"Dice Weingast que eso no es plausible sencillamente porque las ideas de “libertad e igualdad” no son “autoejecutables”, es decir, no basta con que la gente crea en la libertad y en la igualdad para que se desarrollen en un país las instituciones jurídicas y políticas que permiten el desarrollo de producción industrial y el florecimiento de los mercados, esto es, de los intercambios pacíficos, de la garantía del respeto de la propiedad y el cumplimiento de los contratos, en definitiva del Estado de Derecho (un sistema de gobierno es autojecutable cuando ningún actor tiene incentivo para violar las reglas, España se incluye entre estos Estados desde hace relativamente poco tiempo).
Estas instituciones, éstas sí, son las que garantizan que una Sociedad se desarrolle económicamente. El desarrollo económico en estas condiciones es, prácticamente, inevitable. Por tanto, continúa Weingast, McCloskey tiene razón en que la extensión de las ideas de libertad e igualdad son condición necesaria, pero no suficiente, para el “gran enriquecimiento”. No hay ejemplos históricos de “gran enriquecimiento” sin niveles mínimos de libertad e igualdad. Las Economías basadas en la servidumbre y la esclavitud o en las que no existe la propiedad privada ni la libertad de asociarse y de intercambiar, simplemente, no crecen económicamente. Y concluye que su posición debe entenderse como “complementaria” de la de McCloskey."
"En la concepción de Weingast, pues, la Revolución Industrial no fue la causa del gran enriquecimiento – en eso coincide con McCloskey – sino una consecuencia de la instauración en Europa Occidental de las condiciones de seguridad física – ausencia de violencia y depredación por el Estado – y libre acceso en igualdad a las actividades económicas y a los intercambios. Y, lo que es más interesante, la “teoría” para explicarlo está, una vez más, en los escritores de la Ilustración, los que escribieron entre 1650 y 1800 cuando se enfrentaron al problema de controlar el poder arbitrario."