Historias de Roma, de Enric González


Aproveché mi visita a Roma para leer este libro del que tenía excelentes referencias que se han cumplido con creces. El libro es sobresaliente tanto por su contenido como por su estilo; se lee muy fácil y entretiene de principio a fin. Cuenta la visión sobre Roma y sus gentes que tiene el autor, quien fue corresponsal del periódico El País varios años. 

Nos da a conocer distintos hechos históricos, además de personas anónimas cercanas al autor y personas famosas; experiencias propias de distinto tipo (con su vivienda [vivió en un destartalado palacio], sus trámites, sus amistades, sus colegas de profesión, etcétera); da consejos sobre lugares por los que pasear y comer; da su opinión de cómo es la gente y la sociedad romana, por ejemplo, en Roma son formales en el trato, más que en España; destaca la importancia de la madre dentro de la familia; cuenta historias sobre los excepcionales ciclistas Fausto Coppi y Gino Bartali; cómo es El Vaticano y cómo se movió dentro de él; los sobornos y la cultura de sobornos de cierta parte de la sociedad; Aldo Moro y su secuestro; Berlusconi y sus inicios (incluso cómo intentaron comprarle desde el entorno de don Silvio); historias sobre Alberto Sordi, el famoso actor; la historia de la rivalidad entre la Roma y el Lazio; e incluso sobre Mussolini.

Qué envidia me dan las personas que escriben con esta facilidad y claridad. Para leer y aprender sobre Roma y la vida.

Breve encuentro, de David Lean



Qué maravillosa manera de conocerse gracias a la carbonilla que se le mete en el ojo a ella y que él ayuda a sacar [uno de mis momentos inolvidables de la historia del cine]. La ilusión de dos personas por compartir tiempo juntos, reflejada en la rapidez con las que él baja las escaleras cada vez que la ve y la cara de alegría de ella. La lucha entre lo que creen mejor para sus vidas y lo que desean. La expresión de alegría, reflejada en los ojos de ella, al estar con su amante y el sufrimiento que ella expresa por la culpa que siente cuando no está con él. Todo lo anterior y mucho más cuenta esta gloriosa película dirigida por David Lean en 1945. 

Laura disfruta sola de un día de relax cada jueves; cambia de libro en la biblioteca, va al cine, hace compras y pasea. Una ama de casa y esposa tradicional; pero todo cambia cuando conoce casualmente a Alec; esposo y médico con una vida también tradicional. No obstante, la relación breve e intensa entre Laura (Celia Jonhson) y Fred (Trevor Howard) no se debe al mal comportamiento de sus respectivas parejas, sino a su atracción mutua. De hecho, el marido de Laura tiene un buen comportamiento al final de la película cuando la ve hundida y le brinda su apoyo. Curiosamente Laura considera que su marido es la única persona a la que podría contar su aventura amorosa y llegar a entenderla. 

La película es una lucha entre culpabilidad y atracción. Todo lo vemos desde el punto de vista de Laura; la historia está contada como un flashback y sabemos cómo se siente ella por el monólogo interior de la protagonista que escuchamos a lo largo de la película. De ella sabemos mucho, de su amante menos; nunca vemos a la familia de él. La mencionada culpabilidad tiene dos vertientes, una el propio engaño a la pareja y otra la posibilidad de abandonar a sus hijos y su marido. La segunda recuerda mucho a otra colosal película "Los puentes de Madison", dirigida por Clint Eastwood; en ella la protagonista también se debate entre la atracción por su amante y la posibilidad de abandonar a sus hijos y marido. No obstante cuando los amantes están juntos no hay atisbo de culpabilidad; todo se ilumina y sus caras demuestran la felicidad que invade a los personajes.

La única escena en la que ella no está presente, aunque puede saber lo que sucedió porque él se lo contase, es en la que aparece el amigo de Alec cuando Laura y él están en el apartamento del amigo; es desconcertante la reacción del amigo y cómo trata a Alec; demasiado agresivo y distante.


La película está muy marcada por los horarios de los trenes; estos siempre marcan el final de sus citas ya que deben partir a sus respectivos hogares. En contraposición está el día que pasan al aire libre moviéndose con un automóvil. La libertad de moverse a su antojo sin horarios ni rutas fijas.


Aunque no parece un sueño lo que rememora la protagonista, sí tienen un carácter onírico la historia y la puesta en escena. De hecho, al estar contado en forma de recuerdo se podría interpretar que la historia no es fiel a lo que realmente sucedió, sino que la protagonista recuerda lo que más le interesa e incluso inventa cosas.


