La batalla en Egipto será de diez años

Jordi Pérez Colomé.



Egipto se ha quedado sin Parlamento. El Tribunal Constitucional ha decidido que la ley electoral que rigió las elecciones es inconstitucional. Los diputados se eligieron en dos grupos: dos tercios por partidos y un tercio como candidatos independientes. Los miembros de partidos podían participar en las dos, pero los independientes no. No tenían por tanto los mismos derechos y por eso es inconstitucional. La pregunta es por qué la Junta Militar no hizo que el Constitucional dictaminara sobre la ley antes de las elecciones, y no ahora.

El Tribunal debía decidir también si era constitucional una ley que prohibía a miembros del antiguo régimen participar en el nuevo sistema. Falló que no lo era. Ahmed Shafiq, ex primer ministro de Mubarak, podrá por tanto presentarse en las elecciones del sábado.

El panorama queda así. Este fin de semana habrá elecciones entre Shafiq y Mohamed Morsi, de los Hermanos Musulmanes. La Junta Militar asume los poderes legislativos del Parlamento y nombrará una Asamblea Constitucional que redacte la nueva Constitución. El Parlamento había hecho ya dos intentos. Las dos veces se retiraron partidos seculares en protesta por el afán de los Hermanos Musulmanes de mantener su peso electoral mayoritario en la asamblea. Ahora los Hermanos se han quedado sin Parlamento y sin Constitución.

El nuevo presidente de Egipto jurará el cargo ante los militares, a falta de Parlamento. No tendrá Constitución y por tanto sus poderes no estarán definidos. La situación se parece bastante a lo que había antes de la revolución: los militares mandan sin oposición. La transición vuelve a empezar. La revolución se ha diluido.

Aunque no se puede borrar. Primero hay que ver qué ocurre con las presidenciales. Si gana Shafiq, el dominio del antiguo régimen es total. Aquí en Cairo muchos están convencidos de que ganará Shafiq: “Si los militares han hecho todo esto, no permitirán que pierda ahora”, me ha dicho un joven metido en política. En Egipto no hace falta, por lo que diven, hacer pucherazos evidentes. Con dinero se ganan elecciones. Aquílo reconoce el mismo Morsi. En los carteles electorales ya se ve que Shafiq ha invertido más. Este es de Morsi:

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Víctima, 15 de junio: Ángel Postigo Mejías

Libertad Digital.



