El ataque a Irán está más cerca por Jordi Pérez Colomé


La primera central nuclear de Irán, en Busher, empezará a funcionar en septiembre. Hace décadas que Irán intenta conseguir energía nuclear para uso civil. Después de años de retrasos, la central se pondrá en marcha en unas semanas.

Irán necesita energía nuclear. Como sus vecinos árabes, a pesar de tener grandes reservas de petróleo y gas natural, la energía para uso nacional no les llega. Quemar petróleo para obtener electricidad es caro y contamina. Las energías alternativas no son sólidas. La energía nuclear era la mejor alternativa para conseguir energía eléctrica y desalinizar agua.

Otros países árabes afrontan retos similares. Los Emiratos Árabes Unidos (EAU) han firmado un acuerdo con Corea del Sur para construir sus primeros reactores. Arabia Saudí también se lo plantea.

Esto no sería un gran problema. Cada país busca sus recursos. El problema es otro: pocos creen que Irán quiera enriquecer uranio -el combustible para las centrales- sólo para uso civil. Quiere también, según parece, tener armas nucleares. Irán lo niega pero hace poco por probarlo. Se opone a frenar el enriquecimiento de uranio y a las inspecciones internacionales.

Un país que quiera tener energía nuclear no necesita enriquecer uranio; puede importarlo (así harán los EAU). Está lógicamente en su derecho y así se asegura su suministro. Pero debería permitir inspecciones internacionales. Una central civil necesita uranio enriquecido al 3 por ciento. Una bomba, a más del 80 por ciento. Irán anunció en febrero que había logrado uranio al 20 por ciento (para usos médicos) pero que, a pesar de poder hacerlo, no iba a seguir aumentando porque no lo necesitaban. La comunidad internacional no se lo cree.

No es fácil enriquecer uranio. Los científicos deben saber qué hacen y tener la tecnología adecuada. Irán la ha conseguido, probablemente, a través de China, Rusia y contrabando. Es más difícil, sin embargo, pasar del 3 por ciento al 20, que de ahí al 80. Irán estaría ahora a un año de poder disponer de las primeras bombas nucleares.

Estados Unidos no quiere permitirlo. Sería un peligro innecesario, dicen. La bomba no es tanto una arma ofensiva, como una arma disuasoria. Si Irak la hubiera tenido de verdad, nadie le hubiera atacado. Si Irán la consigue, se pondrá al nivel de Israel, que también la tiene aunque nunca lo ha reconocido. Arabia Saudí y Siria -e Irak, luego- deberían ponerse a esa altura. Es un efecto dominó en una región inestable.

En el último mes, la presión sobre Irán ha crecido. En junio la ONU aprobó sanciones económicas contra Irán. En julio, Estados Unidos y la Unión Europea pasaron sanciones más duras (Japón lo hará pronto). Irán dice que es ridículo porque no tiene ningún plan para conseguir la bomba. No van a ceder ante presiones. Todo el mundo tiene cierto interés en que Irán no la tenga para evitar males mayores, aunque hay países (China, Rusia, Turquía, Brasil, por ejemplo) que defienden por encima de todo su derecho al uso civil de la energía nuclear. Y se creen las explicaciones que el régimen da. Occidente, no.

La semana pasada el presidente Obama convocó a un grupo de periodistas en la Casa Blanca para hablar de Irán. Fue una reunión de escogidos seleccionados a dedo (asistieron, entre otros, David Ignatius, Joe Klein, Robert Kagan, Marc Ambinder, Jeffrey Goldberg, luego cada cual escribió su cosita; no sé si en España el presidente también lo hace, puede crear celos entre periodistas). Obama quería decir tres cosas:

1. Las sanciones empiezan ya a surtir efecto. Irán necesita dinero y tecnología. Las sanciones tratan de impedir las maniobras internacionales de compañías iraníes o las inversiones en Irán de empresas extranjeras. El mejor modo que tiene Estados Unidos de limitar el uso de bancos ingleses a iraníes o frenar la exportación a Irán de tecnología alemana es dar a entender a esas compañías que si lo hacen no podrán trabajar en Estados Unidos.

