El martes 17 de diciembre de 1974 la banda terrorista ETA asesinaba en Mondragón (Guipúzcoa) al subteniente de la Guardia Civil LUIS SANTOS HERNÁNDEZ y al agente ARGIMIRO GARCÍA ESTÉVEZen el que sería el último atentado con víctimas mortales de ese año. Con Santos Hernández y García Estévez sumaban diecinueve asesinados por ETA, de los que trece lo fueron en un solo atentado: el cometido en la cafetería Rolando de Madrid el 13 de septiembre.
Ambos guardias civiles pertenecían a la 551ª Comandancia y, tras patrullar por las calles de la localidad guipuzcoana, pararon a tomar un vino en un bar. Cuando salieron del bar, en torno a las 20:30 horas, se encaminaron por la calle del Ferial. Luis Santos, comandante del puesto de Mondragón, iba de uniforme, mientras que el agente García Estévez vestía de paisano. Pocos minutos después, hacia las 20:45 horas, un vehículo se puso a su altura y fueron ametrallados por miembros de la banda terrorista que iban a bordo del mismo. El vehículo utilizado, un Seat, fue robado a las 19:30 horas a punta de pistola y abandonado a unos cuatrocientos metros del lugar del ametrallamiento después de que los terroristas colisionaran contra otro turismo.
Argimiro García falleció prácticamente en el acto, mientras que Luis Santos fue trasladado primero al centro hospitalario de Mondragón, donde se le practicaron unas curas de urgencia, y de ahí al Hospital de Cruces de Baracaldo, falleciendo a las once y media de la noche.
La capilla ardiente con los restos mortales de ambos guardias civiles se instaló el 18 de diciembre en el cuartel de la Guardia Civil de Mondragón. El 19 tuvo lugar el funeral en la Iglesia de San Juan Bautista de la localidad, tras el cual fueron trasladados en sendos furgones fúnebres a sus localidades natales para ser enterrados.
En el ametrallamiento de los guardias civiles participó, presuntamente, Francisco Múgica Garmendia, alias Pakito, integrado entonces en los llamados "comandos especiales" (bereziak) de ETA político-militar, tras la escisión de un sector de la banda en octubre de ese año 1974 que pasaría a llamarse ETA militar comandado por Argala.
Argimiro García Estévez, guardia civil de 50 años había nacido en Aldeadávila de la Ribera (Salamanca). Estaba casado y tenía siete hijos, tres varones y cuatro mujeres, con edades comprendidas entre los 26 y los 14 años. Hacía veinticinco años que pertenecía a la Guardia Civil y llevaba siete destinado en Mondragón.
Luis Santos Hernández, subteniente de la Guardia Civil de 52 años, era natural de Alamedilla (Salamanca). Estaba casado y tenía un hijo de 25 años y una hija de 24. Había ingresado en la Guardia Civil en 1944 y llevaba destinado en Mondragón siete años, igual que García Estévez.
En la madrugada del domingo 17 de diciembre de 1978, miembros del grupo Gamboa de ETA asesinaban frente a la playa de La Concha de San Sebastián, al coronel del Ejército retirado DIEGO FERNÁNDEZ-MONTES ROJAS. La víctima trabajaba en el Ministerio de Cultura, donde se ocupaba del depósito oficial de prensa. Según la normativa de la época, los periódicos tenían que depositar un ejemplar de cada edición en el Ministerio de Cultura y Diego Fernández-Montes era el encargado de recibir y sellar esos ejemplares.
Dos miembros de la banda, con un tercer cómplice que les esperaba en un vehículo, lo esperaban en los jardines de Alderdi Eder y cuando vieron que se acercaba a la puerta de la Delegación del Ministerio de Cultura, lo acribillaron a balazos. El coronel retirado trató de refugiarse en unos soportales, pero cayó al suelo alcanzado en las piernas, brazos y vientre. Trasladado al Hospital Nuestra Señora de Aránzazu, fue intervenido quirúrgicamente durante tres horas, falleciendo a las nueve de la mañana. La Policía recogió en el lugar de los hechos catorce casquillos de bala del calibre 9 milímetros parabellum, marca Geco.
Al día siguiente al mediodía se celebraba su funeral, oficiado en la parroquia de la Sagrada Familia de San Sebastián. A su finalización se produjeron algunos momentos de tensión que se exteriorizaron con gritos de "Arriba España" y "Gobierno asesino", acallados rápidamente a petición de la propia familia.
