Venta callejera, taxistas no oficiales, empleadas de hogar, cuidadores de niños, camareros y un gran número de ocupaciones que implican una menor cualificación profesional. También entran en el saco promotores, propietarios de academias, dentistas, abogados y demás profesiones con cualificación, pero fáciles de ocultar ante las autoridades. Todo el que puede está dispuesto a eliminar cualquier tipo de vinculación contractual en sus negocios.
Con el boom inmobiliario, los empleos en niveles básicos de la construcción acaparaban todas las miradas de la actividad informal. Además, el perfil de sus trabajadores coincidía en la mayor parte de las ocasiones: personas jóvenes de nacionalidad extranjera y carentes de una situación migratoria normalizada. Ahora, el desplome del sector ha orientado las actividades de la economía paralelahacia otros campos laborales como la hostelería, el turismo y el transporte de mercancías o personas.
La economía paralela, sumergida o negra es un fenómeno cotidiano que toma especial relevancia en los momentos de crisis y que está, en gran medida, aceptada socialmente. Ésta es la definición que le otorgan a las actividades económicas no regulares los profesores de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (URJC) María Arrazola, José de Hevia, Ignacio Mauleón y Raúl Sánchez en un informe para la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).
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