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Drogas, ¿seguir con la prohibición? por Araceli Manjón-Cabeza

Una vez más se reabre el debate sobre la ineficacia de la represión en materia de drogas. Ha bastado que el ex presidente Felipe González nos recordase los males de la prohibición y la necesidad de un cambio de rumbo. Pero no es nada nuevo. Que los esfuerzos antidroga son un "largo y glorioso fracaso" era ya más que evidente hace años.

Milton Friedman advertía en 1972 que era imposible acabar con el tráfico de drogas y que la prohibición era la peor estrategia para usuarios y no usuarios; 17 años después afirmaba que la epidemia del crack se habría evitado de ser legal la cocaína.

Gary S. Becker señalaba en 2001 que la legalización, aun no siendo la panacea y presentándose como "una aventura hacia lo desconocido", eliminaría las ganancias del narcotráfico y la corrupción y que el posible aumento del consumo se compensaría con el control de la calidad.

Recientemente, en enero de 2010, Mario Vargas Llosa ha insistido en que la despenalización es el único remedio y lo afirma con los ojos puestos en México, pero también en otros países. Y más en la misma línea: Paulo Coelho, los ex presidentes Cardoso, Zedillo y Gaviria y las 17.000 personas que han firmado desde junio pasado la Declaración de Viena, reclamando a los Gobiernos y a Naciones Unidas una revisión transparente de la actual estrategia.

La prueba hoy más clara -pero no única- del fracaso y de los inasumibles costes de seguir intentándolo nos la proporciona México: desde 2006, el combate al narco del presidente Calderón ha provocado dos guerras -la que se libra entre narcos y la del Estado contra el crimen organizado- y 30.000 muertos (900 eran niños menores de 17 años).

En contra de la legalización se dice que los beneficios de acabar con el crimen organizado no serían mayores que los problemas que causaría el aumento del consumo. Pues bien, creo que esta afirmación es hoy claramente incierta. Admitiendo como muy probable un aumento inicial del número de consumidores de las drogas ya legales, a la vez, serían seguros otros efectos beneficiosos: control de la calidad de las sustancias, lo que evitaría los males asociados al consumo de los venenos ilegales que hoy circulan; disminución de precios, lo que reduciría drásticamente la cifra de delincuencia drogoinducida; sacar a los consumidores de determinados ambientes especialmente insalubres y peligrosos, para dirigirlos a un mercado legal y controlado.

Solo lo anterior ya justificaría pensar muy seriamente y sin prejuicios en un proceso de legalización y de control estatal, con o sin impuesto especialmente fuerte a la producción, con mayor inversión en las políticas de reducción de la demanda -educación, prevención y rehabilitación- y con un ahorro espectacular en los enormes esfuerzos económicos que hoy se lleva la represión a cambio de unos resultados decepcionantes.

Pero habría más: se desposeería al crimen organizado de su actividad favorita y más rentable y, con ello, de parte de su capacidad de corromper voluntades públicas y privadas y de infiltrarse en la economía lícita; se podría prescindir de la excepcionalidad legal hoy imperante en la persecución y represión del tráfico de drogas que, en ocasiones, nos coloca en los límites de lo que el Estado de derecho es capaz de soportar; desaparecería el pretexto según el cual, la lucha eficaz contra el narcotráfico justifica la intervención de Estados Unidos en asuntos de otros países castigados por este azote.

Y hablando de Estados Unidos conviene echar la vista al pasado y recordar algunos datos: 1º) Que hubo otra situación previa a la prohibición, en la que el consumo de drogas -muy extendido en aquel país en el siglo XIX- no se consideraba un problema de salud pública. 2º) Que alguno de los "problemas de la droga" son hijos de la prohibición. 3º) Que la prohibición se ha desarrollado en los más variados escenarios y ha afectado a casi todo, más allá del ámbito de la salud pública. Basta recordar que la fiscalización internacional se impone al mundo colándola como un polizón en el Tratado de Versalles; que Estados Unidos ha condicionado su ayuda exterior a que los países destinatarios obtuviesen resultados satisfactorios en la lucha contra la droga; que el narco Pablo Escobar ofreció el dinero de la droga para pagar la deuda externa de Colombia a cambio de un compromiso de no extradición; y que hasta la fórmula originaria de la Coca-Cola hubo de modificarse para sustituir la cocaína por cafeína. 4º) Que la cruzada planetaria que Estados Unidos desata a principios del siglo XX no fue motivada por razones de "salud pública". Hubo motivos racistas contra los negros del Sur y contra la mano de obra china; motivos económicos en la guerra de médicos, farmacéuticos, productores y curanderos por tener la exclusiva en la dispensación de drogas; motivos políticos en la pugna entre China y Filipinas por el monopolio del opio y, también motivos políticos, en el hallazgo de uno de los pretextos -otros han sido la amenaza comunista y el terrorismo islámico- para legitimar el intervencionismo de la gran potencia en la andadura de otros países.

Por otro lado, hay que señalar que lo que más contribuye a reavivar el debate, inclinando cada vez a más personas hacia la opción despenalizadora, son los propios excesos, innecesarios e injustificables, del prohibicionismo.

Me refiero a un par de cuestiones como meros ejemplos.

Primera: hay países que castigan como delito el autoconsumo de drogas, a pesar de que ello no es obligado -aunque si vivamente recomendado- por las Convenciones de Naciones Unidas que diseñan e imponen el sistema represivo mundial. No es el caso de España, donde nunca fue delito el consumo y donde no se duda que tal acto entra en una esfera de la libertad personal inaccesible para el Derecho Penal. Recientemente, en Argentina se ha declarado la inconstitucionalidad del delito de tenencia de drogas para el autoconsumo; en México se ha despenalizado esa misma conducta y en Brasil se ha producido una cierta despenalización al sustituirse la cárcel por tratamientos y medidas educativas. Pero siguen existiendo países que castigan la posesión y el autoconsumo.

Segunda: son inadmisibles algunas de las afirmaciones que la JIFE (Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de Naciones Unidas) hace en sus informes anuales de evaluación de los esfuerzos antidroga de los distintos países. Así, en el informe de 2010 se muestra preocupación por las decisiones de Argentina, México y Brasil a las que me acabo de referir, lo que se interpreta desde estos países, con razón, como injerencia en asuntos internos. En 2009 se rechazó que la Constitución de Bolivia declarase patrimonio cultural la masticación de la hoja de coca, lo que supone ignorar o despreciar el sentido que tal práctica tiene. Y así más: desagrado porque España no castiga el consumo; críticas porque Suiza permita las salas de inhalación; denuncia de los tratamientos con heroína médicamente prescrita en Holanda, etcétera.

Los excesos y los fracasos del prohibicionismo acabarán siendo el mejor argumento de las tesis liberalizadoras.

He de reconocer que cuando se trabaja dentro del sistema represivo es fácil dejarse seducir por sus "éxitos", pero estos son muy parciales y cuando se mira el conjunto, entonces vence la decepción, al contemplar un instrumento salvaje e ineficaz que no es la "solución" sino, más bien, una parte importante del problema.

Lanzarse a cualquier opción despenalizadora da vértigo, desmontar la prohibición no será fácil, pero el mantenimiento del actual prohibicionismo planetario es una locura.

Araceli Manjón-Cabeza Olmeda es profesora titular de Derecho Penal de la Universidad Complutense de Madrid. Ex magistrada suplente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional y ex directora general del Plan Nacional sobre Drogas.

'Wired' vuelve a anunciar la muerte de la web

Arcadi Espada enlaza la noticia y escribe:

Observo que Chris Anderson se empieza a comer la cola. Tendrá trabajo, porque es larga.


NOTICIA

En 1997, la revista Wired publicó un artículo en el que anunciaba un futuro más allá de la web gracias a las tecnologías push. Este mes, su redactor jefe Chris Anderson publica un artículo en el que se repite el augurio de la muerte de la web. El propio Anderson cita aquel artículo de 1997, afirmando que no se trató de un error si no de una anticipación. El texto de Anderson ya ha levantado multitud de réplicas y reflexiones... en la web.

El artículo, publicado en pararelo con otro de Michael Wolff, empieza describiendo la vida del internauta desde que se levanta y subraya que la mayoría de herramientas a las que acude son aplicaciones, desde el correo a un podcast pasando por una conversación en Skype o jugando en Xbox. "Usted ha pasado el día en Internet, pero no en la web. Y no está solo". Para Anderson, se está produciendo una migración desde el mundo abierto de la web a plataformas más cerradas que usan Internet para el transporte pero que prescinden de la navegación web. Un universo que no puede rastrear Google. El cosumidor escoge esta opción "no porque rechace la idea de la web si no porque estas plataformas a menudo trabajan mejor" y se ajustan más a las ncesidades del usuario. "El hecho de que sea más fácil para las empresas hacer dinero en estas plataformas cimienta la tendencia. Productores y consumidores está de acuerdo: la web no es la culminación de la revolución digital".

Para Anderson, el contenido que se consulta desde la web apenas representa una cuarta parte del tráfico de Internet y esta cuota está bajando. En cinco años, el acceso a Internet desde los móviles sobrepasará al realizado desde los ordenadores y su pequeña pantalla favorecerá el desarrollo de aplicaciones diseñadas para propósitos concretos.

Anderson teoriza que este camino hacia plataformas específicas, y con un modelo de negocio más claro para sus autores, refleja el ciclo del capitalismo. En su artículo cita la historia de las compañías ferroviarias, energéticas o de telecomunicaciones que, al inicio de la tecnología, se multiplican para, luego, concentrarse en unas pocas. "Es el camino natural de la industrialización: invención, propagación, adopción y control". El autor está convencido de que amamos lo gratuito, pero también aquello que nos sirve y amamos y estamos dispuestos a pagarlo "¿Ha consultado usted su factura del teléfono móvil?", pregunta.