A las diez y cuarto de la mañana del domingo 15 de junio de 1980, la banda terrorista ETA asesinaba a tiros en el barrio de La Rochapea de Pamplona al policía nacional ÁNGEL POSTIGO MEJÍAS. Ángel había acudido esa mañana a visitar a su abuela. Al salir del domicilio, se dirigió al automóvil, aparcado junto a la casa, enfrente del Bar El Porrón. Cuando se disponía a abrir la puerta, un hombre y una mujer le acribillaron a balazos. Los terroristas estaban sentados en un banco cercano leyendo el periódico y se levantaron cuando vieron que Ángel se acercaba. Uno disparó con una ametralladora y el otro lo hizo con una pistola. El policía murió en el acto, tras recibir seis disparos en la cabeza, el tórax y los brazos, y quedó tendido en el suelo junto a su coche. En el lugar de los hechos, la Policía recogió diez casquillos de bala, calibre 9 milímetros parabellum.
A continuación, los pistoleros huyeron en un Seat 1430, robado una hora antes a su propietario en Pamplona. Según testigos presenciales, los autores materiales del atentado contaron con el apoyo de otros dos terroristas, un hombre y una mujer, que esperaban armados en el interior del Seat en el que huyeron.
Al día siguiente, lunes 16 de junio, Ángel Postigo fue enterrado en el cementerio de Pamplona, al término de un funeral oficiado en las dependencias del cuartel de la 64ª Bandera de la Policía Nacional.
Una de las etarras que participó en el atentado, Mercedes Galdós Arsuaga, fue condenada por la Audiencia Nacional en 1987 a 27 años de reclusión mayor. Pese a acumular penas de prisión por otros dieciséis asesinatos, quedó en libertad en 2005 tras haber cumplido sólo diecinueve años de cárcel. Posteriormente, en 2002 fue condenado como inductor del asesinato Santiago Arrospide Sarasola a 27 años de cárcel.
En julio de 2000 fue extraditado por Holanda el etarra Esteban Murillo Zubiri para ser juzgado por el asesinato del agente Ángel Postigo. Murillo huyó de su domicilio en 1986, a raíz de la caída de los miembros liberados (a sueldo) del grupo Nafarroa de ETA, y fue detenido en el aeropuerto de Ámsterdam en enero de 1999, procedente de México. Tras la celebración del juicio en 2002,resultó absuelto al no quedar probada su participación en el asesinato, que habría consistido en dar cobijo durante meses a los miembros del grupo Nafarroa -entre los que también estaría el compañero sentimental de Mercedes Galdós, José Ramón Martínez de la Fuente Intxaurregui, aliasJoserra-, y proporcionarles el vehículo con el que cometieron el atentado. Martínez de la Fuente cumple condena por varios asesinatos cometidos entre 1981 y 1985 cuando formaba parte del grupo Nafarroa de ETA en su etapa más sanguinaria. Gracias a la aplicación de la doctrina Parot, su salida de prisión está prevista para mayo de 2020.
Presuntamente, el etarra José María Zaldúa Corta también participó en el asesinato del agente de Policía. Este miembro de la banda no fue juzgado al no conceder Francia la extradición en su momento. Zaldúa Corta, con un largo historial de asesinatos a su espalda, murió de un infarto el 22 de septiembre de 2010 mientras montaba en bicicleta en la localidad francesa de Aix-en-Provence.
Por otra parte, la banda terrorista había utilizado a un menor de edad como informante. El menor sometió a vigilancia a Ángel Postigo y recabó información sobre sus rutinas diarias. Esa información se la trasladó a los asesinos de la banda, información que fue fundamental para cometer el atentado que acabó con la vida de Ángel. El citado menor recibió diez mil quinientas pesetas por su "trabajo". Fue detenido y posteriormente condenado en 1981 a 2 años de prisión como cómplice del atentado.
Ángel Postigo Mejías era natural de La Línea de la Concepción (Cádiz), aunque llevaba once años residiendo en Pamplona. Tenía 25 años y estaba casado con Manuela Merchán, vecina de la localidad navarra de Villava. Tenían un hijo, David, de 5 años. En noviembre de 2005, en un acto organizado por el colectivo Libertad Ya de homenaje a las víctimas mortales que dejó la banda terrorista en Navarra en el año 1980, Manuela Merchán narró los meses de dolor y soledad que siguieron al asesinato de su marido, en una época en la que la banda asesina mataba cada tres días. El 25 de junio de 2010, el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Pamplona, con el apoyo del PSN, decidió poner el nombre de Ángel Postigo a una calle del polígono de Erripagaña.

Las Prisiones de Cuba: Secuencia del Terror

Zapatero. Sobre el sistema financiero. Diciembre 2010

A mí me acojona que una persona que dice lo de abajo, en la fecha que lo dice, haya sido Presidente del Gobierno de España. Lo raro es que las cosas no estén peor.


Santi González.




Pie de foto.-Zapatero en sus nuevas responsabilidades en el Consejo de Estado
En días como estos que vivimos entre el rescate de la banca española y su falta de eco en los mercados financieros, con Grecia a un lado, al otro Europa y allá a su frente, Estambul, bueno será traer una palabras clarividentes. No son aquellas de 2007, estamos en la Champions de la economía; la economía española es la que más goles mete y menos  goles encaja, etc. Al fin y al cabo, como él ha explicado varias veces en su defensa, quién se iba a esperar que quebrara Lehman Brothers. No, esta entrevista tuvo lugar en diciembre de 2010, cuando todo estaba tan perdido que ese mismo mes decidió tomar el olivo y no presentarse a las elecciones.
Entrevista al presidente del Gobierno en la cadena de televisión CNBC 
miércoles, 01 de diciembre de 2010
 Pregunta.- Está buscando nuevas medidas para que la economía sea más competitiva. Ha anunciado privatizaciones y ha dicho, en cuanto a las cajas regionales, que su actividad en términos de consolidación va a continuar ¿Puede decir categóricamente que el sector bancario español es sano y que está bien capitalizado?
Presidente.- Absolutamente. No sólo es sano, está bien capitalizado, ha hecho los deberes, los está haciendo y, además, va a ser uno de los sistemas financieros más atractivos para la inversión. Va a ser de los más eficientes y de los más rentables. Lo éramos hace dos o tres años y mantenemos esa fortaleza de fondo y la capacidad de hacer la reforma necesaria. Por tanto, todos los inversores tienen que tener la seguridad de que nuestro sistema financiero tiene garantías, capacidad de reformas, una legislación moderna y una fortaleza que nos va a hacer llegar en un tiempo razonable a Basilea III.
Pregunta.- Ha hablado usted de capital privado. ¿Cuál es su posición en cuanto a los que tienen esos fondos? Hay inversores viéndole. ¿Puede usted garantizar que ningún inversor privado que tenga deuda soberana española va a sufrir un recorte?
Presidente.- Absolutamente. Ha sido una tradición de la deuda pública española, del Tesoro español, que es uno de los Tesoros mejor valorados del mundo, y eso lo vamos a preservar por encima de todo. Hay una fortaleza de la deuda española. Se diga lo que se diga, esto es así, y los buenos inversores, los inversores que han trabajado siempre con la deuda pública española, lo saben y ésta es la garantía del Gobierno de España, por encima de cualquier otra circunstancia.
Pregunta.- ¿Cuándo cree que vamos a volver a ver crecimiento?
Presidente.- Hay algunos análisis del Fondo Monetario –y ayer leía uno de JP Morgan– que decían que, con la aplicación de las reformas que España tiene en marcha, en 2011 y 2012 España va a ser uno de los países más atractivos para la inversión en el mercado de valores, y el FMI decía que España podía ser uno de los países que más creciera en 2012 o 2013 de la Unión Europea.