Es muy temprano, pero hay algunas noticias que dicen que Irán ha recibido en julio menos gasolina de la que entró en el país en mayo (Irán produce petróleo, pero necesita refinerías extranjeras para convertirlo en gasolina). Ha habido también una huelga en los bazares. Algunos empresarios iraníes tienen problemas para operar en mercados financieros en Londres. Son indicios de que las sanciones funcionan. Sin embargo, hay otras informaciones que dicen que todo depende aún de la voluntad de chinos y rusos de desafiar a los americanos y, sobre todo, de los americanos de imponerse. Los americanos dicen que los europeos está vez van en serio. Parece que ellos también. La clave será ver si en los próximos días hay represalias contra compañías que siguen en Irán.

Además de las sanciones económicas, los laboratorios de enriquecimiento en Irán tendrían problemas técnicos. Según dicen aquí, aunque parezca increíble, agentes americanos o israelíes podrían haberlos saboteado. Las sanciones y los problemas darían más tiempo a la diplomacia.

2. La mano sigue tendida. Estados Unidos mantiene la puerta abierta a tratar a Irán de igual a igual si cesa su programa nuclear. Obama no dio novedades diplomáticas, más allá de reconocer que Irán sería un buen aliado para la paz en Afganistán (o no). En septiembre hay prevista una reunión de Irán con el grupo 5+1 (los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania). Irán pone sus condiciones: que no haya presiones hacia los derechos legítimos de Irán y que la otra parte opine sobre el arsenal nuclear de Israel, lo que no pasará. La lógica de Irán es aplastante: si Israel tiene armas nucleares, ¿por qué Irán no? Es una pregunta sin respuesta.

3. Si Irán persiste, peligro. Si Irán, dijo Obama, “por orgullo nacional” sigue adelante con el programa nuclear, “tendrá que asumir los costes”. Es decir, pueden atacar sus instalaciones nucleares. Si eso ocurriera, que sería un ataque con decenas de aviones, es irreal pensar que Irán se quedaría de brazos cruzados. Habría guerra.

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Si las sanciones y las negociaciones fallan -y quedan pocos meses- sólo hay dos salidas: bombardear o convivir con un Irán nuclear. El mundo puede pensar que mejor la segunda. Hay países con la bomba que conviven de forma pacífica: China no la lanza a Taiwan, India y Pakistán aguantan el gatillo.

Pero hay un país que parece que no permitiría esta opción: Israel. Los líderes de Irán han dicho varias veces que Israel debe desaparecer. La bomba nuclear en manos de Irán acercaría esa posibilidad. Para ser justos, a los vecinos árabes de Irán tampoco les haría ninguna gracia que la tengan. Pero Israel es el único que se plantea un ataque preventivo. Los países árabes, como mucho, mirarían a otro lado. El debate israelí es simple: ¿la bomba nuclear en manos de Irán supone un peligro existencial para Israel? Si es que sí, Israel atacará. Si es que no, quién sabe.

Ayer salió un reportaje magnífico sobre este asunto. Es larguísimo y no he podido leerlo entero. Pero ya corren claves por ahí. El gran problema de un Irán nuclear para Israel es doble: uno, muchos de sus ciudadanos más brillantes preferirían vivir en otro país ante la amenaza de Irán, y dos, su ejército ya no dominaría la región a su antojo, Irán tendría un poder disuasorio similar. ¿Es esto un peligro existencial? Depende de a quién se le pregunte, aunque la respuesta que más cuenta es la de los líderes israelíes. Es poco probable que Irán lance sin motivo la bomba a Israel. Pero para los israelíes, eso sería un nuevo holocausto. No quieren ni imaginarlo. En Israel, dice el reportaje, hay quien cree que si la aviación israelí hubiera existido en 1940 no habría habido holocausto: antes habrían destruido los campos de concentración. La lógica ahora es similar. Si tuviera que apostar, diría que si Obama y sus sanciones fallan, habrá ataque. A ver cómo van las negociaciones.

Si llegara el caso, Israel prefería obviamente que fuera Estados Unidos quien ataque a Irán. Si Obama no se atreve, ellos mismos tirarán adelante. Ya lo hicieron en Siria con buenos resultados; el programa nuclear sirio está detenido. La posibilidad del ataque asusta por las consecuencias. Pero no por evitar pensarlo hay menos opciones de que ocurra. Se acercan meses decisivos. El ataque empieza a plantearse como opción seria. Hay quien dice que ya es una campaña para venderlo a la opinión pública.

El primer ministro israelí, Netanyahu, habría dado hasta diciembre para agotar la vía diplomática. Luego, las opciones se abren. Si alguien quiere ir de visita a Irán y Oriente Medio, mejor que vaya antes de Navidad.

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