Se ha celebrado en Cuba un coloquio sobre Virgilio Piñera, un escritor perseguido censurado y finalmente aniquilado por los Castro. Ya sabemos que la consigna desde hace algún tiempo es: “estos maricones escritores una vez muertos pueden ser muy útiles”. Y lo son, que duda cabe, siempre hay alguien dispuesto a aprovecharse y sacar lasca del escritor aniquilado.
Como era de esperar, acudieron al coloquio los escritorzuelos locales a sueldo, las profesoras menopáusicas y los académicos de generosas caderas. Fueron a apoyar la dictadura. Sí sí, ya sé, bla bla, pero ir allí a participar en esos cínicos espectáculos dedicados a escritores aplastados por la dictadura es apoyar a la dictadura. El único coloquio sobre Virgilio Piñera que no sería de apoyo a la dictadura sería aquel que comenzara con la única pregunta pertinente: ¿quién lo mató?
Lo más divertido del coloquio es la manera en que la fauna invitada se las arregla para hablar durante horas sin mencionar la dictadura. Es decir al culpable. Leí la introducción al coloquio a cargo de Antón Arrufat. Es uno de los documentos más asquerosos que se hayan escrito jamás.
En su lacrimógena y mística perorata, Arrufat habla de “contingencias sociales”, de “tiempos de grisura y atonía”, de “aguas al fin tranquilizadas”, de “el silencio de Dios” (supongo que se refiere a los Castro), “de la futuridad”, habla del “bracear con la sombra”. Habla de todo menos de los que injuriaron y humillaron hasta la muerte a Virgilio Piñera: los Castro. Es decir ¡los jefes máximos y como es natural los jefes del coloquio que inaugura Antón! Todo dice el papelucho de Arrufat, excepto el nombre de los culpables, de los verdugos. Y no los nombra porque sabe que se le acaban los coloquios y los viajes y porque en la isla para los díslocos siempre hay una celda aguardando en Villa Marista. Lo que prueba que ¡las cosas han cambiado en Cuba y vivimos otros tiempos! Tralala.
Virgilio era un gran escritor, Arrufat es una mariquita cobardica que revolotea sumisa y aterrorizada ante los verdugos de su supuesto “Maestro”; verdugos, dicho sea de paso, que hace años le dieron de patadas en el culo al propio Arrufat. Que ya lo ha olvidado todo en nombre del Premio Nacional de Literatura y de la Medalla Alejo Carpentier.
Antón Arrufat debería fregarse bien la boca antes de hablar de Piñera. Pero supongo que sería demasiado pedir.
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