Por qué el rescate europeo es un error

Juan Ramón Rallo.


La respuesta política a la crisis se ha basado en acudir al rescate de los dependientes de un crédito artificialmente barato y abundante. Si los bancos quebraban, se socializaban sus deudas; si ciertos trabajadores y ciertas empresas quedaban súbitamente inactivos, se aprobaba un plan de despilfarro público (tramposamente denominado "de estímulo") para proporcionarles, con cargo al endeudamiento estatal, ingresos durante unos meses más; cuando la propia solvencia de los Estados se ponía en duda, otros Estados más solventes acudían a refinanciarlos.



Parece que nadie quiere asumir que la burbuja se ha desinflado y que alguien distinto del contribuyente ha de cargar con las milmillonarias pérdidas. 


Esta política, sin embargo, tiene un error conceptual de base: si el Estado impide que se materialicen las pérdidas y, en cambio, sigue inyectando fondos a una mayoría de deudores para que perseveren en las antieconómicas actividades que desarrollaban durante la burbuja, el país no hace sino acaparar más deuda a cambio de... seguir destruyendo riqueza.


La salida a la crisis no es sencilla. No hay soluciones mágicas e instantáneas, pero sí existen remedios para los desequilibrios de fondo... y parches que no harán sino perpetuarlos. La piramización de la deuda es un parche con el que se gana cada vez menos tiempo, acaso porque hemos sobrepasado los umbrales de saturación de deuda y los agentes económicos son conscientes de que los países al borde de la suspensión de pagos sólo pueden hacer una cosa para tratar de sobrevivir: dejar de endeudarse y comenzar a reducir sus pasivos.


En suma, el rescate europeo a la banca española nace del error de no entender que la economía española no puede absorber más deuda y que, por el contrario, lo que necesita con urgencia es una considerable reducción de sus obligaciones. Por eso la concesión de un préstamo de 100.000 millones de euros al Gobierno por parte del Eurogrupo para recapitalizar el sistema financiero no debe ser considerada un éxito que salvará a nuestra economía, sino como una manera perversa de redistribuir las pérdidas derivadas de las malas inversiones gestadas durante el boom crediticio.


El Ejecutivo del PP ha logrado financiación para acometer una operación que se nos vende como provechosa –prestar a nuestros bancos infracapitalizados para sanearlos y luego recuperar los créditos con suculentos intereses– pero que, mire usted por dónde, ningún agente privado está dispuesto a acometer. Si tal inversión resulta fallida –y en buena medida lo será–, los que cargarán con el coste de devolución del préstamo de 100.000 millones (más los correspondientes intereses) serán los contribuyentes españoles. Así pues, la deuda pública de nuestro país, ya en niveles peligrosamente altos, habida cuenta de la endeblez de nuestra economía y del tremendo déficit, se elevará en 10 puntos del PIB: sanearemos nuestras entidades financieras y condenaremos a la insolvencia al sector público (y de rebote al financiero, pues si aquél cayera, también lo harían inevitablemente los bancos). Todo ello sin un plan de ajuste adicional para una consolidación presupuestaria creíble –no los faroles de austeridad lanzados hasta la fecha–. ¿Cómo no va a cundir la desconfianza en nuestra deuda?


