Durante décadas se mantuvo abierta la polémica sobre los efectos perniciosos que tiene el fumar tabaco. En la actualidad el tema no sólo está cerrado, sino que además ha dado lugar a múltiples iniciativas para proteger la salud de los ciudadanos, evitándoles la exposición involuntaria al humo, o para garantizar que el fumador adulto no pueda alegar desconocimiento sobre los perversos efectos que su vicio puede tener para su salud. El punto de inflexión entre la actitud permisiva de hace unas décadas y el furor preventivo y represivo de nuestros días hay que situarlo en una serie de pleitos que las tabaqueras perdieron gracias a la aportación de evidencias científicas contundentes sobre la relación causal entre el tabaco y diferentes enfermedades. Hoy sabemos que el tabaco mata porque los científicos lo han estudiado y sus conclusiones son incontestables.
Los científicos también han estudiado el poder curativo de la homeopatía (recomendable el monográfico de ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico: http://www.arp-sapc.org/articulos/homeopatia/index.html). Y sus conclusiones también son contundentes, aunque contestadas: los remedios homeopáticos tienen la misma capacidad curativa que el placebo, es decir, ninguna específica. (Otra cosa es que las prácticas homeopáticas puedan resultar satisfactorias para un paciente que necesita consuelo, esperanza, atención: se podría hacer lo mismo y recetar bolitas de azúcar en vez de diluciones homeopáticas). La cuestión es: si somos tan precavidos al proteger a los ciudadanos del tabaco y de otras drogas porque estamos científicamente convencidos de sus peligros, ¿por qué somos tan complacientes con terapias homeopáticas científicamente injustificables?
Hay una razón: los preparados homeopáticos son tan inútiles que, salvo por accidente o error, ni siquiera pueden tener efectos secundarios perniciosos. La homeopatía no cura pero, por lo general, tampoco mata. Solo humilla a la gente manteniéndola en la ignorancia y esquilmando su bolsillo. Debería ser obligatorio imprimir una etiqueta en cada preparado homeopático: “Este preparado no tiene ningún poder curativo y es tan inútil que ni siquiera puede hacerle daño: consúmalo con razonable moderación, siéntase cómodo y pague lo que le pidan, pero abandone toda esperanza de recurrir al juzgado si no le hace nada”.
Miguel Ángel Quintanilla Fisac. Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia.
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