Podemos: mal diagnóstico, malas soluciones. Juan Ramón Rallo
En suma, lo que muestran los datos no es una expansiva pauperización de los trabajadores a manos de los capitalistas, sino el resultado de un boom crediticio dirigido a financiar un incremento de la inversión en bienes de capital y en vivienda. De hecho, los salarios reales medios subieron ligeramente entre 2001 y 2007: según la Encuesta anual de coste laboral, pasaron en términos nominales desde 16.561 euros anuales a 20.246 euros (es decir, pasaron en términos reales desde el equivalente a 20.088 euros a 20.246).
El pueblo. Qué pueblo. Berta de Vega
Bajo el concepto de “robo” no englobamos lo público, claro. Que no es de nadie. Ni los yogures del hospital para los enfermos que se lleva parte del personal ni las medicinas que solía sacar el abuelo para toda la familia a precios amigos de pensionistas. Ni los minutos, horas, de conversaciones telefónicas desde puestos públicos a familiares y a amigos. Total. Qué más da. No vamos a ser nosotros como esos cabrones de los británicos, que ponen anuncios en la prensa extranjera de la costa con un número de teléfono gratuito donde denunciar a compatriotas que estén percibiendo pensiones de invalidez de algún tipo y resulte que están regentando un chiringuito. Aquí lo que te puede pasar es que saques en el periódico una foto de una señora con un carrito en un centro comercial y llame indignada diciendo que le vas a buscar la ruina porque está de baja por dolor de espalda.
Las rentas salariales no pierden peso dentro del PIB español. Juan Ramón Rallo
Pues básicamente que el peso de las rentas salariales se mantienen constantes en el año 2012 con respecto al nivel del año 2000 y del año 2007 (en el año 2000 y 2007, las rentas salariales eran el 67,6% y 67,1% del PIB respectivamente, mientras que en 2012 ascendían al 67,3%), al igual que los que les sucede a las del capital (en 2000 y 2007 suponían el 32,4% y 32,9% respectivamente, mientras que en 2012 eran del 32,7%). Además, las rentas del capital están muy lejos de superar a las salariales. Justo lo contrario, por cierto, de lo que nos cuentan cada trimestre todos los medios de comunicación.
¿De verdad el mercado es eficiente? El fascinante caso de Apple. Ángel Martín Oro
Esto no fue "porque sí", porque a los inversores les diera un ataque de nervios repentino o porque la cotización hubiera alcanzado la "barrera psicológica" de los 700$. Más bien, se construyó una narrativa sobre cierta base, que el tiempo ha demostrado equivocada, pero que en ese momento el mercado tomó muy en serio. Esa base se fundamentaba principalmente en una caída importante de la cuota de mercado del iPhone (en favor de Samsung, que parecía iba a comerse el mercado) y de los márgenes, y en la expectativa de que éstos solo podían descender abruptamente. Bastaron dos o tres presentaciones de resultados para que empezara a calar la idea de que Apple iba a ser la próxima Nokia o Blackberry al ser una compañía de hardware con escasa diferenciación y naturaleza casi de commodity. ¿Quién iba a comprar un smartphone de 600$ cuando podía acceder a uno de 200$ y "objetivamente", la diferencia no era importante? Pero especialmente en China y los mercados emergentes, donde el potencial de crecimiento era más jugoso (frente a los maduros mercados desarrollados) y la renta per cápita muy inferior: ¿quién en su sano juicio en China gastaría un pastizal para conseguir un teléfono?
El BCE no hace magia: siguen las falacias financieras de Pablo Iglesias y Podemos. Sintetia
Si bien es deseable que la ciudadanía opine y aporte conversaciones de valor sobre la estrategia y el rumbo al que aspiramos como sociedad, la pregunta relevante es ¿es eficiente o incluso deseable que todo el mundo opine de todo? Cualquier experto en gestión de personas sabe que delegar es primordial para la organización de todo colectivo. Por ejemplo ¿se imaginan opinar sobre la clausulas técnicas del colateral que los bancos tienen derecho a utilizar contra el Banco Central Europeo? Por supuesto que habrá profesionales que puedan gestionar esto mejor que nosotros (al menos los aquí firmantes), y que en España acumulamos mucho expertise en la gestión pública como para salir a la luz pública con unas cuantas ideas simplistas, sin valorar y, lo peor, sin conocer en profundidad lo que ya se está haciendo.