La web, recuerda Anderson, tiene ya 18 años, es adulta y una generación entera ha crecido usándola, pero el consumo de Internet cambiará debido a la naturaleza humana. "Intelectualmente apreciamos lo abierto, pero al final del día nos hemos decantado hacia los caminos más fáciles". Esto explica, según el autor, que haya quien compre canciones en iTunes que se pueden descargar gratis en otros sitios. "Los jóvenes tienen más tiempo que dinero, pero cuando te haces mayor, tienes más dinero que tiempo" y ello explica la migración hacia servicios comerciales. El artículo termina calificando el delirante caos de la web abierta como una fase adolescente subsidiada por gigantes industriales para abrir camino hacia un nuevo mundo que ahora estrangulan para ofrecer otras alternativas que, por lo que parece, amamos.

El artículo de Anderson ya ha despertado polémica en la medida que es un autor que ha hecho aportaciones intelectuales muy provechosas. Suyo, por ejemplo, es el concepto de "larga cola" para explicar las posibilidades de éxito del comercio electrónico que atiende a una clientela reducida que está desasistida por los sistemas tradicionales.

Polémica

La primera crítica que ha recibido el artículo consiste en destacar que confunde el fin de la web con el fin de ciertos negocios sobre la web. En Canoe aseguran que gente como Julian Assange, de Wikileaks, continuarán utilizando el poder de la web y los curiosos continuarán encontrándose en ella, "pero las ovejas habrán emigrado".

En New York Magazine advierten que las tesis expuestas en este artículo por Anderson son una discreta corrección a las sostenidas en su último libro, Free: The Future of a Radical Price, donde sostenía que en el mundo digital, donde el coste de producción se acerca a cero, lo gratis será ampliamente empleado por las compañías para conducir al consumidor hacia la compra de otros productos.

En TechCrunch son particularmente contundentes. Sostienen que Wired se equivocó en 1997 y vuelve a hacerlo ahora. Según este sitio, Anderson se basa en cifras de tráfico erróneas sobre el descenso de la web y no destaca que muchas aplicaciones trabajan sobre la misma. Es como, aseguran, mostrar el gráfico de un plátano y asegurar que ello explica el aumento del precio de la gasolina.

La propia Wired tiene abierto un debate sobre el tema.

Cinco detenidos por 'comprar' mujeres y obligarlas a prostituirse en Tarragona‏

Los Mossos d'Esquadra han detenido a cinco hombres por su presunta implicación en la compra de mujeres rumanas para obligarlas a prostituirse en la carretera N-340 a su paso por Sant Carles de la Ràpita, en Tarragona, según la policía. En el momento de los arrestos, el grupo supuestamente se estaba lucrando de la explotación sexual de 11 mujeres de entre 19 y 38 años.

La investigación policial, iniciada hace un mes, ha determinado que las mujeres, presumiblemente eran captades en Rumanía por hombres que, bajo una falsa apariencia de relación sentimental, les prometían una vida mejor en Cataluña. Al llegar a la provincia de Tarragona eran vendidas a un grupo de proxenetas que las obligaba a exercir la prostituirse a pie de carretera.

Si ellas se resistían a prostituirse, recibían amenazas de muerte, agresiones físicas y sexuales y vejaciones, siendo uno de los casos más graves el de una mujer que permaneció encerrada en un domicilio durante cinco días, siendo agredida y violada constantemente para, finalmente, volver a la carretera a continuar con la prostitución. Las mujeres debían realizar cualquier tipo de servicio demandado por el cliente, incluso sin protección ni precaución, para después entregar todo el dinero de la jornada a los proxenetas.

En caso de embarazo, las obligaban a continuar con la prostitución hasta un avanzado estado de gestación y, posteriormente, las hacían abortar de forma temeraria llegando a poner en peligro su vida. Los detenidos, todos ellos con domicilio en Vinaròs (Castellón), son Tudor P. de 32 años, Vasile P. (35), Giani P. (20), Ioan I. (30) y Profira Riri O. (31). Se les imputa delitos relativos al ejercicio de la prostitución, contra los derechos de los trabajadores de ciudadanos extranjeros, agresiones sexuales, detención ilegal y contra la salud pública. Los arrestados pasaron a disposición judicial el viernes y el juez decretó prisión provisional para los cinco. Los agentes continúan haciendo gestiones para localizar al resto de víctimas de este grupo.

Detenidos cuatro soldados israelíes por robar a activistas de la Flotilla de la Libertad por Enric González‏

En Israel se investigan las acciones de sus militares, y lo hacen público.

NOTICIA

Son sospechosos de sustraer portátiles, móviles y tarjetas de crédito de los activistas.- Entre los arrestados hay un teniente del Ejército.

Bastantes de los activistas a bordo de la flotilla que intentó romper el bloqueo de Gaza denunciaron que además de la violencia de los militares israelíes, con el resultado de nueve muertos , hubo robos. Parece que tenían razón. Un teniente y un número indeterminado de soldados han sido detenidos por robar y vender al menos cuatro ordenadores personales pertenecientes a personas que viajaban con la flotilla.

Todos los activistas fueron detenidos tras el asalto del 31 de mayo y sus pertenencias confiscadas. Pocos las recuperaron antes de ser deportados. ¿Qué pasó con todos esos teléfonos, ordenadores, dinero y tarjetas de crédito? Un portavoz del Ejército israelí ha confirmado varias detenciones de militares, sin precisar el número, bajo la acusación de haberse quedado con ordenadores.

El teniente detenido es sospechoso de robar cuatro o seis ordenadores portátiles y de haberlos vendido a otros soldados, que a su vez los revendieron a otras personas. El mismo portavoz señaló que aún no existía certeza de que los ordenadores en cuestión procedieran del Mavi Marmara o de otro de los buques de la flotilla.

La investigación recién abierta podría poner al descubierto otros robos. Un periodista italiano que viajaba con la flotilla denunció hace semanas que su tarjeta de crédito, confiscada durante el asalto, había sido utilizada con posterioridad al 31 de mayo.

"Una investigación bochornosa"

Según el diario Yediot Aharonot, los equipos fueron robados del Mavi Marmara, el principal de los seis barcos que formaban la flotilla internaconal. fue abordada en aguas internacionales, lo que desató una ola de protestas generalizada contra Israel y una crisis sin precedentes en las relaciones turco-israelíes. Después del asalto los activistas fueron trasladados al puerto de Ashdod, al sur de Tel Aviv, y sus pertenencias confiscadas por el Ejército y la Policía. Poco después surgieron las primeras denuncias de algunos activistas sobre que no habían recibido de vuelta sus pertenencias .

Un oficial de alto rango del Ejército israelí ha señalado a la edición electrónica del diario Yediot Aharonot que "la investigación acaba de comenzar" pero que "tal y como está la situación en estos momentos será embarazosa y bochornosa".

"Estos son soldados que no entienden lo que representa el uniforme que visten", ha agregado. El caso se suma al escándalo hace sólo unos días por una soldado que, después de licenciarse, publicó en Facebook las fotografías que se había hecho con prisioneros palestinos de Gaza esposados y con los ojos vendados.

La destrucción de las playas españolas por Miguel A. Losada

Más del 50% de las playas y el 70% de las dunas en la costa española están degradadas o profundamente alteradas; el 60% de los humedales que había en 1950 ha desaparecido; más del 60% del entorno inmediato de las playas de las costas mediterránea, atlántica sur y de los archipiélagos está urbanizado. Con los ritmos de ocupación seguidos en los últimos 60 años, incluidos los tres periodos de recesión económica habidos, hacia el año 2030 la totalidad de la costa española estará tocada por actividades humanas. [¿Y?]

La costa es la franja marítimo-terrestre donde la corteza pasa de estar permanentemente sumergida a ser tierra firme; un paisaje complejo de múltiples colores y texturas; un organismo vivo en permanente proceso de remodelación y embellecimiento por la acción de las fuerzas de la naturaleza; el destino final de las olas y de los maremotos; una esponja que amortigua y controla sus acciones; el principio de los encuentros del hombre con el mar.

El Reino de España tiene algo menos de 10.000 kilómetros de costa; calas, rasas y acantilados, ramblas y deltas, estuarios, rías y marismas, flechas, cordones y lagunas litorales, playas de arena y guijarros, dunas..., son algunas de las formas naturales que albergan ecosistemas esenciales para la diversidad biológica, que se podían encontrar a lo largo y ancho de la costa española y que formaban parte de su patrimonio paisajístico único, finito, frágil y sensible.

Posiblemente, fueron las cualidades excepcionales de la costa y la tradición jurídica las que motivaron que la Constitución Española, Artículo 132.2, proclamara como bienes de dominio público la zona marítimo-terrestre, las playas, el mar territorial y los recursos naturales de la zona económica y la plataforma continental, y ordenara su regulación por Ley. La Ley de Costas, Ley 22/1988, reconoce el carácter público de la costa y define la parte terrestre de estos bienes y los integra en un concepto territorial, la ribera del mar, utilizado en el Código de las Siete Partidas por el rey Alfonso X el Sabio; además, acota, regula y administra su uso y ocupación temporal. Ella y la normativa adicional de las Comunisdades Autónomas son los instrumentos jurídicos indispensables para que el patrimonio colectivo, especialmente valioso como espacio natural de libertad, sea preservado para el uso y disfrute de los ciudadanos. La Administración General del Estado, las Comunidades Autónomas y los Municipios son responsables de que así sea.

El deslinde es el procedimiento que establece la Ley de Costas para delimitar el dominio público marítimo-terrestre (DMPT). Cualquier uso no común, que por su naturaleza no pueda realizarse sino en la ribera del mar, requiere de un título administrativo, concesión, reserva o adscripción. Desde el deslinde, la ley proyecta su incidencia hacia el interior del territorio, en bandas paralelas a la línea de costa, estableciendo servidumbres de acceso y tránsito y protección (limitación) frente a la urbanización, imprescindibles para garantizar la integridad física y el uso común del DMPT.

Sin embargo, una parte de la costa española está en manos privadas, urbanizada, alterada profundamente o destruida. Ya en 1988, en la exposición de motivos de la Ley de Costas, se decía: "Este doble fenómeno de destrucción y privatización del litoral, que amenaza extenderse a toda su longitud, exige de modo apremiante una solución clara e inequívoca, (...) con una perspectiva de futuro, tenga como objetivos (...) la protección y conservación de sus valores y virtualidades naturales y culturales...".

La realidad es que la Ley de Costas no ha podido frenar los motivos por los que fue promulgada. Desde hace una década, los informes anuales Destrucción a toda costa de Greenpeace son referencia crítica de la creación de la burbuja inmobiliaria y de las connivencias de las distintas administraciones públicas con lo que ocurre en las costas españolas.

