Entrevista a Jose Luis Rodríguez Zapatero por José Luis Barbería. Después de leerla me parece que vivo en otro país.
Ese zapatero atleta, filósofo, ajedrecista, inmutable, peloteado, con gran memoria, pactista, líder político masculino feminista español, limpio, ordenado, valiente, un gran dirigente honesto, sensato, impulsor del I+D+i, vocación de poder, transformador de la economía.
Sin él España hubiera acabado hundida en la más grande de las miserias.
José Luis Barbería, ese gran entrevistador, crítico, lúcido, informado, siempre con datos en la mano.
-¿Cómo combate la ansiedad?
-Corro unos diez kilómetros diarios campo a través, pero sobre todo es que yo soy muy tranquilo. Creo que para tener una responsabilidad como la mía, la primera condición personal es tener fortaleza emocional para poder transmitir serenidad. Yo tengo una buena relación con la vida -dice este hombre, más delgado y fibroso últimamente, que heredó de su madre la entereza emocional-. La vida y la política me han tratado bien. No me puedo quejar -subraya.
"Gana quien llega al final, no quien se queda por el camino" es una de sus frases preferidas.
Jugador de ajedrez con mentalidad de yudoca, Rodríguez Zapatero estudia minuciosamente al adversario y aplica sus habilidades tácticas a la tarea de aprovechar la fuerza de sus contrarios. Tiene una visión panorámica y planificada de la política con estrategias a corto y largo plazo.
"Sigue siendo el mismo, continúa con el mismo móvil y conserva más o menos sus relaciones anteriores. Es reservado y oculta sus debilidades, suponiendo que las tenga", dice la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez.
"ZP no es rencoroso, pero raramente olvida un agravio, un feo, un desplante. Los deja pasar, pero los tiene en cuenta", apunta un antiguo colaborador suyo.
A decir de sus colaboradores, el inquilino de La Moncloa "es una esponja de memoria fotográfica que absorbe lo que lee, ve y escucha". Esa capacidad de asimilación -"sintetiza las ideas que le resultan interesantes y las hace suyas"- es lo que, en opinión del ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, permite a Zapatero ganar a Rajoy en las segundas partes de las réplicas parlamentarias.
Si en 1989 se aupó a la secretaría provincial del PSOE leonés gracias a su inesperado pacto con una de las corrientes internas más alejadas de sus posiciones políticas...
"Supo aprovechar la orfandad del partido. Sentíamos la necesidad de abrir una nueva etapa y pusimos nuestra mirada en José Luis por su frescura, su capacidad de generar empatías y sus dotes de liderazgo. Además, cuando hablaba, que hablaba poco, nos demostraba que conocía el partido como nadie", dice el ministro de Fomento, José Blanco.
...Zapatero, el primer líder político masculino feminista español...
José Andrés Torres Mora pinta un cuadro diferente de las reuniones de la ejecutiva socialista. "Zapatero acude puntualmente a la cita y no se cansa de escuchar y tomar nota, pese a que sus intervenciones son siempre las mejores con gran diferencia. Es limpio, ordenado, valiente, un gran dirigente honesto y sensato".
Nadie puede negarle tampoco su decidida apuesta presupuestaria por el I+D+i, que acabó con lustros de inhibición gubernamental. Según algunos de sus colaboradores, el círculo de máxima confianza del presidente estaría formado por el ex secretario de las Juventudes Socialistas y ahora consejero de Telefónica, Javier de Paz; José Miguel Vidal, primo de Zapatero; los ministros Alfredo Pérez Rubalcaba, José Blanco y Miguel Sebastián; el portavoz parlamentario del PSOE, José Antonio Alonso, y el secretario general de UGT, Cándido Méndez, ahora irritado por las medidas de ajuste. Es un listado que Zapatero amplía enormemente hasta incluir en él a la práctica totalidad de su Gobierno y a su gabinete de La Moncloa.
"Lo que mejor caracteriza al presidente es su vocación de poder. Supedita todo al supremo objetivo de ganar las elecciones", asegura un antiguo colaborador del jefe del Gobierno que prefiere no ser identificado.
"Ha creado a su alrededor un gran vacío de poder, no ha hecho equipos, sino gente que ejecuta sus instrucciones. Con su móvil, que no lo suelta por nada, ejerce de centro radial de las comunicaciones de forma que todas las relaciones pasan por él. Eso impide hacer equipo", indica un antiguo colaborador del presidente. "Da bastante autonomía a los ministros; a veces no sabes si lo estás haciendo bien o mal, porque no te echa la bronca cuando algo le disgusta. Él procura seguir una línea persuasiva", dice Jesús Caldera, anterior titular de Trabajo.
-¿Cómo le gustaría pasar a la historia de España?
-Como el presidente que, además de hacer frente a la crisis, transformó la economía y llevó a cabo la tercera gran transición económica de la democracia, que completó a las que se llevaron a cabo en los ochenta y noventa. Con las reformas que hemos emprendido debemos generar una espiral económica positiva cuanto antes. Quiero que esta legislatura sea la de la transformación económica. La habríamos hecho en cinco o seis años, pero ahora con la crisis estamos obligados a hacerla en un año. Somos lo que somos como país y debemos ser conscientes de que lo hemos hecho bien hasta ahora en la democracia. Lo que necesitamos es confianza en nosotros mismos como país. La sociedad española siempre ha dado lo mejor de sí en las situaciones de máxima dificultad.
José María Fidalgo, entonces secretario general de CC OO, recuerda que en octubre de 2005, 14 meses antes de la bomba en la T-4 de Barajas, el presidente anunció a los representantes de los sindicatos y de la patronal que antes de esas navidades iba a acabar con ETA y que ese triunfo le aseguraría la reelección dos legislaturas más. "Tengo la impresión", dice, "de que es un político tacticista con una visión ligera de la economía y una confianza enorme en la voluntad política y el poder de la ley. Al poco de iniciarse la primera legislatura, nos anunció que iba acabar con la temporalidaddalgo, entonces secretario general de CC OO, recuerda que en octubre de 2005, 14 meses antes de la bomba en la T-4 de Barajas, el presidente anunció a los representantes de los sindicatos y de la patronal que antes de esas navidades iba a acabar con ETA y que ese triunfo le aseguraría la reelección dos legislaturas más. "Tengo la impresión", dice, "de que es un político tacticista con una visión ligera de la economía y una confianza enorme en la voluntad política y el poder de la ley. Al poco de iniciarse la primera legislatura, nos anunció que iba acabar con la temporalidad laboral, tal cual. Como nos vio desconcertados, nos pidió confianza en él: '¿No habéis visto que he traído las tropas de Irak?'. Al parecer, pensaba que se podía acabar con la temporalidad por decreto. Menos mal que Caldera conocía un informe nuestro de 200 páginas sobre el problema y sabía de su complejidad".
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