Destaco la caballerosidad que luce Alec; siempre en su sitio incluso en la escena de despedida cuando la "amiga" chismosa de Laura los interrumpe y no es capaz de darse cuenta de que sobra. Él le lleva té y se lo paga.


El contrapunto a la pareja protagonista lo da la dueña del bar de la estación de trenes y el hombre de seguridad de la estación, quienes flirtean y se sienten también atraídos uno por el otro, pero de una manera más divertida y pícara.


En el aspecto técnico, además de las luces y sombras usadas en función del momento de la película, se usan mucho distintos tipos de movimientos de cámara para destacar el estado de ánimo de los protagonistas; por ejemplo los planos inclinados y contrapicados para indicar inestabilidad emocional de los personajes. 


El inicio de la película es magistral con un plano general en el que se distinguen tres momentos; el primero, la charla pícara entre otra pareja de personajes (la dueña del bar y el hombre de seguridad); quienes le agregan humor a la película, con ella siempre dejándose querer o rechazándolo en función de sus estado de ánimo. El segundo, en la mesa con los personajes principales sentados y charlando, con un acercamiento de cámara lento que nos sitúa junto a ellos; y el tercero, la intromisión en la charla de los protagonistas de una persona ajena quien rompe toda la magia que están viviendo en ese momento, y les obliga a una despedida precipitada e incómoda [un apretón en el hombro de él a ella es lo máximo que pueden hacer. Realmente frustrante.]

La música de Rachmaninoff, Concierto para piano n.º 2., nos acompaña durante toda la acción de la película.

He visto multitud de veces esta película y cada vez me gusta más. Una historia de amor sencilla y contenida que refleja bien hasta dónde pueden llegar algunos por amor y los límites que tienen para no realizar cosas que desean. 

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Enlaces y libros:

David Lean, de Ramón Moreno Cantero. Editorial Cátedra. 1993.
¡Qué grande es el cine! Breve encuentro.

En el momento del parpadeo, de Walter Murch

Libro educativo para conocer el proceso de montaje de una película de manera no técnica. Se centra en la esencia del montaje y del proceso de realización de una película (hacer sentir algo), más que en la labor técnica del montaje. Aunque sí da datos sobre el proceso y las distintas máquinas (mecánicas o digitales) que ayudan al montador.

Dedica muchas páginas a explicar por qué el cine funciona a pesar de que el montaje provoca saltos en el tiempo y el espacio que no son naturales para las personas; al contrario que en el cine nuestra vida es (y lo ha sido por miles de años para toda la humanidad) continua y sin saltos, aunque cuando soñamos sí experimentamos algo similar a lo que el cine nos ofrece.

Para Murch la emoción es el criterio más importante para realizar los cortes durante el montaje de una película. Luego vendría el criterio de hacer avanzar el argumento, pero no es ni la mitad de importante que la emoción. Los cuatro criterios siguientes tendrían una importancia menor; serían: mantener el ritmo, mantener "la situación y el movimiento del foco de interés del espectador dentro del cuadro", respetar "la gramática de las tres dimensiones convertidas en dos por la fotografía", y respetar las cuestiones de situación de las personas dentro de la escena. Concuerdo con Murch, las películas, y las obras de arte en general, deben despertar nuestras emociones como principal objetivo.

Insiste en mantener la visión global de la película por encima de los detalles y en olvidar el esfuerzo que ha costado rodar ciertas escenas; el montador, al estar alejado del proceso físico del rodaje, es una persona que será objetiva e incluirá, o excluirá, de la película los fotogramas que él piense que funcionan mejor.

Las opciones de montaje de una película son casi infinitas y el montador deber tener claro qué quiere hacer; lo primero es ordenar en su cabeza y en su lugar de trabajo las distintas escenas que se han rodado. Las notas que va tomando el montador en el proceso de visualización pueden no ser las mismas que tomaría en otro momento, por eso los sistemas que permiten visionar la película muchas veces, incluso a velocidad superior a la normal [24 fotogramas por segundo], son buenos para ir descubriendo nuevas cosas.