A principios de la década de los sesenta del siglo pasado, se accedía a las playas al norte de Oropesa (Castellón) hasta Alcossebre por caminos rurales, entre campos de olivos y naranjos. Formaban parte de la denominación turística de costa de Azahar. Los desarrollos urbanos de Marina d'Or y Torrenostra han transformado de forma radical la costa primitiva y han encajado el Parque Natural del Prat de Cabanes. Al norte, las urbanizaciones de Alcossebre rampan por las estribaciones del Parque Natural Sierra de Irta; ¿qué les depara el futuro al Prat de Cabanes y a la Sierra de Irta?

Son Bou es una de las playas de Es Migjorn en Menorca. Sus arenas blancas, sus dunas y el humedal que a mediados del siglo pasado aún se comunicaba con el mar por varias golas son sus principales cualidades naturales. Al este reposan las excavaciones de una basílica paleocristiana, encajonadas por edificios irrespetuosos e ignorantes y levantados sobre las dunas. La reciente construcción de una carretera y un aparcamiento sobre la laguna litoral anuncia lo peor: ¿en los próximos años se urbanizarán la laguna y las dunas de Son Bou?

A principios del siglo XX, entre los cabos de la Huerta (Alicante) y Palos (Murcia) dando apoyo a la Manga, se podían disfrutar unos 100 kilómetros de costa formada, en su mayor parte, por playas barrera y lagunas litorales entre pequeños tramos acantilados. Sobre aquellas se construyeron pueblos barrera de edificios barrera. Lo que fue bello ahora es lineal, monocromático y simple, sin valor ambiental; todos ellos están amenazados por la subida del nivel del mar asociada al calentamiento global. Se pronostica que, en este siglo, el mar ascenderá entre medio metro y un metro. ¿Se protegen o se desmantelan estos desarrollos urbanos? ¿Quién paga? [Pagará el que pierda su propiedad si no viene papa Estado a subvencionar. Además donde están las pruebas de ese ascenso del nivel del mar?]

La construcción de un hotel mastodóntico sobre el acantilado de la playa del Algarrobico, posiblemente para delimitar (colonizar) un tramo de costa "urbanizable" en las cercanías de Carboneras, ha disparado todas las alarmas. Ocupa terrenos del Parque Natural del Cabo de Gata, que alberga un entorno privilegiado donde todavía es posible el diálogo libre del hombre y la costa. Otros desarrollos penden sobre este parque natural: el crecimiento brutal de San José acosando la playa de los Genoveses y las propuestas urbanizadoras de las Salinas y la Fabriquilla. ¿Son compatibles estas ocupaciones con la Constitución y la Ley de Costas?

Son solo algunos ejemplos. Si las evidencias naturales, las consecuencias y las leyes son tan contundentes, ¿por qué se sigue destruyendo el patrimonio colectivo e ignorando lo que dicen la ciencia y el conocimiento? Si en las últimas elecciones generales todos los partidos llevaron en su zurrón de promesas la sostenibilidad de la costa, ¿por qué allá donde gobiernan porfían con el desarrollo urbanístico a toda costa? ¿Dónde quedó la política del anterior Gobierno, conflictiva, sí, pero a favor de la sostenibilidad de la costa, de los derechos de más de 45 millones de ciudadanos y de un legado ejemplar, justo y solidario, y acorde con el valor ambiental de la costa española?

Desde hace más de 60 años, con breves y notorias excepciones, la costa española se gestiona, principalmente, como un espacio económico donde las todopoderosas industrias de la construcción y del turismo marcan las pautas de uso y explotación, y los municipios costeros encuentran la vía de construir y mejorar sus infraestructuras y financiar sus gastos corrientes. Cuando hay desastres naturales, todos ellos son los primeros en demandar la reconstrucción y las subvenciones pertinentes. Entonces, los partidos políticos callan ante la sinrazón y otorgan. Si las leyes no son las adecuadas, se deben cambiar, pero, entretanto, se deben cumplir con tolerancia cero.

El futuro es desesperanzador, pues la experiencia pasada y la realidad cotidiana nos muestran que, en el Reino de España, no se consigue manejar con inteligencia el binomio desarrollo socioeconómico y proceso evolutivo natural de la costa. La ambición personal de unos pocos y la complicidad de otros están provocando la pérdida irreparable de nuestro patrimonio y dejan un legado insostenible para las siguientes generaciones.

Miguel A. Losada es director del Centro Andaluz del Medio Ambiente y catedrático de la Universidad de Granada.

¿Quién tirará de la economía y el empleo? por Antón Costas

Hay una pregunta que con angustia se hacen todos los que han perdido el empleo, los que buscan su primer trabajo y aquellos que, aunque tienen empleo, viven con el temor a perderlo: ¿de qué viviremos ahora que los excesos de la economía del ladrillo, de la obra pública y de otras actividades que solo eran viables cuando el dinero era barato han dejado de tirar del empleo?

Una tentación fácil para las autoridades es seleccionar discrecionalmente nuevos sectores (por ejemplo, las energías renovables), que mediante fuertes ayudas tiren del empleo. Sería un error. No hay que buscar sectores sustitutivos del inmobiliario, hay que fomentar la competitividad de todas las actividades que tienen capacidad para vender bienes y servicios en los mercados globales. De ahí vendrá la demanda de empleo estable que necesitamos.

Pero antes, permítanme una consideración sobre la urgencia de encontrar un atajo para crear empleo. No deberíamos aceptar el desempleo masivo como la "nueva normalidad" que nos ha traído la crisis. Sorprende ver la facilidad con que economistas y políticos aceptan que el desempleo de larga duración es un "rasgo estructural" frente al cual solo cabrían las prejubilaciones y las reformas estructurales. Como las quiebras bancarias, el desempleo masivo tiene naturaleza de "riesgo sistémico": no es solo un drama para el que lo sufre, sino un mal para el sistema económico en su conjunto. Y por tanto, para la cohesión social y el sistema político. De ahí que haya que actuar con la misma rapidez y contundencia que frente a las quiebras financieras. Urgencia que se acentúa cuando vemos que la forma que tienen las empresas de mejorar su productividad en medio de la recesión es despidiendo empleados.

¿De dónde vendrán los impulsos para mantener y crear nuevo empleo? Sometida como está nuestra economía a una necesaria cura de adelgazamiento, no podrá venir del gasto interno. El consumo de las familias se ha recuperado ligeramente, haciendo que la economía salga de la recesión, pero seguirá débil debido a la necesidad de ahorrar para reducir endeudamiento y al miedo frente al futuro. La inversión se mantendrá anémica, tanto porque el consumo es débil como porque las empresas vienen de una fase de elevada inversión, ahora sin utilizar. Y el gasto del sector público estará sometido a cuarentena, para reducir el déficit y la deuda pública.

En estas circunstancias, los impulsos hay que buscarlos principalmente en la demanda externa, es decir, en el aumento de los bienes y servicios producidos para su venta en los mercados globales (incluidas las ventas en el mercado interno que sustituyen importaciones).

¿Podemos? Algunas buenas noticias pueden fortalecer nuestra autoestima y la confianza en nuestras empresas.

Si medimos la competitividad por la capacidad para mantener la cuota de mercado, la española ha sido la economía de la OCDE que desde el año 2000 mejor ha sabido mantener su cuota en los mercados globales, a pesar del euro fuerte y de la competencia asiática. (Con la excepción, eso sí, de Alemania, pero va fuera de concurso). Además, en plena recesión, es la que más ha aumentando su ritmo exportador.

Al señalar esta buena noticia, en ocasiones me he encontrado con la pregunta incrédula: ¿pero, qué exportamos? No solo "aperitivo y postre" (frutos secos, vinos de mesa y naranjas para el postre) y "sol y playa" (turismo), como algunos piensan. Exportamos también productos químicos, automóviles, textiles, calzado, material de oficina e informática, máquinas, herramientas o servicios. Dentro de esta última partida, el cambio ha sido espectacular. En 1990-1995 el turismo significaba el 21,5% de los ingresos por exportaciones, mientras que los servicios no turísticos (servicios a las empresas, ingeniería, etcétera) eran el 11,7%. En 2003-2009, estos últimos ascendían ya al 17,6% mientras que los ingresos por turismo eran el 16,2%. Los servicios empresariales y otros se han convertido en el sector más dinámico.

Esta mayor capacidad y diversidad exportadora es reflejo de la intensa modernización económica y empresarial experimentada desde la recesión de 1992-1994. Gran parte del tejido empresarial, del capital público productivo (las infraestructuras), de los emprendedores y del capital humano de nuestra economía ha cambiado profundamente. Somos exportadores netos de capitales, y las cuentas de muchas grandes empresas se alimentan cada vez más de los ingresos procedentes del exterior.

Pero, la burbuja inmobiliaria ha creado una imagen distorsionada de la economía española, ocultando esa internacionalización y capacidad de competir en los mercados globales. Falta construir una equity story, un relato de esa modernización que fortalezca la autoestima y confianza.

Lo que hay que hacer ahora es fomentar la competitividad de ese tejido de empresas que ya existe, que exporta o tiene potencial exportador, creador de empleo estable y de elevados salarios, no volver a primar artificialmente sectores que crean burbujas de empleo, temporal y de bajos salarios, que al pinchar dejan el reguero de paro que estamos viviendo. Esa es la causa por la que habiendo sido nuestra recesión menor, el paro haya sido muy superior que en otras economías.

¿Cómo impulsar la competitividad? Tenemos tres caminos. El más tradicional es una devaluación de la moneda que haga más baratos nuestros bienes y servicios en los mercados globales. Lo hicimos en 1993, en 1982 y en 1977. Pero ya no es posible. Nos va bien la devaluación del euro, pero tiene efectos limitados, dado que el 70% de nuestras exportaciones van a países del euro que también se ven beneficiados. El segundo camino es apoyar la mejora de la competitividad en ganancias de productividad, mediante las reformas estructurales, la política industrial y la innovación. Es lo que recomiendan todos los economistas. Y tienen razón. Pero el inconveniente es que sus efectos son a medio y largo plazo.