ETA militar asumió en un comunicado enviado a medios de comunicación vascos el asesinato a tiros del coronel de Infantería retirado. En el año 1982 la Audiencia Nacional condenó a José Luis Martín Elustondo, José Ignacio Goicoechea Arandia y Joaquín Zubillaga Artola por el asesinato de Diego Fernández-Montes a sendas penas de 20 años de prisión, y a otros 4 años por uso ilegítimo de vehículo. Un cuarto terrorista no identificado participó en el asesinato siendo el que con Goicoechea Arandia efectuó los disparos contra la víctima.
Diego Fernández-Montes Rojas tenía 63 años. Estaba casado y tenía nueve hijos. Era natural de Herencia (Ciudad Real) donde fueron enterrados sus restos mortales. Tras retirarse del Ejército, desde 1956 Diego Fernández-Montes estaba adscrito a los servicios del antiguo Ministerio de Información y Turismo. A partir de 1977 las funciones de control de la prensa fueron asumidas por el Ministerio de Cultura, en el que trabajaba Fernández-Montes cuando fue asesinado. La víctima residía en un bloque de viviendas del barrio de Amara, en la calle Sancho el Sabio de San Sebastián donde vivían otros militares. Varios de ellos serían asesinados por ETA en sucesivos atentados.
El martes 17 de diciembre de 2002 dos miembros de la banda terrorista ETA dispararon a bocajarro en la carretera Nacional VI contra el guardia civilANTONIO MOLINA MARTÍN y su compañero, Juan Aguilar Osuna, que acudió en su ayuda, cuando el primero solicitaba la documentación a dos individuos que les habían resultado sospechosos.
Hacia las 15:50 horas Antonio Molina y Juan Aguilar participaban en un dispositivo de seguridad especial contra los atracos que se estaban produciendo en algunas localidades de la zona noroeste de Madrid. Por ese motivo se encontraban en el kilómetro 38 de la carretera de Madrid-La Coruña a su paso por Collado Villalba, en un punto bastante conflictivo en cuanto al tráfico de vehículos. Uno de ellos, un Ford Escort con matrícula de Málaga que iba en dirección a Madrid, llamó su atención, por lo que se colocaron con su vehículo detrás del mismo e hicieron señales luminosas y acústicas a sus dos ocupantes para que se detuvieran. Cuando el vehículo sospechoso detuvo la marcha, Antonio Molina se acercó a la ventanilla del conductor, mientras su compañero lo hacía por la del copiloto, con la intención de proceder a identificar a los dos individuos. En ese momento, el que iba en el asiento del conductor se apeó del vehículo y disparó tres veces a bocajarro, provocando la muerte en el acto de Antonio Molina. El copiloto disparó desde dentro del vehículo contra el agente Juan Aguilar, iniciándose un tiroteo.
En el intercambio de disparos resultó herido grave en el brazo Juan Aguilar y el etarra Gotzon Aramburu Sudupe, que fue detenido en el lugar de los hechos por otro guardia civil del Destacamento de Tráfico de Collado Villalba, César Silos Lázaro, que casualmente se dirigía junto a su esposa hacia Madrid. Al descender de su vehículo vio a los dos guardias civiles heridos que le indicaron que el otro individuo herido, que intentaba huir, era el autor de los disparos. Se dirigió hacia él y, pese a estar desarmado, procedió a su detención. A continuación lanzó por la emisora el siguiente mensaje: "Urgente para cota (central). Tiroteo en el kilometro 38. Heridos".
Las heridas que sufrió Juan Aguilar Osuna, de 26 años y natural de Baeza (Jaén), provocaron su inhabilitación permanente para el desempeño de su oficio. El agente era hijo de guardia civil, y su hermano, también miembro de la Benemérita, estaba destinado en el mismo cuartel de Collado Villalba. Un voluntario de Cruz Roja resultó también herido leve por un disparo fortuito de un agente de la Guardia Civil.
El segundo terrorista, Jesús María Etxebarria Garaikoetxea, emprendió la huida inicialmente a pie. Pistola en mano, abordó al conductor de un vehículo, una mujer a la que obligó a bajar tras llevarla un trecho secuestrada mientras enfilaba la Nacional VI en dirección a La Coruña. Después hizo uso de varios medios de transporte público y llegó a San Sebastián, vía Valladolid, donde apareció el vehículo abandonado. Allí fue reconocido y detenido esa misma noche por miembros del dispositivo policial que se estableció tras el atentado que contaban con la descripción exacta del asesino que proporcionó la conductora del vehículo robado a punta de pistola.