Una de las teorías del libro es que el ritmo y velocidad de parpadeo tiene que ver con la concentración que tenemos a la hora de realizar una tarea. Si parpadeamos mucho estamos sometidos a muchos pensamientos y buscando multitud de respuestas. Si un actor parpadea de manera antinatural hará pensar a los espectadores que no está haciendo una buena actuación. Si el actor es capaz de meterse dentro de su personaje, e interiorizar los sentimientos que se supone que tiene ese personaje, parpadeará en el momento preciso y los espectadores conectarán con él. También señala Murch que los parpadeos son un buen indicativo de cuándo realizar un corte.

El último apartado dedicado al montaje digital no es tan ágil y a veces se repite respecto de la primera parte, pero deja claro que más allá de las herramientas lo importante es tener claro qué y cómo se va a contar la historia. Más herramientas pueden dar más velocidad pero no necesariamente más calidad.

Dos últimos apuntes, el primero es que el cine sonoro cambió la forma de montar. En un principio no hacía falta ver el movimiento ya que todo era imagen y no había que entrelazar la imagen con el sonido; cuando comenzó el cine sonoro había que coordinar el movimiento de los labios de los actores con el sonido y el montaje paso a ser algo dinámico. Curiosamente las primeras montadoras fueron mujeres. El segundo es que a Murch le gusta trabajar de pie; para él el proceso de montaje es como un baile. Y no se puede bailar sentado.

Mi vida, de Magic Johnson


Escrito en colaboración con William Novak. El libro es un repaso a la vida de Magic Johnson; centrado en sus 11 temporadas como jugador de Los Angeles Lakers (1980-1991). Un buen libro para conocer qué pensaba y cómo se sentía Magic durante su vida deportiva y su vida en general. El libro llega hasta mediados de la década de 1990 aproximadamente.

Magic comenta que si en el draft de 1979 le hubiera elegido el equipo de Chicago Bulls hubiera permanecido dos años más en la universidad de Michigan State y no hubiera dado el salto a profesionales porque era un equipo muy flojo. La elección correspondió a Lakers tras un sorteo lanzando una moneda al aire. ¡El azar!

En el equipo de Los Angeles Lakers no todos le querían como primera opción incluso se hablaba de Sidney Moncrief como número uno del draft. Parece que la decisión de contratarlo la tomó directamente Jerry Buss imponiendo que se eligiera a Magic si querían que él comprara el club.

Magic empezó ganando 500 000 $ (quinientos mil) al año pero Larry Bird consiguió un contrato de 600 000 $ al año. Ambos serían los dos jugadores más destacados en la NBA durante la década de 1980; consiguieron 8 de los posibles 10 títulos.

Magic procuró darlo todo desde el inicio y no reservarse para los playoffs como hacían otros jugadores veteranos. Su apodo siempre fue Buck (Gamo) porque nunca paraba de correr.

Un cambio que se encontró Magic al llegar al NBA es que la defensa era uno contra uno y no las defensas en zona que se acostumbraban a usar en el baloncesto universitario. Le costó algo adaptarse, pero el entrador McKinney le ayudó a entender que a cada jugador le tenía que defender de una manera, por ejemplo a World B. Free no le podía defender igual que Paul Westphal, el primero no solía desmarcarse, jugaba la mayoría de las veces uno contra uno y podía anotar desde cualquier parte del campo, en cambio Westphal se movía constantemente sin balón para conseguir tiros fáciles. También le ayudó Michael Cooper; un jugador que preparaba mucho sus partidos, por ejemplo después de cada partido se iba su casa y veía el vídeo un par de veces para que al siguiente partido contra ese equipo pudiera estar preparado para enfrentarse a los jugadores a los que defendía. Según Cooper la clave de una buena defensa estaba en la preparación mental. De hecho Magic se benefició de que Cooper era el que le defendía en los entrenamientos.

Aprendió algunos trucos de la NBA como echarse una corta siesta en las primeras horas de la tarde que le ayudaron a mantener un buen tono durante toda la temporada; ya que después de los partidos, debido a la excitación, era complicado dormir. Además de esto aprovechaba los viajes en avión para dormir.

Otra diferencia era que en el baloncesto universitario se disputaban unos 30 partidos mientras que en la NBA se jugaban 82 partidos de temporada regular más los de playoffs.

Según Magic, la mejor actuación de su vida fue el sexto partido de las Finales de 1980 contra los Philadelphia 76ers; el año de su debut en la NBA. Recordar que en ese partido se había lesionado su compañero Kareem, el mejor jugador de la liga. La anécdota de ese sexto partido fue que mucha gente pensaba que los Lakers estaban engañando y que Kareem se presentaría el partido; algo que nunca sucedió. Es sorprendente que ese partido a nivel nacional se pudiera ver solo en diferido a las 23:30.