El tercero es posiblemente el único camino eficaz a corto plazo: coordinar una moderación de los salarios en el conjunto de la economía (no solo los funcionarios y pensionistas) con una reducción de precios de los servicios protegidos de la competencia y que entran en la cesta de la compra (comunicaciones, transportes, servicios profesionales, carnet de conducir y muchos otros). Eso permitiría mejorar la competitividad de los bienes y servicios que vendemos en los mercados globales al reducir sus costes y, a la vez, mantener la capacidad de compra de salarios y pensiones. Parece magia, pero funcionó en 1977 (pactos de la Moncloa) y en 1983 (medidas de Miguel Boyer). Eso sí, requiere liderazgo y capacidad política.

Una política de este tipo, si viene acompañada de una mejora de los flujos de capital y crédito a las empresas, hasta ahora bloqueados por el retraso en sanear y reestructurar cajas y bancos, daría lugar a un shock de competitividad que permitiría aumentar las exportaciones, generar empleo, reducir el desequilibrio comercial y disminuir la necesidad de financiación exterior.

Déjenme, para concluir, hacer una consideración política. Como he dicho, a largo plazo la competitividad ha de basarse en mejoras de productividad. Eso requiere reformas estructurales. A corto plazo, sin embargo, la competitividad ha de apoyarse en moderación de salarios y disminución de precios (mediante la aplicación efectiva de la Directiva europea de liberalización de servicios). Esto requiere políticas. Una buena estrategia de competitividad ha de combinar sabiamente el corto y el largo plazo, políticas y reformas.

Muchos analistas y el propio Gobierno están priorizando las reformas y relegando las políticas. En particular, la reforma del mercado de trabajo, de la que se esperan efectos demiúrgicos. El riesgo es quemar el ya escaso capital político del Gobierno en batallas cuyos efectos son, en el mejor de los casos, a largo plazo, impidiendo su uso para lograr los acuerdos sobre salarios y precios que necesita la economía española para provocar un shock de competitividad que tire del empleo. Pienso que es algo que debería ser tenido en cuenta.

Antón Costas Comesaña es catedrático de Política Económica en la Universidad de Barcelona.

El ejército colombiano no da tregua a las FARC

El ejército colombiano ha difundido imágenes de uno de sus ataques contra la FARC. No dan tregua a cinco rebeldes que iban a entregar armas a la guerrilla. Un material que, por cierto, traían de Venezuela. Les ametrallaron, su barca ardió y acabaron muriendo.

Contra los creyentes por Fernado Savater

Vuelve Savater sobre las prohibiciones e imposiciones.

Destaco:

A diferencia de lo que pretenden los creyentes, el Estado laico no debe entrar en ningún tipo de polémicas religiosas. Ninguna fe puede convertirse en un eximente para incumplir las leyes civiles, pero tampoco en motivo para penalizar conductas que no se vetan explícitamente en los usos profanos. Si un conductor de autobús musulmán (el caso ha ocurrido en Reino Unido) no permite subir en su vehículo a un invidente acompañado de su perro guía, no es cosa de comenzar a discutir si realmente la saliva del animal esimpura o no según no sé qué ortodoxia: la ley de ayuda a las minusvalías debe cumplirse y punto.

La indudable superioridad de las democracias laicas sobre las teocracias es que en las primeras las mujeres pueden ponerse el velo que quieran y en las otras en cambio no se lo pueden quitar. En cuanto a las disquisiciones teológicas, quedan para los ámbitos académicos y las fiestas de guardar.

Practican lo que Michael Oakeshott llamó en un ensayo memorable la "política de la fe", es decir, tratan de imponer gubernamentalmente la perfección social según la guía de quienes ya vieron la luz de la verdad. O sea, siguen confundiendo política y religión... aunque se crean laicos.



También acerca de la Ilustración dieciochesca, ese pronunciamiento cultural antisupersticioso por excelencia, se han fraguado supersticiones. Una de ellas asegura que los grandes ilustrados, cuyo epítome es Voltaire, persiguieron a los creyentes. No es cierto o, al menos, no lo es salvo que precisemos bien y de forma contraintuitiva los creyentes a quienes nos referimos. Porque en el sentido más acogedor del término, todos somos creyentes... en el siglo XVIII y hoy en día.

Los conocimientos bien fundados fueron y son demasiado escasos para lo que requieren nuestros anhelos de comprender la vida y actuar en la urgencia del momento presente. Como dijo Wittgenstein, incluso cuando tengamos todas las respuestas científicas aún no habremos comenzado a responder las preguntas que más nos importan. De modo que siempre necesitaremos creer además de saber para poder organizar racionalmente nuestra existencia humana.

Esta obviedad paradójica nunca se le escapó a Voltaire, Diderot ni al resto de los más esclarecidos miembros de la cruzada enciclopedista. Cuando ellos denunciaron y combatieron a los "creyentes", nunca pretendieron acabar con quienes conjeturan más allá de lo que pueden comprobar -ellos mismos lo hacían constantemente- sino con los que en nombre de su inverificable certidumbre persiguen y coaccionan a quienes viven según convicciones diferentes. Porque el creyente peligroso no es quien reivindica su fe como un derecho personal, sino quien pretende convertirla en un deber "para todas y todos", como dicen ahora. Voltaire les caracterizaba con el lema "piensa como yo o muere", todavía vigente hoy de forma literal en algunas siniestras teocracias aunque en nuestras sociedades democráticas haya sido sustituido por una fórmula menos sanguinaria: "Piensa como yo o muere... socialmente".

El laicismo del Estado, que es uno de los pilares -amenazados, ay- de la democracia contemporánea, no pretende erradicar creencias personales sino a aquellos que intentan prescribirlas o proscribirlas. Es decir, el Estado se mantiene laico para que los ciudadanos puedan serlo o no serlo según su criterio.

Y las convicciones de cada cual así amparadas no se refieren solamente a cuestiones religiosas o metafísicas, sino también a estilos de vida. Son estos últimos los más difíciles de soportar para los creyentes actuales, que solo se encuentran a gusto en la unanimidad de comportamiento y están dispuestos a exigirla de acuerdo con elevados principios morales... que dejan de serlo, claro, en cuanto se les impone por decreto. La institucionalización democrática no debe pretender instaurar el cielo en la tierra -lo óptimo en dignidad humana, decencia y costumbres edificantes- sino permitir el marco político en el que, dentro de una regulada convivencia, cada cual pueda ir al cielo o al infierno por el camino que prefiera, según postuló Voltaire. Lo contrario es volver a los usos teocráticos... aunque sea nominalmente para desautorizarlos y prohibirlos.

A diferencia de lo que pretenden los creyentes, el Estado laico no debe entrar en ningún tipo de polémicas religiosas. Ninguna fe puede convertirse en un eximente para incumplir las leyes civiles, pero tampoco en motivo para penalizar conductas que no se vetan explícitamente en los usos profanos. Si un conductor de autobús musulmán (el caso ha ocurrido en Reino Unido) no permite subir en su vehículo a un invidente acompañado de su perro guía, no es cosa de comenzar a discutir si realmente la saliva del animal esimpura o no según no sé qué ortodoxia: la ley de ayuda a las minusvalías debe cumplirse y punto.

De igual modo, una joven de la edad legalmente determinada debe poder comprar la píldora poscoital en la farmacia sin trabas, tenga la persona que regenta el establecimiento la opinión moral que fuere sobre esa transacción.

Pero tampoco hay derecho a prohibir velos o tocados a nadie porque se les suponga significados religiosos indeseables según el creyente persecutorio de turno (algunos muy eruditos, eso sí), cuando no despertarían recelo si se los justificase en nombre de la moda o de la extravagancia.

La indudable superioridad de las democracias laicas sobre las teocracias es que en las primeras las mujeres pueden ponerse el velo que quieran y en las otras en cambio no se lo pueden quitar. En cuanto a las disquisiciones teológicas, quedan para los ámbitos académicos y las fiestas de guardar.

Como los creyentes ejercen su santa coacción en beneficio de las almas de los demás, su presa favorita suelen ser las mujeres, cuyas almas tradicionalmente han sido consideradas más vulnerables que el espíritu de los varones.

Sea que se tapen demasiado o que se ofrezcan desnudas al mejor postor, siempre deben ser reprimidas y encauzadas porque solo llegarán a ser libres cuando se las convenza de lo dañino que es hacer lo que les dé la gana.

Antes, cuando la hembra era siempre revival de Eva tentadora, tras cada desvarío masculino alguien advertía: ¡cherchez la femme!; ahora, como ya solo están autorizadas a ser víctimas, en cuanto se recatan o se descocan demasiado los creyentes claman: ¡cherchez l'homme!

Porque se da por hecho que es un hombre siempre el que las desvía del recto sendero de la razón y la decencia. Desgraciadamente es muy frecuente que sean varones quienes las intimidan y mangonean, pero entonces será contra esos tiranuelos contra quienes habrá que actuar sin dejar de reconocer que ellas tienen también voluntad propia.

¿Que no se puede permitir la esclavitud, ni siquiera voluntaria? No hay esclavos ni esclavas felices salvo en la ópera de Arriaga y sin embargo todos nos esclavizamos gustosos de mil maneras por devoción o por ambición. Cuidado con los moralistas que sin escuchar nuestra opinión se sienten legitimados para emanciparnos a fuerza de decretos...

A lo largo de su biografía, los creyentes a veces mejoran de dogmas y pasan del comunismo a la socialdemocracia o el liberalismo, de la ortodoxia teológica al cientifismo y la evolución, de las adicciones juveniles a la salud pública, incluso hay ex caníbales que acaban vegetarianos o antitaurinos.

Pero lo que nunca pierden es el celo persecutorio que les asegura el subidón de adrenalina política. Los demás son cavernícolas oscurantistas, ellos siempre paladines ilustrados inasequibles al desaliento.

Practican lo que Michael Oakeshott llamó en un ensayo memorable la "política de la fe", es decir, tratan de imponer gubernamentalmente la perfección social según la guía de quienes ya vieron la luz de la verdad. O sea, siguen confundiendo política y religión... aunque se crean laicos.

Fernando Savater es escritor.