Traspasar el agujero financiero de una parte de la economía a otra no mejora en absoluto la solvencia general del Reino. De ahí que el auténtico remedio sea otro: la capitalización de la deuda bancaria, tal como ha propuesto el Instituto Juan de Mariana. Esta vía de salvamento de entidades financieras no sólo tendría un coste cero para el contribuyente, sino que –aun más importante– las deudas del conjunto de la economía se reducirían y las pérdidas habrían de asumirlas sus responsables últimos (que se verían forzados a modificar y readaptar su comportamiento).


Mientras no reduzcamos la deuda, asignemos las pérdidas y modifiquemos las pautas de comportamiento que seguimos durante la burbuja, la economía no sólo no mejorará, sino que se irá hundiendo peligrosamente en la insolvencia. Gran parte del sector privado ya ha hecho su ajuste: su problema es, justamente, que los sectores público y financiero no han hecho lo propio –al contrario, han acumulado nuevos desequilibrios–, y tamaña distorsión les está impidiendo salir adelante. El capital y la inversión huyen de España justamente porque no entienden cómo vamos a saldar un endeudamiento improductivo que no deja de crecer. Y encima optamos por endeudarnos todavía más. Así, no es extraño que fracasemos.




juanramonrallo.com
twitter.com/juanrallo

Prontuario de Hormigón Armado. EHE-08

Descargar en PDF, 6.1 MB. Diciembre 2008

Fuente: Escuela de Ingenieros Agrónomos. Universidad de Castilla-La Mancha.

Incluyo el Prontuario en mi recopilación sobre Estructuras.


Carbón, verde de esperanza

Antón Uriarte.




Para los dos mil millones de personas, pobres, que todavía no tienen electricidad, el carbón, su fuente más abundante y barata, y las centrales térmicas que lo usen, es su más real esperanza. Por eso lo represento en verde en esta gráfica de los porcentajes de participación de las fuentes de electricidad global en el 2009, según la Agencia Internacional de la Energía.

Además que es gracias al CO2 que la tierra es verde, aunque esto ya no se enseñe en las escuelas. Y más verde se hará si su concentración atmosférica sigue incrementándose.

Ya sé que informar de esto es herejía, pero todavía a los blogueros no nos queman, ni nos llevan a una limpia silla eléctrica.

Ah ! Y más ayudas dan al carbón alemán los alemanes, para que lo sepan:


Review & Outlook: Europe's Return to Coal - WSJ.com
Coal electricity, coal power plants - World Coal Association

Nueva refutación de Keynes

Carlos Rodríguez Braun.

A mediados de los años ochenta entrevisté a Hayek para Revista de Occidente, y me dijo: “Keynes era un genio, pero no era un buen economista”.
Esto último es lo que demuestra el joven investigador y profesor Juan Ramón Rallo en su libro Los errores de la vieja economía (Unión Editorial), que despliega una sana insolencia gracias a la cual no cree que las cosas sean verdad sólo porque las diga el más célebre de los economistas.
Así como la crisis de 1930 fue señalada por la izquierda como la prueba de que el capitalismo era intrínsecamente inferior al socialismo, la crisis actual también ha reverdecido a los enemigos de la libertad de todos los partidos, que ya no jalean a Marx con el entusiasmo de otrora, pero que están encantados redescubriendo a Keynes. Conviene, por tanto, refutarlo, que es el propósito de este libro.
Lo que escribe Rallo, en línea con Henry Hazlitt, es una “Guía de Keynes” siguiendo la Teoría General, pero no laudatoria, como las clásicas de Alvin Hansen o Raúl Prebisch, sino crítica. Empieza subrayando la equivocación de Keynes en su asalto a la Ley de Say, porque distorsionó al economista francés. A continuación desarrolla las tres variables exógenas que determinan, junto con el nivel de empleo, la demanda efectiva –la propensión a consumir, la eficiencia marginal de capital y los tipos de interés– y prueba sus interrelaciones, en contra de las tesis keynesianas.
Tras las tergiversaciones de Say vienen las definiciones confusas y los errores en el planteamiento de las unidades, en las expectativas y en la categorización del ahorro y la inversión. Los engaños del consumo keynesiano, esa especie de milagro que permite ahorrar sin dejar de consumir, culminan en propuestas disparatadas conforme a las cuales cualquier gasto mayor es bueno. Denuncia Rallo los errores de Keynes sobre el tipo de interés, el ahorro y la inversión; la eficacia marginal del capital no es decreciente a largo plazo ni inestable a corto. Y el problema no radica en la carestía de medios de pago, sino en “la extraordinaria e imprudente elasticidad en su creación y en las consecuencias de su destrucción acelerada”; Keynes no reconoce los problemas del capital “cegado por su obsesión contra el atesoramiento de dinero”. Demoniza erradamente la especulación, como tantos otros, y con sus falacias “consiguió anular el principal mecanismo de ajuste que existe en las economías capitalistas para coordinar de manera consistente los planes de todos los individuos”.
La conclusión del doctor Juan Ramón Rallo es que no es cierto que la salida de la crisis deba pasar por más gasto público y más inflación, medidas que pueden dificultarla. Tampoco cree en la trampa keynesiana, ampliamente compartida a derecha e izquierda, de que la coacción política y legislativa deba aumentar por nuestro bien o para salvar el capitalismo mediante el paradójico expediente de socializarlo.