Cuando habla de Kareem asegura que este siempre solía estar en su mejor forma durante los playoffs.

Habla de su relación con Kareem que pasó por distintas fases; durante cinco años no tuvieron una relación apegada y luego pasaron a ser grandes amigos. 

Una diferencia importante entre Magic y Larry Bird es que el primero llegó un equipo con una superestrella como Kareem y otros muy buenos jugadores; tuvo adaptar su juego; quizá eso no le permitió desarrollarlo en toda su plenitud y no le consideró una superestrella durante la primera mitad de su carrera. Por otra parte llegar a un buen equipo le permitió ser campeón de la NBA hasta en cinco ocasiones.

En su segunda temporada Magic estuvo lesionado la mayor parte de la misma y en el libro explica que lo más duro fue estar separado del ambiente del equipo, de las bromas, del autobús, del avión y de los entrenamientos. Se perdió 45 partidos consecutivos. Cuando volvió a entrenar el que le ayudó más fue Pat Riley -segundo entrenador-, con ejercicios que le dejaban extasiado. Riley era un obseso del trabajo y de hacer las cosas bien.

En su ausencia el que ejerció de base fue Norm Nixon, pero al llegar Magic tuvo que adaptarse para compartir esta posición entre los dos; se levantaron celos entre sus compañeros porque la vuelta de Magic fue muy publicitada.

Moses Malone (Houston Rockets) destrozó a Kareem en la primera ronda de playoff de esa temporada 1980-81, la de la lesión de Magic. Perdieron dos a uno la serie y en el tercer partido Magic estuvo desastroso fallando 11 de sus 13 tiros de campo. 

Debido a todo lo anterior tuvo problemas con Norm Nixon, y aunque lo hablaron y volvieron a ser amigos Magic aseguró que las cosas no volvieron a ser igual que antes.

En el verano de 1981 Magic firmó un contrato de 25 años por 25 millones de dólares. Este contrato fue posteriormente renegociado siempre a favor de Magic.

En el inicio de la temporada 1981-82 hubo problemas con el entrenador Paul Westhead. El entrenador quiso imponer un ritmo de juego más pausado y los jugadores no aceptaron eso; el único que parecía estar a favor era Kareem porque le favorecía el juego estático en el que recibía muchos más balones. El resto de jugadores prefería un juego más dinámico en el que hubiera movimiento continuo y se buscara el juego de contraataque y la transición rápida entre defensa y ataque. Parece que esto ya era sabido por la directiva y los propietarios, pero el despido se produjo después de unas declaraciones de Magic en las que decía que no iba volver a jugar para los Lakers. Los aficionados y el entorno culparon a Magic del despido y lo pasó mal durante esa temporada. El nuevo entrenador fue Pat Riley. 

Desde que Riley empezó a entrenar al equipo el récord fue de 50 victorias y 21 derrotas; volvieron a ganar el título contra Philadelphia 76ers. Riley se mostró cauto, incluso un poco intimidado al principio, pero con el tiempo logró imponer su estilo de trabajo duro y de máxima exigencia.

Magic escribe muy bien de Riley y le define como un trabajador incansable que ponía mucho empeño en la defensa; mientras que la mayoría se fijaba en el espectacular ataque de los Lakers, Riley y ellos mismos sabían que sin una buena defensa hubiera sido imposible desarrollar ese juego. Riley exigía lo máximo a todos en los entrenamientos y no permitía que nadie se reservara; además era un motivador nato y procuraba pinchar a todos los jugadores para que estos dieron el máximo. Incluso llegaron a contratar un entrenador de atletismo para poder desarrollar mayor velocidad al contraataque. Riley también era capaz de dar marcha atrás y de saber cuando debía aflojar para no tener a todos descontentos. Según Magic, Kareem odiaba los entrenamientos duros del Riley. No olvidemos que Riley había sido jugador de la NBA y se sabía todos los trucos; los que querían trabajar duro con Riley eran los que más progresaban. A final de temporada escribía una carta detallada a cada uno de los jugadores, haciéndoles saber qué pensaba sobre su rendimiento de esa temporada y qué esperaba de ellos en la temporada siguiente.

