Idania Yánez Contreras comenta su detención

Idánia Yánez Contreras presidenta de la Coalición Central Opositora en Cuba, comenta sobre la detención que ha sufrido durante 72 horas.





¿Medicalizar la muerte? Antonio Sitges-Serra

La medicalización de la salud representa una merma sustancial de la autonomía individual y fomenta la irresponsabilidad para con nuestros estilos de vida; merma de autonomía e irresponsabilidad a las que nos ha conducido tanto paternalismo estatal y tanta previsión social. Por mencionar solo algunas de sus dianas, el embarazo, la alimentación, la menopausia, la sexualidad, nuestras manías o el envejecimiento son considerados casi enfermedades que precisan -según la corrección política vigente- un abordaje integrador e interdisciplinar y un largo etcétera de memeces por el estilo. En vías de agotarse los estados fisiológicos susceptibles de ser convertidos en enfermedades potenciales, el ojo del huracán médico-farmacológico va a pivotar pronto sobre la muerte y su entorno.


Créanme, la muerte dulce -como tantos otros aspectos de nuestra salud- debería pasar a ser responsabilidad nuestra y de nuestros allegados; y cuanto más lejos del hospital, mejor. Así que, dependiendo de qué diagnóstico le den los médicos, siga mis consejos: deje inmediatamente las pastillas del colesterol (si no las había dejado ya antes), váyase a casa y aprenda cuatro ideas básicas de farmacología que tan útiles le van a ser llegado el caso de que necesite alguna ayuda de este tipo. No es más difícil manejar las benzodiacepinas o la morfina que aprender a conducir o jugar a la bolsa. Vuelva a sus hobbies, retome las adicciones razonables que algún médico bien intencionado le prohibió en su momento y disfrute de los alimentos que aún le apetezcan. Y cuando llegue el momento de partir, escuche su música preferida y abra de par en par la ventana de la habitación individual de su casa: el aire fresco le sentará bien y la paloma que abandone su pecho encontrará la salida más fácilmente.





¿Qué pasaría si terminara con la dictadura de los mercados? Carlos Rodríguez Braun

No hay mercado sin libertad. La palabra mercancía, otro término peyorativo, se refiere a aquello que podemos comprar, o no. Si estamos forzados a comprar, entonces no es una mercancía, de la misma manera que si estamos obligados a firmar, entonces eso que firmamos no es un contrato. No es en absoluto casual que en el contrato más importante que firmamos en nuestra vida, además de la hipoteca, es decir, en el matrimonio, lo primero que pregunta el cura es: “Fulanita y Fulanito, ¿venís a contraer matrimonio libremente y sin ser coaccionados?”. Si no vienen de esa forma, el contrato no será válido.


Si no hay mercados por definición no hay libertad, ni propiedad privada ni contratos voluntarios. En un mundo sin mercados las decisiones no serían tomadas por las personas, sino que serían impuestas por el poder político. Estaríamos ante lo que ya conocemos, puesto que ya conocemos lo que es un mundo sin mercado. De hecho está cerca de cumplir un siglo de vida el sistema económico y político basado precisamente en acabar con la dictadura de los mercados: el socialismo.


De momento, con esta teoría las tiranías comunistas llevan unos cien millones de trabajadores asesinados. Los mataron a palos, a tiros, de hambre, en los más atroces campos de concentración que ha conocido la humanidad. ¿De verdad queremos acabar con los mercados?