Leo en la revista Time estas 17 buenas lecciones que se deberían enseñar en las escuelas. Entre ellas: brevedad en los ensayos, charlas con octogenarios, enseñar a discrepar, mostrar que la vida no es justa, temas a olvidar, negociación, estadística aplicada a la vida, reuniones con empresarios que fracasaron, cómo arruinar tu vida, precaución con los sesgos, inversiones, y humildad.
Todos los mencionados en el artículo me parecen importantes. Pero echo en falta cuando se habla de educación que se recalque que los conocimientos técnicos adquiridos son muy importantes y que cuanto mejor se incorporen estos a la mente se aumenta la probabilidad de éxito en la carrera laboral.
Evidentemente para triunfar en la vida hay un alto componente de azar. Las oportunidades que se nos presentan en la vida depende de muchos factores que no controlamos: el país donde vivimos, la familia que nos cría, el tipo del colegio al que vamos, las personas con las que nos cruzamos, las personas con las que conectamos, los accidentes que sufrimos, y muchos otros. Pero sí hay veces que nuestra intervención directa afecta a nuestra vida y ahí es donde nuestra preparación juega a nuestro favor. Tener unos conocimientos técnicos sólidos, adquiridos durante nuestra educación formal y no formal, ayuda mucho. Al menos ésa es mi experiencia cuando trato con personas. La gente que tenga la cabeza bien amueblada, que sepa bien la teoría de cómo funcionan las cosas tiene muchos puntos ganados y sabe manejarse con más facilidad que quien carezca de esa pericia técnica. Existen otro tipo de cualidades, las llamadas habilidades blandas, que permiten ir más allá.
Parte de esta reflexión la he robado del sobresaliente libro de Nassim Taleb: ¿Existe la suerte? Engañados por el azar [Fooled by randomness. The hidden role of chance in markets and life]. En proceso de lectura pero que recomiendo a todo el mundo con un mínimo de interés en saber cómo funciona el mundo y cómo debemos actuar frente a él.