Magic dice que Riley le ayudó a mejorar sus pases para que estos fueran buenos y efectivos, y para conocer el límite entre lo divertido y lo espectacular; además de decidir lo que mejor le convenía al juego en cada momento. También le presionó para hacerle un mejor tirador de larga distancia y de tiros libres; durante sus primeras cinco temporadas su media en los tiros libre fue del 79% de acierto mientras que en las siguientes llego a casi el 88%, al nivel de los mejores entre los que destacaba Larry Bird. 

Riley introdujo estadísticas que se escapaban de lo habitual, por supuesto que valoraba y contabilizaba rebotes, puntos y asistencias, pero él tenía en cuenta también cuántas veces un jugador había corrido en busca de un balón perdido o cuantas veces luchaba por hacerse con un rebote, aunque no lo acabara cogiendo; lo que quería Riley era medir el esfuerzo de cada uno de sus jugadores. Además les exigía que mejoraran sus estadísticas temporada tras temporada.

A Riley no le gustaba gritar, pero nunca vacilaba a la hora de enfrentarse con los jugadores cara cara. De hecho en las finales de 1985 contra los Celtics de Boston, después de un primer partido en el que recibieron 148 puntos y perdieron por 34 de diferencia, Riley reunió al equipo en la sala de vídeo y les mostró las peores jugadas buscando la motivación para los siguientes partidos. Acabaron ganando el campeonato.

Riley odiaba los Celtics ya que había sido miembro de los Lakers que habían perdido siempre contra los Celtics en todas y cada una de las finales que habían disputado ambos equipos; hasta que por fin ganaron los Lakers en las Finales de 1985.

Hay muchas anécdotas de cuando los Lakers viajaban a Boston, por ejemplo, cuando Pat Riley hizo cambiar al preparador del equipo un bidón de agua y rellenarlo con agua nueva por si le habían puesto algo en la misma; a los Lakers les encendía la calefacción en los vestuarios del Boston Garden en pleno mes de junio con más de 30 grados y solamente funciona un par de duchas.

Otro tema con el que estaba obsesionado Riley eran los componentes periféricos que iban desde periodistas hasta aficionados, incluso la propia familia; para Riley el único objetivo era ganar y cualquier distracción era peligrosa. Riley preparaba los vídeos del equipo y en su casa tenía su propio estudio privado de edición. Además de vídeos con los fallos Riley también pasaba vídeos motivacionales con las mejores jugadas de los Lakers para que los jugadores elevaran su estado de ánimo antes de los grandes partidos.

Llegó un momento en el que la intensidad fue excesiva y la motivación ya no fue efectiva; Magic se dio cuenta y tuvo que ser un mediador entre los jugadores y Riley; Riley dejó el equipo al final de la temporada 1988-89.

Magic escribe muy bien de los jugadores de los Celtics; incluso cuenta la anécdota de que Robert Parish y Kareem se iban a cenar juntos después de los partidos; entre hombres altos se entendían. De Kevin McHale alaba, además del juego, su personalidad abierta y su buen humor. También cuenta como con Dennis Johnson, quien vivía en Los Ángeles, tenía una relación especial; y como D. J., debido a que era alto, fuerte y rápido, le ponía bastantes dificultades cuando le defendía.

Del Boston Garden comenta como le sorprendió que fuera un sitio tan viejo y sucio, pero con una pista excelente y una iluminación perfecta, además en la cancha de juego había zonas en las que el balón no botaba bien y los jugadores de los Celtics aprovechaban para presionar en esas zonas del campo para intentar robar la pelota.

En las Finales de 1984 los Celtics fueron mucho más duros que los Lakers y ganaron el título. Magic dice que se jugaba al estilo de la Conferencia Este y tuvieron que aprender con los años a ser más duros para poder enfrentarse a los Celtics y los Pistons de Detroit. De la famosa falta de McHale a Rambis en esas finales de 1984 comenta que no solo fue una mera jugada sino que les intimidaron y no fueron capaces de confrontar ese juego fuerte. Otro factor clave en esas finales fue el calor ya que en el vestuario del Garden no había aire acondicionado. En esas finales Magic tuvo algunos fallos desastrosos y le empezaron a llamar Tragic; y a los Lakers los llamaron Fakers. Además los Celtics usaban mucho el lenguaje basura y se burlaban de ellos; según Magic eso les afectó, por lo menos a él. 

La victoria en 1985 de los Lakers en la cancha de los Celtics supuso para Kareem el mayor hito en su carrera y según Magic también lo fue para él.