Con cierta frecuencia venimos escuchando informaciones procedentes del régimen castrista sobre la dinámica y los cambios en la economía. Reconocer errores en el modelo por el que se apuesta en los "Lineamientos" será solo una cuestión de tiempo, pero lo que no se puede admitir, porque es falso y va en contra de la verdad, es cuestionar los resultados alcanzados por la economía de la República en sus primeros 50 años de existencia. Y en concreto, en el sector energético, no existe comparación posible.
Sin embargo, lo último y más sorprendente, por increíble, han sido las declaraciones de Ramón López Ramos, director comercial de la empresa estatal de electricidad, Unión Nacional Eléctrica, la única que se encarga de esta actividad en la Isla, en las que dice que "el triunfo de la revolución en 1959 posibilitó que se iniciara una transformación en la matriz energética de la Isla, la cual supera hoy en diez veces la generación de electricidad existente entonces".
La verdad es que este tipo de afirmaciones, incluso en un contexto de marketing engañoso, no tiene nada que ver con la historia lamentable de apagones, oscuridad, escaseces y penurias energéticas que han acompañado la vida de los cubanos que han nacido después de 1959. Ciertamente, si uno habla con las personas mayores que vivieron los años anteriores a esa fecha, en muy pocos se obtiene esa imagen de apagón estructural propia del régimen castrista. Más bien todo lo contrario. La Habana era la "Ciudad Luz" del Caribe en la década de los años 50, y su ensoñación la conocemos bien gracias a las novelas de Cabrera Infante.
Como economista, no puedo menos que debatir y exponer datos contradictorios con lo que dice este directivo estatal de la UNE castrista. No puedo compartir su posición de que "bajo la guía del Comandante en Jefe Fidel Castro se realizaron numerosas inversiones que permiten alcanzar actualmente más de cuatro mil megavatios de potencia".
La mayor parte de esas inversiones fueron ruinosas, como el proyecto de central nuclear que nunca llegó a término. Y los bajos niveles que representa la formación bruta de capital en el PIB de la economía cubana confirman esa carencia estructural de inversiones en infraestructura, en particular las eléctricas. Si atendemos a las estadísticas, lo cierto es que según los datos de CEPAL que comparan los países de América Latina, ese nivel de potencia eléctrica ya se alcanzó en 2005, y lo que se ha venido experimentando en Cuba desde entonces es un cierto estancamiento en la evolución de la potencia instalada, lo cual incide negativamente en la dinámica económica del país.
Ciertamente, la historia de la revolución en materia energética ha sido una búsqueda alocada de fuentes de energía para dar cobertura a unas necesidades que, por definición de modelo económico, se han mantenido bajo control. Cuesta imaginar esa plataforma gigante de capital chino-español navegando por las tranquilas aguas del Caribe para explorar los fondos del golfo de México en busca de petróleo. Un sueño más del cual despertar como pesadilla. Lo que puedo asegurar al señor López Ramos es que si la economía cubana de 1959 no se hubiera visto interferida por los desmanes del castrismo en la gestión de los asuntos económicos, la potencia instalada habría experimentado una evolución muy similar a la registrada en el conjunto de países de América Latina.
En el Gráfico 1, que estudia datos comparativos de potencia instalada en América Latina y Cuba con la misma información, se observa cómo se descuelga la economía cubana del resto de naciones de la Región durante el "Período Especial", se estanca de forma espectacular en las inversiones para producir energía entre 1991 y 2003, y después experimenta un aumento que se vuelve a frenar en 2006 ante la nueva escasez de recursos financieros. La técnica de los números índice permite comparar las dos tendencias. Mientras tanto, América Latina ha seguido creciendo y desarrollando su potencial energético, rebasando ampliamente a Cuba que se ha quedado atrás, con una distancia que se va agrandando con el paso del tiempo, sin que las autoridades pongan remedio o sepan hacerlo.
Gráfico 1.- Evolución de la capacidad instalada para producir energía eléctrica: Cuba y América Latina (índice 100: 1970) (datos original en megawatios de potencia)
Fuente: CEPAL, Anuario Estadístico
Pero no quisiera terminar aquí el análisis. Aportar solamente datos de potencia instalada que cuestionan las afirmaciones oficiales que se ofrecen por los burócratas en la Isla no permite obtener una imagen real del atraso que tiene Cuba con respecto al resto de América Latina en materia de energía.
Si en vez de potencia instalada se compara la evolución experimentada, con datos homogéneos, en el consumo de electricidad entre Cuba y América Latina, la situación es aún más dramática y viene a poner de manifiesto el origen de los apagones, la escasez y las limitaciones que la energía plantean al desarrollo en la Isla.
En el Cuadro 2, se presenta la evolución del consumo de energía comparando con números índices las dos tendencias. Como se observa, el parón en el consumo de electricidad en Cuba es anterior al "Período Especial" y arranca desde 1988, agravándose durante los años más duros de dicha etapa en la que dejaron de recibirse las subvenciones soviéticas.
La recuperación a partir de 1994 es muy lenta, produciéndose nuevamente descensos entre 2004 y 2006. A finales del período, el nivel de consumo de electricidad de los cubanos se sitúa a más de 500 puntos de distancia de la media de América Latina, lo que se traduce en esas pésimas condiciones de vida que ofrece el régimen castrista a los cubanos.
Cuadro 2.- Evolución del consumo de energía eléctrica: Cuba y América Latina (índice 1970=100) (dato original en gigavatios hora)
Fuente: CEPAL, Anuario Estadístico
Para concluir y, desde luego, con el ánimo de que los datos y reflexiones ayuden a comprender una realidad que es percibida de forma directa por los cubanos que viven en la Isla, el Cuadro 3 presenta los datos relativos al consumo de energía (primaria y secundaria) expresados en barriles equivalentes de petróleo, un indicador que permite no solo contrastar lo que ha sido una empresa fracasada para el régimen castrista durante toda su historia, sino que también ofrece una idea bastante aproximada del impacto que tiene el petróleo chavista sobre la economía.
La información que aporta este cuadro nos indica, con objetividad, que el petróleo procedente de Venezuela no le permite al régimen recuperar los niveles existentes antes de 1988, cuando el petróleo ruso llegaba en condiciones de cantidad y precio muy superiores a la Isla. Conviene igualmente observar que esa aportación del bloque comunista tampoco permitía a la Isla mantener una dinámica de consumo de energía como la existente en el resto de países de América Latina, donde el despegue de esta variable apuntaba a fuertes ritmos de crecimiento desde la década de los años 70.
Cuadro 3.- Evolución del consumo de energía: Cuba y América Latina (índice 1970=100) (dato original en miles de barriles equivalentes de petróleo)
Fuente: CEPAL, Anuario Estadístico
A la vista de los datos, y del fracaso histórico de la política energética de la "revolución" (como en otros muchos ámbitos de la gestión de la economía), tiene poco sentido pensar que las pretendidas reformas del programa de revolución energética a partir de 2005, distribuyendo grupos electrógenos por todo el país para paliar la escasez, haya sido una decisión acertada.
Como en otros muchos ámbitos de la economía, la política energética ha sido un rotundo caos. Si Cuba hubiera seguido siendo la economía dinámica y próspera de la década de los años 50, su sector energético sería, qué duda cabe, muy distinto del actual y su evolución en medio siglo lo habría convertido en un baluarte de la innovación, el empleo de renovables, el aprovechamiento de la biomasa de los ingenios, la energía solar, y avances que en la sociedad castrista son absolutamente impensables.