El Ford Escort de los terroristas iba cargado con ciento treinta kilos de explosivos por lo que las Fuerzas de Seguridad establecieron un amplio cordón de seguridad antes de que los Tedax procediesen a explosionar controladamente el vehículo a las 19:20 horas. Pese al cordón de seguridad establecido, a algunos curiosos la explosión les pilló desprevenidos y fueron alcanzados por trozos del vehículo que salieron despedidos a muchos metros de distancia. "Al empezar la explosión nos han echado para atrás pero me ha caído un hierro que mide más de un palmo en el paraguas, lo ha atravesado y, si no es por eso, me abre la cabeza" comentó un joven de Villalba. La detonación se pudo sentir en las viviendas no sólo de Collado Villalba sino también en el cercano municipio de Alpedrete. En muchas viviendas se llegaron a mover los muebles y muchos vecinos se quedaron sin luz. La explosión provocó un intenso fuego que obligó a la Guardia Civil a pedir inmediatamente la presencia de los Bomberos del parque de Collado Villalba.
Mientras tanto, la carretera de La Coruña se había convertido en una trampa para los conductores que circulaban por la misma. La carretera estaba cortada al tráfico en sentido de entrada a Madrid desde las cuatro de la tarde, nada más producirse el asesinato de Antonio Molina, y en sentido salida desde poco más tarde, lo que provocó atascos de cerca de diez kilómetros en ambas direcciones.
Los explosivos que transportaban iban a ser utilizados para cometer una serie de atentados escalonados en varios centros comerciales de Madrid el 31 de diciembre, según declararon los dos etarras tras su detención. En 2005 la Audiencia Nacional condenó a Gotzon Aramburu Sudupe y Jesús María Etxebarria Garaikoetxea a sendas penas de 26 años de reclusión mayor por el asesinato de Antonio Molina y a 16 años más por el asesinato frustrado de Juan Aguilar. Ambos formaban parte de un grupo itinerante de la banda y se les imputó también el atentado cometido semanas antes en un aparcamiento situado en la plaza Alfonso XIII de Santander.
Antonio Molina Martín tenía 27 años y era natural de Melilla. Primogénito de una familia de cinco hermanos, el padre del agente asesinado era brigada de la Guardia Civil destinado en la frontera de Melilla con Marruecos. Antonio Molina estaba soltero y había vivido en Melilla hasta los 17 años, cuando ingresó en la Escuela para Guardias Jóvenes de Valdemoro (Madrid). Llevaba cinco años destinado en Collado Villalba y, siempre que podía, regresaba a su ciudad natal, donde seguía residiendo no sólo la mayor parte de su familia, sino sus amistades. Antonio Molina tenía solicitada una plaza en Melilla en el mismo acuartelamiento en el que estaba destinado su padre.
El funeral por su alma se celebró en Las Rozas (Madrid) y durante el mismo el ministro de Interior, Ángel Acebes, impuso al féretro la máxima distinción del Instituto Armado, la Gran Cruz de Oro al Mérito Civil. A continuación los restos mortales de Antonio Molina fueron trasladados hasta Melilla, para ser enterrado en el cementerio de la Purísima Concepción. El pleno de la Asamblea de Melilla le otorgó la Medalla de Oro y lo nombró hijo predilecto de la ciudad autónoma. Además, se acordó que una calle de Melilla llevase el nombre del guardia civil asesinado. Tras el entierro, Ángel Acebes declaró: "Acabamos de enterrar a alguien que, con su vida, ha salvado, y estoy absolutamente convencido, la vida de otras muchas personas (...) Molina es un héroe".
En recuerdo del héroe Molina Martín se erigió un pequeño monumento frente al cuartel al que pertenecía en la localidad de Collado Villalba. Antonio Molina Martín fue la última víctima mortal de la banda terrorista ETA en el año 2002, tras el asesinato del concejal socialista en Orio Juan Priede Pérez el 21 de marzo, de Cecilio Gallego Alaminos y la niña Silvia Martínez Santiago el 4 de agosto en Santa Pola (Alicante) y del guardia civil Juan Carlos Beiro Montes el 24 de septiembre en Leiza (Navarra).