y que cae del cielo como el maná, vamos a hacer un flaco favor a la causa.

Creo que los mejores sistemas son aquellos en los que la gente sabe lo que se gasta. Estos ejemplos de la sanidad en Singapur y en Holanda me parecen muy buenos. Por eso soy partidario de que cada uno tenga su dinero en una cuenta y que lo administre a su conveniencia, pero sabiendo lo que gasta y cómo lo gasta.

No cabe duda que la complejidad del tema hace que  haya mil variantes y que cada una de ellas deba ser tomada con precaución. Con experiencias piloto que verifiquen su buen funcionamiento, podremos decidir cuales son las mejores opciones. Aunque las mejores experiencias son los muchos países con sistemas sanitarios funcionando durante mucho tiempo, y de los que se pueden extraer muchas consecuencias.