Un callejón sin salida por Jean-Marie Colombani

Colombani analiza la situación actual de la guerra en Afganistán, influida por las publicaciones de wikileaks. Parece clave la posición de Afganistán respecto al conflicto.

Destaco:

Como "revelaciones", no hay duda de que constituyen un magnífico golpe periodístico, pero no aportan ningún elemento que trastoque por completo la idea que podíamos tener del conflicto afgano.

Ahora bien, debemos tener en cuenta las repercusiones políticas de estas revelaciones. Como ocurre a menudo, la publicación de estos papeles puede servir para orientar las opiniones y, en cualquier caso, suscita unas emociones que, a su vez, se convierten en elemento de la realidad política.

Es lo que sucede en Alemania, donde a intervalos regulares se pone en tela de juicio la presencia de casi 5.000 soldados. Esta situación se complica aún más porque en los documentos queda a la vista el papel de las fuerzas especiales estadounidenses, que escapan a todo control y se alojan, en parte, en un campamento militar del ejército alemán.

Ha habido un debate muy enérgico en el Congreso, saldado con la aprobación, por gran mayoría, de que se renueven los fondos para la guerra. A cambio, muchos se preguntan si Estados Unidos no se encuentra ya en una situación imposible.

Los norteamericanos esperan de los paquistaníes que intensifiquen su lucha contra los talibanes. Pero está claro que Pakistán piensa mucho más en qué pasará después de la guerra e intenta adelantarse y controlar una parte del país que, es de imaginar, en el futuro estará repartido entre la influencia de Pakistán, por un lado, e Irán, por otro.

No es extraño, pues, que los servicios secretos paquistaníes sigan apoyando por completo o en parte a los talibanes, al tiempo que conceden, aquí y allí, algunas detenciones o eliminaciones cuya veracidad ni siquiera podemos comprobar.

Todo se desarrolla como si las guerras de Bush estuvieran llevando a Barack Obama a un callejón sin salida.

Pero la verdad es que no existe, ni en Estados Unidos ni en Europa, una reflexión alternativa que genere una estrategia mejor sobre el terreno. Ese es, sin duda, el motivo de que, más por resignación que por convicción, la guerra de Afganistán vaya a continuar como hasta ahora.



ARTÍCULO:

El asunto de los documentos secretos sobre la guerra de Afganistán en el periodo 2004-2009, publicados por Wikileaks, The Guardian, Der Spiegel y The New York Times, se puede valorar en función de tres aspectos: las propias revelaciones contenidas en estos documentos, la actitud de los socios de Estados Unidos en la guerra y, tal vez, su posible influencia en la estrategia estadounidense para la región.

Como "revelaciones", no hay duda de que constituyen un magnífico golpe periodístico, pero no aportan ningún elemento que trastoque por completo la idea que podíamos tener del conflicto afgano. En 1973, The Washington Post publicó los extractos de un voluminoso documento encargado por el ministro de Defensa y que permitió establecer el origen de la guerra de Vietnam y mostrar que, desde el principio, ese conflicto había partido de unas bases falsas.

Los documentos obtenidos por Wikileaks no contienen nada parecido: nos informan de que las víctimas civiles son probablemente más numerosas de lo que dan a entender los balances oficiales, que las autoridades afganas están corruptas y que los servicios secretos paquistaníes utilizan a los talibanes, más que combatirlos. Pero todo eso se sabía ya, y figuraba en informes oficiales.

Por otra parte, se puede establecer una relación entre estos elementos y el cambio de estrategia estadounidense decretado por Barack Obama y que ya está llevando a cabo el general Petraeus (verdadero autor de ese cambio), según el cual, a partir de ahora hay que trabajar para ganarse "las mentes y los corazones".

Ahora bien, debemos tener en cuenta las repercusiones políticas de estas revelaciones. Como ocurre a menudo, la publicación de estos papeles puede servir para orientar las opiniones y, en cualquier caso, suscita unas emociones que, a su vez, se convierten en elemento de la realidad política. Por eso se han reabierto los debates en Europa, en países en los que la opinión pública rechaza desde hace tiempo la idea misma de la guerra en Afganistán. Es lo que sucede en Alemania, donde a intervalos regulares se pone en tela de juicio la presencia de casi 5.000 soldados. Esta situación se complica aún más porque en los documentos queda a la vista el papel de las fuerzas especiales estadounidenses, que escapan a todo control y se alojan, en parte, en un campamento militar del ejército alemán.

Del mismo modo, el debate ha resurgido con fuerza en Reino Unido, país en el que la opinión pública está todavía conmocionada por el error (término utilizado por el viceprimer ministro, Nick Clegg) que supuso la participación en la guerra deIrak. Por ese motivo se ha hecho la promesa de abrir y ampliar una investigación parlamentaria sobre los entresijos de la guerra de Afganistán, pese a que el Gobierno se ha comprometido a retirar sus 9.000 soldados de aquí a 2015 y que podría incluso verse obligado a emprender esa retirada antes de lo previsto.

El primero en anunciar su salida ha sido el contingente holandés, cuyos 2.000 soldados han empezado ya a retirarse.

En Francia, la emoción es menor. Salvo por la toma de posición de un ex ministro de Defensa socialista, Paul Quilès, que ha exigido la retirada de las tropas francesas, no ha sucedido nada que sea comparable a lo que, hace dos años, siguió a la muerte de 10 soldados franceses en una emboscada.

Las miradas están mucho más dirigidas hacia Estados Unidos, donde la publicación de estos documentos se produce en un momento en el que se multiplican las dudas sobre la estrategia estadounidense para la región. Ha habido un debate muy enérgico en el Congreso, saldado con la aprobación, por gran mayoría, de que se renueven los fondos para la guerra. A cambio, muchos se preguntan si Estados Unidos no se encuentra ya en una situación imposible.

Es evidente que, en lo esencial, se trata de una estrategia heredada de George W. Bush. Recordemos que este último se inventó la amenaza de las armas de destrucción masiva en Irak para justificar el comienzo de la guerra en dicho país, pese a que ya se sabía que una buena parte de las bases de apoyo de Al Qaeda estaba no solo en Afganistán, sino también en Pakistán, que sigue siendo el epicentro y el principal punto débil de Estados Unidos.

Los norteamericanos esperan de los paquistaníes que intensifiquen su lucha contra los talibanes. Pero está claro que Pakistán piensa mucho más en qué pasará después de la guerra e intenta adelantarse y controlar una parte del país que, es de imaginar, en el futuro estará repartido entre la influencia de Pakistán, por un lado, e Irán, por otro.

No es extraño, pues, que los servicios secretos paquistaníes sigan apoyando por completo o en parte a los talibanes, al tiempo que conceden, aquí y allí, algunas detenciones o eliminaciones cuya veracidad ni siquiera podemos comprobar.

Con su metedura de pata al conminar a Pakistán a que escoja un bando -sin distinguir, como habría debido, entre el Gobierno civil y el aparato militar-, el primer ministro británico, David Cameron, ha provocado una crisis diplomática con Islamabad desde India, donde se encontraba en viaje oficial.

El Ejército paquistaní no tiene más que una obsesión: impedir cualquier influencia india y, más en general, cualquier avance de India en la región. La hipótesis paquistaní por un lado, el bloqueo iraní por otro, la reaparición de cierta inestabilidad en Irak tras la negativa de los chiíes -respaldados por Irán- a obedecer el veredicto de las elecciones...

Todo se desarrolla como si las guerras de Bush estuvieran llevando a Barack Obama a un callejón sin salida.

Pero la verdad es que no existe, ni en Estados Unidos ni en Europa, una reflexión alternativa que genere una estrategia mejor sobre el terreno. Ese es, sin duda, el motivo de que, más por resignación que por convicción, la guerra de Afganistán vaya a continuar como hasta ahora.


Jean-Marie Colombani fue director de Le Monde. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

El insalvable escollo para la paz por Ilan Pappé

Otra opinión sobre el conflicto entre Palestina e Israel. No muy favorable a Israel y su actitud en el conflicto.

Destaco:

Por eso, en lugar de seguir dando vueltas al problema de la flotilla, lo que la opinión internacional debería hacer es revisar la postura que mantiene con respecto a Israel, puesto que es ahí, precisamente ahí, donde subyace el principal obstáculo para la paz. A continuación, me gustaría explicar brevemente el proceso que llevó a la decisión de atacar la flotilla.

 Por lo demás, todos sabemos que Hamás fue el único Gobierno del mundo árabe elegido de forma democrática. Pues bien, nada más nacer decidieron eliminarlo, primero del mapa político y, después, del militar. ¿Razones? Para empezar, porque sigue en la brecha resistiendo desde 1967, fecha en la que Israel ocupó toda Cisjordania y la franja de Gaza, y resiste no solo lanzando cohetes, casi siempre en respuesta a la muerte de alguno de sus activistas en manos del Ejército israelí, sino también y sobre todo, negándose a aceptar "la clase de paz" que Israel quiere imponerles.

Así pues, el Gobierno israelí defiende la idea de que Hamás es el obstáculo principal para conseguir esa clase de paz y se trata por lo tanto de eliminarlo. A partir de ahí, la estrategia declarada del Gobierno de Israel consiste en matar de hambre al millón y medio de palestinos que sobreviven en una de las zonas más densamente pobladas del mundo.
 
Nada más lejos de la realidad que un escenario tan optimista como este: cualquier posible solución que fuera aceptable para Israel sería precisamente aquella que ni la más que domesticada Autoridad Palestina ni, por supuesto, Hamás, aceptarían nunca: el fin de la resistencia a cambio del derecho a vivir encarcelados en unos pocos enclaves.



ARTÍCULO:

Quizá ahora y desde una perspectiva más tranquila resulte más sencillo hablar de lo acaecido con la flotilla de Gaza. Hay sin embargo algo que sigue siendo difícil de explicar: la enorme distancia que existe entre la percepción israelí de los hechos y la que tiene el resto del mundo. Cuando se leen las respuestas dadas por políticos y ciudadanos israelíes a los muchos interrogantes planteados es inevitable asombrarse por lo mucho que recuerdan a las de los líderes sudafricanos de los años setenta: no nos preocupa lo que pueda pensar el mundo, para Sudáfrica el sistema del apartheid es el más conveniente.

