El afamado e influyente bioquímico Santiago Grisolía tituló esta semana así una Tercera de ABC: Generar empleo, un reto constante. Tras negar que la economía sea una ciencia, se apuntó a las huestes keynesianas y aseguró que para reducir el paro hay que aumentar el gasto e incluso el déficit público, y dedicarlo a construir infraestructuras de diverso tipo y hasta a plantar árboles.
La economía sin duda no es una ciencia como la biología, y sus teorías carecen del rigor de las físicas o las matemáticas. Pero tampoco es algo tan sencillo que su análisis no requiera más que el sentido común. Cuando aplicamos exclusivamente el sentido común a la economía decimos muchas tonterías.
Don Santiago no ha ido en su recomendación de las obras públicas más allá de la superficie del problema, como fácilmente se puede comprender si se piensa que el gasto público no puede ser sólo generador de empleo, porque en tal caso bastaría con aumentarlo indefinidamente hasta reducir el paro a cero. En efecto, el gasto debe financiarse con impuestos, y la recaudación de éstos no es neutral en términos de empleo.
De todos modos, no llegó Grisolía a la arrogancia de su admirado Keynes, que dijo que cualquier gasto público bastaría para resolver el paro, desde las guerras hasta las inversiones más absurdas. Pero sí coincidió con Keynes en su desprecio a los empresarios: en un largo artículo sobre el "reto" del empleo no dijo nada de las empresas.
Más grave me pareció su topicazo de elogiar a Keynes por su "compromiso entre el espíritu saqueador capitalista y el fervor revolucionario del marxismo". Caramba, don Santiago. Esto ya era monstruoso cuando Keynes lo dijo, pero él murió en 1946. Y hoy sabemos que el "fervor revolucionario" socialista se llevó por delante la vida de cien millones de trabajadores asesinados. ¿De verdad cree usted que las tiranías genocidas del comunismo son un mal equivalente al capitalismo, y que lo aconsejable es estipular un equilibrado y centrista "compromiso" entre ambos?
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