El retorno de la economía de la depresión y la crisis actual

Carlos Rodríguez Braun.

Paul Krugman (1953), premio Nobel de Economía y darling de la izquierda, cultiva la fantasía predominante conforme a la cual tras 1989 el Estado se contrajo hasta virtualmente desaparecer: “los derechos de propiedad y los mercados libres se consideran como principios fundamentales…el capitalismo rige el mundo sin que nada le haga sombra”. Y usted, que cada vez padece más impuestos, controles, prohibiciones y multas, sin enterarse.

Este libro, nueva edición adaptada del publicado en 1999 y que tradujo también Crítica, está bien escrito y hará las delicias del pensamiento único, como que llega a secundar a Galbraith y a definir el socialismo como justo. También repite la muletilla de que la intervención del Estado salvó al capitalismo, y arguye que todo se debió a un benéfico “pacto keynesiano”; es característico de la corrección política abusar de las virtudes taumatúrgicas de unos pactos sociales tan extraños que los ciudadanos no pueden evitar firmarlos.

Claro, alguien que cree esto es capaz de creer cualquier cosa, por ejemplo, que lo malo de las economías es que se han vuelto más libres; con esa premisa no sorprenderá al lector que Krugman concluya que lo bueno para las economías es que se vuelvan menos libres. Se entusiasma con el modelo de la cooperativa de canguros, una especie de fábula de las abejas mandevilliana, y le saca más jugo del que puede dar, pero el lector crítico disfrutará con ello y con la paradoja de que el autor despotrica contra el liberalismo pero lo que relata es el fracaso reiterado del intervencionismo y los desastres perpetrados por los gobiernos contra la prosperidad de sus súbditos.

El caso de Greenspan, a quien el periodista más famoso de Estados Unidos jaleó como “maestro”, es paradigmático. Krugman critica al otrora idolatrado presidente de la Reserva Federal con acierto: “estuvo al frente de la institución financiera durante no una sino dos extraordinarias burbujas de activos, la primera, bursátil; la segunda, inmobiliaria”.
Y sin embargo Paul Krugman no escapa de lo convencional: los bancos centrales pueden resolver los problemas financieros y, en línea con las nuevas autoridades norteamericanas en las que tan poco confía, el problema no está tanto en los bancos normales como en la llamada banca en la sombra, “shadow-banking”, el nuevo chivo expiatorio que se han inventado para tranquilizarnos con el argumento de que si aumentan los controles, entonces ya no habrá crisis en el futuro.

Por desgracia, lo que dice Krugman del futuro no está claro. Ya desde el título proclama que la gran depresión no es cosa del pasado sino que vuelve. En el medio nos habla de los amos del mundo (que, por supuesto, no son los gobernantes sino los hombres de negocio) y no sabemos si hay conspiraciones universales o no; nos asegura que la inflación es lo que Japón necesita; y, en todo caso, es imprescindible aún más intervención, porque la libertad es malísima y los inversionistas privados generan las crisis económicas; y si es menester nacionalizar pues se nacionaliza, aunque sea temporalmente.

Pero, ¿hay depresión o no? Sospecho que no lo sabe, porque concluye que no estamos en una depresión, y no habrá una depresión, “pero sí estamos sumidos de lleno en el reino de la economía de la depresión”.
 

Damian Loeb

American Gallery and Damian Loeb web.