Así, mientras que todo el mundo parece haberse puesto de acuerdo en calificar el ataque israelí como una violación descarada de las leyes internacionales, la opinión de la población y el Estado de Israel va justo en el sentido contrario. Y mientras Occidente se empeña en subrayar la ilegalidad manifiesta del bloqueo como causa primera y origen de este conflicto, Israel insiste en mantenerlo a toda costa, al tiempo que implementa una serie de medidas destinadas no solo a reforzarlo sino a conseguir el estrangulamiento de la zona.

Estas diferencias pueden verse incluso en los adjetivos utilizados por los medios y los políticos israelíes: según ellos no se trata de una flotilla "pacífica", sino más bien de un grupo de fanáticos partidarios de Al Qaeda cuya única obsesión consiste en destruir al Estado de Israel. Pero ¿qué pasa si los ciudadanos palestinos de Israel deciden apoyar a la flotilla como de hecho hicieron algunos? Pues pasa que respetables personas se transforman ipso facto en cómplices necesarios de los terroristas. El sangriento abordaje desencadenó también toda una serie de turbias maniobras ya que, automáticamente, el Gobierno se lanzó a promulgar distintas medidas cuyo único objetivo parece ser la deslegitimación de todos los ciudadanos israelíes de origen palestino con la intención declarada de privarles de su ciudadanía y, de paso, acabar también con los judíos israelíes que hubiesen apoyado a la flotilla y/o al BDS (Movimiento por el Boicot, Sanciones y Desinversiones contra el Estado de Israel).

Por eso, en lugar de seguir dando vueltas al problema de la flotilla, lo que la opinión internacional debería hacer es revisar la postura que mantiene con respecto a Israel, puesto que es ahí, precisamente ahí, donde subyace el principal obstáculo para la paz. A continuación, me gustaría explicar brevemente el proceso que llevó a la decisión de atacar la flotilla.

En lo más alto de las jerarquías política y militar del Estado de Israel sobresalen dos nombres: Ehud Barak y Benjamín Netanyahu. Son los que están detrás del brutal ataque que dejó noqueado a medio mundo y escandalizado al otro medio, acción que el Gobierno y la prensa israelíes decidieron disfrazar como un simple acto de autodefensa para mejor explicárselo a su público. Aunque uno de ellos procede de la izquierda (Barak, ministro de Defensa, es del Partido Laborista) y el otro, de la derecha (Netanyahu, el presidente), su opinión sobre Gaza y la flotilla se basan en la misma manera de ver el mundo.

Durante cierto tiempo, Barak sirvió como comandante bajo las órdenes de Netanyahu en un cuerpo militar equivalente a lo que hoy conocemos como los marines americanos. Ambos formaron parte también de una unidad idéntica a la que en junio asaltó el barco turco. Por lo que se refiere a la franja de Gaza, su forma de pensar la comparten prominentes miembros de la élite militar y la mayoría del electorado judío.

Por lo demás, todos sabemos que Hamás fue el único Gobierno del mundo árabe elegido de forma democrática. Pues bien, nada más nacer decidieron eliminarlo, primero del mapa político y, después, del militar. ¿Razones? Para empezar, porque sigue en la brecha resistiendo desde 1967, fecha en la que Israel ocupó toda Cisjordania y la franja de Gaza, y resiste no solo lanzando cohetes, casi siempre en respuesta a la muerte de alguno de sus activistas en manos del Ejército israelí, sino también y sobre todo, negándose a aceptar "la clase de paz" que Israel quiere imponerles.

Por lo que respecta a la élite política israelí, esa clase de paz forzada no parece negociable; consiste, más o menos, en entregar a los palestinos un control y soberanía limitados sobre la franja de Gaza y ciertas partes de Cisjordania exigiendo como contrapartida que abandonen la lucha por la independencia y la liberación de su tierra y se contenten con esos tres pequeños bantustanes que seguirían además bajo férreo control israelí.

Así pues, el Gobierno israelí defiende la idea de que Hamás es el obstáculo principal para conseguir esa clase de paz y se trata por lo tanto de eliminarlo. A partir de ahí, la estrategia declarada del Gobierno de Israel consiste en matar de hambre al millón y medio de palestinos que sobreviven en una de las zonas más densamente pobladas del mundo.

El bloqueo se inició en 2006 con la supuesta intención de animar a los habitantes de Gaza a sustituir el actual Gobierno de Hamás por otro que aceptase al pie de la letra los dictados de Israel o que, en su defecto, se sometiera a las exigencias de la más que resignada Autoridad Palestina con sede en Ramallah. Es entonces cuando se produce el secuestro del soldado Gilad Shalit y, como respuesta, el bloqueo se endurece todavía más. Hoy incluye la prohibición de importar todo lo que no sea indispensable para sobrevivir malamente.

Tanto Barak como Netanyahu saben de sobra que este bloqueo no conseguirá mover un ápice la posición de Hamás; es más, puede que incluso estén de acuerdo con el primer ministro británico, David Cameron, cuando afirma que en vez de debilitarlo lo único que consiguen estas medidas es reforzarlo. Y esto es algo que tanto a Barak como a Netanyahu les tiene sin cuidado.

El equipo Barak-Lieberman-Netanyahu no puede responder de otra manera a la realidad de Palestina e Israel porque, simplemente, no sabe. Es por eso que recurren a la fuerza bruta como el único medio de imponer su voluntad utilizando, tanto dentro como fuera de las fronteras del Estado, una propaganda frenética que disfraza sus terribles acciones de un simple derecho a la autodefensa, al tiempo que se esfuerza muy especialmente en demonizar, no solo a los habitantes de Gaza sino también a todos aquellos que acuden en su ayuda, calificándoles de terroristas.

Su estrategia real no declarada es continuar por el mismo camino. En tanto la comunidad internacional no despierte de su sopor, el mundo árabe no reaccione, Gaza siga estrangulada, la economía israelí produzca dividendos y el electorado acepte el absoluto dominio de lo militar sobre sus vidas, el conflicto y la opresión de los palestinos permanecerá como el único horizonte en el pasado, el presente y el futuro de sus vidas. Incluso el vicepresidente norteamericano, Joe Biden, fue humillado cuando se permitieron anunciar ante sus mismas narices la construcción de 1.600 nuevas casas en Ramat Sholomo, el distrito de Jerusalén en disputa, justo el día en que había llegado allí para proponer la congelación de los asentamientos.

Sin embargo, sería un error asumir que el indiscriminado apoyo de los americanos y la débil respuesta de los europeos a la política criminal de Israel sobre Gaza son las razones que sustentan el bloqueo impuesto a Gaza. Lo que probablemente resulta más difícil de explicar al mundo es cuán profundamente se encuentra enraizada en la psique israelí este tipo de actitudes, esta desafiante mentalidad.

Hoy la respuesta internacional se basa en la fútil creencia de que habrá todavía más concesiones por parte palestina, si consiguen prolongar el diálogo con la élite política israelí y las cancillerías occidentales están de acuerdo en creer que la solución de los dos Estados está a la vuelta de la esquina, siempre que nos pongamos de acuerdo para realizar un último esfuerzo.

Nada más lejos de la realidad que un escenario tan optimista como este: cualquier posible solución que fuera aceptable para Israel sería precisamente aquella que ni la más que domesticada Autoridad Palestina ni, por supuesto, Hamás, aceptarían nunca: el fin de la resistencia a cambio del derecho a vivir encarcelados en unos pocos enclaves.

De manera que antes de poder plantearnos otras alternativas -la de un solo Estado democrático donde pudieran vivir juntos judíos y palestinos, que es la que personalmente yo defiendo-, antes incluso de poder explorar nuevas posibilidades para una aplicación más viable de la "solución de los dos Estados", tendríamos que empezar por cambiar la mentalidad del pueblo israelí y de sus dirigentes. Porque es esa mentalidad y su forma de aprehender la realidad la mayor y más insalvable de todas las barreras, si lo que queremos es alcanzar una verdadera reconciliación en la desgarrada tierra de Israel y Palestina.


Ilan Pappé, historiador israelí, preside el Departamento de Historia en la Universidad de Exeter y es codirector del Centro de Estudios Etno-Políticos de Exeter. Su último libro publicado en España es La limpieza étnica de Palestina (Crítica). Traducción de Pilar Salamanca.

Vuelve el Santo Oficio por Fernando Savater‏

Artículo de Fernando Savater sobre los toros, la ética y la moral, los derechos de los animales y la libertad.

Antonio Donaire escribe en una correspondencia con Arcadi Espada sobre la supuesta Declaración Universal de los Derechos del Animal.

Destaco:

La sensibilidad o el gusto estético (esa "estética de la generosidad" de la que hablaba Nietzsche) deben regular nuestra relación compasiva con los animales, pero desde luego no es una cuestión ética ni de derechos humanos (no hay derechos "animales"), pues la moral trata de las relaciones con nuestros semejantes y no con el resto de la naturaleza. Precisamente la ética es el reconocimiento de la excepcionalidad de la libertad racional en el mundo de las necesidades y los instintos.

A mí esta prohibición de los toros en Cataluña me recuerda tantas otras recomendaciones o prohibiciones semejantes del Estatut, cuya característica legal más notable es un intervencionismo realmente maníaco en los aspectos triviales o privados de la vida de los ciudadanos.



ARTÍCULO:

Por supuesto, no es el caso presentar argumentos a favor o en contra de mantener las corridas de toros, como suele decirse: quienes tienen que justificar la insólita medida son los que han decidido prohibirlas parlamentariamente. Hay gente a la que le gustan los toros y otros muchos que no han pisado una plaza en su vida o que sienten repugnancia por la fiesta: es la diversidad de los hijos de Dios. Pero que un Parlamento prohíba una costumbre arraigada, una industria, una forma de vida popular... es algo que necesita una argumentación muy concluyente. La que hemos oído hasta la fecha dista mucho de serlo.

¿Son las corridas una forma de maltrato animal? A los animales domésticos se les maltrata cuando no se les trata de manera acorde con el fin para el que fueron criados. No es maltrato obtener huevos de las gallinas, jamones del cerdo, velocidad del caballo o bravura del toro. Todos esos animales y tantos otros no son fruto de la mera evolución sino del designio humano (precisamente estudiar la cría de animales domésticos inspiró a Darwin El origen de las especies). Lo que en la naturaleza es resultado de tanteos azarosos combinados con circunstancias ambientales, en los animales que viven en simbiosis con el hombre es logro de un proyecto más o menos definido. Tratar bien a un toro de lidia consiste precisamente en lidiarlo. No hace falta insistir en que, comparada con la existencia de muchos animales de nuestras granjas o nuestros laboratorios, la vida de los toros es principesca. Y su muerte luchando en la plaza no desmiente ese privilegio, lo mismo que seguimos considerando en conjunto afortunado a un millonario que tras sesenta o setenta años a cuerpo de rey pasa su último mes padeciendo en la UCI.

¿Son inmorales las corridas de toros? Dejemos de lado esa sandez de que el aficionado disfruta con la crueldad y el sufrimiento que ve en la plaza: si lo que quisiera era ver sufrir, le bastaría con pasearse por el matadero municipal. Puede que haya muchos que no encuentren simbolismo ni arte en las corridas, pero no tienen derecho a establecer que nadie sano de espíritu puede verlos allí. La sensibilidad o el gusto estético (esa "estética de la generosidad" de la que hablaba Nietzsche) deben regular nuestra relación compasiva con los animales, pero desde luego no es una cuestión ética ni de derechos humanos (no hay derechos "animales"), pues la moral trata de las relaciones con nuestros semejantes y no con el resto de la naturaleza. Precisamente la ética es el reconocimiento de la excepcionalidad de la libertad racional en el mundo de las necesidades y los instintos. No creo que cambiar esta tradición occidental, que va de Aristóteles a Kant, por un conductismo zoófilo espiritualizado con pinceladas de budismo al baño María suponga progreso en ningún sentido respetable del término ni mucho menos que constituya una obligación cívica.

¿Es papel de un Parlamento establecer pautas de comportamiento moral para sus ciudadanos, por ejemplo diciéndoles cómo deben vestirse para ser "dignos" y "dignas" o a que espectáculos no deber ir para ser compasivos como es debido? ¿Debe un Parlamento laico, no teocrático, establecer la norma ética general obligatoria o más bien debe institucionalizar un marco legal para que convivan diversas morales y cada cual pueda ir al cielo o al infierno por el camino que prefiera? A mí esta prohibición de los toros en Cataluña me recuerda tantas otras recomendaciones o prohibiciones semejantes del Estatut, cuya característica legal más notable es un intervencionismo realmente maníaco en los aspectos triviales o privados de la vida de los ciudadanos.

En cambio no estoy de acuerdo en que se trate de una toma de postura antiespañola. No señor, todo lo contrario. El Parlamento de Cataluña prohíbe los toros pero de paso reinventa el Santo Oficio, con lo cual se mantiene dentro de la tradición de la España más castiza y ortodoxa.

Entrevista a Jose Luis Rodríguez Zapatero por José Luis Barbería

Entrevista a Jose Luis Rodríguez Zapatero por José Luis Barbería. Después de leerla me parece que vivo en otro país.

Ese zapatero atleta, filósofo, ajedrecista, inmutable, peloteado, con gran memoria, pactista, líder político masculino feminista español, limpio, ordenado, valiente, un gran dirigente honesto, sensato, impulsor del I+D+i, vocación de poder, transformador de la economía.

Sin él España hubiera acabado hundida en la más grande de las miserias.

José Luis Barbería, ese gran entrevistador, crítico, lúcido, informado, siempre con datos en la mano.

Destaco:

-¿Cómo combate la ansiedad?

-Corro unos diez kilómetros diarios campo a través, pero sobre todo es que yo soy muy tranquilo. Creo que para tener una responsabilidad como la mía, la primera condición personal es tener fortaleza emocional para poder transmitir serenidad. Yo tengo una buena relación con la vida -dice este hombre, más delgado y fibroso últimamente, que heredó de su madre la entereza emocional-. La vida y la política me han tratado bien. No me puedo quejar -subraya.

"Gana quien llega al final, no quien se queda por el camino" es una de sus frases preferidas.

Jugador de ajedrez con mentalidad de yudoca, Rodríguez Zapatero estudia minuciosamente al adversario y aplica sus habilidades tácticas a la tarea de aprovechar la fuerza de sus contrarios. Tiene una visión panorámica y planificada de la política con estrategias a corto y largo plazo.

"Sigue siendo el mismo, continúa con el mismo móvil y conserva más o menos sus relaciones anteriores. Es reservado y oculta sus debilidades, suponiendo que las tenga", dice la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez.

"ZP no es rencoroso, pero raramente olvida un agravio, un feo, un desplante. Los deja pasar, pero los tiene en cuenta", apunta un antiguo colaborador suyo.

A decir de sus colaboradores, el inquilino de La Moncloa "es una esponja de memoria fotográfica que absorbe lo que lee, ve y escucha". Esa capacidad de asimilación -"sintetiza las ideas que le resultan interesantes y las hace suyas"- es lo que, en opinión del ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, permite a Zapatero ganar a Rajoy en las segundas partes de las réplicas parlamentarias.

Si en 1989 se aupó a la secretaría provincial del PSOE leonés gracias a su inesperado pacto con una de las corrientes internas más alejadas de sus posiciones políticas...

"Supo aprovechar la orfandad del partido. Sentíamos la necesidad de abrir una nueva etapa y pusimos nuestra mirada en José Luis por su frescura, su capacidad de generar empatías y sus dotes de liderazgo. Además, cuando hablaba, que hablaba poco, nos demostraba que conocía el partido como nadie", dice el ministro de Fomento, José Blanco.

...Zapatero, el primer líder político masculino feminista español...

José Andrés Torres Mora pinta un cuadro diferente de las reuniones de la ejecutiva socialista. "Zapatero acude puntualmente a la cita y no se cansa de escuchar y tomar nota, pese a que sus intervenciones son siempre las mejores con gran diferencia. Es limpio, ordenado, valiente, un gran dirigente honesto y sensato".

Nadie puede negarle tampoco su decidida apuesta presupuestaria por el I+D+i, que acabó con lustros de inhibición gubernamental. Según algunos de sus colaboradores, el círculo de máxima confianza del presidente estaría formado por el ex secretario de las Juventudes Socialistas y ahora consejero de Telefónica, Javier de Paz; José Miguel Vidal, primo de Zapatero; los ministros Alfredo Pérez Rubalcaba, José Blanco y Miguel Sebastián; el portavoz parlamentario del PSOE, José Antonio Alonso, y el secretario general de UGT, Cándido Méndez, ahora irritado por las medidas de ajuste. Es un listado que Zapatero amplía enormemente hasta incluir en él a la práctica totalidad de su Gobierno y a su gabinete de La Moncloa.

"Lo que mejor caracteriza al presidente es su vocación de poder. Supedita todo al supremo objetivo de ganar las elecciones", asegura un antiguo colaborador del jefe del Gobierno que prefiere no ser identificado.

"Ha creado a su alrededor un gran vacío de poder, no ha hecho equipos, sino gente que ejecuta sus instrucciones. Con su móvil, que no lo suelta por nada, ejerce de centro radial de las comunicaciones de forma que todas las relaciones pasan por él. Eso impide hacer equipo", indica un antiguo colaborador del presidente. "Da bastante autonomía a los ministros; a veces no sabes si lo estás haciendo bien o mal, porque no te echa la bronca cuando algo le disgusta. Él procura seguir una línea persuasiva", dice Jesús Caldera, anterior titular de Trabajo.

-¿Cómo le gustaría pasar a la historia de España?

-Como el presidente que, además de hacer frente a la crisis, transformó la economía y llevó a cabo la tercera gran transición económica de la democracia, que completó a las que se llevaron a cabo en los ochenta y noventa. Con las reformas que hemos emprendido debemos generar una espiral económica positiva cuanto antes. Quiero que esta legislatura sea la de la transformación económica. La habríamos hecho en cinco o seis años, pero ahora con la crisis estamos obligados a hacerla en un año. Somos lo que somos como país y debemos ser conscientes de que lo hemos hecho bien hasta ahora en la democracia. Lo que necesitamos es confianza en nosotros mismos como país. La sociedad española siempre ha dado lo mejor de sí en las situaciones de máxima dificultad.

José María Fidalgo, entonces secretario general de CC OO, recuerda que en octubre de 2005, 14 meses antes de la bomba en la T-4 de Barajas, el presidente anunció a los representantes de los sindicatos y de la patronal que antes de esas navidades iba a acabar con ETA y que ese triunfo le aseguraría la reelección dos legislaturas más. "Tengo la impresión", dice, "de que es un político tacticista con una visión ligera de la economía y una confianza enorme en la voluntad política y el poder de la ley. Al poco de iniciarse la primera legislatura, nos anunció que iba acabar con la temporalidaddalgo, entonces secretario general de CC OO, recuerda que en octubre de 2005, 14 meses antes de la bomba en la T-4 de Barajas, el presidente anunció a los representantes de los sindicatos y de la patronal que antes de esas navidades iba a acabar con ETA y que ese triunfo le aseguraría la reelección dos legislaturas más. "Tengo la impresión", dice, "de que es un político tacticista con una visión ligera de la economía y una confianza enorme en la voluntad política y el poder de la ley. Al poco de iniciarse la primera legislatura, nos anunció que iba acabar con la temporalidad laboral, tal cual. Como nos vio desconcertados, nos pidió confianza en él: '¿No habéis visto que he traído las tropas de Irak?'. Al parecer, pensaba que se podía acabar con la temporalidad por decreto. Menos mal que Caldera conocía un informe nuestro de 200 páginas sobre el problema y sabía de su complejidad".

Héroes de nuestro tiempo por Mario Vargas Llosa

Mario Vargas Llosa escribe sobre la liberación-expulsión de presos cubanos, y la relación del gobierno español del PSOE con el régimen cubano.

Estoy de acuerdo con el planteamiento de Vargas Llosa.

Destaco:

¿Los delitos por los que fueron condenados a esas durísimas penas de 12, 15 y 20 años de prisión? Firmar peticiones, escribir artículos, tener una máquina de escribir, constituir grupos de derechos humanos u oficinas de información independientes, actividades pacíficas y ajenas a cualquier tipo de subversión o violencia. Si a eso se suman las infinitas vejaciones, golpizas, torturas y castigos de toda índole de que han sido víctimas los años que pasaron en la cárcel, no hay duda, cada uno de ellos es un testimonio viviente de la brutalidad irracional que aplica el régimen castrista contra quienes no se someten a él con servidumbre total y del heroísmo que hace falta para enfrentarse, aunque sea de la manera más benigna, contra una dictadura totalitaria como la cubana.

Es ingenuo pensar que la excarcelación de unas decenas de presos políticos constituye una reforma sustantiva de la política del régimen contra la oposición. Uno de los rasgos más repugnantes de la dictadura caribeña ha sido su vieja costumbre de regalar presos a los políticos occidentales que iban a hacer el besamanos al dictador, para que ganaran bonos en sus países como salvadores y dieran testimonio de lo flexible que podía ser el régimen cuando era tratado con comprensión. Este innoble tráfico de carne humana en las relaciones públicas puede permitírselo sin riesgo alguno una satrapía cuya reserva de prisioneros políticos es un barril sin fondo, y reemplaza a discreción los presos que ofrece a sus huéspedes importantes.

Confieso que nunca he entendido por qué un Gobierno democrático, en el que hay un buen número de luchadores contra el franquismo que vivieron en carne propia lo que significa una dictadura totalitaria, lleva a cabo con Cuba una política que, en términos prácticos -son los que importan- solo sirve para prolongar la existencia de una dictadura atroz, que lleva más de medio siglo, y que ha hundido a los cubanos en la miseria, el miedo, la inseguridad y el más cruel despotismo. Y, peor todavía, que constituye una recusación y hostilidad flagrantes contra una oposición que, jugándose la vida y exponiéndose a abusos y represalias vesánicas, lucha para que Cuba alcance lo que tiene España desde la muerte de Franco.

Hago votos para que, siguiendo lo que piden los presos políticos desterrados de Cuba, la Unión Europea no cometa la imprudencia de renunciar a la Posición Común y la mantenga hasta que el régimen de los hermanos Castro dé pasos verídicos y comprobables de una democratización.



ARTÍCULO:

Que una veintena de presos políticos cubanos hayan sido excarcelados y venido a España con sus familias, y que el Gobierno de Raúl Castro haya prometido excarcelar en los próximos "cuatro o cinco meses" a algunas decenas más es una buena cosa, sin duda, y hay que alegrarse por ello.

Lo primero que cabe preguntarse sobre este puñado de exiliados que, después de largos años de martirio en las prisiones cubanas, salen libres, es quiénes son. Ninguno pertenece al antiguo régimen, todos nacieron y fueron formados por la revolución, y su disidencia, por lo tanto, no nace de nostalgia por un pasado que no conocieron, sino de un rechazo a una dictadura que han padecido desde adentro y que despertó en ellos un anhelo de libertad. Por sus oficios, representan todo el abanico social: obreros, artesanos, ex soldados, periodistas, ex funcionarios. ¿Los delitos por los que fueron condenados a esas durísimas penas de 12, 15 y 20 años de prisión? Firmar peticiones, escribir artículos, tener una máquina de escribir, constituir grupos de derechos humanos u oficinas de información independientes, actividades pacíficas y ajenas a cualquier tipo de subversión o violencia. Si a eso se suman las infinitas vejaciones, golpizas, torturas y castigos de toda índole de que han sido víctimas los años que pasaron en la cárcel, no hay duda, cada uno de ellos es un testimonio viviente de la brutalidad irracional que aplica el régimen castrista contra quienes no se someten a él con servidumbre total y del heroísmo que hace falta para enfrentarse, aunque sea de la manera más benigna, contra una dictadura totalitaria como la cubana.

¿Por qué han podido salir de la isla? ¿Por los buenos oficios de la Iglesia católica, "acompañada" del Gobierno español, según la fórmula empleada por el ministro de Asuntos Exteriores Miguel Ángel Moratinos? Mi impresión es, más bien, que el Gobierno cubano, viéndose en una tesitura sumamente difícil luego de la muerte del disidente Orlando Zapata, tras 86 días de huelga de hambre, que provocó condenas en todo el mundo, y la inminente muerte de Guillermo Fariñas que llevaba cerca de 130 días en huelga de hambre, decidió hacer un gesto y se sirvió de ambos para sus propios fines. ¿Cuáles? El primero, desactivar la campaña exterior contra el régimen y levantar algo su desprestigiada imagen institucional.

El segundo, más importante, conseguir mediante estas excarcelaciones que la Unión Europea abandone la Posición Común que suspende toda colaboración económica con el régimen mientras no haya una mejora tangible de los derechos humanos en la isla. Para la dictadura cubana, que vive una situación económica crítica, de la que no sabe cómo salir porque teme que cualquier apertura a la inversión privada y liberalización del mercado la debilite y signifique el principio del fin de la estructura vertical que la sostiene, la cooperación y ayuda exterior son el balón de oxígeno indispensable para alargarle la vida.

Es ingenuo pensar que la excarcelación de unas decenas de presos políticos constituye una reforma sustantiva de la política del régimen contra la oposición. Uno de los rasgos más repugnantes de la dictadura caribeña ha sido su vieja costumbre de regalar presos a los políticos occidentales que iban a hacer el besamanos al dictador, para que ganaran bonos en sus países como salvadores y dieran testimonio de lo flexible que podía ser el régimen cuando era tratado con comprensión. Este innoble tráfico de carne humana en las relaciones públicas puede permitírselo sin riesgo alguno una satrapía cuya reserva de prisioneros políticos es un barril sin fondo, y reemplaza a discreción los presos que ofrece a sus huéspedes importantes.

Por el momento, nada ha cambiado, salvo que -¡en buena hora!- unos cuantos héroes de nuestro tiempo han podido salir de Cuba con sus familias a iniciar la difícil vida del destierro, y, como han dicho todos ellos, a seguir luchando desde el exterior por la democratización de su país. Los medios de comunicación cubanos no han dicho palabra de lo ocurrido, salvo la reproducción en Granma de un comunicado del arzobispado que debe haber dejado en la luna a sus lectores. No hay una sola disposición, reglamento o ley que sirviera para mandar a la cárcel a los disidentes que haya sido suspendida, abolida o corregida, ni la menor promesa del Gobierno cubano que haga suponer que la excarcelación es el inicio de una política de tolerancia para los objetores.

El Gobierno socialista español cree que sí lo es y este es el argumento con que el ministro Moratinos tratará de convencer a sus colegas de la Unión Europea para que levanten la Posición Común y la sustituyan por una política de apaciguamiento, amistad y "diplomacia silenciosa" que vaya persuadiendo discretamente a la dictadura de que inicie de una vez una apertura real.

Confieso que nunca he entendido por qué un Gobierno democrático, en el que hay un buen número de luchadores contra el franquismo que vivieron en carne propia lo que significa una dictadura totalitaria, lleva a cabo con Cuba una política que, en términos prácticos -son los que importan- solo sirve para prolongar la existencia de una dictadura atroz, que lleva más de medio siglo, y que ha hundido a los cubanos en la miseria, el miedo, la inseguridad y el más cruel despotismo. Y, peor todavía, que constituye una recusación y hostilidad flagrantes contra una oposición que, jugándose la vida y exponiéndose a abusos y represalias vesánicas, lucha para que Cuba alcance lo que tiene España desde la muerte de Franco.

Me lo he preguntado muchas veces y cada vez me parece más difícil encontrar una respuesta que no implique una patética falta de visión, la pequeñez o la ceguera. ¿El acercamiento a la dictadura cubana del Gobierno socialista español es, simplemente, una manera de mostrar un cambio radical de política con la del Gobierno de José María Aznar, quien persuadió a Europa de adoptar la Posición Común? Si fuera así, la política exterior de España no sería más que un juguete sin brújula al servicio de menudas querellas partidistas, sin continuidad, horizonte geopolítico ni moral.

Tal vez, la explicación sea de otra índole. El socialismo español, afortunadamente para España, de socialismo tiene ya solo el nombre (y acaso la nostalgia). Como todos los partidos socialistas del Occidente, el español se ha modernizado, renunciando a los viejos paradigmas ideológicos, la lucha de clases, el estatismo, el colectivismo, el dirigismo económico, y ha terminado por conformarse a realidades que antes combatía con encono, la empresa privada, el mercado, la inversión extranjera, y es, hoy día -aunque nunca lo reconocería en estos términos- un baluarte del capitalismo y de la democracia liberal. Sus diferencias con los partidos conservadores y centristas son menudas e intrascendentes, salvo en la retórica de sus dirigentes, en la que a veces sobrenadan los antiguos clisés de la enterrada ideología.

Me pregunto si la incomprensible e inmoral política del Gobierno socialista español de colaboración con el castrismo no es una manera para sus dirigentes de demostrarse a sí mismos que no es verdad que hayan dejado de ser socialistas, que ahí está la prueba, lo que hacen para salvarle la vida a la acorralada revolución cubana, que, aunque haya cometido muchos errores, es todavía el emblema de aquel socialismo que fue el suyo, cuando eran jóvenes y utópicos y creían que la peor de las lacras de la humanidad fue la aparición del capitalismo egoísta y vil. Tal vez eso les dé buena conciencia y, pasajeramente, los exonere de la tristeza de comprobar a cada paso que, en todo lo demás, salvo en Cuba, dejaron de ser "revolucionarios" y se volvieron pragmáticos, socialdemócratas, es decir social-pendejos como los llaman los compañeros cubanos, y, horror de horrores, ¡hasta liberales! Qué pena que toda esta operación exculpatoria de un Gobierno que debería liderar el apoyo de los países libres a los héroes de la libertad en Cuba, se haga a costa de 11 millones de cubanos sometidos desde hace más de medio siglo a un régimen que se disputa con Corea del Norte el privilegio de ser la última dictadura comunista del planeta.

Hago votos para que, siguiendo lo que piden los presos políticos desterrados de Cuba, la Unión Europea no cometa la imprudencia de renunciar a la Posición Común y la mantenga hasta que el régimen de los hermanos Castro dé pasos verídicos y comprobables de una democratización.